Vol. 6 No. 2
ISSN: 2619-6336
Julio - Diciembre de 2023
Tempus Psicológico
ISSN 2619-6336
Nº 6(2), julio-diciembre de 2023
Revista de la Escuela de Psicología
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Universidad de Manizales
Visibilidad
Escuela de Psicología
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Universidad de Manizales
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Tempus Psicológico es una publicación semestral de la Escuela de Psicología, de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, para la difusión del conocimiento científico relacionado con la Psicología.
Cobertura temática: psicología clínica y procesos de salud, psicología del desarrollo y de la educación, psicología social, psicología para el desarrollo humano y organizacional y todos los demás campos de investigación y acción de la psicología como ciencia y profesión.
Objetivo: difundir la investigación y la reflexión en psicología en la comunidad académica internacional, especialmente en Iberoamérica, y crear escuela de pensamiento en torno a los problemas de las sociedades latinoamericanas.
Público al que se dirige: profesores, estudiantes, investigadores y a todos los interesados en la disciplina psicológica.
Los artículos publicados no constituyen filosofía de la Universidad de Manizales y se publican bajo la responsabilidad de los autores.
Tempus Psicológico
Duván Emilio Ramírez Ospina
Rector
Yamilhet Andrade Arango Giraldo
Vicerrectora
Diego Enrique Ocampo Loaiza
Decano Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Lorena Aguirre Aldana
Directora de la Escuela de Psicología
Tempus Psicológico
Comité editorial
Editorial Committee
Jaime Alberto Carmona Parra: Psicólogo, Doctor en Psicología Social. Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de Manizales.
Florentino Moreno Martín: Psicólogo y Doctor en Psicología. Universidad Complutense de Madrid.
Concepción Fernández Villanueva: Psicóloga y Doctora en Psicología. Universidad Complutense de Madrid.
Paula Luengo Kanacri: Psicóloga: Doctora en Psicología, Profesora Investigadora Facultad de Ciencias Sociales, Escuela de Psicología, Pontifica Universidad Católica de Chile
Alejandro Chávez Rodríguez: Psicólogo, Doctor en Salud Pública, Universidad de Guadalajara (México)
Gladys Adamson: Licenciada en Psicología y Doctora en Psicología Social. Directora Escuela de Psicología Social del Sur. Argentina.
Jesús Morales Bermúdez: Filosofía y Antropología Social y Doctor en Antropología. Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica.
Rodrigo Mazo Zea: Psicólogo y Doctor en Psicología. Universidad Pontificia Bolivariana - Medellín.
Guillermo Castaño Pérez: Médico y Doctor en Psicología de la Salud. Universidad CES - Medellín.
Nelvia Victoria Lugo Agudelo: Psicóloga y Doctora en Ciencias Sociales. Universidad de Caldas.
Tempus Psicológico
Consejo de redacción
editorial board
Editor
Jaime Alberto Carmona Parra
Coordinador Editorial
Alejandro Londoño Valencia
Asistentes Editoriales
Daniela Amaya Parra
Richar David Londoño
Revisión de estilo y normas APA: Nancy Forero
Diagramación: Daniela Amaya Parra
7
Tempus Psicológico
Árbitros de este número
Referees of this number
Adriano Valério dos Santos Azevêdo. Universidade Tuiuti do Paraná
Lucia Helena Vitalli Rangel Pontifícia. Univesrsidade Católica de São Paulo
Soledad Coo Calcagni. Universidad del Desarrollo
Nelson Fabián Cabrera Martínez. Universidad de la República
Valentina Ramos Huenteo. Universidad Católica de la Santísima Concepción.
Mariela Questa Torterolo. Universidad ORT
Rebeca Camaño Semprini. Universidad Nacional de Río Cuarto
José Luis Jimenez Hurtado. Universidad de La Salle
Alexandra Glink Lezana. Universitat de Girona
Nadia Semenova Moratto Vasquez. Universidad CES
Soledad Niño Murcia Fundación. Universitaria los Libertadores
María Inmaculada Mendez Mateo. Universidad de Murcia
María Mercedes Palumbo. Universidad Nacional de Lújan
Daniel Andrés Bonilla Montenegro. Fundación Universitaria de Área Andina
Yiminson Riascos Torres. Universidad de Manizales
Juan Bernardo Zuluaga. Universidad de Manizales
Tempus Psicológico
Editorial
La edad como categoría identificatoria y clasificatoria de personas según diferentes grupos etarios
Age as a category to identify and classify people according to different age groups
Néstor Daniel Roselli
Estudio de caso sobre tratamiento del trastorno de estrés postraumático mediante neurofeedback
Case study on treatment of post-traumatic stress disorder using neurofeedback
Alejandro Londoño Valencia, José Fernando Vélez Trejos y Mónica Paulina Cuervo Rodríguez
¿Es solo un chiste? Los usos del humor hostil en la escuela y su relación con el bullying
Is it just a joke? The uses of hostile humor in school and its relationship with bullying
María Margarita Villota Benítez, Paolo Ferroni Urrea, Cristian Urbano Mejia y Luisa Ramirez Rueda
Percepción del rol docente y clases en línea en el contexto de la pandemia por Covid-19 en estudiantes universitarios
Perception of teaching role and online education in the pandemic covid-19 context in university students
J. Isaac Uribe Alvarado, Ximena Zacarías Salinas, Mónica Elizabeth Lozano Valenzuela y Karla Noemí Álvarez García
Revisión Sistemática sobre autoritarismo y religión en Argentina desde una mirada psicológica
Systematic review on authoritarianism and religion in Argentina from a psychological point of view
Marcelo Agustín Roca, Melina Sol Ignarski, Iván Daniel González, Carolina Expósito, Luis Carlos Jaume
Salud mental pediátrica, experiencia de crianza y desempleo en un contexto latinoamericano
Pediatric mental health, parenting experience and unemployment in a Latin American context
Felipe Agudelo Hernández, Marcela Guapacha Montoya y Ana Belén Giraldo Álvarez
Fatores de risco e associados ao comportamento suicida no Brasil: uma revisão sistemática
Risk factors and associated with suicide behavior in Brazil: a systematic review
Luciene Oliveira Rocha Lopes, Robert Santos Messias de Jesus, Ronaldo Santhiago Bonfim de Souza y Maycoln Leôni Martins Teodoro
Estado del arte sobre subjetividades y convivencias: una mirada desde la psicología social
State of the art on subjectivities and coexistence: a look from social psychology
Martha Liliana Palomino Leiva y Claudia Jurado
Guía para los autores
27-45
46-65
Contenido
Tempus Psicológico
12-26
66-81
82-101
102-115
10-11
Tempus Psicológico
116-132
133-155
156-169
Apreciados lectores y autores, a partir de este número abriremos el espacio de la Editorial para reflexiones breves relacionadas con el campo de la psicología, que no tendrán que cumplir necesariamente la estructura y el carácter de los artículos académicos tradicionales. A continuación presentamos una primera reflexión de este género. Esta sección también está abierta para los autores y lectores de la revista, los textos serán evaluados por el Comité Editorial y la extensión sugerida será de un máximo de 1000 palabras.
Ph.d Jaime Alberto Carmona Parra
Editor
La Psicología Silvestre
Freud se quejaba de las personas que opinan indiscriminadamente sobre asuntos psicológicos y advertía, con razón, que en campos como la física y la química no ocurre lo mismo. Nadie llega a un laboratorio de expertos en ciencias básicas a decir, de buenas a primeras, que va a proponer un nuevo teorema, mientras que en psicología, decía Freud, mucha gente opina sobre cualquier cosa, dándose el aire de un psicólogo aficionado.
A este problema podemos agregarle otro que se ha vuelto endémico: consiste en que cualquiera toma una frase de cajón y la publica en las redes sociales, atribuyéndosela a Einstein, Cervantes, o cualquier otro autor famoso. Un triste ejemplo de esto es un poema que le atribuyen a Borges, en el que el autor dice que si volviera a nacer comería más helados. Si algo caracteriza la poesía y la prosa de Jorge Luis Borges es la sobriedad. Cualquier lector familiarizado con el autor, sabe que un poema lleno de frivolidades y banalidades, como esa, no puede haber sido escrito por él.
Otro ejemplo de esta mala práctica es una frase que a veces se escucha en el mundo académico, según la cual “toda queja es una demanda de amor”, esta se la atribuyen generalmente a Freud o a Lacan. Lo primero que hay que decir es que ni Freud ni Lacan dijeron una tontería como esa, y que, en principio, una queja es una queja, es decir, una protesta por una acción de maltrato o abuso de autoridad en que incurre alguien, aprovechando una posición ventajosa. Ciertamente, Lacan relaciona el amor (l'amour) con un concepto que en francés se escribe “demande”, pero el significado de esa palabra en francés y en la obra de Lacan no es el mismo que el de la palabra “demanda” en español, ni tiene que ver nada con la queja.
El razonamiento según el cual “detrás de toda queja hay una demanda de amor” es perverso, porque revictimiza a la víctima del maltrato. El maltratador gana con cara y con sello. Si el maltratado no se queja, con su silencio está legitimando el maltrato y si se queja está pidiéndole al maltratador que lo quiera. La estructura de razonamiento es idéntica al dicho machista, igualmente perverso, según la cual “cuando una mujer dice no es sí, y cuando dice sí es ya”.
Afortunadamente existen campañas feministas lúcidas como aquella que circula por redes sociales, que dice de una manera corta y rotunda “No es no”. De la misma manera, en ciertos contextos habría que generar campañas que digan por ejemplo “una queja es una queja”, como un habano puede ser solo un habano.
Freud también denunciaba uso abusivo de la interpretación que hacen algunos psicoterapeutas, decía que toda interpretación que se hace por fuera de la relación entre un paciente y un terapeuta es una agresión y llamaba “psicoanálisis silvestre” a la práctica abusiva e indiscriminada de la interpretación. Siguiendo su ejemplo, podríamos usar la expresión “psicología silvestre” para señalar el mal uso de la profesión de algunos psicólogos que, por fuera de los vínculos terapéuticos con sus pacientes, hacen un uso abusivo de la interpretación.
Jaime Alberto Carmona P.
Junio de 2023
Editorial
Tempus Psicológico
Tempus Psicológico
La edad como categoría identificatoria y clasificatoria de personas según diferentes grupos etarios
Age as a category to identify and classify people according to different age-groups
Artículo de investigación
Recibido: 09/05/2023 – Aprobado: 02/06/2023 - Publicado: 30/06/2023
ISSN - 2619-6336
DOI: https:/doi.org/10.30554/tempuspsi.6.2.4854.2023
F
Néstor Daniel Roselli
Tempus Psicológico
Resumen
Esta investigación se propone analizar la importancia de la edad como criterio identificatorio y clasificatorio de las personas, en comparación con otras categorías. En la primera fase los participantes (183 jóvenes, 266 adultos y 218 adultos-mayores) tenían que dividir en dos grupos un set de ocho fotos de personas de diferente edad, sexo, expresividad psicológica y características sociales, de acuerdo con un criterio justificatorio personal. Los resultados muestran que la edad y el sexo son los criterios más empleados por los tres grupos etarios; las referencias psicológicas y sociales lo son en menor grado. Más allá de estas coincidencias, también hay diferencias significativas respecto al peso diferencial otorgado a cada criterio. La fase II es un complemento de la anterior. El objetivo es comparar los distintos grupos etarios que los mismos participantes distinguen dentro de una serie de siete fotos de edad ascendente en un continuum niña-anciano. Se constatan, aquí también, coincidencias y diferencias entre jóvenes, adultos y mayores.
Palabras Clave: identidad personal, identidad etaria, categorización social, grupos sociales, grupos etarios.
Abstract
This research aims to analyze the importance of age as a criterion to identify and classify people, in comparison to other categories. In the first phase, participants (183 young students, 266 adults and 218 old people) had to classify a set of eight pictures of individual people from different age, sexe, expressive psychological characteristics and social characteristics in two groups, according to a personal classifying criterion. Results showed that age and sexe were the most important references used to classify people, and, with less degree, sociological and psychological features. Beyond these coincidences, there are many differences between the age-groups concerning the frequencies of each criterion. The second phase is a complement to the previous one. The objective is to compare the different age groups that the participants themselves distinguish within a series of seven ascending age photos in a child-elder continuum. Here, as well, coincidences and differences between young people, adults and seniors are noted.
Keywords: personal indentity, age identity, social categorisation, social groups, age groups.
Tempus Psicológico
1 Centro de Investigaciones en Psicología y Psicopedagogía, Universidad Católica Argentina. Correo: nestorroselli@uca.edu.ar ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7313-4566
Nota de agradecimiento: El autor agradece la colaboración prestada por docentes y adscripto/as de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la UCA en la recolección de los datos.
La edad como categoría identificatoria y clasificatoria de personas según diferentes grupos etarios
Para citar este artículo
Roselli, N.D. (2023). La edad como categoría identificatoria y clasificatoria de personas según diferentes grupos etarios. Tempus psicológico, 6(2), 14-26. https:/doi.org/10.30554/tempuspsi.6.2.4854.2023
Néstor Daniel Roselli 1
Tempus Psicológico
La categorización social de las personas a través de diversas categorías descriptivas es un capítulo central de la psicología social (Prati et al., 2021). En efecto, el recurrir a determinadas categorías clasificatorias permite ordenar la realidad, facilitando la lectura de esta. El hecho de que estas categorías descriptivas son compartidas socialmente hace que la percepción del mundo no sea un producto individual, sino una construcción social (Bocanegra, 2017). Es precisamente por esto que se habla de categorización social.
La identificación y clasificación de la realidad no se refiere solo a las personas; la categorización social abarca también a objetos del mundo físico. Llamar ave a todo animal con alas que vuela, o vehículo a todo medio de transporte remite también a un proceso social de ordenamiento y sistematización social de la realidad (Vivas et al., 2020, 2021).
Estos etiquetamientos no son inocuos, ya que crean identidad y pertenencia de grupo (Trepte y Loy, 2017). Por ejemplo, llamar joven o viejo a una persona confiere una identidad grupal, creando expectativas (lo que se espera de esa persona). En el fondo estos etiquetamientos están en la base de las relaciones intergrupales. Las categorías clasificatorias crean identidad: lo que yo soy y lo que el otro es (o sea lo que yo no soy), orientando el comportamiento conmigo mismo y con los demás. Es por esto por lo que puedo reconocer y diferenciar mis pertenencias grupales (endogrupos) de las pertenencias ajenas (exogrupos) (Kawakami et al., 2021).
Las categorías más usuales a la hora de otorgar identidad y clasificar a las personas son, sin duda, el sexo y la edad, pero también juega el aspecto físico, la vestimenta, la actitud psicológica, entre otros, dependiendo del acceso que se tenga (presencia real, imágenes, narrativa verbal). El sexo (en cuanto condición biológica) es una variable dicotómica y relativamente inmodificable a lo largo de la vida. La edad tiene límites menos precisos y es muy variable a lo largo del ciclo vital. En relación con la distinción endogrupo-exogrupo a la que se ha hecho referencia, es importante tener presente que las categorizaciones involucran tanto a la persona que es objeto de estas, como al sujeto perceptor. En otras palabras, las categorizaciones varían según las personas a las que se aplican, pero también dependen de quienes son los sujetos perceptores (Rhodes y Baron, 2019). Es precisamente la interrelación entre sujeto-perceptor y objeto de percepción lo que constituye el eje central de la investigación que se reporta.
Es importante ubicar el presente estudio en el marco del desarrollo de la línea de investigación sobre representación social de las edades de la vida, iniciada hace varios años. La idea de base de este desarrollo es que hay una construcción social de las distintas etapas evolutivas y que dicha construcción depende de la propia etapa evolutiva, o sea que estas representaciones varían según las distintas edades. Esto es así por la condición temporal intrínseca del desarrollo psicobiológico. A medida que las personas avanzan en el desarrollo vital aumenta la temporalidad pasada y disminuye la perspectiva futura, a la inversa de lo que ocurre con el joven, que percibe que le queda mucho tiempo por delante. Pero esta evolución no es lineal. Así, si bien los jóvenes privilegian una temporalidad presente hedonista, sus metas futuras son de plazo relativamente cercano; recién con la adultez esta perspectiva se ensancha, volviéndose a reducir con la vejez, momento donde cobra predominancia la percepción del pasado, sobre todo con una visión centrada en las experiencias placenteras (Baikeli et al., 2021; Gagnon-Harvey et al., 2021; Laureiro-Martinez et al., 2017).
Entendiendo la representación social como un conocimiento pre-lógico, inconsciente, poco sistemático y con una impronta afectiva-emocional, las primeras investigaciones sobre representaciones de la vida apelaron a una técnica muy utilizada en los estudios de representación social: la asociación libre de palabras. Así, en una de las primeras investigaciones (Autor, 2015) se ha comparado el campo semántico resultante de cinco palabras asociadas libremente a las palabras inductoras: niño, joven, adulto, anciano, en una muestra de estudiantes universitarios (18-25 años). Un estudio análogo (Autor, 2016) abordó explícitamente la comparación entre una muestra de jóvenes y una de personas mayores (más de 65 años), permitiendo detectar diferencias perceptuales significativas, entre ellas una visión altamente idealizada que los adultos mayores tienen de los jóvenes y, recíprocamente, una mirada estereotipada de estos respecto a los mayores centrada en los problemas físicos más que en la experiencia de soledad y abandono, que sí reportan los de mayor edad. Como puede presumirse, estas incongruencias afectan negativamente las relaciones intergeneracionales.
En una investigación posterior (Autor, 2022) se agregó una nueva muestra de comparación inter-etaria: adultos (40-55 años). El estímulo inductor fue, en este caso, un set de seis fotos de personas: niña, joven, adulto y anciana (y dos fotos grupales distractoras), debiendo los participantes decir lo que veían, o sea describir el contenido de cada foto. La edad y el sexo fueron las referencias más frecuentes de los tres grupos etarios en las fotos individuales, seguidas de referencias sociológicas (profesión, vestimenta) y psicológicas (actitud, expresión gestual). Se encontraron coincidencias y disidencias, tanto inter-fotos, como inter-grupos etarios. Las disidencias más significativas fueron entre la foto de la anciana y las restantes, y entre la muestra de adultos-mayores y las otras muestras etarias.
En otra investigación (Autor, 2018) se analizaron los criterios clasificatorios de grupos de fotos de ocho personas, manera de constituir dos sub-grupos según un criterio justificatorio, esto en una muestra de jóvenes universitarios. En esta oportunidad se compararon dos condiciones: la mitad de la muestra debía clasificar un set de cuatro fotos de jóvenes y cuatro fotos de adultos, mientras que la otra mitad el set propuesto era de cuatro fotos de jóvenes y cuatro de adultos-mayores. Se solicitaban cuatro criterios clasificatorios. También aquí el sexo y la edad eran los criterios más recurrentes, seguido de criterios sociales y actitudinales. Pero hubo diferencias notorias entre el set jóvenes-adultos y el de jóvenes-adultos mayores, sobre todo en la relación entre sexo y edad como criterio privilegiado, constatándose el predominio del sexo en el primer set, y de la edad en el segundo. Si se tiene en cuenta que el sexo es una constante y la edad una variable, se concluye que esta gana protagonismo en cuanto la diferencia etaria es notoria (set jóvenes-mayores), o sea que la edad juega como criterio clasificatorio central en función de una distancia comparativa relativa (a mayor distancia comparativa, mayor visibilidad del criterio). En otras palabras, la edad juega como criterio identitario-clasificatorio no en sí misma, sino en función de la distancia comparativa (a mayor distancia, mayor predominancia).
Los antecedentes reseñados son el fundamento de la investigación que es objeto de este reporte, que consta de dos fases. Si bien el dispositivo instrumental de la primera fase es análogo al aludido en el párrafo anterior (cuatro criterios clasificatorios de sets de ocho fotos), en esta oportunidad (fase I) se comparan tres muestras de participantes: jóvenes, adultos y adultos-mayores. Aquí también se ofrecen sets que integran fotos de distintas edades; a los referidos sets de jóvenes-adultos y jóvenes-adultos mayores, se incluye además un set de fotos de adultos-adultos mayores. De esta manera se cubren todas las posibilidades de distancia relativa, tanto en lo que hace a las imágenes de los sets, como a la edad de los participantes. Esta mayor complejidad del diseño redunda sin duda en conclusiones más firmes.
La fase II, complementaria de la anterior, implica un diseño muy simple, pero que permite extraer conclusiones valiosas sobre la representación social de cuáles son las etapas de la vida y de sus límites cronológicos. En este caso, se trata de discriminar diferentes grupos etarios reconocibles dentro de un continuum cronológicamente ascendente de siete fotos de personas (de una niña a una anciana), trazando las líneas divisorias pertinentes. También aquí se comparan las respuestas de tres muestras de grupos etarios diferentes (jóvenes, adultos y mayores). Estos interrogantes ya habían sido planeados en el pasado (Autor, 2015), pero ahora se retoma con un dispositivo metodológico muy simple: definir límites etarios en una serie cronológicamente ascendente de siete fotos de personas (de una niña a un anciano).
Fase I
Objetivo
El objetivo de esta fase es determinar cuáles son los diferentes criterios clasificatorios de fotos de personas empleados por diferentes grupos etarios: jóvenes, adultos y adultos-mayores. Obviamente, la hipótesis es que, si bien hay ciertas coincidencias, la propia pertenencia a un grupo etario determina diferencias significativas.
Método
Participantes
Se comparan tres muestras: 183 jóvenes (18-25 años), 266 adultos (40-55 años) y 218 adultos-mayores (más de 65 años). El muestreo fue intencional no-probabilístico. Los participantes, en el primer caso, fueron estudiantes universitarios; los de los otros grupos etarios fue una selección individual libre dentro de su entorno realizada por estudiantes colaboradores independientes.
En la recolección de los datos se siguieron las normas éticas vigentes en la comunidad científica y prescripta por las agencias de acreditación, entre ellas el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Instrumento
Se aplicaron tres sets distintos de ocho fotos de personas (N, R y S), balanceando sistemáticamente en cada uno el sexo, la edad, el aspecto social (vestimenta y rasgos físico-sociales), y el aspecto psicológico (actitud y estado de ánimo). N incluía fotos de jóvenes y adultos; R fotos de jóvenes y adultos-mayores; S fotos de adultos y adultos-mayores. Dentro de cada grupo etario los tres sets fueron aplicados en proporción similar; de todas maneras, las desigualdades relativas fueron controladas a través de un análisis de porcentajes.
Procedimiento
El procedimiento se ajustó a la siguiente consigna: “A continuación se presentan 8 fotos de una serie de personas. La tarea consiste en agruparlas en dos grupos según algo que tengan en común. De hecho, hay diferentes criterios de clasificación. Los grupos no necesariamente deben tener la misma cantidad de fotos. Así, los dos grupos de fotos pueden ser de 4-4, 5-3, 6-2, o 7-1. En la parte para responder hay lugar para formular cuatro clasificaciones, pero no es necesario que hagas esa cantidad si no se te ocurre ningún otro criterio clasificatorio”.
Las respuestas eran anotadas en la hoja de respuesta por el propio participante o por el administrador.
Análisis de datos
Los datos fueron ingresados en una planilla SPSS, utilizándose dicho programa para el análisis descriptivo e inferencial. El análisis prioriza el primer criterio clasificatorio; también se analiza en forma independiente cada uno de los criterios utilizados en las cuatro clasificaciones. Como las tres muestras son de tamaño distinto, el análisis comparativo inter-grupos se realiza en base a porcentajes, al igual que el análisis inter-sets.
Básicamente el análisis compara los tres grupos etarios, rescatando coincidencias y diferencias, discriminando entre los tres sets de fotos (N, R, S). Para facilitar la comparabilidad, además de los valores absolutos, se incluyen los valores relativos (porcentajes).
La lectura de los resultados apunta a detectar tanto tendencias descriptivas, como diferencias estadísticamente significativas; en este caso se recurre a la prueba de chi-cuadrado, apta para variables nominales en muestras independientes.
Resultados
La tabla 1 presenta los valores, absolutos y en porcentajes, de los criterios de la primera clasificación realizada por las tres muestras etarias en cada uno de los sets de fotos (N, R y S). La primera clasificación es la que reviste particular relevancia.
Tabla 1.
Frecuencias (y sus correspondientes porcentajes) de los criterios empleados por la muestra de jóvenes, adultos y adultos mayores en la primera clasificación de los tres sets de fotos.
N (N%) |
R (R%) |
S (S%) |
Total Categoría (TC%) |
||
Jóvenes |
Sexo |
23 (46.0%) |
9 (17.3%) |
26 (32.1%) |
58 (31.7%) |
Edad |
6 (12.0%) |
30 (57.7%) |
18 (22.2%) |
54 (29.5%) |
|
Vestimenta |
9 (18.0%) |
2 (3.8%) |
2 (2.5%) |
13 (7.1%) |
|
Accesorios |
0 |
1 (1.9%) |
13 (16.0%) |
14 (7.6%) |
|
Referencia Social |
3 (6.0%) |
4 (7.7%) |
1 (1.2%) |
8 (4.4%) |
|
Referencia Psicológica |
5 (10.0%) |
4 (7.7%) |
15 (18.5%) |
24 (13.1%) |
|
Rasgo Físico |
2 (4.0%) |
0 |
4 (4.9%) |
6 (3.3%) |
|
Otro |
2 (4.0%) |
2 (3.8%) |
2 (2.5%) |
6 (3.3%) |
|
Total Muestral |
50 (100%) |
52 (100%) |
81 (100%) |
83 (100%) |
|
Adultos |
Sexo |
47 (63.5%) |
17 (17.0%) |
27 (29.7%) |
91 (34.3%) |
Edad |
7 (9.5%) |
51 (51.0%) |
34 (37.4%) |
92 (34.7%) |
|
Vestimenta |
7 (9.5%) |
8 (8.0%) |
1 (1.1%) |
16 (6.0%) |
|
Accesorios |
0 |
6 (6.0%) |
7 (7.7%) |
13 (4.9%) |
|
Referencia Social |
1 (1.4%) |
5 (5.0%) |
4 (4.4%) |
10 (3.8%) |
|
Referencia Psicológica |
7 (9.5%) |
6 (6.0%) |
13 (14.3%) |
26 (9.8%) |
|
Rasgo Físico |
1 (1.4%) |
1 (1.0%) |
2 (2.2%) |
4 (1.5%) |
|
Otro |
4 (5.5%) |
6 (6.0%) |
3 (3.3%) |
13 (4.9%) |
|
Total Muestral |
74 (100%) |
100 (100%) |
92 (100%) |
265 (100%) |
|
Mayores |
Sexo |
31 (44.3%) |
14 (17.1%) |
13 (19.7%) |
58 (26.6%) |
Edad |
6 (8.6%) |
40 (48.8%) |
20 (30.3%) |
66 (30.3%) |
|
Vestimenta |
8 (11.4%) |
8 (9.8%) |
0 |
16 (7.3%) |
|
Accesorios |
0 |
1 (1.2%) |
1 (1.5%) |
2 (0.9%) |
|
Referencia Social |
8 (11.4%) |
5 (6.1%) |
3 (4.5%) |
16 (7.3%) |
|
Referencia Psicológica |
8 (11.4%) |
5 (6.1%) |
25 (37.8%) |
38 (17.4%) |
|
Rasgo Físico |
6 (8.6%) |
5 (6.1%) |
1 (1.5%) |
12 (5.5%) |
|
Otro |
3 (4.3%) |
4 (4.8%) |
3 (4.5%) |
10 (4.6%) |
|
Total Muestral |
70 (100%) |
82 (100%) |
66 (100%) |
218 (100%) |
Fuente: elaboración propia.
Resulta evidente que el sexo y la edad son los criterios más utilizados en la primera clasificación por los tres grupos etarios, seguidos de las referencias psicológicas y de las referencias sociales. Los adultos-mayores registran valores más bajos en sexo y más altos en ambos tipos de referencias (chi* p<0,05). Las referencias psicológicas aluden a la expresión de alegría-seriedad y a la actitud personal buena-mala. Las referencias sociales se refieren al nivel social y al tipo de profesión u ocupación. Aquí cabe advertir que la vestimenta (formal-informal) también puede sumarse a las referencias sociales, por cuanto los entrevistados las consideran en general indicadores de nivel social-ocupación.
La discriminación entre los tres sets de fotos es importante porque implican distinto grado de diferencia etaria entre las fotos de cada set y también posibles identificaciones diferenciales entre los sujetos respondientes y las fotos de su misma edad. La distancia etaria entre las fotos es una variable que interactúa con la discriminación por sexo, que es una condición constante. Así, los valores de edad son manifiestamente más altos, en los tres grupos etarios, en R que, en N y S, explicable por la mayor distancia etaria entre las fotos de R. De todas maneras, esta mayor saliencia de la edad en dicho set es mayor en los jóvenes y adultos que en los adultos-mayores (chi* p<0,05).
Si se compara edad con sexo en los tres sets, se advierte que, en los tres grupos etarios, N registra valores significativamente más altos en sexo (respecto a edad), invirtiéndose esta relación en R y presentando un cierto equilibrio en S. En otras palabras, cuando la distancia etaria entre las fotos es mayor (R), la edad prima por sobre el sexo, sobre todo en los jóvenes. En S este predominio se atenúa en general.
La tabla 2 presenta los valores de frecuencia totales de cada uno de los criterios utilizados por las tres muestras en las cuatro clasificaciones, en los tres sets de fotos (N, R y S).
Tabla 2.
Frecuencias (y sus correspondientes porcentajes) totales de cada uno de los criterios empleados por la muestra de jóvenes, adultos y adultos mayores en las cuatro clasificaciones. Sólo se consideran Sexo, Edad, Vestimenta, Referencia social y Referencia psicológica.
N (N%) |
R (R%) |
S (S%) |
Total Categoría (TC%) |
||
Jóvenes |
Sexo |
35 (70.0%) |
24 (46.2%) |
62 (76.5%) |
121 (66.1%) |
Edad |
29 (58.0%) |
46 (88.5%) |
58 (71.6%) |
133 (72.7%) |
|
Vestimenta |
34 (68.0%) |
26 (50.0%) |
20 (24.7%) |
80 (43.7%) |
|
Referencia Social |
9 (18.0%) |
11 (21.2%) |
10 (12.3%) |
30 (16.4%) |
|
Referencia Psicológica |
30 (57.4%) |
22 (36.8%) |
55 (67.9%) |
107 (58.5%) |
|
Total Muestral |
50 (100%) |
52 (100%) |
81 (100%) |
183 (100%) |
|
Adultos |
Sexo |
63 (85.1%) |
67 (67.0%) |
55 (59.8%) |
185 (69.8%) |
Edad |
34 (45.9%) |
87 (87.0%) |
67 (72.8%) |
188 (70.9%) |
|
Vestimenta |
61 (82.5%) |
48 (48.0%) |
17 (18.5%) |
126 (47.5%) |
|
Referencia Social |
12 (16.3%) |
27 (27.0%) |
24 (26.2%) |
63 (23.8%) |
|
Referencia Psicológica |
49 (66.2%) |
35 (35.0%) |
49 (53.2%) |
133 (50.2%) |
|
Total Muestral |
74 (100%) |
100 (100%) |
92 (100%) |
265 (100%) |
|
Mayores |
Sexo |
43 (61.4%) |
38 (46.3%) |
23 (34.8%) |
104 (47.7%) |
Edad |
28 (40.0%) |
69 (84.1%) |
38 (57,6%) |
135 (61.9%) |
|
Vestimenta |
34 (48.6%) |
25 (30.5%) |
9 (13.6%) |
68 (31.2%) |
|
Referencia Social |
22 (31.4%) |
21 (25.6%) |
16 (24.2%) |
59 (27.1%) |
|
Referencia Psicológica |
39 (55.7%) |
39 (47.5%) |
52 (78.7%) |
130 (59.6%) |
|
Total Muestral |
70 (100%) |
82 (100%) |
66 (100%) |
218 (100%) |
Fuente: elaboración propia.
Los valores sumados de las cuatro clasificaciones coinciden, en general, con los de la primera clasificación. Los criterios más invocados son sexo, edad, referencia social (incluida vestimenta) y referencia psicológica, con diferencias menos marcadas que las halladas en la primera clasificación, lo cual es esperable tratándose de la suma de las cuatro clasificaciones. Al igual que lo encontrado en la primera clasificación, las frecuencias (porcentajes) de sexo son, respecto a edad, más altas en N que en R, donde la proporción se invierte, registrando S valores intermedios. Esto ocurre en los tres grupos etarios; sin embargo, en el total general de los tres sets, la utilización de la edad y el sexo como criterios clasificatorios es menos frecuente en los adultos-mayores que en los jóvenes y adultos, especialmente en lo que se refiere a sexo (chi* p<0,05). A su vez, las referencias sociales (incluida vestimenta) son más frecuentes en los adultos, a la inversa de las referencias psicológicas.
Discusión
Resulta evidente que la edad y el sexo son los criterios clasificatorios de personas más empleados. Se trata de la inter-relación entre dos tipos de factores: el sexo es una condición constante, en tanto que la edad es una condición variable. Esto determinó que se utilizaran tres sets distintos de fotos en cuanto a la condición etaria, en función de una mayor o menor distancia cronológica entre las personas, manteniendo constante la variabilidad por sexo; pero también los tres sets sirvieron para controlar la posible identificación de la edad de los sujetos encuestados con la de las personas de las fotos; por eso hay fotos de jóvenes, adultos y adultos-mayores en dos de los tres sets.
Los datos muestran que la distancia generacional de las fotos juega un rol determinante en utilizar al sexo o a la edad como criterio clasificatorio prioritario. A mayor distancia cronológica, la edad, como condición variable, aventaja al sexo, que una constante biológica; a menor distancia las proporciones se invierten. En otras palabras, el sexo es más invocado como criterio diferenciador en el set de fotos de jóvenes y adultos (N) que en el de jóvenes y adultos-mayores (R) (chi* p<0,05), a la inversa de lo que ocurre con la edad (chi* p<0,05). Aunque esto ocurre en los tres segmentos etarios, se observa que tanto el sexo como la edad tienen en general, en los adultos-mayores, menor saliencia a la hora de su utilización como criterio clasificatorio (chi* p<0,05). En el caso específico de la edad, los jóvenes y adultos recurren con más frecuencia a esta categoría diferenciadora cuando la clasificación involucra personas mayores (R y S); los adultos mayores lo hacen con menor frecuencia. Se diría que los jóvenes y adultos otorgan más importancia a la diferencia etaria cuando el set de fotos involucra personas mayores.
En cuanto a las referencias sociales (incluida la vestimenta), estas son más frecuentes en los jóvenes y los adultos, lo que puede interpretarse como una mayor propensión a considerar los aspectos que identifican a las personas como actores sociales (nivel social, ocupación), sobre todo cuando tal distinción involucra a fotos de jóvenes y adultos (N). O sea que los jóvenes y adultos apelan más a criterios de clasificación social, especialmente cuando el set es de fotos de personas jóvenes y de adultos. En cambio, cuando el set involucra fotos de adultos-mayores las referencias sociales de estos grupos etarios disminuyen.
Las referencias psicológicas son importantes para los tres grupos etarios, aunque se aprecia una tendencia más acentuada por parte de los adultos-mayores, lo que hablaría de una percepción más aguda de los estados emocionales y actitudinales de las personas.
Estos resultados son ampliamente coincidentes con los hallados en la investigación ya mencionada (Autor, 2018), especialmente en la comparación entre N y R en jóvenes, donde se constató una relación inversa entre sexo y edad en función de la distancia etaria entre las fotos de cada set. En la presente investigación se observa que esta relación, en el caso de los adultos-mayores, es menos extrema. En general, las respuestas de los adultos ocupan un lugar intermedio, en especial en el set S, que incluye fotos de adultos y de adultos-mayores. También en esto los resultados coinciden con los de otra de las investigaciones citadas (Autor, 2022), referida a la descripción de fotos individuales, donde la foto de la anciana recibía, de parte de los jóvenes, mayores frecuencias en edad que la recibida de parte de los adultos-mayores, a la inversa de lo que ocurría con sexo.
En conclusión, la pertenencia etaria genera coincidencia, pero también disidencias en el empleo de los criterios clasificatorios de los distintos sets de fotos. Coinciden en el mayor peso otorgado en general a la edad y el sexo, en primer lugar, y a las referencias sociales y psicológicas, en segundo lugar. Hay también coincidencias que aparecen cuando se analizan las respuestas en función del tipo de set (N, R, S). Aquí la distancia generacional entre las fotos juega en general un papel importante: a mayor distancia, mayor saliencia de la edad por sobre el sexo, y viceversa. Resulta evidente que la variable edad interactúa con la constante sexo, donde la visibilidad de una u otra depende de la distancia etaria de las fotos. Con todo, no es lo mismo la cercanía etaria joven-adulto (N) que la de adulto-adulto mayor (S); la segunda involucra más énfasis en la edad como criterio diferenciador, o sea que la presencia de fotos de mayores otorga más peso a la diferenciación etaria en relación con la diferenciación por sexo.
Dentro de esta discriminación entre N, R y S, los distintos grupos etarios mantienen ciertas diferencias, especialmente entre los jóvenes y los adultos-mayores, donde el peso de la edad y el sexo como criterio diferenciador es menos marcado. En cuanto a las referencias sociales y psicológicas, se constata mayor predominio de las primeras en los jóvenes y adultos, y una cierta tendencia al empleo de referencias psicológicas por parte de los adultos-mayores. Los jóvenes y los adultos serían más proclives a las categorizaciones sociales; los adultos-mayores a las atribuciones psicológicas, aunque este aspecto requeriría mayor profundización empírica.
El mayor mérito de este estudio es haber permitido avanzar, de modo sistemático, en una comparación inter-etaria del proceso de clasificación de personas, apuntando a detectar características descriptivas diferenciadoras. Algunas de estas características son estadísticamente significativas; otras deben ser consideradas indicadores de tendencias que requerirían mayor apoyo empírico. En cualquier caso, todas son relevantes desde un punto de vista teórico para comprender mejor el papel de la edad de pertenencia como variable diferenciadora del proceso de categorización y clasificación social.
Una dificultad encontrada, que marca una limitación, es el tamaño muestral diferente de cada grupo etario y de los distintos sets, lo que obliga a recurrir, en el análisis de los datos, a valores relativos o porcentajes. De todos modos, se prefirió optar por conservar la riqueza del relevamiento antes que recurrir a una homogeneización muestral que implicara prescindir de numerosos casos.
Otra limitación pueden ser ciertos sesgos filtrados en la elección de las fotos de los distintos sets. Por más que se hayan balanceado sistemáticamente los factores más importantes a controlar (sexo, edad, aspecto social, actitud psicológica), resulta difícil controlar la ingerencia de factores espúreos, como por ejemplo los accesorios y ciertos rasgos físicos (peso, cabello); eso demandaría ampliar el espectro de las fotos ofrecidas.
Fase II
Objetivo
Comparar el reconocimiento que los jóvenes, adultos y mayores hacen de los diferentes grupos etarios reconocibles dentro de un continuum de siete fotos de personas cronológicamente ascendente (desde la foto de una niña a otra de un anciano). Se esperan encontrar diferencias significativas entre las muestras.
Método
Participantes
Se comparan tres muestras: jóvenes (93), adultos (149) y mayores (102), todos de nivel socioeducativo medio. La participación fue individual, voluntaria (con consentimiento informado) y anónima.
Instrumento
Una serie de siete fotos cronológicamente ascendente de personas, desde la de una niña hasta la de un anciano.
Procedimiento
Cada participante debía trazar primero una línea vertical divisoria en la serie continua de siete fotos de personas de edad ascendente (de niña a anciano), para formar así dos grupos: las de menor y las de mayor edad. La consigna era: “Divida la siguiente serie de siete fotos de personas de diferente edad en dos grupos. Para ello trace una línea vertical divisoria donde corresponda”.
Inmediatamente debía trazar dos líneas divisorias, diferenciando así tres grupos etarios. Luego trazar tres líneas y, finalmente, cuatro líneas.
Resultados
Las tablas 3, 4, 5 y 6 presentan los resultados obtenidos según 1, 2, 3 y 4 líneas divisorias. Solo se incluyen las frecuencias mayores, con sus respectivos porcentajes. Cuando los porcentajes no alcanzan el 50% se marca una flecha que marca la dirección de la tendencia.
Tabla 3.
División del continuum etario en dos grupos (1 línea), según Jóvenes, Adultos y Mayores (solo se incluyen las frecuencias mayores).
1 2 3 4 5 6 7
Jóvenes 56
N=93 60,2%→
Adultos 63
N=149 42,3%→
Mayores 51
N=102 ←50,0%
Fuente: elaboración propia
Se advierte que los adultos-mayores incluyen la cuarta foto del continuum dentro del grupo más joven, en tanto que los otros grupos, sobre todo los jóvenes, trazan el límite etario más anticipadamente.
Tabla 4.
División del continuum etario en tres grupos (2 líneas), según Jóvenes, Adultos y Mayores (solo se incluyen las frecuencias mayores.
1 2 3 4 5 6 7
Jóvenes 67 72
N=93 72% 77,4%
Adultos 62 86
N=149 41,6%→ ←57,7%
Mayores 49 58
N=102 48,0%→ ←56,9%
Fuente: elaboración propia
Los datos muestran que los jóvenes persisten en el primer límite etario, incluyendo las fotos de la niña, el adolescente y el joven temprano en el primer grupo, mientras que los adultos y mayores trazan el límite a una edad más precoz. En la distinción entre la condición etaria intermedia (segundo grupo) y avanzada (tercer grupo) hay coincidencias entre los tres grupos, si bien hay una tendencia en los adultos y mayores a señalar un límite menos extremo.
Tabla 5.
División del continuum etario en cuatro grupos (3 líneas), según Jóvenes, Adultos y Mayores (solo se incluyen las frecuencias mayores.
1 2 3 4 5 6 7
Jóvenes 70 71 69
N=93 75,3% 77,2% 74,2%
Adultos 87 81 88
N=149 58,8%→ 54,7%→ 59,5%→
Mayores 49 50 55
N=102 ←48,0% 49,0%→ 53,9%→
Fuente: elaboración propia
La mayor diferencia se constata entre los mayores y los restantes grupos, sobre todo los jóvenes. En general, la foto de la niña se diferencia de las restantes. Se reitera en los jóvenes la asociación de la foto del adolescente y del joven precoz, constituyendo un segundo grupo; esta asociación no existe en los mayores, para quienes hay una escisión entre la foto del adolescente y la del joven precoz. También los jóvenes persisten en diferenciar claramente las fotos 5 y 6, dando lugar al reconocimiento de dos grupos etarios distintos; este límite es menos definido en los adultos y los mayores.
Tabla 6.
División del continuum etario en cinco grupos (4 líneas), según Jóvenes, Adultos y Mayores (solo se incluyen las frecuencias mayores.
1 2 3 4 5 6 7
Jóvenes 86 72 55 67
N=93 92,5% 77,4% ←59,1% 72,0%
Adultos 128 88 77 116
N=149 87,1% ←59,9% ←52,4% 79,5%
Mayores 77 56 58 55 76
N=102 77,0% ←56,0% 58,0%→ 53,9% 76,0%
Fuente: elaboración propia
Los tres grupos etarios coinciden en reconocer a la foto de la niña y de la anciana (los extremos de la serie continua) como figuras separadas del resto, formando sendos grupos unipersonales. También coinciden en asociar las fotos del adolescente y del joven precoz (sobre todo los jóvenes), constituyendo un grupo intermedio. Por su parte, los adultos-mayores trazan el tercer límite en forma más centrista que los jóvenes y adultos, asociando las fotos 5 y 6 en un solo grupo.
Discusión
En general, las mayores diferencias ocurren entre los jóvenes y los adultos-mayores. Los primeros tienden a percibir como una unidad (vinculación más estrecha) las fotos de la niña, del adolescente y del joven precoz. Los mayores tienen una visión más extendida de la temporalidad juvenil.
En cuanto al segmento de fotos de mayor edad, los jóvenes separan más radicalmente las fotos 6 y 7 del resto, a la inversa de lo que hacen los adultos-mayores. Se diría que estos tienen una visión más centrista, discriminando más equilibradamente los grupos intermedios del continuum; por ejemplo, en la tabla 5 asocian la foto de la niña y del adolescente, y en la tabla 6 las fotos 5 y 6. Los adultos se ubican en posiciones intermedias.
Estos resultados son bastante coincidentes con los hallados por los autores en la fase I de la investigación ya citada (Autor, 2015), donde se encontró que la mayoría de los jóvenes piensan que la juventud termina a los 26 años o antes, y la adultez (o sea el comienzo de la vejez) a los 60 o 65 años. Como se aprecia, los jóvenes definen las fronteras entre etapas del ciclo vital con edades muy precoces. Lo contrario ocurriría conforme se avanza en la edad.
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en donde los vínculos conllevan a la interacción y la atracción que surge en una pareja, generando estos una influencia en la elección de la pareja, en el modo de interactuar y en los afectos involucrados en la construcción y consolidación de una relación.
Como ya se ha podido evidenciar, en los resultados obtenidos de la investigación se obtuvo una alta correlación en cuanto al tipo de apego y las actitudes que puede llegar a analizar o a tener en cuenta un individuo para elegir a su pareja, permitiendo esto a la vez que se dé la consolidación de la relación y mayor o menor estabilidad en las mismas de acuerdo al apego establecido.
Conclusiones
En conclusión, teniendo en cuenta los objetivos planteados al principio de la investigación, se logra identificar los tipos de vínculo-apego que establecieron los participantes con sus padres y así mismo se logra identificar los factores que cada individuo tenía en cuenta para elegir a una pareja, para posteriormente relacionar estas dos variables.
Desde lo planteado por Espina (1996 citado por Ferraris, 2015), en el modelo circular-causal, específicamente el nivel de consciencia, se evidencia en todos los sujetos que participaron de la investigación, puesto que tienen en cuenta como base la raza, edad, religión, entre otros. Lo que les permite generar acercamientos para interactuar con las demás personas.
Además se evidencia que existe una relación negativa entre el apego inseguro y la satisfacción de la relación, en donde el efecto es más fuerte en el miembro de la pareja evaluado que en su pareja, aunque también depende de otros factores como la edad, el estado y tiempo de la relación entre otros, según lo planteado por Candel y Turliuc (2019). De la misma manera, se observa el cumplimiento de lo planteado por Ortiz et al. (2019) en cuanto a que las personas con estilos más seguros de apego, presentan menos confusiones emocionales, baja ansiedad y evitación, lo que les permite expresar de mejor manera sus emociones, y también a tener menores niveles de dependencia emocional y mayor estabilidad durante la etapa de noviazgo.
Por otro lado, no se logró evidenciar que los individuos evaluados generan una relación entre las diferentes parejas que han tenido a lo largo de su vida, sin embargo, si se evidencia en el vínculo-apego seguro un nivel de reciprocidad.
Teniendo en cuenta los resultados esperados de la investigación, se puede concluir que se dio cumplimiento con las hipótesis planteadas a lo largo del desarrollo de la investigación, es decir, las personas con un tipo de apego seguro eligen mejor a sus parejas ya que tienen en cuenta el modelo circular-causal. En cuanto a las personas con un tipo de apego inseguro, se logra evidenciar las dificultades para establecer una relación a largo plazo debido al miedo al abandono y esto además, con el hecho de que solo predomina un factor en el momento de elegir pareja.
Limitaciones y recomendaciones
Una limitante a la hora de realizar el estudio fue el difícil acceso a la población participante, puesto que para hacer parte de la investigación, los sujetos debían tener entre 20-40 años, haber tenido pareja al menos una vez en la vida, y haber vivido con ambos padres por lo menos hasta los 16 años.
Recomendamos a otros investigadores que quieran trabajar en esta misma línea, que se enfoquen en buscar más sobre el vínculo-apego y los efectos en las relaciones interpersonales que se forman durante la adultez, y cómo esto se ve relacionado con los fracasos amorosos.
Conflicto de intereses
Los autores declaran que no hay conflicto de interés.
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S11:“Cuando era pequeña, yo a fuerzas quería jugar futbol americano y no me dejaron jugar en el equipo, porque era mujer”.
Cinco mujeres señalaron al comportamiento “femenino” como característica a seguir durante la infancia según los estereotipos de su contexto. Además, su concepto de feminidad ha ido cambiando debido al contacto con otras ideas no tradicionales, así algunas personas de su núcleo primario y contextos familiares profesen ideas tradicionales e influyen considerablemente en sus concepciones sobre la feminidad:
S1: “Mucho tiempo quería ser… una mujer correcta, ‘bien acá’ [De alto valor o reconocimiento social]… pensaba…‘¿qué me iba a decir mi mamá?’… Me acuerdo que hace diez años yo… quería cumplir con el estereotipo como tal de femenino, cien por ciento. Con vestidos… siendo completamente dulce, amable… pero… gracias a la escuela… cambió mucho mi perspectiva de cómo yo era antes y me siento más a gusto. Pienso que de niña hubiera hecho más cosas o hubiera disfrutado más mi infancia, si no hubiera tenido tan arraigados estos estereotipos”
También abordaron el impacto de “los otros” en la feminidad, concordando en que existe un ideal sobre la mujer en cuanto a su físico, radicado en la silueta del cuerpo y los objetos que lo visten:
S8: “Me dijo: ‘Ay, es que mis amigas se arreglan más bonito que tú’, porque sus amigas sí usaban vestido y zapatitos, y yo no. Entonces… qué feo el que estén esperando algo de ti por ser mujer”.
La mayoría asumen el rol de feminidad acorde a los parámetros establecidos en su contexto comunitario y familiar, aunque desearan hacerlo de otras formas. En cuanto a la experiencia individual, destacan cómo los contextos en los que se desarrollan influyen de gran manera en cómo viven y expresan su feminidad:
org/articulos.php?id=202&a=Sexualidad-y-genero-nuevas-perspectivas-en-el-psicoanalisis-
contemporaneo
se muestra en la tabla 2, hubo una mayor representación del sexo femenino, abarcando un 58,7% del total de la muestra, mientras que el masculino conformó el 39,6%; además se presentó un único caso de una persona transgénero, representando el 1,58%.
En cuanto a la edad de los participantes se contó con un 31,7% de adolescentes que se encuentran en los 14 años; 26,9% en los 15 años; 19,4% en los 16 años y 22.2% de la muestra tiene 17 años. Cabe destacar que hubo una alta distribución entre las posibles cuatro edades, resaltando que fueron los adolescentes con 14 años de edad, aquellos con una mayor representación.
Con respecto a la variable de estado civil se evidencia una clara mayoría de adolescentes que se encuentran actualmente solteros, abarcando un 88.8% del total de la muestra, mientras que un 11,1% se encuentra actualmente en una relación de pareja.
En relación con el grado de escolaridad, se encontró que los grados sexto y séptimo representan
Tal como se observa en la tabla 3, los once esquemas cognitivos disfuncionales se presentan dentro de la muestra, en mayor o menor medida, resaltando que el esquema de abandono es el que menor prevalencia demuestra, con solo un 23,81%. Por el contrario, el esquema de inhibición emocional abarca el mayor porcentaje con un 61,9%. Adicionalmente, resulta práctico para el estudio incluir una tabla en la que se evidencie la diferente prevalencia de los esquemas según una de las variables sociodemográficas como el sexo. (Tabla 4).
Tabla 4
Resultados según Sexo, Cuestionario de esquemas de Young, YSQ-L2
Esquemas |
Masculino |
Femenino |
||
n |
% |
n |
% |
|
Abandono |
8 |
53,33 |
7 |
46,67 |
Insuficiente autocontrol/autodisciplina |
13 |
43,33 |
17 |
56,67 |
Desconfianza/abuso |
12 |
40,0 |
18 |
60,0 |
Deprivación Emocional |
11 |
50,0 |
11 |
50,0 |
Vulnerabilidad al Daño |
11 |
37,93 |
18 |
62,06 |
Autosacrificio |
5 |
22,72 |
17 |
77,27 |
Estándares Inflexibles I |
7 |
33,33 |
14 |
66,66 |
Estándares Inflexibles II |
7 |
38,89 |
11 |
61,11 |
Inhibición Emocional |
16 |
41,02 |
23 |
58,98 |
Derecho/Grandiosidad |
4 |
25,0 |
12 |
75,0 |
Entrampamiento |
8 |
40,0 |
12 |
60,0 |
Tal como se observa, la distribución en cada esquema cognitivo disfuncional en comparación con ambos se encuentran relativamente igualados, teniendo en cuenta que en la presente investigación hay una mayor representación de mujeres que de hombres. No obstante, resulta importante señalar que el esquema de autosacrificio tuvo la mayor diferencia entre ambos sexos, seguida de derecho/grandiosidad.
Antes de continuar al tema de la comparación entre los esquemas disfuncionales y algunas variables sociodemográficas resulta pertinente mencionar el valor obtenido en cuanto a la consistencia interna del instrumento dentro de la presente investigación. Se obtuvo un Alfa de Cronbach equivalente a 0,9434, lo cual indica que el instrumento posee una gran calidad técnica, ya que se aproxima a 1.
Dicho lo anterior, es momento de abordar el segmento final del apartado de resultados; es decir, la comparación entre los 11 esquemas cognitivos disfuncionales y 4 variables sociodemográficas: sexo, edad, estrato socioeconómico y el hecho de haber repetido alguna vez un grado académico. Para realizar dicha comparación se utilizó la prueba estadística no paramétrica Kruskal Wallis, la cual se fundamenta en el estadístico H, refiriéndose al análisis de prueba de hipótesis en función de la prueba chi χ², a un nivel de confiabilidad del 95%; así mismo, se realizaron pruebas de mínimos cuadrados. En la siguiente tabla, se expresa la comparación entre ambos elementos a través del Valor P, el cual ayuda a diferenciar resultados que son producto del azar del muestreo, de resultados que son estadísticamente significativos. Este valor se obtiene por medio de esta fórmula: Confiabilidad=(1-valor p)*100; el resultado es comparado con los siguientes parámetros: si el valor es mayor o igual a 95%, indica una diferencia significativa; si el valor es mayor o igual a 99%, esto indica una diferencia altamente significativa, y si el valor es menor a 95%; indica una diferencia no significativa. Cabe aclarar que este análisis no pretende correlacionar las variables debido al alcance descriptivo de la investigación; además, debido al reducido número de la muestra no es posible generalizar los resultados. Por lo tanto, la siguiente información funciona únicamente como un medio para mostrar el comportamiento de las variables sociodemográficas con respecto a los esquemas disfuncionales evaluados. (ver Tabla 5).
Tabla 5
Comparación entre los esquemas disfuncionales y algunas variables sociodemográficas
Esquemas |
Sexo |
Edad |
Repetición de año |
Estrato |
Abandono |
0,56147 |
0,780106 |
0,492046 |
0,303975 |
Insuficiente autocontrol |
0,524523 |
0,641204 |
0,0102524 |
0,874609 |
Desconfianza/abuso |
0,480473 |
0,994751 |
0,516988 |
0,402012 |
Deprivación Emocional |
0,996137 |
0,751774 |
0,380062 |
0,868092 |
Vulnerabilidad al Daño |
0,6114 |
0,118123 |
0,423446 |
0,605899 |
Autosacrificio |
0,061813 |
0,639292 |
0,7778 |
0,931523 |
Estándares Inflexibles I |
0,395177 |
0,140437 |
0,262371 |
0,889059 |
Estándares Inflexibles II |
0,961569 |
0,122612 |
0,535885 |
0,661815 |
Inhibición Emocional |
0,695218 |
0,993176 |
0,713935 |
0,295697 |
Derecho/Grandiosidad |
0,717537 |
0,984057 |
0,847881 |
0,365566 |
Entrampamiento |
0,830024 |
0,620185 |
0,36914 |
0,369646 |
Se puede evidenciar en una de las variables un resultado altamente significativo para el esquema de insuficiente autocontrol y su influencia con la variable de si ha repetido algún año, obteniendo un resultado de 0,0102524. Por otro lado, hubo una comparación que marca un indicio de significancia en el esquema de autosacrificio y la influencia del sexo con un resultado de 0,0618135. Sin embargo, no puede ser considerado como tal debido a la falta de una décima para alcanzar dicho objetivo. En lo que respecta a las demás variables con respecto a los demás esquemas se puede establecer que no se encontró influencia significativa entre ellos.
Discusión
Teniendo como base los resultados anteriores, es necesario mencionar que el sexo predominant, fue el femenino con un procentaje del 58.7%. Asimismo, la edad con una mayor prevalencia fueron los adolescentes de 14 años con un porcentaje del 31,7%; el grado con mayor frecuencia fue décimo con un porcentaje del 38,9%. Finalmente, un aspecto significativo en la muestra fue la gran cantidad de adolescentes en estrato 1, con un 30,16%. Ahora bien, después de abordar los datos sociodemográficos se procederá a dar una explicación de cada uno de los esquemas cognitivos disfuncionales evaluados en el Cuestionario de esquemas de Young, YSQ-L2 y su respectivo porcentaje.
En primer lugar, se tiene el esquema de abandono, que hace referencia a la creencia que los demás no pueden dar una ayuda fiable y estable; obtuvo un porcentaje del 23.81%, siendo este el esquema con menor frecuencia; se encuentra en la dimensión de desconexión y rechazo, por lo que se puede concluir que el esquema de abandono se caracteriza por personas las cuales fueron criadas en entornos en donde no hubo alimento, afecto, aceptación, ni estabilidad tanto económica como emocional (Rodríguez, 2009). Es un resultado significativo el que este esquema sea aquel con el menor porcentaje, ya que quiere decir que su crianza se dio en un entorno en donde hubo un adecuado proceso de educación y manejo por parte de sus padres, permitiéndole al menor un espacio de interacción, armonía y cariño al interior del hogar. Además, según Castrillón et al. (2005) este esquema ha sido considerado como un factor de vulnerabilidad en diferentes trastornos psicopatológicos, entre los que se destacan la depresión, la ansiedad social y los trastornos de la alimentación y el trastorno límite de la personalidad, por lo que es un aspecto positivo para la sociedad el que este esquema disfuncional no esté presente en estos adolescentes. Por otro lado, Calvete (2020) menciona que el esquema de abandono puede provocar, en los adolescentes, ansiedad y angustia ante una situación de separación.
En cuanto al esquema de insuficiente autocontrol, se encuentra en personas que no demuestran un autocontrol adecuado; en algunas ocasiones son impulsivos, pueden tener dificultad con la autodisciplina y tener problemas para controlar sus emociones (Rodríguez, 2009). Este esquema tuvo un porcentaje del 47,62%, por lo que tiene una frecuencia significativa en la investigación. Un aspecto a resaltar es que la presencia de este esquema disfuncional ocasiona diferentes comportamientos poco funcionales para las personas, como la ludopatía. Suelen considerar que tienen el control y la razón, de manera que suelen realizar exigencias absolutistas sobre cómo deben ser las cosas, cómo deben comportarse las personas o cómo deben desarrollarse situaciones específicas (Bahamón, 2013).
Es por esta razón que en este estudio se concluyó que uno de los esquemas característicos en este comportamiento son las personas con insuficiente autocontrol; aspecto que se debe prevenir y promover mediante capacitaciones o talleres sobre el manejo y control de estas conductas. Adicional a esto, Gómez (2020), en su investigación con adolescentes entre los 15 y 17 años, plantea tres indicadores característicos de este tipo de esquemas: incapacidad para reprimir impulsos y emociones; evitan la aceptación de responsabilidades, y hay un exceso por ser autocontrolador y autodisciplinado.
Con respecto al esquema de desconfianza/ abuso el individuo espera que las otras personas lo lastimen o se aprovechen de él (Rodríguez, 2009). Este esquema obtuvo un porcentaje del 47,62%. Al igual que el esquema anterior, este también tiene una frecuencia significativa en la investigación, por lo que se llega a la conclusión de que la presencia de esquemas cognitivos disfuncionales son un predictor de la agresión en jóvenes y adolescentes (Mate, 2017). Además, el tener este esquema, también presenta síntomas de ludopatía por lo que es necesario prevenir este tipo de comportamiento futuros en los adolescentes. Por otro lado, Urbiola et al (2019) encontraron, en su investigación con población entre los 13 y 31 años, que el esquema de desconfianza/ abuso está claramente correlacionado con la dependencia emocional.
En relación con el esquema de deprivación emocional este refleja la idea de que no es posible lograr una necesidad de apoyo emocional (en relación con la alimentación, la empatía y la protección) (Castrillón et al., 2005). Dicho esquema tuvo un porcentaje del 34,92%, lo que significa que no está tan marcado en los adolescentes; sin embargo, es importante prevenir algún tipo de comportamiento futuro en algunos adolescentes que presentan este esquema. Según (Bahamón, 2013) la deprivación emocional se relaciona con la creencia de que el deseo de lograr un grado normal de apoyo emocional no será adecuadamente satisfecho por los otros. Contemplando tres dimensiones de la privación: privación de cuidados (ausencia de atención, afecto, calidez o compañía), privación de empatía (ausencia de comprensión, escucha, apertura o de intercambio mutuo por parte de los otros) y privación de protección (ausencia de fortaleza, dirección o guía). Por esta razón, a pesar de que no tuvo una frecuencia significativa en la investigación, sí es necesario adoptar medidas de prevención con el propósito de anticipar posibles comportamientos disfuncionales en los adolescentes en su futuro. Según Urbiola et al. (2019) este esquema está también directamente relacionado con la dependencia emocional en adolescentes y jóvenes.
En cuanto al esquema de vulnerabilidad al daño hace referencia a que las personas esperan tener experiencias negativas que no pueden controlar, tales como crisis médicas, emocionales o naturales (Castrillón et al., 2005). Gómez (2020) menciona algunos indicios de comportamientos de adolescentes con este esquema: temor constante por sucesos inesperados, preocupación excesiva y ataques de ansiedad. Este esquema tuvo un porcentaje del 46,03% también tiene una frecuencia significativa en la investigación. Al encontrarse la presencia de este esquema, existe una creencia que se dirige hacia la anticipación de catástrofes inminentes e incontrolables. Estas anticipaciones se centran en uno o más de los siguientes aspectos: catástrofes médicas (por ejemplo: ataques cardíacos, cáncer, SIDA), catástrofes emocionales (por ejemplo: volverse loco, indigente o perder el control) y catástrofes externas (ejemplo: fallas en elevadores, ser atacado por criminales, accidentes aéreos, terremotos, etc.) (Bahamón, 2013).
Por último, se encuentra entrampamiento, el cual Castrillón et al. (2005) definen como una implicación y cercanía emocional con personas significativas para el individuo, que termina por limitar la individuación completa y una vida social normativa. Este esquema disfuncional logró abarcar al 31,74% de los adolescentes; implicando, con frecuencia, creencias de no poder sobrevivir sin el otro, sentimientos de fusión, e incluso llegando a cuestionar la propia individualidad. Así mismo, se ha ubicado como un predictor de agresividad y dependencia emocional en adolescentes, tal como un esquema asociado con la ludopatía (Estévez y Calvete, 2007; Mate, 2017; Gómez, 2020).
Una vez expuesto lo obtenido en cada uno de los esquemas cognitivos disfuncionales, se procede a profundizar en la comparación de dichos esquemas con respecto a las variables de sexo, edad, estrato socioecónomico, repitencia de algún grado escolar y la composición familiar. Teniendo en cuenta lo mencionado en el apartado de resultados, resulta claro que solo hubo una influencia significativa entre la variable repetir grado escolar y el esquema de insuficiente autocontrol; los demás esquemas y variables no presentaron dicha influencia.
Tal como se mencionó anteriormente, se obtuvo una influencia altamente significativa; este resultado se ve sustentado por Castrillón et al. (2005) cuando afirman que las personas con poco autocontrol se caracterizan por darse a impulsos positivos como el disfrute, afecto, juego, excitación sexual; siendo común encontrar que la persona pone un énfasis excesivo en las emociones y desprecia la racionalidad; puesto que los estudiantes que suelen repetir algún grado en su escolaridad no poseen control sobre sus propias conductas y decisiones, afectando su proceso de aprendizaje e interacción con los demás adolescentes. Así mismo, Iturregui (2017), en su investigación, encontró que el exceso de indulgencia y falta de dirección se logra evidenciar en creencias de superioridad, impulsividad y poco autocontrol, por lo que se concluye que esto está directamente vinculado con la dependencia emocional. Por esta razón, se permite vincular lo obtenido en el estudio de Iturregui con los resultados de la presente investigación. Asimismo, es importante resaltar que el esquema de insuficiente de autocontrol fue el único con el que el repetir algún grado escolar tuvo una influencia significativa.
En lo que respecta a la variable sexo no se obtuvo ningún tipo de influencia significativa con respecto a los 11 esquemas cognitivos disfuncionales. Tal como en este estudio, Iturregui (2017) tampoco obtuvo una relación entre las dimensiones las cuales componen los esquemas disfuncionales tempranos y la variable de sexo. Por el contrario, Mate (2017) logró evidenciar que los hombres tienen mayores puntuaciones en los esquemas cognitivos de deprivación emocional, estándares inflexibles I, inhibición emocional y derecho, mientras que las mujeres tienen mayores puntuaciones en los esquemas cognitivos de abandono y autosacrificio. Con respecto a este último cabe destacar que se obtuvo un breve indicio de relación con el sexo femenino; no obstante, no fue lo suficientemente sustancial para que marcara esta influencia.
Al igual que el sexo, tampoco se encontró una relación entre los esquemas disfuncionales y la edad. Sin embargo, en otras investigaciones como en Iturregui (2017) se logra demostrar una influencia entre ambas variables. En este caso se observó que la dimensión de desconexión y rechazo está especialmente presente en evaluados de 18 años, mientras que en la dimensión de tendencia hacia el otro son los adolescentes de 17 años y 19 años quienes presentan mayor prevalencia. Siguiendo estos resultados, se puede apreciar que la dimensión sobrevigilancia e inhibición se presenta en las diversas edades, especialmente a los 17 años, seguidos por aquellos que tienen 19 años. En el estudio de Flores y Vilca (2017) con adolescentes de 15 a 17 años hallaron que el esquema disfuncional prevalente es deprivación emocional. Adicionalmente, Mate (2017) en su estudio con menores de 12 a 18 años, encontró que los esquemas de insuficiente autocontrol, desconfianza/abuso, privación emocional, autosacrificio, vulnerabilidad al peligro, inhibición emocional y derecho, pueden asumir diferencias significativas teniendo en cuenta la variable edad. Cabe mencionar que un posible motivo para la ausencia de influencia entre ambas variables puede deberse a la reducida muestra de este estudio.
Como tercera variable se encuentra el estrato socioeconómico, en el cual no se halló una influencia con respecto a los diferentes esquemas cognitivos, y tampoco fueron encontrados antecedentes que exploraran esta variable y la compararan con los esquemas antes mencionados. Por lo tanto, no se cuenta con literatura suficiente relacionada con el tema, por lo cual se recomienda a futuros investigadores explorar esta variable y su posible impacto en futuros estudios.
Finalmente, se rescata la variable composición familiar, la cual, pese a no haber sido tenida en cuenta a la hora de contrastar datos sociodemográficos con esquemas disfuncionales, es relevante, puesto que existen antecedentes que obtuvieron resultados en torno a ella. En cuanto a esto, Iturregui (2017) destacó la existencia de una relación entre los esquemas disfuncionales tempranos y la dependencia emocional en todos los tipos de composición familiar.
Conflicto de interés
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Conclusiones
Con respecto al objetivo general de la presente investigación, se concluyó que los principales esquemas cognitivos disfuncionales presentes en los 63 adolescentes de 14 a 17 años, que participaron en el presente estudio, de mayor a menor porcentaje, son: inhibición emocional, insuficiente autocontrol/ autodisciplina, desconfianza/abuso, y vulnerabilidad al daño. Finalmente, el esquema cognitivo disfuncional con menor porcentaje fue el de abandono. Por lo tanto, resulta clara la necesidad de desarrollar nuevas estrategias de intervención que se orienten hacia el correcto manejo de este tipo de sesgos cognitivos en la población objeto de estudio, ya que los esquemas antes mencionados pueden terminar por desencadenar comportamientos desadaptativos que terminan por afectar el diario vivir de cada uno de los participantes de la investigación.
Dentro de los resultados obtenidos, es necesario resaltar los esquemas cognitivos disfuncionales con una mayor representación dentro de la muestra del estudio. En primer lugar se ubica el esquema de inhibición emocional. Se logró evidenciar que los adolescentes de la muestra obtuvieron un puntaje significativo de 61,9% en dicho esquema, siendo el de mayor prevalencia; se puede correlacionar con conductas desadaptativas tales como ludopatía, agresión y rasgos de la personalidad por evitación (Estévez y Calvete, 2007; Mate, 2017; Jovev y Jackson, 2004; Gómez, 2020). Por ello es importante prestar mayor atención a las características de este esquema en futuras investigaciones y propuestas de intervención, a la hora de trabajar con este tipo de población en la región.
Sin embargo, inhibición emocional no es el único esquema con una alta representación dentro de la muestra; este fue seguido por insuficiente autocontrol. Las características principales de este esquema son: incapacidad para reprimir impulsos y emociones, evitan la aceptación de responsabilidades, y hay un exceso por ser autocontrolador y autodisciplinado (Rodríguez, 2009). Teniendo en cuenta el carácter disfuncional de dicho esquema y su alta representación dentro de la muestra, se llega a una conclusión similar a la de Bahamón (2013) y Gómez (2020) de tener en cuenta este esquema a la hora de realizar planes de intervención en población adolescente, debido a sus características inherentes.
Del mismo modo, la desconfianza/abuso también se presentó en los adolescentes, siendo un resultado coherente con otras investigaciones similares en Mate (2017), el cual halló una alta representación del presente esquema en adolescentes españoles entre los 12 y 18 años, así como por Urbiola et al (2019) en personas entre los 13 y 39 años. Por lo tanto, resulta evidente la necesidad de considerar el esquema de desconfianza/abuso como una problemática de alta importancia y alto impacto en la muestra de la presente investigación.
Cómo último esquema relevante, dentro de los resultados obtenidos, se encuentra vulnerabilidad al daño. Este se refiere a que las personas esperan tener experiencias negativas que no pueden controlar, tales como crisis médicas, emocionales o naturales (Castrillón et al., 2005), se puede asociar con las características del momento del ciclo vital que representa la adolescencia. En consecuencia, es pertinente involucrar el manejo de este esquema en futuros estudios y procesos de intervención en adolescentes de la muestra seleccionada.
En lo que respecta a los siete esquemas restantes, a pesar de tener una representación menor que los esquemas mencionados previamente, aun así, representan un factor de riesgo para los adolescentes involucrados en la investigación. De modo que no es viable ignorarlos en futuras investigaciones ni propuestas orientadas a la promoción de la salud y prevención de la enfermedad.
En relación con las características sociodemográficas, es necesario mencionar que el sexo predominante en esta investigación fue el femenino; asimismo, la edad con mayor prevalencia fueron los adolescentes de 14 años. Por otro lado, el grado con mayor frecuencia fue décimo; y finalmente, un aspecto significativo en la muestra fue la gran cantidad de adolescentes en estrato uno. Es conveniente aclarar que la muestra de este estudio no es lo suficientemente amplia como para generalizar los datos obtenidos a todos los adolescentes de 14 a 17 años en Armenia; sin embargo, se espera que puedan funcionar como un referente para futuras investigaciones que pretendan trabajar con esta población en el departamento del Quindío.
Tal como lo plantea Jeffrey Young, la adolescencia es aquella etapa del ciclo vital donde se decidirá el rumbo futuro de los esquemas cognitivos disfuncionales aprendidos durante la infancia. Por lo tanto, es importante conocer qué tipos de esquemas presentan los adolescentes en los contextos específicos para así poder orientar, de mejor manera, programas y actividades orientados a la promoción de la salud y prevención de
Puesto que la presente investigación tiene un alcance descriptivo, es inviable establecer correlaciones o relaciones causales entre los 11 esquemas disfuncionales y las variables sociodemográficas abordadas. No obstante, esto no descarta la posibilidad de establecer comparaciones entre ambas, llegando a la conclusión de que entre la muestra abordada solo existe una relación significativa, la cual es entre el haber repetido un grado escolar y el esquema de insuficiente autocontrol; mientras que todas las demás no lo fueron. Por supuesto, debido a la limitada muestra estos resultados son debatibles y deben ser contrastados a través de futuras investigaciones.
En el presente estudio se logró evidenciar una limitación significativa para la recolección de los datos. Debido a la pandemia por COVID-19, las diferentes instituciones del Quindío estaban trabajando de forma virtual, lo que obstaculizó y entorpeció el proceso de recogida de información, limitando así el número de adolescentes con los que era posible establecer contacto. Así que la principal limitación de esta investigación fue la reducida muestra a la que fue posible acceder, imposibilitando la generalización de los resultados obtenidos.
Como último punto, es conveniente realizar algunas recomendaciones tanto como para futuras investigaciones que deseen abordar el tema de la adolescencia y los esquemas cognitivos disfuncionales en Armenia, Quindío, como para la muestra del presente estudio. La primera recomendación recae en aumentar la muestra con el fin de poder generalizar lo obtenido. Posteriormente, es necesario complejizar el tipo de estudio, pasando de un alcance descriptivo a uno correlacional con muchas otras variables del entorno quindiano. Por otro lado, debe ser posible desarrollar proyectos comparativos entre la población adolescente con otros grupos etarios del municipio o departamento. A pesar de que no es un tema demasiado innovador, da paso a diversos estudios futuros que tengan como foco los esquemas cognitivos disfuncionales en el Departamento. Adicional a esto, el hecho de que la aplicación del instrumento haya sido virtual, pudo haber obstaculizado el correcto diligenciamiento del mismo, debido a los diferentes factores distractores en su entorno; se recomienda su gestión de forma presencial, ya que actualmente se cuentan con las condiciones y protocolos para hacerlo de esta forma. Finalmente, debido a la alta representatividad de los diversos esquemas cognitivos disfuncionales se recomienda prestar especial atención a los participantes del estudio con el fin de desarrollar propuestas de intervención aterrizadas a las necesidades de esta.
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Young, J. (s.f). Terapia cognitiva para los trastornos de personalidad.: Un enfoque centrado en esquemas (3ª. ed.). Desclée de Brouwer
Introducción
Edad como categoría
Tempus Psicológico
Roselli, N.D.
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Tempus Psicológico
Estudio de caso sobre tratamiento del trastorno de estrés postraumático mediante neurofeedback
Case study on treatment of post-traumatic stress disorder using neurofeedback
Alejandro Londoño Valencia
José Fernando Vélez Trejos
Mónica Paulina Cuervo Rodríguez
Artículo de investigación
Recibido: 22/02/2023 – Aprobado: 16/05/2023 - Publicado: 30/06/2023
ISSN - 2619-6336
DOI: https:/doi.org/10.30554/tempuspsi.6.2.4813.2023
Volumen 6-2 2023
Resumen
La técnica del Neurofeedback se ha centrado en la modificación de patrones de ondas cerebrales para el tratamiento de patologías psicológicas de diversas etiologías. Este artículo presenta la experiencia de los investigadores en la aplicación de esta técnica en un caso de Trastorno de estrés postraumático en una mujer adulta. En la selección del caso se tuvieron la participación voluntaria de la persona, inexistencia de tratamiento previo y cumplimiento de criterios diagnósticos necesarios para configurar el cuadro psicopatológico. Se trabajó con la consultante durante cinco sesiones de intervención y tres de seguimiento, bajo un diseño pretest – postest. Se observaron cambios cuantitativos en los registros de ondas cerebrales Beta y Theta, así como cualitativos en la disminución de la sintomatología asociada al trastorno.
Palabras clave: neurofeedback, trastorno de estrés postraumático, ondas cerebrales Beta y Theta, caso clínico.
Abstract
The Neurofeedback technique has focused on the modification of brain wave patterns for the treatment of psychological pathologies of various etiologies. This article presents the researchers' experience in the application of this technique in a case of post-traumatic stress disorder in an adult woman. In the selection of the case there was the voluntary participation of the person, the absence of previous treatment and compliance with the necessary diagnostic criteria to configure the psychopathological picture. Researchers worked with the consultant during five intervention sessions and three follow-up sessions, under a pretest - posttest design. Quantitative changes were observed in the Beta and Theta brain wave recordings, as well as qualitative changes in the reduction of symptoms associated with the disorder.
Keywords: neurofeedback, Post-traumatic stress disorder, Beta and Theta brainwaves, clinical case.
Tempus Psicológico
1 Universidad de Manizales. Correo: alejandro.londono@umanizales.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8437-4098
2 Universidad de Manizales. Correo: josefer@umanizales.edu.co ORCID: https://orcid.org/0009-0000-9188-9527
3 Mediccol IPS. Correo: monicacuervo2013@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0009-0007-7823-9985
Estudio de caso sobre tratamiento del trastorno de estrés postraumático mediante neurofeedback
Para citar este artículo
Londoño, A., Vélez, J.F y Cuervo, M. P. (2023). Estudio de caso sobre tratamiento del trastorno de estrés postraumático mediante neurofeedback Tempus psicológico, 6(2), 27-45. https:/doi.org/10.30554/tempuspsi.6.2.4813.2023
Alejandro Londoño Valencia1
José Fernando Vélez Trejos2
Mónica Paulina Cuervo Rodríguez3
Tempus Psicológico
En los estudios sobre Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) en el contexto latinoamericano, se observa que gran parte de los consultantes no acuden a los servicios de salud, debido a que consideran que su sintomatología puede ser manejada por sí mismos. Generalmente se acude a los amigos, la familia, el vecino o al médico, teniendo en cuenta que acudir al psicólogo en la cultura latina es una conducta no instaurada, a diferencia de otras en la que se considera atípico no haber acudido a este tipo de profesional al menos una vez (Soler, 2019).
Cornejo (2021) reseña que generalmente se asiste a terapia cuando los recursos conductuales, cognitivos y estrategias para afrontar el trastorno, se han agotado. A los 24 años de edad se registra la edad promedio de inicio de la sintomatología en la población general de aparición en el 1,8% de los casos y se registra una prevalencia del Trastorno del 0,8% en hombres y del 2,5% en mujeres según datos del FES – Fundación para la Educación y el Desarrollo Social en el año 2003 y el Ministerio de Protección Social de Colombia – MPS (2015) también entidad contratante de dicho estudio. De igual manera el MPS en su más reciente encuesta nacional de Salud Mental, informa que entre 5.889 adultos que oscilaban entre 18 y 44 años de edad promedio, el 41,4 % había vivenciado por lo menos un evento de tipo traumático y el 3,3% de este porcentaje se encontraba en riesgo de hacer o desarrollar el trastorno con todas sus características. De acuerdo con un estudio realizado en el año 2013 por la OMS en 21 países, se encontró que más del 10% de las personas encuestadas fueron testigos de actos violentos, estimando que alrededor del 3,6% de la población mundial ha sufrido TEPT en el último año.
Luego de la exposición a un evento traumático, es posible desarrollar un TEPT, que genera en el individuo una disfunción cognitiva, al igual que afecta el entorno social, cultural y laboral. Como se menciona en el trabajo de Herrera y Cañas, este “produce cambios drásticos en las personas no solo a nivel psicológico debido a un acto violento, sino por los cambios cerebrales/fisiológicos que se experimentan y que inciden en problemas de salud mental y deterioro cognitivo” (2020, p. 311). Las autoras sostienen que mantener la respuesta estresora tiene el potencial de producir cambios estructurales y funcionales en el sistema nervioso, que puede finalmente readaptarse si la situación se resuelve o se aprende a afrontar.
El método de intervención utilizado en esta investigación fue la técnica terapéutica del Neurofeedback la cual se deriva de la aplicación de los principios de la psicofisiología, entendida como “el estudio de la relación entre los factores fisiológicos y los factores psicológicos o conductuales” (Rodas, 2009, p. 73). El neurofeedback a su vez se deriva del biofeedback que según Choliz y Capafons (1990) es “… un procedimiento consistente en suministrar información psicofísica que en condiciones normales el sujeto no puede disponer, con la intención de que al poseer dicha información el sujeto pueda modificar dichas variables orgánicas” (p. 396). Por tanto el objetivo de la Técnica del Neurofeedback será generar cambios permanentes en la respuesta fisiológica, emocional y conductual del sujeto, específicamente en sus patrones de ondas cerebrales mediante protocolos que permitan al sujeto observarlos, de manera que la información obtenida le permita efectuar modificaciones voluntarias de los registros mediante una retroalimentación constante.
A través de la aplicación de la técnica del Neurofeedback, el sujeto capta la información gráfica que representa sus ondas cerebrales y busca modificarlo a voluntad para acercarse a un criterio previamente establecido por el profesional tratante. De acuerdo con Gaviria et al. (2014) “se apoya en equipos, diseñados con el fin de que el paciente pueda detectar los cambios que se producen en la respuesta fisiológica seleccionada y, mediante procesos de condicionamiento clásico u operante, aprenda a modificar los valores de dicha señal” (p. 18).
En la medida en que las sesiones avanzan, los principios del condicionamiento operante se aplican (Carrobles, 1987), al suministrar un refuerzo positivo (que puede ser una imagen, sonido o mensaje verbal pregrabado), siempre que va alcanzado el criterio. Algunos de los objetivos que se pretenden alcanzar con esta técnica son el aprendizaje del control de las respuestas fisiológicas, el mantenimiento de la voluntariedad de dicho control y la eliminación de la dependencia del aparato de neuroretroalimentación conservando el control voluntario.
En el Neurofeedback pueden registrarse cinco tipos de ondas cerebrales, de acuerdo con Hammond (2011).
Una amplia variedad de estudios sobre el tratamiento de patologías evidencian la efectividad de esta técnica, como los de Scheinost et al. (2013), Dreis et al. (2015), Zilverstand et al. (2015) y Benioudakis et al. (2016) para trastornos de ansiedad; los trabajos de Ghosh et al. (2014), Mohan et al. (2015), Kirsch et al. (2015) y Lackner et al. (2015) sobre alcoholismo; las investigaciones de Linden (2014), Choobforoushzadeh et al. (2015), Rajeswaran y John (2016) y Sacchet y Gotlib (2016) en el campo de la depresión; los de Arns et al. (2009), Liu et al. (2103), Steiner et al. (2014) y Ali et al. (2015) acerca del TDAH; y los resultados de Schabus et al. (2013), Kinreich et al. (2014) y Vafaei et al. (2015) en torno a trastornos del sueño. Específicamente, para el caso del TEPT se encuentran estudios recientes de importancia como el de Chiba et al. (2019) quienes reportan una mejora significativa y menos índice de abandono de los pacientes diagnosticados con el trastorno en comparación con las terapias de exposición; Steingrimsson et al. (2020) que informan disminución de pensamientos suicidas, reducción de la medicación psicotrópica y mejoramiento de las funciones ejecutivas; Nicholson et al. (2020) quienes informan sobre efectos terapéuticos positivos asociados al restablecimiento de conexiones neuronales luego de aplicar protocolos de neurofeedback; Rogel et al. (2020) que concluyen que en niños con edades entre 6 y 13 años el entrenamiento con un protocolo de Neurofeedback permiten el mejoramiento del aprendizaje, aumento de la autoeficacia y desarrollo de mejores relaciones sociales; y, Askovic et al. (2020) quienes reportan una mejora del rendimiento conductual y una normalización del control cognitivo en adultos a quienes se les ha intervenido con neurofeedback.
Es de anotar que, para el presente estudio, se escogieron las ondas beta y theta intervenidas mediante la ubicación de una conexión monopolar en el punto T6 por la proximidad anatómica entre los lóbulos temporal, occipital y parietal. Dicha localización fue elegida a partir de la teoría de las unidades funcionales de Luria (1988) y la concordancia con el área de integración descrita por Cardinalli (2007) quien explica que:
la función de la corteza de asociación parietotemporooccipital es la de integrar los datos que llegan a través de las diferentes áreas sensoriales primarias y secundarias. Cumple también la función de transferencia de información de las áreas correspondientes a un sentido hacia otro… desempeña un papel esencial en la transformación de la percepción concreta en pensamiento abstracto, en la organización de esquemas internos y en la memorización de la experiencia organizada. (pp. 454-455)
Descripción del caso
Mujer de 22 años, a quien se nominará con el seudónimo Ángela, estado civil unión libre, con un hijo, estudiante universitaria, residente en la ciudad de Pereira (Colombia). Durante la evaluación inicial se determina que no tiene diagnóstico ni tratamiento previos. Describe que hace 10 años durante un viaje familiar fue retenida por la guerrilla por aproximadamente 2 horas, junto con su familia y un grupo numeroso de personas cuando se dirigían a un paseo en una zona rural. Durante ese tiempo fueron interrogados de manera agresiva por los miembros del grupo armado ilegal, observando cuando un señor padre de otra de las familias retenidas, fue golpeado y secuestrado, temiendo ella misma por su integridad física, la seguridad personal y de su familia. Posteriormente, se enteraron de que, este rapto, se trataba de un secuestro extorsivo. En la actualidad teme desplazarse por vía terrestre, cuando debe hacerlo, presenta respuestas fisiológicas incontrolables como sudoración excesiva, taquipnea y taquicardia, siendo acompañadas de hipervigilancia y una sensación permanente de que “algo malo va a suceder”. Este tipo de manifestaciones también se hacen presentes cuando se expone a estímulos sensitivos como olor a leña quemada o a gasolina, debido a que durante la situación traumática experimentada, percibió estos mismos olores en el ambiente, por lo que se deduce que se produjo un condicionamiento clásico que desencadena la respuesta desadaptativa.
Se entrega a Ángela el consentimiento informado el cual firma luego de ser explicadas las condiciones del tratamiento con la técnica del neurofeedback, de acuerdo con los parámetros éticos del trabajo con personas que exige la APA (2010).
Método
Se elige un diseño cuasi-experimental pretest-postest, el cual posibilita la verificación de la evolución del caso en el tiempo de ejecución y al momento de terminar la intervención, todo esto en cinco etapas como estructura del proceso de investigación.
Se encuentra que Ángela no tenía aun un diagnóstico clínico de TEPT efectuado por psicólogo o psiquiatra a partir de los criterios establecidos en el DSM 5 (APA, 2013) y se determina que la consultante no tenía historial de encontrarse bajo tratamiento farmacológico, teniendo en cuenta que se constituirían ellos en variables intervinientes que pudiesen haber alterado los resultados de la intervención. Por ende, la entrevista inicial semiestructurada se realizó en la primera etapa de esta investigación, la cual se basó fundamentalmente en la evaluación general de la consultante a partir de los criterios diagnósticos del DSM 5 para el TEPT.
Complementar los datos cualitativos clínicos obtenidos durante la primera etapa, fue el comienzo de la segunda, donde la aplicación de la escala de trauma DTS de Davidson (Bobes et al., 1999) fue el instrumento elegido para la aplicación, evaluando esta prueba de tamizaje la gravedad y la frecuencia de los síntomas ansiosos de los sujetos con diagnóstico de TEPT en una escala de 0 a 4. Seguidamente se determinó una línea de base, la cual presentaba una medición de las ondas cerebrales beta y theta en el punto T6 de acuerdo con el sistema internacional de colocación de electrodos (Talamillo, 2011) durante un minuto con un aparato H003 Multicanal I-330-C2 y bajo condiciones ambientales controladas, de tal manera que se pudiese establecer las mediciones de dichas ondas en estado de reposo, expresadas en milivoltios (mV). La decisión de aplicar el protocolo solo en el punto T6 se basó en análisis de otros trabajos que concluyeron con resultados exitosos en dicha localización, como los de Thompson y Thompson (2019), Cheonga y Kooa (2021) y Pranger (2022), en los que se evidencia la importancia de dicha ubicación como zona integradora de la información de los lóbulos cerebrales. La medición de la línea de base y las posteriores sesiones de intervención, se realizaron con los ojos abiertos con el fin de garantizar las mismas condiciones durante todo el proceso y se le instruyó para que durante el proceso de registro efectuara la recuperación de memorias asociadas al acontecimiento traumático.
Por espacio de una sesión y con una hora de intensidad, se inicia la tercera etapa con el entrenamiento a la consultante en la técnica de Neurofeedback. En esta se resolvían inquietudes y se orientaba a Ángela en la ejecución óptima de la técnica, con la instrucción de mantener los ojos abiertos, recuperar las memorias asociadas al acontecimiento traumático y posteriormente imaginar situaciones agradables hasta lograr la activación del estímulo indicador del alcance del criterio, calibrándose al mismo tiempo el equipo por parte de los investigadores.
Con una duración de 20 minutos de trabajo efectivo en la que se efectuaba la retroalimentación con la aparición paulatina de la imagen reforzante que indicaba el logro del criterio, se concreta la cuarta etapa, constituida por 5 sesiones de intervención directa con la Técnica de Neurofeedback durante cinco semanas. La disminución de ondas Beta y el aumento de ondas theta, fue la hipótesis propuesta para la intervención, esperándose que con este criterio se redujera la frecuencia y la gravedad de las manifestaciones clínicas del TEPT en Ángela, favoreciendo la aparición de estados de relajación.
La quinta etapa, se llevó a cabo en 3 sesiones de seguimiento, con una duración de tres semanas y tres momentos de medición, cada uno con una duración de 60 segundos.
La consolidación de los datos obtenidos a efectuar el pretest mediante la reevaluación de los criterios diagnósticos del DSM-5, una nueva aplicación de la escala de trauma DTS de Davidson y el análisis de toda la información, con el fin de determinar la manera cómo se desarrolló la intervención y poder retroalimentar a la consultante al concluir el proceso.
Diseño
El diseño general del proceso se puede representar de la siguiente manera:
O1–E–X1–X2–X3–X4–X5–S1–S2–S3–O2
Tabla 1.
Diseño del proceso de intervención con neurofeedback.
Paso |
Acciones |
O1 |
Etapas 1 y 2 - pretest con evaluación clínica, aplicación de la escala de trauma de Davidson y línea de base. |
E |
Etapa 3 - Sesión se entrenamiento en etapa 3 |
X1 a X5 |
Etapa 4 – Sesiones de intervención con neurofeedback |
S1 a S3: |
Etapa 5 - Sesiones de seguimiento |
O2: |
Postest - con revaloración clínica y segunda aplicación de la escala de trauma de Davidson |
Fuente: Elaboración propia.
Para el análisis de la información se empleó la técnica de Porcentaje de datos no solapados (PND) que de acuerdo con Sanz y García-Vera (2015) consiste en que:
…el porcentaje de datos de la fase de tratamiento que excede al dato más extremo de la LB, y se calcula contando el número de datos de la fase de tratamiento que superan (por encima en las medidas funcionales o por debajo en las medidas disfuncionales) al dato más extremo de la LB (el más alto en las medidas funcionales o el más bajo en las medidas disfuncionales) y dividiendo este número por el número total de datos en la fase de tratamiento. (p. 170)
Resultados
En la Tabla 2 pueden apreciarse los resultados iniciales de la evaluación de la consultante.
Tabla 2.
Resultados pretest (etapas 1 y 2) con evaluación de criterios diagnósticos de acuerdo con el DSM-5 y aplicación de la escala de trauma de Davidson.
Criterios DSM-5 |
|
para TEPT |
|
Criterio |
Numerales |
A |
1 |
B |
1, 2, 3 y 4 |
C |
1 y 2 |
D |
2 y 4 |
E |
2, 4 y 5 |
F |
Cumple |
G |
Cumple |
H |
Cumple |
Escala DTS Davidson |
|
Pretest |
|
Frecuencia |
Gravedad |
2,8 |
3,1 |
Fuente: Elaboración propia.
Así mismo pueden apreciarse en la Figura 1 los resultados de la toma de la línea base durante un minuto como complemento de la segunda etapa.
Figura 1.
Registro de la línea de base.
Fuente: Elaboración propia.
Los picos más altos de la figura 1 coinciden con momentos en los que Ángela realizó inhalaciones profundas que influyeron sobre el registro. A pesar de ello, no se consideraron como artefactos (nombre técnico en neurofeedback para posibles variables intervinientes) que alteraran de manera significativa las mediciones de las ondas, de tal modo que el registro fue considerado válido como línea de base.
De acuerdo con Peñate et al. (2014) es importante tener en cuenta varias consideraciones acerca del control de posibles variables intervinientes en el proceso de intervención con este tipo de técnica, sin embargo, se resalta la necesidad de efectuar un entrenamiento previo que permita al consultante comprender el funcionamiento de la técnica y reducir la frustración en las etapas iniciales.
Partiendo de las líneas de base tomadas para Beta (2,565833933 mV) y Theta (3,132486638 mV) en la tercera etapa (de entrenamiento) se le indica a Ángela que debe tratar de disminuir las primeras y aumentar las segundas al estar conectada al equipo H003 Multicanal I-330-C2, de modo que cada vez que logre hacerlo aparecerá en la pantalla un fragmento de una gran imagen que debe completar en el menor tiempo posible y que se acompaña también cada logro con la emisión de un sonido suave. La consultante debe tratar de identificar las acciones a nivel cognitivo que le permiten alcanzar el criterio y repetirlas para aumentar la frecuencia de logros. Tanto el fragmento de la imagen como el sonido actúan como refuerzo positivo de acuerdo con los principios del condicionamiento operante. Al aplicar el protocolo en el punto T6 se pretende que la modificación del patrón de ondas cerebrales en esta ubicación temporoparietooccipital disminuya la hipervigilancia y las manifestaciones de ansiedad asociadas al trastorno y aumente la capacidad de relajarse y de alcanzar un estado de bienestar general. Protocolos e intervenciones similares han sido aplicados en los trabajos de Egner y Gruzeliar (2003), Vernon et al. (2003), Egnar et al. (2004), Studer et al. (2014) y Mohammadi et al. (2015).
La duración de las sesiones posteriores (ver figura 2) en la cuarta etapa se estableció en 20 minutos con el fin de evitar el cansancio a nivel cognitivo y la disminución de aciertos con la consecuente frustración de la consultante. De igual forma, se cambió de manera periódica la configuración del equipo, en la medida en que Ángela alcanzaba mayor cantidad de logros, aumentando la exigencia del protocolo (Campbell, 2004) para lograr una consolidación de la retroalimentación. Así mismo se le orientó para que en las situaciones cotidianas, ante la presencia de algún síntoma del TEPT, aplicara las estrategias cognitivas que hubiese identificado como efectivas para el logro del criterio, con el fin de contrarrestarlo.
Figura 2.
Medias de cada onda (Beta en negro y Theta en gris) en mV por sesión.
Fuente: elaboración propia.
Puede apreciarse en la tabla 3 los resultados de la media obtenida para cada onda durante las 5 sesiones de la etapa 4 (de intervención) de acuerdo con el criterio de disminuir Beta y aumentar Theta.
Tabla 3.
Media de ondas en sesiones de observación.
|
Beta |
Theta |
Sesión 01 |
5,159807905 |
3,894902319 |
Sesión 02 |
4,625311361 |
4,088455903 |
Sesión 03 |
4,456276851 |
4,205807125 |
Sesión 04 |
4,400877476 |
5,526571514 |
Sesión 05 |
4,100877476 |
5,939417103 |
Fuente: elaboración propia.
Para la quinta etapa se diseñó una estrategia dividida en tres momentos consecutivos: medición inicial, autoestimulación encubierta y retroalimentación, todas ellas con una duración de un minuto. En la primera de ellas (medición inicial) se efectuó la medición del registro de ondas cerebrales Beta y Theta en estado de reposo. En la segunda (autoestimulación encubierta) se le solicitó a Ángela que recordara lo más vívidamente posible el evento traumático, tomando en el mismo momento el respectivo registro de ondas. En el tercer y último momento se le solicitó que aplicara la estrategia de retroalimentación que identificó en las etapas 3 y 4 con el fin de disminuir la respuesta ansiosa. Los resultados de esta fase se pueden apreciar en la tabla 4.
Tabla 4.
Registro de ondas en fase de seguimiento.
Seguimiento 1 |
||
|
Beta |
Theta |
Reposo |
3,715099327 |
2,721794599 |
Evoc. trauma |
4,708378024 |
1,389488068 |
Neurofeedback |
2,552966938 |
4,61645372 |
Seguimiento 2 |
||
|
Beta |
Theta |
Reposo |
4,169195015 |
3,154300673 |
Evoc. trauma |
5,141287529 |
1,752019515 |
Neurofeedback |
3,001364105 |
5,098219745 |
Seguimiento 3 |
||
|
Beta |
Theta |
Reposo |
3,7046028 |
2,747319428 |
Evoc. trauma |
4,720352993 |
1,444549233 |
Neurofeedback |
2,573600961 |
4,640245596 |
Fuente: elaboración propia.
Se puede apreciar mejor lo sucedido durante las tres sesiones de seguimiento en las figuras 3, 4 y 5.
Figura 3.
Medias de ondas - Seguimiento 1.
Fuente: elaboración propia.
Figura 4.
Medias de ondas - Seguimiento 2.
Fuente: elaboración propia.
Figura 5.
Medias de ondas - Seguimiento 3
Fuente: elaboración propia.
Aplicando la fórmula de la técnica estadística de análisis del porcentaje de datos no solapados partiendo de las medias de la línea de base, se obtuvieron los resultados que se pueden apreciar en la tabla 5.
Tabla 5.
PND de ondas Beta y Theta.
Dato máximo LB Beta |
8,354123116 |
PND de Beta - Sesión 1 |
88,29% |
PND de Beta - Sesión 2 |
92,70% |
PND de Beta - Sesión 3 |
93,99% |
PND de Beta - Sesión 4 |
94,67% |
PND de Beta - Sesión 5 |
95,44% |
Dato mínimo LB Theta |
0,003796997 |
PND de Theta - Sesión 1 |
100,00% |
PND de Theta - Sesión 2 |
100,00% |
PND de Theta - Sesión 3 |
100,00% |
PND de Theta - Sesión 4 |
100,00% |
PND de Theta - Sesión 5 |
100,00% |
Interpretación |
|
PND = % de datos no solapados |
|
LB = Línea de base |
|
Tratamiento inefectivo |
< 50% |
Efectividad dudosa |
50% a 69% |
Tratamiento muy efectivo |
70% o superior |
Fuente: elaboración propia.
El análisis de los resultados indica que la disminución de las ondas Beta y el aumento de las ondas Theta logrado durante las sesiones de la etapa 4, fueron muy significativos y la evolución de los mismos indicaría que el tratamiento tuvo un buen nivel de efectividad.
Discusión
A partir de la quinta fase, en la que se obtiene la verificación de los resultados obtenidos luego de la aplicación de todo el proceso, se puede notar cómo en los tres seguimientos se evidencia el mismo tipo de comportamiento de las ondas Beta y Theta. En los tres momentos en la fase de medición inicial, las ondas Beta se encuentran por encima de las Theta, lo cual corresponde a una medición en estado de vigilia. Para el momento de la autoestimulación cognitiva, en el cual se realiza la evocación del evento traumático, se muestra un aumento en las ondas Beta y una disminución de las ondas Theta, lo cual coincide con el patrón esperado para un estado de hipervigilancia y ansiedad, acompañado con una reducción de la relajación de la persona. Para el tercer y último momento correspondiente a la retroalimentación o neurofeedback, es claro el comportamiento totalmente opuesto al del momento inmediatamente anterior, puesto que las ondas Beta se reducen y las ondas Theta aumentan en gran medida, evidenciando una disminución de la hipervigilancia y un aumento del estado de relajación.
Finalmente, durante el postest, se reevalúa a Ángela en relación con la presencia de criterios diagnósticos del DSM-5 y la escala de trauma DTS de Davidson hallando los siguientes resultados:
Tabla 6.
Resultados postest de la escala de trauma de Davidson y criterios diagnósticos de acuerdo con el DSM-5.
Escala DTS Davidson |
|
Postest |
|
Frecuencia |
Gravedad |
0,8 |
0,6 |
Criterios DSM-5 |
|
para TEPT |
|
Criterio |
Numerales |
A |
No cumple |
B |
No cumple |
C |
No cumple |
D |
No cumple |
E |
No cumple |
F |
No cumple |
G |
No cumple |
H |
No cumple |
Fuente: elaboración propia.
Partiendo del análisis de los datos arrojados durante todo el seguimiento del caso de Ángela, el logro del criterio de modificación de las ondas Beta y Theta mediante el entrenamiento e intervención con la técnica del neurofeedback, así como su capacidad para reducir la hipervigilancia y las manifestaciones de ansiedad propias de la psicopatología, aumentando al mismo tiempo su estado de bienestar, permite inferir que el tratamiento ha sido efectivo, confirmándose así la hipótesis de trabajo.
A partir de los resultados obtenidos en el pretest y en el postest de la escala de trauma de Davidson se puede concluir que, existió una disminución del 62,5% en la gravedad de los síntomas y de un 50% de la frecuencia de estos. Por otro lado, la evaluación clínica final, a partir del DSM-5 arroja como resultado que actualmente no se cumplen los criterios diagnósticos asociados a la psicopatología, razón por la cual no debería considerarse actualmente como un diagnóstico asociado al caso.
Conclusiones
No existe un consenso absoluto en la comunidad científica que utiliza la técnica del neurofeedback, en torno al número mínimo o máximo de sesiones que se debe aplicar para alcanzar resultados óptimos en diferentes psicopatologías, como puede verse en los trabajos de múltiples autores como Hillard et al. (2013), Enriquez-Gepperta et al. (2014), Gruzelier, Thompson et al. (2014), Gruzelier, Holmes et al. (2014), Arns et al. (2014), Karch et al. (2015) y Saini y Agarwal (2015). Así las cosas, el haber alcanzado logros significativos en nueve sesiones mediante el protocolo establecido para el proceso de investigación, no es indicador de que este sea el número óptimo para el tratamiento de la psicopatología.
Teniendo en cuenta que en el diseño y en la metodología se dispuso un control riguroso sobre elementos medioambientales que pudiesen interferir con el proceso, constituyéndose en variables intervinientes, también existen particularidades propias de cada sujeto que pueden influir positiva o negativamente sobre los resultados finales de la intervención con la técnica del neurofeedback, como la estructura cognitiva, el grado de flexibilidad en los procesos de adaptación y aprendizaje, la fisiología y la experiencia previa.
Se le indicó a Ángela que la estrategia cognitiva aprendida, debería ser utilizada en su cotidianidad, permitiéndole alcanzar el criterio en los momentos en los cuales se desencadenara alguna manifestación del TEPT, lo que probablemente favoreció el logro de los resultados en pocas sesiones, conclusión a la que solo se llegó durante la fase de análisis de los resultados arrojados por el proceso. Se propone desarrollar una investigación en ese sentido, de tal manera que pudiesen evaluarse dos grupos sometidos a la técnica del neurofeedback, uno de ellos sin instruir su aplicación cotidiana ni la conexión a ningún equipo y otro que sí lo haga, con el fin de tener un criterio de comparación válido.
Las cifras asociadas a las diferentes mediciones realizadas durante las nueve sesiones de neurofeedback, permiten inferir que se dio un paulatino incremento en la capacidad de Ángela para controlar de manera voluntaria sus ondas cerebrales Beta y Theta, a partir del criterio meta presentado. Ello coincide con la disminución de los síntomas asociados al TEPT que se apreciaron en la comparación de los resultados de pretest y postest. Esto también se ve sustentado al analizar los resultados de la figura 5, ya que el comportamiento de las ondas Beta y Theta muestra el comportamiento esperado. Así, al estar las ondas Beta asociadas con el estado de vigilia, que se transforma en hipervigilancia al realizar evocación del evento traumático, se observa un incremento de la frecuencia de un 27,4% sobre la medición en estado de reposo y una posterior reducción del 69,5% sobre esta misma medición durante la etapa de retroalimentación realizada por Ángela, lo que indica la reducción de la atención sobre el estresor evocado. Por su parte, las ondas Theta, asociadas al estado de relajación, muestran una disminución en la frecuencia del 52,6% durante el momento de la evocación del evento traumático con respecto al estado de reposo y un aumento del 68,9% durante la etapa de retroalimentación, lo que indica un aumento en los niveles de relajación al aplicar la técnica.
Para validar el protocolo de manera que se pueda aplicar a la población en general, debe plantearse un estudio con una muestra significativa, en el que puedan valorarse los resultados de la misma, observando con cuidado el control riguroso de variables intervinientes y verificando si se presentan cambios positivos en la mayoría de los sujetos. En caso de demostrarse que se logra el control psicofisiológico y la mejoría de la sintomatología en esa eventual muestra, podría implementarse su aplicación terapéutica generalizada.
Existen múltiples posibilidades que permiten aplicar protocolos similares, pero con conexiones que permitan la medición en otros puntos del cerebro, por ejemplo, en el giro prefrontal que se relaciona con el desempeño en funciones ejecutivas (Ardila y Rosselli, 2007) de manera que pudiese establecerse si la modificación de las ondas cerebrales en ellos genera algún tipo de cambio beneficioso en este tipo de trastorno.
Referencias
Ali, Y., Mahmud, N. A. y Samaneh, R. (2015). Current advances in neurofeedback techniques for the treatment of ADHD. Biomedical & Pharmacology Journal, 8, 165-77.
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posteriormente impulsar a Latinoamérica una vez se promulgara la Declaración Universal de los Derechos del Animal en 1977. Ecuador, Bolivia y Colombia fueron los primeros países en proponer 1.447 adopciones entre caninos y felinos; y para el 2020 fueron 879 (O.E. Rodas, comunicación personal, 09 de Marzo de 2021).
Existen otras instituciones y personas independientes que realizan procesos de rescate, adopción, esterilización y rehabilitación en la ciudad de Manizales, generalmente no cuentan con apoyo gubernamental; únicamente de empresas privadas que desean colaborar y donantes esporádicos. En el caso de la Corporación Huella Amiga, institución que dispuso sus medios e información para la presente investigación, en el periodo comprendido entre 2019 y 2020 entregó 338 animales en adopción entre caninos y felinos, todos ellos con vacunación, esterilización e implantación de microchip de identificación, como parte del proceso de tenencia responsable (C.B. Araque, comunicación personal, 15 de Diciembre de 2020).
Dado el marco anterior, el presente artículo da cuenta de la interacción existente entre el bienestar subjetivo y la adopción animal, en contextos de pandemia por COVID-19, en el municipio de Manizales (Caldas, Colombia). El Bienestar Subjetivo (BS) está relacionado con la noción de satisfacción que desarrolla cada persona en relación con su existencia. Se reconoce “como el resultado de tres componentes: la presencia predominante de sentimientos positivos, la ausencia o presencia no predominante de sentimientos negativos y la satisfacción con la vida” (Castellanos, 2016, p. 18). En consecuencia, está directamente ligado a la percepción y evaluación de las vivencias, experiencias y relaciones. En palabras de García (2002):
El bienestar puede alcanzarse, por lo tanto, a través de procesos tan internos o dependientes de la persona como pueden ser: el cambio de sus aspiraciones, la percepción que tiene de sí misma y de su entorno, la acción sobre ella misma o la modificación de sus circunstancias vitales. (p. 35)
El BS también abarca situaciones como la gratificación de las necesidades básicas fisiológicas y psicológicas. Por consiguiente, es multidimensional, en la medida que interactúan diferentes esferas del desarrollo humano, entre ellas la social, económica, emocional, física y espiritual. Está asociado a la calidad de vida percibida por cada persona, entendiendo que este análisis está “modulado por los procesos cognitivos vinculados a la evaluación que la persona realiza tanto de sus condiciones objetivas de vida, como del grado de satisfacción con cada una de ellas” (Urzúa y Caqueo, 2012, p. 65).
El componente de satisfacción con la vida tiene bastante relación con el concepto de BS, el cual está directamente implicado con las experiencias afectivas que además guardan relación con categorías como entorno familiar, social y laboral. El medio ambiente y los factores culturales tienen una alta incidencia en las percepciones de BS de los individuos (Goñi e Infante, 2010).
Es importante mencionar que el BS influye de manera significativa en la relación entre un animal de compañía y un ser humano; de esta relación se derivan distintas percepciones acerca de la felicidad y calidad de vida, en tanto se crea un vínculo psico-socio-afectivo entre el ser humano y el animal. Algunas personas pueden necesitar animales de compañía como soporte emocional o animal de servicio, como es el caso de las personas en tratamiento por epilepsia, que se ven beneficiadas al tener un canino que sea previamente entrenado para reaccionar antes de una convulsión. Esto, sin duda, podría considerarse un indicativo de calidad de vida en tanto la persona reduce su estrés y se previene dicha crisis (Hugues et al., 2012).
Adicionalmente, se ha identificado cómo la relación o tenencia de un animal impacta positivamente en la valoración de la vida que hacen los seres humanos, en el marco de procesos terapéuticos y psicoterapéuticos (Eraud, 2020; González, 2019; Pedrosa et al., 2017; Pulgarín y Orozco, 2016). En complemento a lo anterior, Gómez (2017) invita a tener presente que “las interacciones entre una persona y un animal no requieren ser del todo terapéuticas para que estas produzcan algún efecto en la persona” (p. 19). Así, la relación entre BS y tenencia de un animal marca una profunda línea en clave de valoración positiva de la existencia.
Estos elementos que median la configuración de realidad pueden ser entendidos desde la psicología social, en la medida que esta rama disciplinar se encarga de analizar los procesos cognitivos, afectivos y comportamentales de un sujeto en diferentes contextos, así como la influencia que los cambios contextuales pueden generar en el psiquismo (Baron y Byrne, 2005). Dichos cambios, como fue expuesto por García (2002), tienen un efecto innegable en el BS, dado que los sujetos reevalúan su existencia en directa asociación con las experiencias y vivencias epocales.
Por su parte, ha de entenderse para el presente artículo, la adopción de animales como la acción de hacerse responsable de un animal que ha pasado por una historia de abandono o ha crecido en las calles y necesita de un hogar. Dicho ejercicio de responsabilidad deviene en una decisión existencial, no instrumental, en tanto las esferas de desarrollo se ven impactadas al asumir el compromiso de bienestar de otra vida.
La incorporación de una mascota al hogar debe ser una decisión responsable tomada por todos los miembros de la familia, y no debe ser tomada a la ligera, ni por caprichos o por la novedad o el divertimento que trae una mascota pues estos se hacen adultos. Una mascota nunca debería ser un regalo sorpresa ni con la mejor de las intenciones¨. (Jaramillo, 2007, p. 68)
Los procesos de adopción de animales registran aumentos a nivel mundial, sin embargo, aún existen grandes retos para equilibrar la relación entre animales en situación de calle y quienes tienen un hogar (Fatjó, 2018; Do Nascimento et al., 2020). Esto implica, también, fortalecer el conocimiento en materia de tenencia de animales. Principalmente se busca que cada persona tenga claras las razones por las que adopta y, por supuesto, que sepa los cambios a los que va a enfrentarse.
Una adopción es un compromiso moral, económico y social por lo menos de 15 años continuos. Se hace necesario tener en cuenta la motivación para adoptar, el espacio en el que vivirá el animal, el tiempo con el que se cuenta diariamente –contrario a lo que se piensa, tanto gatos como perros necesitan atención y espacio para permanecer–, los recursos económicos, un factor muy importante es la decisión consensuada de los integrantes de la familia y, por supuesto, el tipo de animal de compañía que desean adoptar. En muchos casos las características de la familia, la residencia, el tiempo y el espacio no concuerdan con el querer del adoptante.
Método
La investigación realizada fue de corte cualitativo en la medida que se buscó identificar las razones de adoptabilidad de animales por parte de las personas y su relación con el bienestar subjetivo, todo esto en contexto de pandemia por COVID-19, siguiendo los planteamientos de Hernández et al. (2014) en tanto este tipo de investigación busca “comprender los fenómenos, explorándolos desde la perspectiva de los participantes en un ambiente natural y en relación con su contexto” (p. 358). Se utilizó una encuesta cualitativa para la recolección de información, tomando como referente a Jansen (2012), al indicar que la misma “no tiene como objetivo establecer las frecuencias, promedios u otros parámetros, sino determinar la diversidad de algún tema de interés dentro de una población dada” (p. 43).
Específicamente, se empleó la encuesta cualitativa preestructurada dado que fueron definidos inicialmente algunos campos de indagación, en sintonía con lo planteado por Jansen (2012) para este tipo de investigaciones. Así, la investigación se adelantó en cuatro fases: (1) recolección de información, (2) procesamiento de la información, (3) análisis e interpretación de la información y (4) comunicación de los hallazgos.
Como instrumento fue empleado un cuestionario virtual autoaplicado por los participantes, el cual constaba de trece (13) reactivos, distribuidos en tres dimensiones: aspectos sociodemográficos, reconocimiento de tenencia y razones de adoptabilidad. Los participantes fueron mayores de edad y dieron el consentimiento para el uso de la información con fines estadísticos e investigativos.
Se efectuó un muestreo no probabilístico, en sintonía con Hernández et al. (2014) en la medida que del universo posible de participantes se seleccionaron las personas que expresaron su intención de adoptabilidad con la Corporación Huella Amiga. Temporalmente se hizo recolección de información entre los meses de junio y septiembre del año 2020. La muestra total fue de 797 encuestas, sin embargo, la unidad de trabajo se redujo a 787, dado que las restantes no cumplían con la calidad de respuestas necesarias. Se empleó el análisis de contenido como técnica para la interpretación de la información recolectada. Como referencia directa a la voz de los participantes se utilizó una codificación simple donde “P” hace referencia a participantes, seguido de un número y el año en que respondió la encuesta, quedando: P-Número-Año.
Resultados
Las personas que desean adoptar un animal en la ciudad de Manizales, y que participaron en este estudio, se reconocen a sí mismas como trabajadoras en escenarios públicos y privados, estudiantes, amas de casa y pensionados. Habitan principalmente en casas en las que conviven entre dos y cuatro personas, con una privilegiada ausencia de niños en los sitios de residencia. La principal razón que enuncian para desarrollar procesos de adopción está situada en el amor y compromiso con la vida no humana; ello como una condición para el bienestar subjetivo.
Los resultados específicos se plantean en tres secciones: la primera da cuenta de los aspectos sociodemográficos de los participantes en el presente estudio; en segundo lugar, se refieren algunas características principales en relación con el reconocimiento de la tenencia animal; y para finalizar se exponen las razones de adoptabilidad de los participantes, configurando este escenario en el componente central de los resultados.
Aspectos sociodemográficos
Las características demográficas de los solicitantes de adopción serán presentadas en cuatro grandes elementos. El primero de ellos da cuenta de la ocupación, donde logra identificarse que el 77.62 % se reconocen como empleados. Un segundo elemento condensa aspectos sobre el tipo de vivienda de los participantes, aquí se refleja cómo el 62.75 % reside en una casa y el 54,89 % indica que la residencia es propia. En tercera línea se hace mención al número de personas que conforman el hogar, identificando que 31.51 % de los participantes conviven en escenarios con tres personas. Para finalizar, se explora la cantidad de niños que hacen presencia en el hogar, precisando que en el 51,6 % de los mismos no hay infantes.
Ocupación
La estabilidad económica de quienes desean integrar a su vida un animal es un aspecto de amplia relevancia, toda vez que con base en este elemento logra prefigurarse la satisfacción de necesidades básicas. Los resultados muestran que el 77.26 % de los participantes refiere estar trabajando en diferentes escenarios del sector público y privado. En complemento a ello, el 15.88% expresa ser estudiantes, seguidos del 4.32 % que ocupacionalmente se identifican como amas de casa. Por último, el 2.16 % manifiesta ser pensionados, seguidos de un 0.38 % que no refirieron alguna ocupación (ver Tabla 1).
Tabla 1
Ocupación de los participantes
Ocupación |
Número de personas |
Porcentaje sobre respuestas totales |
Empleado |
608 |
77,26 % |
No refiere |
3 |
0,38 % |
Pensionado |
17 |
2,16 % |
Estudiante |
125 |
15,88 % |
Ama de casa |
34 |
4,32 % |
Fuente: elaboración propia
Investigaciones asociadas a la materia han demostrado como la capacidad económica se relaciona directamente con la decisión de tenencia de animales. Específicamente, el aumento del poder adquisitivo en las clases sociales media y alta (Nieto et al., 2018; Muñoz, 2018), esta situación deviene en un movimiento psíquico donde el sujeto o conjunto de ellos, prefigura una realidad en la que se proyecta la situación futura con base en las realidades del presente, y desde allí se da vida a la posibilidad de vincular un nuevo ser vivo a la familia.
Vivienda
Las características de la vivienda a la cual llega el animal cobran relevancia en la medida que permiten precisar las condiciones físicas receptoras y, con base en ello, acompañar la selección del mismo procurando la mayor adaptabilidad posible entre espacio y dinámicas del animal. Los participantes expresaron que el 62.75 % habita una casa, seguidos del 35.45 % que lo hace en un apartamento y en menor medida existen residentes en fincas (1.78 %). Adicionalmente, se precisa que del total de 787 personas que se vincularon al presente estudio, el 54,89 % tiene residencia propia y el 45,11 % se encuentra pagando arriendo (ver Tabla 2).
Tabla 2
Tipo de vivienda de los participantes
Tipo de vivienda |
Número de personas |
Porcentaje sobre respuestas totales |
Apartamento |
279 |
35.45 % |
Casa |
494 |
62.75 % |
Finca |
14 |
1.78 % |
Propia |
432 |
54,89 % |
Arrendada |
355 |
45,11 % |
Fuente: elaboración propia
Los sentidos y significados que dan vida y se retroalimentan de las gramáticas de interacción familiar encuentran, entre sus delimitaciones, el espacio físico como campo de relación. Los animales presentes en el hogar tienen una transformación simbólica por parte de sus acompañantes, pasando a reconocerles como parte de la familia (Londoño-Taborda et al., 2019), esta dinámica psíquica implica tensionar la escritura espacial, de tal forma que el nuevo integrante cuente con las posibilidades necesarias para su desarrollo (Tarazona, 2020).
Personas en el hogar
La mayoría de hogares son integrados por 2, 3 y 4 personas (26.56%, 31.51%, y 24.65% respectivamente). El porcentaje de hogares integrados por una sola persona es de 5.84% y los porcentajes menores se refieren a hogares con 6, 7 y 8 personas (2.54%, 1.27%, 0.25%,). Adicionalmente, el 51.6% indica no tener niños o niñas en el hogar, seguidos de un 35,8 % donde hay un niño o niña (ver Tablas 3 y 4).
Tabla 3
Número de personas en el hogar de los participantes
Niños en el hogar |
Número |
Porcentaje sobre respuestas totales |
Ninguno |
406 |
51,6 % |
Uno |
282 |
35,8 % |
Dos |
91 |
11,6 % |
Más de dos |
8 |
1,0 % |
Fuente: elaboración propia
La re-configuración de la familia implica tensión y modificación de los límites de sentido que tradicionalmente se le habían adjudicado. Así, ya no es necesario un parentesco de sangre para dar vida a esta institución, tampoco lo es ahora pertenecer a la misma especie. Los participantes en esta investigación muestran como una apertura epistémica a formas de vida otras, se hace en nota privilegiadamente relacional. Encontrarse con lo otro deviene en incertidumbre creativa, misma que para este escenario y en sintonía con otros estudios, prefigura un rol para los animales de compañía en relación a cohesión y estabilización (Díaz y Rodríguez, 2019), así como tensión en nota del logos antropocéntrico dominante (Díaz, 2017).
Reconocimiento de tenencia
La experiencia de convivir con un animal posibilita el reconocimiento de sus necesidades específicas, los impactos en la dinámica familiar y las transformaciones necesarias en la cotidianidad, para que de esta manera se convierta en una experiencia satisfactoria para el animal y la familia que lo está acompañando, permite reconocer al animal desde la empatía y transitar hacia el cuidado y la identificación de sus derechos. Bajo este marco, la mayoría de los participantes indica no tener otro animal en casa (61 %). Por su parte, quienes sí lo tienen (39%), manifiestan ser acompañantes de perros y gatos principalmente. En complemento a ello el 93% de las personas indicaron tener los recursos necesarios (económicos y relacionales) para adelantar los ejercicios de vacunación, revisiones periódicas, esterilización e implantación de microchip de identificación lo que podría dar cuenta de un factor de responsabilidad que transversaliza la intención de adoptar un animal y no se limita únicamente en el querer, que en algunas ocasiones deriva posibles situaciones o acciones de negligencia para con el animal.
Razones de adoptabilidad
Disponer el psiquismo, la dinámica familiar y económica para la vinculación de una forma de vida no humana en el trasegar existencial, deviene en multiplicidad de motivaciones. Razón por la cual, el presente acápite de resultados se presenta en virtud de cuatro elementos: (1) Amor y compromiso con la vida como condición para el bienestar subjetivo; (2) El hogar con natura de la mano; (3) Retorno desde la ausencia; y (4) Cambios psíquicos: entre la soledad y la depresión. En cada uno de ellos se realiza una breve descripción del número de personas que posibilitaron la construcción de estos estadios así como sus voces, sentires e intenciones.
Amor y compromiso con la vida como condición para el bienestar subjetivo
“Los amamos” (P-364-2020), expresión categórica dada por uno de los participantes en relación con las razones que los llevan a adoptar un animal. Esta respuesta marca una línea general de motivaciones que se refuerza cuando P-714-2020 indica “tenemos compromiso social, económico y moral para brindarle un hogar en óptimas condiciones a nuestro gatito. El amor por los animales de mi hija y su deseo de adoptar, como muestra de su amor desinteresado”.
Esta apuesta psíquica de amor y compromiso, con vidas no humanas, se complementa con el deseo de satisfacción de elementos materiales y simbólicos condensados en lo que ha de nominarse como hogar; así fue expresado por los participantes: “acoger para dar un hogar” (P-11-2020); “amor para dar a un nuevo integrante de la familia” (P-46-2020); “dar hogar a un animalito y compañía para la familia” (P-136-2020); “dar hogar a quien lo necesita” (P-138-2020); y “dar oportunidad de un hogar responsable lleno de amor” (P-144-2020).
Adicionalmente, se refiere por parte de los participantes las proyecciones emocionales que un animal puede generar y cómo esto contribuye a modificar las percepciones sobre el desarrollo humano.
Inicialmente contribuir con la sociedad; adoptar evita que ellos estén expuestos a tantas cosas en la calle. La evolución de ellos en un hogar es gratificante y se crean lazos muy fuertes, ellos pueden demostrar mucho su agradecimiento y me parece importante la oportunidad que se les da y que de la misma manera nos permite crecer con ellos. (pp. 332-2020)
Ese crecimiento conjunto y relación de filiación marca un elemento central en el psiquismo, un encuentro psico-socio-afectivo duradero, como lo expresa P-110-2020: “querer una compañía por varios años”, da cuenta de la relación entre bienestar y las interacciones cercanas, a tal punto que frente a las posibilidades de pérdida es preciso restablecer esas conexiones en nota de bienestar: “el hecho que me motiva a adoptar es el amor por los gatos; además, la idea de volver a tener un gato que me robaron” (P-294-2020). El amor y compromiso por la vida, en nota de bienestar, fue expresado por 705 participantes (89,58 %), evidenciando con sus respuestas una clara relación de bienestar al convivir con animales.
Retorno desde la ausencia
Representan las relaciones psicoafectivas con vidas no humanas un escenario de amplia relevancia para el bienestar, a tal punto que la pérdida del animal, por diferentes razones, deviene en momentos de pausa para la mente, en configurar escenarios de disposición existencial para emprender nuevamente un camino vital en compañía de animales. Así lo refiere P-460-2020 “mi perrita se llamaba Kira, estuvo 14 años con nosotros y hace dos años murió a causa de una enfermedad genética; estábamos esperando el tiempo adecuado para volver a tener una mascota”
La fortaleza de estos lazos afectivos es tan potente, que implica la construcción de un mundo donde las vidas no humanas, compartidas por diferentes años, son revestidas perceptualmente por la connotación de hijo e hija.
Mi hijo peludo falleció hace un tiempito, adoptado a los siete años de vida de él, y conmigo duro 5. A sus 12 años falleció de un cáncer, pese a los esfuerzos no aguantó la cirugía. Aunque extraño a mi niño ya me siento lista para darle el chance a otro muchacho de amarlo y cambiarle su vida (P-451-2020)
Estas interacciones situadas, por un lado, en un tiempo cronos de relevancia, así como de vínculos fuertes a nivel emocional en nota de bienestar, se expresa, en mayor medida con perros y gatos, como se indicó en el acápite de razones de adoptabilidad. Sin embargo, no se limita allí, como fue evidenciado por P-438-2020: “mi conejo falleció el año pasado; lo tuvimos por 15 años y deseamos una nueva mascota. Me gusta la acuariofilia, tengo tres acuarios”
El retorno desde la ausencia, según las voces de los participantes, deviene en disponer el cuerpo psíquico para un nuevo encuentro con la vida animal, lo que fue expresado por 44 personas (5,59%).
El hogar con natura de la mano
La construcción y desarrollo de un hogar representa para los participantes la posibilidad de vincular en sus ejercicios vitales un animal: “siempre hemos deseado tener un gatico en casa y este sería el momento propicio, ya que tenemos residencia fija y propia” (P-687-2020). Esta expansión de la noción de hogar, para dar paso a otras formas de vida, representa para los participantes la valoración de elementos económicos y espaciales:
Siempre quisimos adoptar un perro, pero no vivíamos en una casa con el espacio necesario para su crecimiento. Ahora que estamos en otro ambiente y nos permite tener el espacio para la mascota, también tengo una hija de ocho años la cual está ilusionada con tener una mascota, también estamos en un momento difícil: tuvimos la pérdida de un ser querido y sería bueno para nosotras tener el cariño y el amor de una mascotica (P-703-2020).
Tomé la decisión con mi pareja de irnos a vivir juntos. Mi pareja es auxiliar de veterinaria apasionada por los animales y hace nueve meses murió su perrita de 14 años y fue un golpe muy duro para ella. Cuando nos fuimos a vivir juntos tomamos la decisión de tener un nuevo compañero de aventuras. Llevamos dos meses esperando la llegada del nuevo integrante, le estamos haciendo el gimnasio con nuestras propias manos y los juguetes para que sea el gato más feliz del planeta (P-758-2020).
El regreso a natura se plantea bajo características de cariño, disposición y apertura. Implica la reconfiguración del mundo psíquico actual, en nota de un posible para que una nueva forma de vida llegue. Estos elementos fueron expresados por 31 participantes (3,94 %).
Cambios psíquicos: entre la soledad y la depresión
“Soledad” (P-706-2020; P-354-2020) fue la palabra empleada por dos participantes para indicar sus razones para adoptar un animal. Este elemento, si bien estadísticamente no es relevante, narrativamente hablando es un escenario central, dado que los animales representan una línea de fuga para la sensación expresada por ellos. En complemento, se reconoce en la tenencia de un animal, beneficios para el bienestar y la salud mental: “tener una nueva oportunidad para mí, como para él, de volver a ser feliz” (P-740-2020); y: “mi nieta sufre de estrés y depresión entonces es bueno tener una mascota de compañía” (P-455-2020), fueron las expresiones utilizadas para dar cuenta de este aspecto. Los escenarios aquí mencionados fueron expuestos por siete participantes (0,89%).
Discusión y consideraciones finales
La interacción con Natura, en nota de re-configuración relacional, se ha convertido en un encuentro incierto. Los pasos dados como humanidad han estado soportados en una falsa necesidad de escisión, procurando alejamiento de todo aquello incapaz de responder al discurso hegemónico de visión ontológica de ser humano. Así, las gramáticas vitales se caminan en virtud de ánthrōpos, sus deseos, anhelos y sueños. Formas de escribir la vida que devienen en la configuración óntica de dos mundos, uno donde el centro de todo es la humanidad y, el otro, sencillamente alberga lo restante, lo residual, los modos de existencia no humanas. Estos dos mundos, alejados por la instauración de un logos occidental soportado en el dominio, se traducen en una relación de cosificación. Lo humano dispondrá de todo aquello que no se parezca a él.
Las prácticas eco-culturales presentes a lo largo del tiempo de occidente, reflejan el constante sentimiento de dominio, que solo se expresa ante aquello que está por conquistar. El sentido inicial y fundante del habitar se pervierte hacia el dominar. La escisión es una expresión del dominio, mientras que la integralidad es expresión del habitar. Por esta razón, el problema del cómo habitamos la tierra tiene que ver directamente con el problema de dicha escisión fundamental y fundante de una cultura caracterizada por el dominio. (Noguera, 2004, p. 30)
Cuando aquello que no es humano tiene por un único fin existencial ser conquistado, solo es posible establecer dinámicas de opresión para y hacia la vida. Esto se ha visto reflejado en los estudios de Escartín (2017) y González (2019), donde precisaron como la crueldad frente a los animales, era una práctica de construcción de conocimiento y medio para justificar la edificación de caminos hacia la gratificación del Homo sapiens. Al respecto, Noguera (2004) indica como la construcción cultural moderna se ha cimentado ampliamente en la germinación de una transición del “ethos del habitar respetuoso a un ethos del habitar bajo relaciones de dominio” (p. 31). Ahora bien, las preguntas emergentes en torno a la relación entre las diferentes formas de vida y sus posibilidades de cambio, precisan abordajes a gran escala, pero también despliegues en la íntima interacción psíquica; en este particular Guattari (1996) indica
La verdadera respuesta a la crisis ecológica sólo podrá hacerse a escala planetaria y a condición de que se realice una auténtica revolución política, social y cultural que reoriente los objetivos de la producción de los bienes materiales e inmateriales. Así pues, esta revolución no sólo deberá concernir a las relaciones de fuerzas visibles a gran escala, sino también a los campos moleculares de sensibilidad, de inteligencia y de deseo. (pp. 9-10)
Estos llamados a la sensibilidad y el deseo encuentran opciones comportamentales en los ejercicios de adopción animal, toda vez que los mismos, como exponen los resultados de esta investigación, brotan conforme las relaciones dadas en el hogar. Aquí, se evidencia una movilización psicosocial de amplia importancia. Si la naturalización y habituación prefiguran una realidad psíquica, es la problematización la que permite la construcción de otros mundos (Montero, 2004), ello se evidencia en las razones de adaptabilidad expuestas por los participantes, donde el mundo edificado guarda directa relación, en palabras de Noguera (2004), con el ethos del habitar respetuoso. Es preciso enfatizar que el retorno a Natura implica una transformación radical en las relaciones, para que las mismas se alejen del dominio, esta apuesta re-configurativa, se visibiliza en lo expresado en los resultados de este estudio, donde las personas disponen apertura epistémica para interactuar con otras formas de vida, en clave de re-conocimiento y respeto.
Estos marcos otros de re-encuentro con las formas de vida no humanas, alejados de la cosificación, parten, según lo encontrado en esta investigación, de una enunciación psíquica mediada por el bienestar. Aquel que se busca para sí y lo otro. Un EntreNos delimitado por la vida digna y el encuentro auténtico. Resultados similares obtuvo Díaz (2017) cuando identificó las tensiones ontológicas que devienen para la humanidad en la transformación comprensiva de la mascota y los animales de compañía, allí se precisa como ánthrōpos no es el único escenario de relevancia. A su vez, estudios posteriores adelantados por Díaz y Rodríguez (2019) enfatizan los cambios que se dan en el sistema familiar al incluir en este, formas de vida no humanas, sus afirmaciones con categóricas
No solo los humanos, sustitutos de humanos o quienes funcionan con roles humanos se configuran como integrantes de las familias, sino que también los animales, reconocidos como tales, lo hacen. En definitiva, son elementos del sistema familiar. La afinidad hacia los animales de compañía es considerada por los custodios como un vínculo de parentesco, el cual indica una conexión significativa y duradera, valorada tanto por las similitudes como por las diferencias que los animales comparten con los parientes humanos. (p. 59)
Con base en lo expuesto, los resultados de esta investigación permiten identificar una relación clara entre el bienestar subjetivo y las razones de adoptabilidad por parte de los participantes. Es una forma de configurar un EntreNos mediado por relaciones igualitarias de mutuo beneficio. Esta interacción deviene en las reconfiguraciones perceptuales de mundo, que se generan tanto para adoptantes que han perdido un animal, como para aquellos que han venido tomando la decisión tras varios años de reflexión. De igual manera, logra visibilizarse cómo prefigurar el escenario de adopción para los participantes produce sensaciones satisfactorias que materializan en expresiones de amor, cariño, compañía y compromiso, aquí, se denota una transformación relacional, pasado de la interacción de dominio a la de respeto. Este elemento posibilita la presencia de emociones gratificantes y genera sensaciones de bienestar, en relación a lo expuesto por Castellanos (2016).
Los participantes permiten visibilizar que, con base en su lectura de mundo, en la que se vinculan elementos familiares, noción de hogar, pérdidas y deseos de mejoría en la salud mental, están identificando las características internas y externas que, a su criterio, podrían modificarse para lograr una mayor presencia de sentimientos satisfactorios. Esto guarda total vínculo con lo expresado por algunos autores (García, 2002; Goñi e Infante, 2010; Urzúa y Caqueo, 2012) en investigaciones previas sobre bienestar subjetivo.
Es de anotar que la tendencia general de adoptantes está situada en participantes con empleo, presencia de otras personas en el hogar y sin niños. Esto permite identificar que el vínculo que se busca establecer con otras formas de vida está ligado especialmente al reconocimiento ontológico de validez y relevancia de los animales, compartir con ellos la existencia y demostrarse cariño mutuamente.
Lo expuesto hasta el momento posibilita precisar cómo la cognición, emoción y comportamiento de los seres humanos, en clave de compartir experiencia vital con otras formas de vida, se ve positivamente afectada, en la medida que todos los participantes refieren una prefiguración de sentimientos positivos al tener un animal en casa.
Estos sentimientos emergen en clave de un habitar en integralidad, donde las formas de vida, en su diversidad, se conocen y re-conocen. Ahora bien, no es posible desconocer que la recolección de información para esta investigación se adelantó durante la pandemia asociada al SARS-CoV-2 (COVID-19); esto en clave de tensión permite aperturar dos líneas de reflexión, mismas que requieren ser profundizadas en futuros trabajos.
Por una parte, se encuentra el asombro, desde los marcos de reflexión de la racionalidad occidental, de retornar a Natura, y como las relaciones que se establecen con ella, en nota de equivalencia epistémica, devienen en emociones gratificantes. Mayen y Utomo (2021), precisaron, cómo durante la pandemia por COVID-19 las personas que vincularon a su cotidianidad el habitar espacios, incluso en zonas urbanas, donde podían estar en contacto con formas de vida no humanas, referían mayores niveles de BS, en comparación, con quienes no articularon a su caminata vital el encuentro con Natura. Esto se relaciona directamente con los elementos expresados por los participantes en la presente investigación, quienes refirieron, en este momento de pandemia, una vinculación directa entre BS y adopción animal; en otras palabras, relaciones de equivalencia entre todas las formas de vida, devienen en BS.
Estos marcos de enunciación situados en el conocimiento y re-conocimiento de las formas de vida fueron expuestos por González et al. (2021) vinculados directamente al Buen Vivir o Sumak Kawsay, donde concluyeron que la configuración de armonías con los territorios, devienen en calidad de vida, incluso, en la actual pandemia; esto interactúa directamente con las características de adoptabilidad que enunciaron los participantes en esta investigación, donde, en el actual contexto de pandemia una de las formas de abordaje se centró en vincular a sus redes relacionales otras vidas, armonizar la interacción para construir vida de calidad.
Lo referido hasta el momento, posibilita la segunda línea de reflexión-tensión, delimitada en un cooperativismo reaccionario no sostenible. Esto precisa interpelar, en el contexto pos-pandemia, tanto las variaciones en número de solicitudes de adopción, sostenibilidad de la misma y calidad de vida de los animales de compañía adoptados, ello debido a que, como lo han identificado otras investigaciones, durante la subjetivación de la pandemia y la presencia inminente de la muerte o pérdida, se intensifican un conjunto de manifestaciones comportamentales, conducentes a procurar homeostasis emocional.
Así, Islam et al. (2021) identificaron cómo al reconocer en la intimidad psicológica la pandemia, se incrementaron considerablemente las compras en Estados Unidos, China, India y Pakistán; este comportamiento se ha denominado compras de pánico. Por su parte, Qalati et al., (2022) precisaron un incremento en la compra de juguetes sexuales, consumo de pornografía y uso de aplicaciones para tener citas en Australia, Colombia, Dinamarca, Reino Unido y Nueva Zelanda. En sintonía, Grossman et al. (2020) refieren incrementos en el consumo de alcohol en Estados Unidos, especialmente en aquellas personas que perciben un desequilibro en su bienestar.
Esta situación convoca a realizar un seguimiento especial a las personas y familias que adelantaron procesos de adopción animal durante la pandemia, en procura de identificar, que las razones expuestas no fuesen configuradas bajo los marcos de una crisis inminente asociada a la pandemia, toda vez que, de ser así, la adopción de animales estaría convirtiéndose en un comportamiento desplegado para lograr homeostasis emocional, sin reconocer, la validez ontológica de las otras formas de vida. En otras palabras, se sostendría una forma de cosificación en un contexto de crisis.
En complemento, también es pertinente analizar, cómo la práctica popularizada de “retorno a la normalidad” influye en las razones de adoptabilidad, y acompañamiento en la configuración de bienestar subjetivo, dado que los cambios en la intimidad suscitados por la pandemia, tal como lo han referido investigaciones previas, impactan en las dinámicas de interacción, de ahí la vital importancia de continuar con este tipo de investigaciones.
Conflicto de intereses
La autora y el autor no declaran conflicto de interés alguno.
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T
En relación con el abordaje de los pacientes, esta dimensión se refiere a las decisiones que los terapeutas tomaron en relación con las problemáticas presentadas. Se destacan aquí cinco factores: lo atinente a la concepción del trabajo; el modo en que se dio continuidad a los tratamientos; cómo se concibió y abordaron los aspectos vinculares; las particularidades que padecieron los tratamientos psicológicos en general; y el rol de la medicación en los tratamientos. En relación con la concepción del trabajo, se produjo una sensación de ruptura e incertidumbre, lo que llevó a una reorganización en lo inmediato, dándose lugar a los emergentes cotidianos. Esto posibilitó poner a prueba y estimular la flexibilidad por parte de los profesionales y pacientes. Dentro de las dificultades se debe recalcar el rol de la incertidumbre y la sensación de precariedad de las nuevas soluciones adoptadas de manera coyuntural. El impacto final fue la adecuación del plan de trabajo original para asegurar la contención de los pacientes.
La continuidad de los tratamientos y los aspectos vinculares implican el cese de la presencialidad, cuestión que posibilitó la valoración positiva y agradecimiento en el sostenimiento de las prestaciones. Dentro de las dificultades que se presentaron, se destacó la pérdida del contacto cara a cara, y la aparición de limitaciones en el registro de aspectos corporales y contextuales de los pacientes, y la incertidumbre en relación a cómo continuar. Esto impactó en un esfuerzo y cautela por parte de los profesionales en evitar intervenciones precipitadas, por las limitaciones de las condiciones de trabajo, y sensaciones comunicadas por los pacientes de que “no es lo mismo” la presencialidad que la asistencia de manera remota. No obstante, todo esto decantó en que la relación entre pacientes y terapeutas se tornó más personalizada por la continuidad del sostenimiento de los tratamientos.
Ángel (2014) plantea que en las personas que se autolesionan hay varios elementos constantes: el hecho de repetir el acto, el tema recurrente del cuerpo, los sentimientos de angustia y dolor, así como de culpa y no encontrarle sentido a la vida, elementos encontrados en la adolescente estudiada.
Acerca de la función que cumple el cutting en relación con el manejo de algunos estados emocionales, varios psicólogos (Suyemoto & MacDonald, 1995; Connors, 1996; Figueroa, 1998, citados por Manca, 2011) plantean que ayuda a contrarrestar estados intensos de frustración, ira, vergüenza, contribuyendo así a autorregular la afectividad. En la adolescente tuvieron mayor peso la vergüenza y la culpa, resultantes de la violación de que fue objeto, y el cutting le ayudaba a manejarlos (Suyemoto & MacDonald, 1995; Connors, 1996; Figueroa, 1998, citados por Manca, 2011).
Es así como esta autolesión o herida física en la piel de los brazos y otras partes del cuerpo, genera la aparición y salida de la sangre; y es el observar dicha sangre lo que se convierte en una forma de confrontación, que les permite recuperar el sentido de sí mismos (Acero, 2015). Entonces, esta sangre vertida por las heridas es una declaración de estar vivo, es decir, redime su propia existencia (Manca, 2011). Por lo tanto, el cuerpo, sus heridas y cicatrices sirven para unir el mundo interior con el exterior (Acero, 2015). Practicar cutting es una manera de sentirse vivo en medio de las situaciones difíciles y que les cuesta trabajo afrontar, conducta que se vuelve adictiva. Se explica en el DSM-5 que, cuando el comportamiento aparece con frecuencia, puede asociarse con una sensación de urgencia y de ansias, ocasionando un patrón de comportamiento que se asemeja a una adicción (APA, 2014).
El adolescente, para controlar y apropiarse de su cuerpo, arremete contra este por medio de la autolesión, la cual se convierte en una estrategia compensatoria para que ese dolor emocional, interno y silenciado, pueda tener una ruta de escape, de alivio y consuelo (Manca, 2011) como también para enfrentar las vicisitudes, enigmas y avatares propios de la adolescencia. Se trata de una acción deliberada (Ángel, 2014; Ávila y Pachar, 2016) y comúnmente repetitiva, la cual puede implementarse de forma crónica como una forma de reducir el estrés o malestar emocional. En otros casos se considera como una forma de lenguaje socialmente construida por los adolescentes (Mora, 2015).
De tal manera que el dolor emocional puede suscitar la autolesión con el propósito “de reconectarse con el sentido de mismidad y propiedad corporal a través del dolor, permitiéndoles sentirse reales y revitalizados (Villarroel, Jerez, Montenegro, Montes, Igor & Silva, 2013). Por lo tanto, “el dolor es el corazón del cutting” (Schnitter, 2017). Todo ello producto del análisis rígido y exigente de las situaciones y experiencias de vida, donde los pensamientos tremendistas le imposibilitan considerar otras creencias.
Cabe anotar que, además de los cambios hormonales y corporales, son características de este periodo la búsqueda de la identidad y el desarrollo de la personalidad (Viejo y Ortega, 2015). El adolescente se sitúa en una etapa de diferenciación en la que existe una clara desvinculación de la familia para pertenecer a un grupo de referencia con sus iguales (Zacarés et al., 2009). Aunque la mayoría de ellos presenta un desarrollo normal, este proceso, unido al desarrollo fisiológico, del autoconcepto y al incremento de las relaciones sociales, los convierte en una población de riesgo que puede desencadenar ciertas patologías o hábitos que se pueden presentar de forma transversal, tales como consumo de sustancias, conductas sexuales de riesgo, trastornos de conducta, conductas suicidas, autolesiones no suicidas, juego patológico y trastornos del comportamiento alimentario (Toro, 2010).
Las creencias irracionales, relacionadas con la condenación hacia las situaciones y hacia los demás, desencadenan una posición de victimización, generando culpa y, por ende, merecedor de castigo por parte sí mismos, lo que logran por medio de la autolesión.
En los pensamientos tremendistas y absolutistas la persona tiende a resaltar en exceso lo negativo de un acontecimiento, a percibirlo como completamente malo. Ellis formuló que la tendencia a terribilizar/catastrofizar es un determinante cognitivo de la perturbación emocional que consiste en que las personas tienden a ver los comportamientos propios o ajenos y los sucesos malos de la vida como terribles y horribles, en vez de desafortunados y desagradables. Esta conclusión conduce a la ansiedad y la depresión, y está basada en la filosofía exigente de que ciertas acciones o cosas no deberían pasar en absoluto y, si suceden, devendrán en una catástrofe (Ellis, 1990).
la TREC asume que las personas tienden a exagerar las situaciones (o condiciones de la vida) hasta definirlas como insoportables («no-puedo-soportantitis») en lugar de incomodas o difíciles. Esta conclusión conduce a sentirse angustiado o deprimido, a quejarse, lloriquear, compadecerse y victimizarse, y es fruto de una filosofía dogmática y exigente en que «las cosas tienen que suceder como yo quiero», y, si no es así, no es posible vivir y ser feliz (Ellis, 1990). Esta creencia es irracional porque la persona considera que no será capaz de soportar una situación, problema o condición. La consideración de un suceso como insoportable infravalora las capacidades de la persona para hacer frente a estas adversidades (Ellis, 1990).
A lo anterior se agregan las emociones insanas que sienten los adolescentes, que los ubican en un estado de dolor y sufrimiento que, a su vez, los paraliza, haciendo insoportable las adversidades que experimentan, lo que se convierte en un círculo vicioso de autocondenación, sufrimiento y dolor. Estos estados emocionales pueden derivar en trastornos afectivos como el trastorno depresivo mayor, trastorno distímico, trastorno bipolar y trastorno adaptativo con ánimo depresivo (Ulloa et al., 2013). Y esto obedece a que los adolescentes no buscan ayuda especializada oportunamente y a que los padres y maestros tienen poco conocimiento de los casos y del impacto que generan en la salud de ellos. Esta conducta en la mayoría de las ocasiones, representa un acting out o demanda de amor, atención y cuidados, sin representar el deseo real de morir (Simeon y Favazza, 2001).
La TREC distingue las emociones en saludables (o sanas) y no saludables (o insanas), Esto significa que ante un acontecimiento negativo la persona puede sentirse muy deprimida (emoción insana) y a su vez sentirse muy triste (emoción sana). El objetivo de la TREC no es cambiar la intensidad de la depresión, sino el cambio cualitativo de la depresión a la tristeza. Es así como la tristeza es una emoción saludable porque ayuda a asimilar una pérdida o un fracaso, mientras que la depresión sería una emoción no saludable porque impide asimilarlas. Es importante aclarar que no todas las emociones producto de un pensamiento racional son positivas, ni que las derivadas de un pensamiento irracional son todas negativas.
Cuando una persona siente una emoción, tiende a actuar de una determinada manera en función de lo que siente. Si siente una emoción insana, su primera reacción a corto plazo es protegerse para reducir o eliminar dicha emoción, pero resulta contraproducente a largo plazo. Este tipo de conducta le hace sentir mejor en el momento al minimizar el error, pero no le ayuda a conseguir sus objetivos a largo plazo. Su conducta es una manera de compensar su creencia. Si el comportamiento ayuda a conseguir los objetivos y metas de bienestar y realización personal a largo plazo se tratará entonces de una conducta adaptativa; mientras que si no contribuye a ello se trata de una conducta desadaptativa.
Todo comportamiento humano tiene un propósito o intención, más o menos consciente, de conseguir algo (iniciar, parar, evitar, reducir, intensificar o mantener un estado emocional). Así como provocar una respuesta en el ambiente o en otras personas, ya sea para castigar, culpar, obtener lo que se quiere, sacar provecho, llamar la atención u obtener el cariño y/o actuar de un modo acorde con los propios valores, normas y metas.
Las situaciones, pensamientos y emociones de la participante muestran la influencia a la conducta de cutting. Si se revisa el modelo ABC propuesto por Ellis, se logra evidenciar la relación entre las creencias irracionales, la conducta y las emociones que desencadenan el sufrimiento y dolor emocional de la adolescente, utilizando el cutting como medio para calmar su fuente de dolor.
Es necesario enfatizar que el cutting no es una conducta suicida pues su fin último no es terminar con la vida; se trata de un mecanismo de enfrentamiento autodestructivo. Estas manifestaciones autolesivas son un problema de salud pública que puede ser prevenible con intervenciones oportunas, que requieren la participación del sistema educativo, las familias, las instituciones de salud e incluso los medios de comunicación. El estudio realizado por Villarroel y otros (2013) enfatiza en la importancia de esclarecer el concepto de conducta autolesiva, estableciendo sus límites y factores de riesgo, lo que permite proponer un apropiado abordaje diagnóstico y terapéutico y una ayuda más eficiente a las personas que la presentan.
Subvalorar la intencionalidad autolítica de un paciente, malinterpretando sus motivaciones, puede conducir a la catástrofe de no identificar ni ofrecer ayuda a un potencial suicida. Finalmente se resalta que el abordaje comprensivo e integrado del paciente con conducta autolesiva y de su ambiente, permitirá planear un óptimo manejo terapéutico multidisciplinario. El apropiado entrenamiento de un profesional de la salud mental, en identificar las características y motivaciones de una conducta autolesiva específica, permite evaluar el riesgo vital de un paciente y planificar las intervenciones terapéuticas necesarias y suficientes en cada situación clínica.
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Referencias
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Introducción
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Tempus Psicológico
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¿Es solo un chiste? Los usos del humor hostil en la escuela y su relación con el bullying
Is it just a joke? The uses of hostile humor in school and its relationship with bullying.
María Margarita Villota Benítez
Paolo Ferroni Urrea
Cristian Urbano Mejia
Luisa RamirezRueda
Artículo de investigación
Recibido: 28/02/2023– Aprobado: 16/06/2023- Publicado: 30/06/2023
ISSN - 2619-6336
DOI: https:/doi.org/10.30554/tempuspsi.6.2.4819.2023
Volumen 6-2 2023
Resumen
Objetivo: Comprender la percepción de los estudiantes de dos colegios de Colombia sobre el uso del humor en el contexto educativo.
Metodología: Estudio de caso de corte cualitativo, con alcance descriptivo. Instrumento: Matriz ad hoc sobre “rutas de convivencia escolar” enfocada en una situación de humor en la escuela. Participantes: n = 160 estudiantes adolescencia media y temprana. Resultados: Desde la perspectiva de los estudiantes, el bullying se usa como sinónimo de burla; lo que sugiere que los episodios de agresión se acompañan por un uso hostil del humor. Además, el uso del humor hostil en la escuela se relaciona con reafirmación de jerarquías, discriminación y exclusión. Conclusiones: Es importante continuar ahondando en la relación del humor hostil con el bullying para programas de intervención escolar más contextualizados y, que, usen el humor como una forma para identificar potenciales problemas de intervención evitando que se normalice expresiones más sutiles de la violencia escolar.
Palabras clave: psicología del adolescente, convivencia pacífica, psicología de la educación, violencia, bullying.
Introducción
El humor se concibe como una respuesta emocional positiva, innata, universal, social que surge en la interacción entre personas o en otras palabras “respuesta emocional de hilaridad dentro de un contexto social, provocada por la percepción de incongruencia lúdica, que se expresa por medio de la sonrisa” (Martin, 2009, p. 35). Así, el humor se suele expresar en la risa que surge a veces en contextos amigables (humor prosocial) o en situaciones desagradables como cuando varias personas se ríen del comportamiento o las características de otra persona para denigrar (humor hostil) con frecuencia apoyándose en el uso del sarcasmo y el cinismo.
Por un lado, el humor prosocial se caracteriza por propiciar emociones positivas, bienestar e interacciones que son amables con los demás (Martin, 2009). Este tipo de humor genera relaciones basadas en la cercanía (Fernández y Limón, 2012; Martin, 2008). Por otro lado, el humor hostil comunica distancia o reafirma el establecimiento de relaciones jerárquicas en escenarios sociales, y en ocasiones, se acompaña de agresión.
Lo anterior, no significa que un tipo u otro no puedan coexistir de alguna manera. Una persona puede hacer uso de ambos en distintos momentos de la vida. Esto es llamado por Martin (2009) como las dos caras del humor. Por un lado, permite el aumento de interacciones sociales positivas y, por el otro, podría incluso promover la reafirmación de diferencias entre grupos normativos respecto a grupos no normativos, ya que los primeros lo usarían para imponer formas de actuar, comportarse y ridiculizar a otros haciendo énfasis en lo que los hace “distintos” lo que se ha visto en escenarios escolares donde se asocia el humor hostil con la perpetración del acoso escolar (Sari, 2016; Steer et al., 2020).
Siguiendo lo anterior, el acoso escolar es definido como una relación de asimetría de poder entre una víctima y un perpetrador en la que existen diferentes tipos de agresión, que con frecuencia se repiten en el tiempo (Wells, et al., 2006). Asimismo, en estudios previos se evidencia cómo diferentes estilos de humor en la escuela harían que existan estudiantes con mayores probabilidades de ser víctima de bullying que otros (Kerla, 2016).
De la misma manera, se ha observado cómo los estudiantes en la escuela perciben que la razón central para rechazar a otros es “que no encajan con los demás” (Hoover, et al., 1992). En otros estudios características como, rasgos físicos asociados a comunidades étnicas, sobrepeso o tener una capacidad motora poco precisa o lenta respecto al promedio, resulta en una percepción de estos estudiantes como “extraños” (Bejerot et al., 2011). En el caso de los estudiantes que son perpetradores de acoso, se ha encontrado que tienden a caracterizarse por ser físicamente más resistentes que sus víctimas y buscar el reconocimiento social, influencia y poder (Juvonen et al., 2003). En este sentido, esto permite que existan factores que hacen más vulnerables a ciertos estudiantes de sufrir acoso escolar y a otros a ser perpetradores del mismo.
Estudios como los de Plenty et al. (2014) y Chaux (2003) evidencian cómo podría llegar a existir una relación entre el desarrollo de habilidades sociales como el humor y ser víctima de bullying, concluyendo que el uso del humor hostil está presente en el bullying y, que, por otro lado, el humor afiliativo o positivo tiene un rol importante en la promoción del bienestar y la interacción social adaptativa.
A pesar de la literatura acerca de la relación entre el humor y el bullying, la información sobre el rol de los observadores sigue siendo limitada y esto es una dificultad para establecer programas de intervención escolar que disminuyan los niveles de agresión (Guerra et al., 2011). Especialmente porque los observadores tienen un rol importante ya sea para eliminar, mantener o empeorar los niveles de bullying. En la mayoría de los casos se ve cómo los observadores atacan a la víctima o son pasivos ante las agresiones (Atlas y Pepper, 1998; Craig y Pepler, 1997) o, por el contrario, que cuando intervienen son capaces de frenar las agresiones de forma efectiva (Hawkins, et al., 2001).
Prevalencia del humor hostil en los colegios colombianos
Algunos estudios con muestras no representativas (García y Niño, 2018; González et al., 2014; Sánchez Ortiz y Sánchez Reales, 2018; Uribe et al., 2012) y muestras representativas (Bromberg et al., 2016; Duarte, 2005; Cuevas et al., 2009; Paredes et al., 2008) han reportado la prevalencia del humor hostil en las escuelas colombianas, desde el enfoque del acoso escolar o la violencia.
En la ciudad de Bogotá, Bromberg et al. (2016) realizaron un censo de clima escolar en varios colegios. Los autores encontraron que el 6% de los estudiantes percibe que las burlas casi nunca ocurren, el 22% que son raras y leves, el 43% que son ocasionales y las víctimas tienen que soportarlas, el 15% que son frecuentes y llegan a extremos, y el 14% que son muy frecuentes y terminan en violencia. Además, descubrieron que una de las principales razones por las que los estudiantes sentían que sus aulas eran inseguras era que no tenían libertad para hablar por miedo a que se burlaran de ellos. En otro estudio, el 52% de los estudiantes reportó que las burlas eran una forma de agresión, el 42% las usa cuando quiere agredir a otro y el 68% las usa como espectador en situaciones de agresión (García y Niño, 2018).
En la ciudad de Medellín, Duarte (2005) encontró que el 30% reportó ser blanco de agresiones verbales, como burlas, humillaciones, ofensas e ironías. Así mismo, González et al. (2014) encontraron que el 34% de los estudiantes víctimas de agresión fueron atacados únicamente con ridiculizaciones (apodos, burlas e insultos). Aproximadamente el 20% de los estudiantes lo utilizaban a diario. En Valle del Cauca, el 50% de un grupo de estudiantes reportó ser blanco de burlas, el 37% es imitado como forma de burlar, el 37% es objeto de burlas por su apariencia física y el 79% se ríe de ellos cuando cometen un error (Cuevas et al., 2009). En Cali, los estudiantes reportaron que el 43% de las veces las agresiones eran mediante burlas y apodos (Paredes et al., 2008). En Barranquilla, el 68% de los estudiantes reportaron la burla y la ridiculización como una de las situaciones que más afecta la convivencia (Sánchez Ortiz y Sánchez Reales, 2018). Finalmente, en un municipio de Santander, la burla fue la forma de agresión más reportada (24%; Uribe et al., 2012).
Estilos de humor y desarrollo vital
El sentido del humor es una habilidad blanda, que se desarrolla con el tiempo y en distintos momentos de la vida de una persona. Está relacionado con el desarrollo cognitivo y con la adquisición del lenguaje desde la infancia, y alcanza sus formas iniciales hacia los 7 años aproximadamente (McGhee, 1974). El humor se apoya de manera fundamental en la habilidad cognitiva para la metarrepresentación: el reconocimiento de la existencia de las palabras, su papel y las reglas con las que se produce en el lenguaje. En otras palabras, la habilidad para representar aquello sobre lo cual se está representando (Dennet, 2000). En ese sentido, a medida que los niños y niñas van creciendo su forma de producir y comprender los chistes se va transformando en función de su desarrollo cognitivo y verbal (Martin, 2010).
Se ha visto que, en el desarrollo vital, los niños y las niñas empiezan a usar estilos de humor entre los 10 y 12 años. A esta edad se han desarrollado habilidades sociales y cognitivas que les permiten entender cuándo usar un cierto tipo de humor, cómo interactuar con humor y responder a este. Es decir, es en este momento del desarrollo en el que los estilos de humor empiezan a usarse como una forma de comunicación con otros (Kuiper y Klein, 2006).
Actualmente, se distinguen cuatro tipos distintos de estilos de humor. Dos adaptativos y dos inadaptativos. Los dos adaptativos son el humor afiliativo y el de autoayuda. El humor afiliativo es usado por los individuos que buscan disminuir momentos de tensión, incomodidad con el objetivo de que los otros se sientan más a gusto en una interacción social. El de autoayuda o autorreferencial se usa buscando disminuir el estrés y aumentar los niveles de regulación emocional para tomar distancia de los problemas al flexibilizar o disminuir la gravedad de un suceso difícil (Kuiper y McHale, 2009). Los dos inadaptativos son el humor agresivo y el auto-destructivo. Por un lado, el primero usa el sarcasmo para divertirse a costa de otros de forma agresiva, y el autodestructivo busca burlarse de sí mismo, pero de forma denigrante para lograr divertir a otros (Martin, 2009).
Además de estar asociado con el desarrollo cognitivo, el sentido del humor (la capacidad para comprender y producir humor) se asocia con mayores niveles de competencia social y con un buen nivel de desempeño académico (Masten, 1986). Para dar un ejemplo, existe evidencia de que los estilos de humor adaptativos están relacionados positivamente con variables de ajuste como la autoestima, y negativamente con depresión y ansiedad (Martin et al., 2003; Kuiper y McHale, 2009).
El humor en el entorno escolar
El colegio además de ser un espacio de conocimientos académicos constituye un lugar privilegiado para el desarrollo de habilidades blandas como el sentido del humor. No solo por su potencial para jalonar los procesos de desarrollo del pensamiento, sino por las oportunidades que ofrecen para el desarrollo de competencias sociales, siendo estas el conjunto de conocimientos, destrezas y actitudes básicas para la realización personal y la integración social (Fernández-Poncela, 2012).
El sentido del humor en el colegio enriquece y facilita el proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que al parecer el uso del humor se convierte en una herramienta para recordar mientras exista una relación entre la información relevante para el curso y el humor (Rojas, 2010). Para Toledo y Aparicio (2010) en el contexto escolar es fundamental la comprensión del humor, ya que es el sujeto el que es exhibido dentro del chiste, ameritando un clima positivo en el aula para evitar el daño de la persona. Tanto así, que cuando un docente establece un entorno divertido, produce motivación a sus estudiantes; cosa que los induce a estar más atentos y participativos en clase. Es decir que el humor se convierte en el motor del buen funcionamiento académico de los estudiantes.
El humor en el entorno escolar, sobre todo con estudiantes, es fundamental ya que permite reducir los niveles de ansiedad y se estimula la creatividad e imaginación (García, 2002). En efecto, para un salón de clases el humor y la risa permiten, al parecer, que el aprendizaje sea más estable y duradero, se preste más atención, se retenga más información y se expanda la imaginación limitando la pereza y generación de conflictos (Fernández-Poncela, 2012). En este sentido, el humor permite el diálogo, la escucha y solidaridad, y posiblemente un mayor nivel de compañerismo (Toledo y Aparicio, 2010). Adicionalmente, el sentido del humor genera una sensación de bienestar y crea un ambiente agradable entre estudiantes y docentes, cosa que incide en un aprendizaje más efectivo y divertido (Benítez, 2003).
En un estudio conducido por Abugarade et al. (2018) en la institución educativa Antimanque de Peñaflor (Chile) se plantearon el objetivo de identificar la diferencia que existe entre la autopercepción del estilo de humor de los profesores respecto la percepción y valoración que los estudiantes dan a este. Encontraron que el humor afiliativo (o prosocial) era predominante tanto en la autopercepción de los docentes como en la percepción de los estudiantes. Teniendo esto en consideración, se plantea que utilizar el humor positivo en el desarrollo de las clases beneficiaba el clima del aula, el aprendizaje y las relaciones interpersonales, además de promover la confianza, el respeto y la empatía. Esto, contrario a la utilización del humor agresivo entendido como “sarcasmo, ridículo o ironía” el cual se percibe como causa de un ambiente de hostilidad y perjudica las relaciones entre pares.
En congruencia con Abugarade et al. (2018), Falanga et al. (2014) exploraron la asociación entre los estilos de humor, las tendencias prosociales y la autoeficacia empática/social de jóvenes y niños estudiantes italianos. Al hablar de las tendencias prosociales, se hace referencia a la inclinación para ayudar a las personas en las diferentes situaciones sociales o psicológicas que pueden ser anónimas, públicas, emocionales, nefastas, altruistas (Carlo y Randall, 2002). En cuanto a la autoeficacia empática/social, se trata de aquellas creencias y habilidades individuales para estructurar y ejecutar acciones que permiten la organización y el control de situaciones sociales y personales reconociendo los límites y posibilidades personales (Bandura, 1986, 1997).
Se encontró que los niños utilizan el humor con el fin de burlarse de los demás y así “mejorar su imagen personal”. Adicionalmente, evidenciaron que los adolescentes presentaban bajos niveles de autoeficacia empática y altos niveles de autoeficacia social. Desde otro punto, encontraron que los adolescentes tienden a ayudar en situaciones críticas dependiendo del sexo y género. Los niños y adolescentes más jóvenes muestran más disposición para ayudar a otras personas en situaciones públicas, mientras que las niñas y adolescentes mayores tienden a ayudar a los demás cuando se trata de situaciones de evocación emocional, emergencia o crisis (Falanga et al., 2014).
Consecuente con lo encontrado por Falanga et al. (2014), Yip y Martin (2006) encontraron que los adolescentes entre más divertían a los demás y favorecían las relaciones interpersonales, más se percibían a sí mismos empáticos frente a la comprensión de los sentimientos y necesidades de los demás. Por otro lado, los niños entre más utilizaban el humor como estrategia de afrontamiento en situaciones de estrés, más se percibían a sí mismos con la capacidad de comprender las necesidades de los demás. Por el contrario, evidencian que los adolescentes entre más divertían a los demás a costa de sí mismos, menos se percibían como actores activos en las relaciones interpersonales. En cuanto a las tendencias prosociales, encontraron que cuanto más los adolescentes tienden a ayudar en situaciones emocionalmente críticas, más se perciben como capaces en circunstancias empáticas y sociales. De esta manera, consideran que utilizar el humor para divertir a los demás y favorecer las relaciones interpersonales se relaciona positivamente con la conducta de ayudar en situaciones emocionalmente críticas y extremas; y negativamente con la conducta prosocial en situaciones públicas y anónimas (Yip y Martin, 2006).
López et al. (2019) encontraron que el estilo de humor afiliativo carece de hostilidad. Sin embargo, plantean que el humor de mejora personal (es decir la capacidad de reírse o considerar cómica una situación adversa) promueve cambios positivos (Boerner et al., 2017), ya que se regulan emociones y evitan lastimarse a sí mismos o a otros. De manera que, el estilo de mejora personal en un ambiente educativo funciona como protector para evitar las agresiones verbales reemplazándolas por bromas y risas.
Funciones del humor hostil en el entorno escolar
Los estudiantes utilizan el humor hostil contra sus compañeros por diferentes razones o motivos. Dada la naturaleza hostil y agresiva de este tipo de humor, es probable que las funciones del humor hostil sean similares a las del acoso escolar. Hasta donde se conoce, pocas investigaciones han estudiado específicamente las motivaciones sobre el uso del humor hostil de forma independiente al bullying (McCleary Knox, 1976; Mills, 2001, 2018; Sherer y Clark, 2009; Strong, 2013).
Sherer y Clark (2009) identificaron cuatro motivaciones para las burlas en su estudio: a) diversión (reírse), b) exhibición (hacer reír a los espectadores, atraer la atención o parecer superior o inteligente), c) molestar (irritar al otro o castigarlo por algo que hizo) y d) afecto positivo (mostrar a la otra persona que es apreciada). Los autores descubrieron que la motivación más común era la diversión, independientemente del nivel escolar, y que los alumnos utilizan las burlas principalmente para herir los sentimientos del otro o expresar su desagrado. Di Cioccio (2001) describió en su escala la motivación agresiva como disminuir la confianza en uno mismo, dañar la propia imagen, molestar, avergonzar y herir a los demás.
Los alumnos solo utilizan el humor hostil en situaciones específicas y contra alumnos concretos. Principalmente, los alumnos objetivo-potenciales son aquellos que son descritos y percibidos como diferentes de alguna manera por sus compañeros, según las normas específicas de características y posesiones deseadas o aceptables (Horowitz et al., 2004; Sweeting y West, 2001). La literatura ha identificado algunas características en la apariencia física, la personalidad y el comportamiento, la familia y el entorno, el trasfondo social cultural, la escuela y el rendimiento académico, elementos que ponen a los estudiantes en riesgo de recibir un humor hostil o bullying. Algunas características de la apariencia física son la forma de vestir, la discapacidad física, la obesidad, la talla, la higiene personal, la expresión facial, el color de la piel. Las características de comportamiento son el nivel de socialización (demasiado introvertido/tímido o demasiado extrovertido), la forma de hablar, el acento, actuar como otra etnia o sexo, las preferencias (Horowitz et al., 2004; Sweeting y West, 2001).
Los alumnos podrían tener diversas motivaciones para utilizar el humor hostil en el contexto escolar. Strong (2013) estableció tres motivaciones principales: poder, shock y cultura. El humor como poder se utiliza para disminuir y marginar a alguien, o para construir jerarquías entre diferentes grupos (Odenbring y Johansson, 2021). El beneficio de una persona o grupo es a costa de otro (Strong, 2013). Los alumnos utilizan el humor para controlar el comportamiento de los demás para hacerlo más acorde con las normas y expectativas (Horowitz et al., 2004), y para ganar estatus ante los demás (Huuki et al., 2010). Asimismo, el humor podría utilizarse en la relación profesor-alumno cuando existe una incongruencia entre las acciones y los requisitos sociales sobre el rol (Šeďová, 2015). El humor como choque, se utiliza para escandalizar y llamar la atención. Los alumnos solo quieren ser populares o ser reconocidos por los demás, más no hay intención de herir. Por último, el humor como cultura (la cultura de la broma) consiste en utilizar el humor hostil para mejorar las relaciones.
Como se menciona anteriormente, el humor hostil es un fenómeno presente en los colegios, y es utilizado por parte de los estudiantes para mantener las jerarquías sociales y rechazar a los diferentes o lo que es diferente. Por este motivo, este artículo busca comprender cómo en una muestra de estudiantes observadores se entiende el papel del humor en un escenario de burla, centrados en a) cómo los estudiantes ven que otros reaccionan y, b) cuál es la ruta para gestionar este tipo de fenómenos en la escuela. Identificando la función del humor hostil en el contexto educativo, cómo el uso cambia a través de los grados escolares y el abordaje ante situaciones de humor hostil.
Método
Este estudio fue de corte cualitativo, se expuso a los estudiantes a un dibujo que representaba una situación de burla, y se analizó las respuestas sobre la interpretación de los dibujos. Se realizó un análisis de contenido definido por Cano y González (2015) como el proceso de identificación, codificación y categorización de ejes analíticos que surgen de los datos y busca generar abstracciones sobre los significados y relaciones que surgen de la información, trasciende al análisis puramente descriptivo.
Muestra y población
Estudiantes de dos instituciones públicas colombianas participaron en este estudio (una de Bogotá y otra de Ibagué). Para obtener una muestra representativa de todos los grados escolares, se trabajó con al menos un curso de cada grado escolar. El muestreo fue probabilístico por conveniencia, en el cual fueron incluidos aquellos estudiantes a quienes la institución permitió. Los estudiantes completaron el instrumento en grupos de aproximadamente cuatro personas. Cada grupo fue analizado como un caso grupal. Algunos grupos estaban compuestos por hombres (masculino), otros de solo mujeres (femenino) y otros eran mixtos. No hubo criterios de exclusión. El único criterio de inclusión fue que contaran con consentimiento informado y aceptaran el asentimiento informado. A continuación, se describe la muestra por cada grupo.
Bogotá. El instrumento fue respondido por un total de 140 estudiantes de una institución pública bogotana. En la tabla 1 se detalla el número de casos por género y grado.
Tabla 1.
Reporte de número de casos grupales en Bogotá
Género/ Grado |
Masculino |
Femenino |
Mixto |
Total de casos |
6° |
2 |
3 |
4 |
9 (36) |
7° |
2 |
1 |
3 |
6 (24) |
8° |
2 |
1 |
3 |
6 (24) |
9° |
2 |
1 |
3 |
6 (24) |
10° |
2 |
2 |
4 |
8 (32) |
Total de casos |
10 (4) |
8 (32) |
17 (68) |
35 (140) |
Los números reportados entre paréntesis se refieren al número de participantes, que en promedio fueron 4 por cada grupo.
Fuente: elaboración propia.
Ibagué. Participaron 20 estudiantes de grado séptimo, noveno y décimo de un colegio público de la ciudad de Ibagué. En la tabla 2 se detalla el número de casos por género y grado.
Figura 1.
Dibujo representación de la burla
Fuente: elaboración propia
Procedimiento
Para iniciar la recolección de datos los asistentes de investigación previamente entrenados se presentaron, realizaron el asentimiento informado y posteriormente explicaron la finalidad de la actividad. Para ello se solicitó a los estudiantes organizarse en grupos de 4 personas. En el caso de los estudiantes, se le entregó a cada grupo una hoja con un dibujo con la imagen de burla seguida de la respuesta de cada pregunta mencionada arriba.
Dadas las circunstancias de la pandemia por COVID-19, la ejecución de la actividad tuvo algunas variaciones en encuentros posteriores por medios virtuales. Los instrumentos fueron adaptados por medio de la plataforma Typeforms (herramienta virtual para el desarrollo de formularios). Los asistentes de investigación solicitaban a uno de los integrantes compartir pantalla y con la participación de los otros tres estudiantes responder a cada pregunta. Si se presentaba alguna eventualidad y los estudiantes no podían compartir pantalla los facilitadores eran los encargados de compartir pantalla y completar la matriz siguiendo las instrucciones de los participantes.
Resultados
La Figura 2 muestra la nube de palabras obtenida en NVivo. Una de las palabras centrales en esta nube de frecuencia de palabras, es la de bullying. Los estudiantes de ambas ciudades tuvieron como coincidencia relacionar directamente el tema de la burla con el bullying. Así mismo, los actores que aparecen en el centro de la nube se referencian a estudiantes y profesores. Los primeros porque tienden a ser actores relevantes para el desarrollo de la situación, es decir están presentes como aquellos sujetos que se burlan de otros, como también aquellos que son víctimas de burla. De igual manera, es interesante que dentro de este escenario hay un reconocimiento a los actores involucrados de esta manera: una persona que se burla de un estudiante objetivo y otros dos, quienes apoyan al primer actor.
Figura 2.
Palabras más reportadas en el análisis en NVivo
Nvivo: Elaboración propia
Identificación problema ¿bullying es lo mismo que burla?
De sexto a once, al preguntarles a los estudiantes qué identifican que sucede, refieren que se trata de un caso de burla o bullying. Pareciera que los estudiantes entienden burla como sinónimo de bullying lo que lleva a pensar que los usos agresivos del humor pueden estar presentes de forma continua y sistemática en los casos de bullying cercanos a los estudiantes. Asimismo, son capaces de identificar los actores presentes en este tipo de casos.
Lo anterior, se observa cuando reportan la existencia de un agresor central, con mayor poder, que se acompaña de sus amigos o pareja, con quienes se burla de una víctima: “Pepito, Ramón, Héctor, Yumlay; Pepito, Ramón y Héctor son amigos y Yumalay es la víctima” (Estudiantes Ibagué, 2020); “Los que le hacen bullying al niño y el niño al que le hacen bullying” (Estudiantes Bogotá, 2020). Lo que podría indicar que, además de identificar a los actores también son capaces de identificar las relaciones que establecen entre sí los agresores para demarcar niveles de jerarquía social.
Los estudiantes agresores son identificados con propósitos distintos para estar apoyando el bullying. Ya sea por cercanía social con el agresor o, por ejemplo, por percibir que los agresores poseen más estatus como se ve a continuación: “... Pepita es la agresora principal. Brayan apoya a Natalia por ser su pareja. Camilo es otro agresor para ser aceptado en el grupo de ellos...” (Estudiantes Bogotá, 2020). Es así como el tipo de relación identificado por los estudiantes incluye un tipo de vínculo entre los agresores, ya sea de apoyo social o instrumental. Apoyo social ya sea para reafirmar un vínculo personal o instrumental para ser aceptado por el grupo.
De igual manera, en ambas ciudades y sin diferencias de edad, todos los estudiantes identifican que en la situación se busca hacer sentir mal o humillar a una persona en específico: “En esta imagen observamos que a Pedro sus compañeros le dicen cosas ofensivas y les parece gracioso ver cómo su compañera sufre” (Estudiantes Ibagué, 2020). Es así como los estudiantes describen que existe un uso hostil del humor en el que hay algunas personas que encuentran divertido denigrar a otras.
Asimismo, al momento de identificar el problema parece que lo entienden como un fenómeno de discriminación y bullying a través del humor: “3 niños cebolla, 1 niño hongo. 3 niños que se burlan de alguien diferente” (Estudiantes Bogotá, 2020); “Se están burlando y le hacen bullying, lo discriminan” (Estudiantes Ibagué, 2020). En este sentido, parece que los estudiantes identifican el escenario de la burla como bullying, aludiendo a un nivel de similitud entre ambos fenómenos. Hasta aquí se encontró cómo los estudiantes desde grado sexto a once son capaces de identificar los actores involucrados en un episodio de bullying, y lo equiparan como sinónimo de burla. Ahora, estos estudiantes no tienen una relación clara dentro de lo que reportan, no se refieren a sus propias experiencias dentro de las narraciones, sino a la de aquellos que se enmarcan sea como agresor o como víctima, es decir, posiblemente estén en el papel de observadores. En este rol, no parecen ser responsables directamente de lo que ocurre, son más bien un “público silencioso” que observa y evalúa lo que ocurre.
El problema de “ser diferente” y su relación con el humor
Los estudiantes identifican que el humor hostil es una forma de discriminación de un grupo de personas que agreden a otra quien posee características distintas al resto. Es así como se percibe que “ser diferente” es una razón, y en ocasiones, una justificación para burlarse del otro. De esta manera, es el estudiante diferente el que se percibe como excluido, fuera de las expectativas sociales y en el que recae la responsabilidad del humor. Más allá del daño que pueda experimentar. El estudiante agredido entonces, se percibe como responsable y víctima de lo que le ocurre.
Para iniciar, las razones de la burla o el bullying, concepto que los estudiantes usan de forma intercambiable, varían de acuerdo a la edad de los estudiantes, pero se sostienen en la idea de lo problemático que es “ser diferente”. En sexto y séptimo mencionan como razones para ello tener un nombre distinto: “...Sus compañeros se están burlando por el nombre de la niña” (Estudiantes Ibagué, 2020); o por percibirse como insoportables para el resto: “..el bullying se presenta cuando alguien es demasiado insoportable” (Estudiantes Bogotá, 2020); “..porque Camilo no tiene papá” (Estudiantes Ibagué, 2020). Estas características, por ejemplo, convierten a ciertos estudiantes en un blanco para los agresores. Así la responsabilidad recae en el estudiante víctima, al que se le otorgan características relacionadas con su nombre, conformación familiar, o su temperamento, los cuales, no concuerdan con las expectativas sociales del grupo en cuestión. Por ende, estas características identificadas se usan como una especie de radar para usar el humor en contra de ciertos estudiantes por parte de otros, quienes se convierten en perpetradores del castigo “merecido” que conlleva ser diferente.
En octavo las respuestas son más generales y hacen referencia a las características diferentes de unos estudiantes sobre otros. Sin especificar con mucha precisión a qué se refieren cuando hablan de ser diferente: “Que le hacen bullying por ser diferente” (Estudiantes Bogotá, 2020). Sumado esto, los estudiantes reportan que se excluye a alguien por ser diferente, sino que además, es el grupo el que decide no aceptar esta diferencia. Es decir, el proceso de rechazo tanto como de aceptación dentro de un grupo es una elección: “Le hacen bullying por ser diferente a los demás, no lo aceptan como es” (Estudiantes Bogotá, 2020).
En noveno, se refiere que son las características físicas las que llevan a que una estudiante sea rechazada por otros: “A alguien le hacen discriminación por su tipo de pelo” (Estudiantes Ibagué, 2020). En noveno, décimo y once las respuestas arrojadas coinciden con octavo, en que no especifican el tipo de diferencia al que se refieren, pero agregan un componente adicional y son las consecuencias de la burla a nivel psicológico y afectan la salud mental de la víctima: “Lo que está pasando es que se burlan por la diferencia que le ven los tres compañeros y puede llegar a un problema de depresión y suicidio” (Estudiantes Ibagué, 2020); “..Que es diferente y no lo quieren por eso” (Estudiantes Bogotá, 2020); “...es un caso de Bullying y matoneo y exclusión hacia su compañera al punto de hacerla sentir mal, que hace que tenga problemas de autoestima, inseguridad y amor propio” (Estudiantes Ibagué, 2020).
Gestión de la burla en la escuela
Frente a las formas para resolver o gestionar las agresiones relacionadas con el bullying, los estudiantes de todos los grados señalan la importancia de que los profesores, psicólogos o directivos intervengan siguiendo el conducto regular, dejan por fuera su rol de forma explícita o el de estudiantes pares dentro de esta resolución: “En muchos casos intervienen los docentes, ayudando a solucionar el problema hablando con los directivos y con el compañero atacado para que no lleguen a un problema más fuerte”(Estudiantes Ibagué, 2020); “Son los profesores los que intervienen” (Estudiantes Bogotá, 2020); “Intervienen los profesores para arreglar el problema y si no se da una solución se lleva a otras personas profesionales para arreglar el problema puede ser la psicóloga o el rector del colegio” (Estudiantes Ibagué, 2020).
Así mismo, sugieren que, las formas de intervenir dentro de este tipo de situaciones no deberían dejarse en el conducto actual, sino que tendrían que incluir otras estrategias como la reflexión sobre lo ocurrido, acudir a las familias de los agresores, o sanciones de varios días: “Lo mejor es citar al acudiente para que hablen con sus hijos” (Estudiantes Ibagué, 2020); “Llamar a los padres, avisar a los profesores, sanción de tres días y charla con el psicólogo” (Estudiantes Ibagué, 2020); “Llamar a los padres de los abusadores”; “deberían hacer charlas para concientizar a los estudiantes de la situación tan grave que puede haber..” (Estudiantes Ibagué, 2020).
Adicionalmente, solo los estudiantes de décimo y once refieren la importancia de que “si los docentes se enfocan más en el bullying ellos mismos podrían tener más seguridad para intervenir con los atacantes y preguntar qué es lo divertido de hacer sentir mal al otro”; “Los padres, profesores y otros estudiantes que sean buenos” (Estudiantes Ibagué, 2020). Esto evidencia una diferencia relevante, ya que entre más jóvenes parecen ser los estudiantes poseen una percepción menor de tener la capacidad para cambiar o mejorar la situación por sí solos. Lo que va cambiando a medida que crecen e incluso sugieren la participación de pares dentro de los episodios de agresión como se vio.
Es así como la diferencia parece volver más vulnerable a ciertos estudiantes que otros. Ya sea por características físicas, identitarias o psicológicas que no se ajustan a las expectativas del grupo normativo y se utilizan como justificación para utilizar el humor hostil. Este termina siendo una forma de comunicar y expresar rechazo, pero también, un ajuste social hacia lo normativo reafirma jerarquías y, podría disminuir la confianza porque le comunica a los estudiantes que no pueden “ser aceptados por quienes son”.
Discusión y conclusiones
Este estudio tuvo como objetivo evaluar los usos del humor hostil en dos instituciones públicas colombianas. Independientemente de la ciudad o la edad, los estudiantes reportaron que el humor hostil, en especial la burla, era usado por unos estudiantes con más poder contra otros considerados diferentes según las expectativas sociales. Varios estudiantes asociaron de forma natural una situación de burla con el matoneo escolar, lo cual sugiere, que es común que la burla se de en un contexto de matoneo y que no se limita a un episodio aislado.
Los resultados sugieren que el humor hostil es una herramienta que unos alumnos utilizan contra otros para controlar su comportamiento y hacerlo más acorde con las normas y expectativas, como Horowitz et al. (2004) señala. Los estudiantes reportaron explícitamente que la burla era usada contra aquellos estudiantes que son percibidos como diferentes, como Horowitz et al. (2004) y Sweeting y West (2001) mencionan. Aunque los estudiantes mencionaron algunas características como el nombre, la personalidad o la familia como diferencias que llevan a la burla, principalmente hubo ambigüedad en cuáles son estas características. Futuros estudios pueden profundizar en estos aspectos. La principal función reportada fue la de poder, según las categorías de Strong (2013). El humor hostil es usado principalmente por estudiantes con más poder o status que quieren marginar a otros y mantener las jerarquías sociales, lo cual concuerda, con que sea usado principalmente dentro de patrones de matoneo escolar. El humor hostil en los escenarios escolares reafirma jerarquías, fomenta la discriminación y disminuye la confianza de percibir que se tiene la posibilidad de intervenir a menos de que sea profesor o directivo de la institución.
Frente al uso del humor hostil, en especial la burla, se pueden encontrar semejanzas y diferencias teniendo en cuenta la variación de los grados escolares y las etapas de desarrollo de los estudiantes. En el caso de los estudiantes de sexto y séptimo, se puede evidenciar que no hay una claridad concreta sobre el término burla o bullying ya que lo utilizan de forma intercambiable. Así mismo, el causante de la burla puede deberse a aspectos identitarios como puede ser el nombre, núcleo familiar, o temperamento que no van acorde a las expectativas del grupo. Aspecto que se puede relacionar con lo planteado por Horowitz et al. (2004) o Sweeting y West (2001), coincidiendo que son estos elementos los que ponen a los estudiantes en riesgo de recibir burla o bullying.
En el caso de octavo, el eje principal para la presencia del humor hostil radica en las características diferentes de unos estudiantes sobre otros, y en la exclusión de otro por ser diferente tratándose de un rechazo voluntario y selectivo por parte del grupo. Tal como plantean Strong (2013), Odenbring y Johansson (2021) en la utilización del humor como poder para disminuir y marginar a alguien, o para construir jerarquías entre diferentes grupos.
En noveno, se puede notar que el eje para ejercer burla hacia alguien está determinado por las características físicas que además impulsan al rechazo de la persona. Diferente a lo encontrado en los grados décimo y once, donde se puede ver coincidencia en las respuestas con octavo y noveno, pero se agrega el componente de las consecuencias psicológicas y de salud mental al ser expuestos a la burla. Hallazgo que puede relacionarse con lo descrito por Di Cioccio (2001) ya que se impulsa la motivación agresiva como objetivo para disminuir la confianza en sí mismo, dañar la propia imagen, molestar, avergonzar y herir a los demás.
Este es uno de los primeros estudios que evalúa cómo los alumnos suelen abordar las situaciones de humor hostil. Al respecto, los estudiantes en general mostraron una falta de empoderamiento o capacidad para abordar estas situaciones. Ellos mencionan que son los adultos figuras de autoridad (profesores y psicólogos) los que suelen abordar estas situaciones. No obstante, principalmente en grados mayores, los estudiantes mostraron consciencia sobre las consecuencias psicológicas y la capacidad de que ellos puedan intervenir. Los estudiantes pueden razonar que el ser diferente no es un motivo para aceptar las intimidaciones y las burlas; por lo que es importante trabajar en intervenciones que integren a los estudiantes en el abordaje de la burla.
El presente estudio tuvo algunas limitaciones en los resultados que dificultan la interpretación de los resultados. El instrumento y la metodología fueron bastante estructurados, por lo que no se profundizó en aspectos de las respuestas de los estudiantes; por ejemplo, cuáles son las características consideradas “diferentes” que llevan a la burla. Futuros estudios pueden usar entrevistas semi-estructuradas o grupos focales para profundizar. A pesar de que hay una clara relación entre burla y matoneo escolar, el instrumento no permitió evaluar directamente qué tanto la burla hace parte del matoneo escolar, y evaluar otros usos del humor hostil. Futuros estudios pueden usar diferentes imágenes o situaciones en las que los personajes tengan cierto estatus o relación (por ejemplo, que sean amigos de la víctima de la burla).
Esto, relacionado también con el papel que juegan los estudiantes al presenciar burlas o bullying en contra de sus compañeros y permanecer como espectadores y no agentes de intervención. Si bien culturalmente se promueve el vivir de forma pacífica y en paz al no involucrarse en conflictos externos, esta indiferencia tiende a reforzar el papel de los agresores; así mismo, está determinada por lo que se ha llamado “la cultura del silencio”, para evitar caer en el señalamiento de soplón. Sin embargo, la indiferencia inmoviliza, aliena y deshumaniza a la persona (Carozo, 2015). Por este motivo, resulta importante que futuros estudios tengan en consideración el papel que juegan los espectadores al no intervenir en situaciones de burla o bullying en contra de sus compañeros; teniendo en cuenta el porqué de su papel y qué implicaciones tiene este en las relaciones interpersonales dentro de la convivencia escolar.
Los hallazgos de este estudio contribuyen en el diseño de programas o estrategias de intervención para la reducción de la violencia escolar, al igual que otros estudios muestran que la burla o el humor hostil son precursores de formas de agresión más intensas como el matoneo escolar (Johannessen, 2021; Macklem, 2003; Vessey et al., 2003); por lo cual, es necesario intervenir o trabajar sobre la burla y el humor hostil y no pasarlos por inofensivos. Las intervenciones para abordar el humor hostil deben comenzar con una evaluación de cómo este es usado en el contexto; por ejemplo, pueden invitar a los estudiantes a reflexionar y discutir sobre los desencadenantes y el abordaje escolar de la burla (Ramírez et al., 2022).
Toda situación de humor hostil debe ser abordada como un conflicto que afecta la convivencia escolar pacífica, por lo que sus intervenciones deben ser desde diferentes niveles y fomentando diversas habilidades como la gestión emocional, la toma de perspectiva, el cuestionamiento de creencias, la asertividad y la resolución de conflictos (Urbano et al., 2021). El abordaje de la burla comienza con enseñar a las personas cuando una burla hace parte del matoneo y qué respuestas se pueden dar para neutralizar (Macklem, 2003; Scarpaci, 2006). Además, entrenar a los observadores para que detengan o desincentiven la burla puede ser una buena estrategia (Midgett et al., 2017; Padgett y Notar, 2013; Salmivalli, 2014), e implementar estrategias de mediación entre pares (Urbano et al., 2021).
Referencias
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La presente investigación buscó establecer la relación existente entre las características de internalización (ansiedad, depresión, ansiedad social, quejas somáticas, sintomatología postraumática y obsesión-compulsión), externalización (problemas de atención, hiperactividad-impulsividad, problemas de control de la ira, agresión, conducta desafiante, problemas de conducta y conducta antisocial de los individuos) y la desesperanza, donde la etapa de la adolescencia constituye una serie de cambios esenciales entre la culminación de la niñez para empezar la adultez, se determina por transformaciones en ámbitos biológicos, psicológicos y conductuales; estas se deben considerar como una edad crítica, puesto que dichos cambios afectan la vida personal y social, además, que dependen de las experiencias adquiridas en la infancia y de las circunstancias que los rodea en el momento (Almonte et al., 2003).
Este período de transición puede tener cambios tan abruptos en cuanto al desarrollo del individuo, genera diversos problemas dado que, si no existe una buena maduración mental, afectiva y emocional, se presentan dificultades en la adaptación de la persona, lo que puede terminar en rechazo a la autoridad parental, problemas sociales y académicos, problemas depresivos, e incluso conductas suicidas. Por la inhabilidad de enfrentar los cambios psicosociales que ocurren durante este período, como resultado de este desequilibrio, se encuentra que en gran parte de los adolescentes, estas conductas desadaptativas e incluso autodestructivas, son usadas como mecanismos de respuesta frente a la no adaptación del cambio (Berger, 2007).
Es así como se debe realizar una correlación con aspectos importantes con los que el individuo se vea permeado, como lo serían su ámbito familiar y el apoyo de los padres, la escuela y la comunidad en general en la que el joven se desenvuelva y, de esta manera, se podrá analizar de manera positiva o negativa el desarrollo del mismo. Si el desarrollo es positivo, tienden a ser personas con características y rasgos específicos en conjunto con el desarrollo afectivo en su ambiente; sin embargo, si es contrario su desarrollo, es decir, de manera negativa, su bienestar físico y mental se verá involucrado y tenderán a un desequilibrio en ambos aspectos de su vida, los cuales pueden desencadenar complicaciones como homicidios, suicidios o accidentes generalizados (Berger, 2007).
Cuando se habla de conductas internalizantes y externalizantes, se habla de aquellos problemas psicopatológicos que afectan la funcionalidad del individuo. Los problemas de internalización incluyen aquellas alteraciones de tipo emocional propias de los trastornos de ansiedad y depresión y, los problemas externalizantes incluyen problemas relacionados con comportamientos disruptivos, que suelen provocar conflictos en la interacción del individuo con su entorno, desatando problemas a nivel conductual y comportamental, que pueden desencadenar en trastornos de conducta y problemas de personalidad (Alarcón y Bárrig, 2015).
Para hablar de los trastornos mentales se debe mencionar que existe una manifestación distinta de cada uno de ellos, pero que en general es una combinación de alteraciones de pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás, que pueden llevar a un desajuste psíquico y que puede generar desesperanza en el individuo, ya que esta tiene una estrecha relación con la emoción y el comportamiento, debido a que las manifestaciones de rabia, tristeza, angustia, implican que hay aspectos desestabilizantes en el individuo y que pueden terminar desencadenando conductas negativas (Beck et al.,1974).
La desesperanza es esa atribución que hace el ser humano de manera negativa sobre causas, consecuencias e implicaciones de sucesos vitales negativos, por lo que se considera que la desesperanza es un factor de vulnerabilidad para los pensamientos suicidas; es como el primer paso para llegar a generar conductas negativas, debido a que las atribuciones que se hacen de los sucesos son negativos y por fallas de sí mismo; a menudo hay interpretaciones fatalistas y pensamientos de que nada de lo que está ocurriendo tiene solución y seguirá pasando en el futuro (Calvete et al., 2008).
Metodología
Tipo de investigación
Es una investigación cuantitativa no experimental, por lo tanto, no se busca manipular la naturaleza de las variables, sino que se observa el fenómeno tal y como se da en el contexto natural (Hernández et al., 2014).
Diseño
Con un diseño transeccional -correlacional, lo que indica que es una medida tomada en un solo momento donde se busca describir la relación directa entre más de una variable establecida en dicha investigación, en este caso se busca correlacionar las variables de desesperanza, internalización y externalización y determinar si existe o no una relación entre las mismas (Hernández et al., 2014).
Población y muestra
Adolescentes de 17 y 18 años de instituciones de educación media, tecnológica y universitaria de Armenia Quindío, bajo confiabilidad del 95% y error máximo permisible del 10%; la muestra estuvo conformada por 76 adolescentes.
Aspectos ético legales
Esta investigación se encontró enmarcada desde diferentes leyes que rigen el quehacer psicológico y profesional y propenden por el bienestar integral de los individuos, y así mismo se tuvo un consentimiento y un asentimiento que debía estar diligenciado por los padres de los menores de edad y el asentimiento que debía ser firmado por los participantes.
Instrumentos
Los datos se recolectaron mediante dos instrumentos: la Escala de Desesperanza de Beck. Cuestionario autoaplicado, creado y estructurado por Beck et al. (1974); posteriormente, adaptada por los españoles. Tiene 20 ítems, el tiempo de aplicación oscila entre 5 a 10 minutos. Fue implementado para personas entre 17 y 80 años de edad. Esta escala tiene como objetivo evaluar, desde un punto de vista subjetivo, las expectativas negativas que una persona tiene sobre su futuro y su bienestar (en qué medida es pesimista un individuo), así como su habilidad para salvar las dificultades y conseguir el éxito en su vida (Beck et al., 1974).
Asimismo, la prueba establece unos niveles de riesgo, los indicadores de evaluación están expuestos de manera que la escala arroja datos específicos para la identificación del nivel que la persona puede padecer bajo la premisa del suicidio, como puede verse en la Tabla 1.
Tabla 1
Niveles de riesgo
Riesgo |
Puntaje |
|
Bajo (0-8) |
Ninguno o mínimo |
0-3 |
Leve |
4-8 |
|
Alto (9-20) |
Moderado |
9-14 |
Alto |
15-20 |
|
Fuente: elaboración propia. |
Por otro lado, se utilizó el Sistema de Evaluación de Niños y Adolescentes SENA, construido por Fernández-Pinto, et al. (2015), el cual permite la recolección de información desde diferentes ámbitos, personal, familiar y escolar; se encuentra constituido por nueve cuestionarios los cuales están divididos en: cuestionario Infantil de 3 a 6 años, Primaria de 6 a 12 años y Secundaria de 12 a 18 años. Cada cuestionario consta de un número de ítems; en el caso del autoinforme se encuentra que las preguntas oscilan entre 77 y 188 preguntas; en el de padres, el número total de ítems está entre 122 y 141; y, el de docentes, entre 129 y 154 preguntas. El cuestionario SENA permite valorar, desde diferentes perspectivas, las conductas del evaluado; por su enfoque multidimensional se logra la evaluación de un amplio conjunto de conductas mediante las escalas de problemas, de vulnerabilidad y de recursos personales.
La escala de problemas es el cuerpo central de la prueba SENA, allí se evalúan problemas psicológicos que alteran el funcionamiento integral del individuo y las posibles dificultades de adaptación en uno o varios de sus entornos principales de desarrollo. La escala de problemas se divide en conductas de tipo Internalizante, donde se evalúan la Depresión (DEP), Ansiedad (ANS), Ansiedad Social (ASC), Quejas somáticas (SOM), Sintomatología postraumática (PST) y Obsesión-compulsión (OBS) y, conductas de tipo Externalizante, donde se evalúa Inatención (ATE), Hiperactividad-impulsividad (HIP), Problemas de control de la ira (IRA), Agresión (AGR), Conducta desafiante DES) y Conducta antisocial (ANT).
Dentro de la escala de vulnerabilidad se evalúan aquellas características que pueden favorecer la aparición de algunos trastornos empeorando el pronóstico y, por último, se habla de la escala de recursos psicológicos o personales, escala que permite identificar los puntos fuertes y positivos con los que cuenta el individuo. Adicionalmente, cuenta con una escala de control que ayuda al profesional a determinar si las respuestas son fiables y válidas o, si por el contrario, la información está distorsionada o carece de veracidad
Procesamiento de datos
Se utilizó estadística descriptiva de medidas mínimas, máximas, medias y desviación estándar para cada una de las variables buscando analizar el rendimiento general de los participantes en las características de internalización, externalización y desesperanza; fortuitamente se utilizó la medida de dispersión y el método de correlación de Pearson por medio del programa estadístico STATGRAPHICS, con el fin de determinar si existía una relación entre las variables trabajadas y dar respuesta a la pregunta de investigación.
Resultados
Dando respuesta a los objetivos planteados en la investigación, se muestran a continuación los resultados obtenidos por medio de los instrumentos. Mediante el instrumento SENA se logró recolectar información de tres tipos de fuente: autoinforme, escuela y familia, lo que permitió contrastar las variables propuestas en un inicio (Internalización y Externalización) desde diferentes perspectivas. Adicional a esto, se muestran los resultados obtenidos de la prueba de Desesperanza de Beck. Finalmente, se exponen las correlaciones entre ambas variable. Dentro del análisis de resultados también se logró determinar los índices globales que permiten resumir en una única puntuación el nivel de problemas que puede estar enfrentando un individuo; de igual forma, se muestran los factores de riesgo más persistentes desde las tres miradas: padre, docente y adolescente.
La Tabla 2 muestra la distribución de los participantes considerando las variables sexo y edad conjuntamente, el siguiente estudio contó con una muestra poblacional de 76 sujetos de diferentes instituciones de la ciudad de Armenia, distribuidos en edades de 17 y 18 de los cuales 52 son mujeres y 24 son varones; en la distribución de edades se encuentra que 46 corresponden a la edad de 17 años y 30 a la edad de 18 años.
Tabla 2
Datos sociodemográficos
Característica |
Frecuencia |
|
Edad |
17 |
46 |
|
|
|
Género |
|
|
Varón |
24 |
|
|
|
|
Fuente: elaboración propia |
En cuanto a la Desesperanza, se conformaron cuatro grupos de riesgo: Ninguno/mínimo, Leve, Moderado y Alto. De acuerdo con esto, se encontró que el 71,05% de los sujetos se ubicó en un rango de 0-3 lo que significa que no hay presencia de riesgo, el 27,63% en un rango de 4-8 con riesgo leve y, por último, el 1,32% de los evaluados se ubicó en un nivel de riesgo moderado. Esta información permite determinar que gran parte de la población presenta un riesgo mínimo, por lo tanto, no presenta expectativas negativas sobre el futuro y su bienestar. Por otro lado, se logró establecer que 22 de los evaluados pueden estar presentando características de embotamiento emocional y un autoconcepto negativo (rangos de 4-8 y de 9-14), lo que genera en el individuo una falla en la integración de las experiencias exitosas. En la Tabla 3 se muestra la distribución de frecuencias del nivel de desesperanza.
Tabla 3
Distribución de frecuencias del nivel de desesperanza
Rango |
Frecuencia |
% |
Riesgo |
0 – 3 |
54 |
71,05 |
Ninguno/mínimo |
4 – 8 |
21 |
27,63 |
Leve |
9 – 14 |
1 |
1,32 |
Moderado |
15– 20 |
0 |
0,00 |
Alto |
Total |
76 |
100 |
|
Fuente: elaboración propia |
Por otro lado, en la Tabla 4 se muestran los resultados obtenidos en los índices globales del autoinforme, logrando así resumir el nivel de problemas que presenta la persona evaluada. Los valores que se ubican en el nivel descriptivo por debajo de 39 puntos se entienden como posibles dificultades en el desarrollo de la habilidad, en este caso, el 6,58% de los adolescentes evaluados presentó deficiencia en el desarrollo de habilidades emocionales, puesto que no lograban gestionar sus emociones de manera positiva, el 9,21% tuvo problemas en el desarrollo de la conducta, el 6,58% en funciones ejecutivas, lo que implica deficiencia a la hora de regular el propio comportamiento. Del mismo modo, se observó que el 18,42% de los evaluados presentó puntuaciones por debajo de 39 en relación con problemas contextuales lo que indica que la persona evaluada se sentía respaldada y apoyada por su entorno familiar. Finalmente, en cuanto al autoinforme se encontró que, en relación al manejo de recursos personales, el 14,47% de los evaluados presentó menores grados de fortaleza ante las dificultades, baja inteligencia emocional y mayor tendencia a presentar problemas de tipo emocional y comportamental.
Tabla 4
Distribución de frecuencias índices globales autoinforme
Autoinforme |
||||||||||
Puntaje T |
Emo |
% |
Con |
% |
Eje |
% |
Ctx |
% |
Rec |
% |
Rango |
Frecuencia |
|||||||||
39 |
5 |
6,58 |
7 |
9,21 |
5 |
6,58 |
14 |
18,42 |
11 |
14,47 |
40-59 |
52 |
68,42 |
57 |
75 |
56 |
73,68 |
53 |
69,74 |
54 |
71,05 |
60-69 |
8 |
10,53 |
7 |
9,21 |
8 |
10,53 |
7 |
9,21 |
11 |
14,47 |
70-79 |
10 |
13,16 |
5 |
6,58 |
6 |
7,89 |
2 |
2,63 |
0 |
0,0 |
80-110 |
1 |
1,32 |
0 |
0,0 |
1 |
1,32 |
0 |
0,0 |
0 |
0,0 |
Total |
76 |
76 |
76 |
76 |
76 |
|||||
Fuente: elaboración propia |
Además, se encontró que gran parte de los adolescentes evaluados están dentro de lo normativo y esperado para la edad, puntaje T (40-59), lo que indica que el 68,42% de los evaluados reconocen y logran gestionar de manera positiva sus emociones, el 75% no presentan problemas relacionados con la conducta, el 73,68% tienen mayor manejo en el control y regulación de las respuestas emocionales, mayor flexibilidad cognitiva, lo que le permite tener mejor capacidad para actuar de manera eficaz y buscar alternativas adaptadas a la necesidad de cada momento, tienen la capacidad para dirigir su atención y gran capacidad para planificar. El 69,74% presentó un buen ajuste y adaptación al contexto y el 71,05% tiende a tener una valoración positiva de sí mismo y un buen ajuste personal. Cabe resaltar que la gran mayoría de los adolescentes evaluados no presentan algún tipo de riesgo inminente en estas variables.
Ahora bien, luego de analizar los puntajes bajos y aquellos que se encontraron dentro de la media, es importante mencionar y hablar de los puntajes que estuvieron una o más desviaciones típicas por encima de la media (puntuación T de 60- 110), lo que muestra un alto nivel de preocupación, dado que está manifestando un amplio rango de problemas o dificultades que se traducen en posibles patologías. Para el caso se encontró que el 25,01% de la población evaluada presentaba sintomatología ansioso-depresiva, posiblemente acompañada de un afecto negativo o un estado anímico disfórico; por otro lado, el 15,79% de los adolescentes presentó problemas de comportamiento disruptivo, lo que provoca dificultades en el manejo de las relaciones interpersonales; el 19,74% presentó dificultades relacionadas con varios componentes de las funciones ejecutivas, entre las cuales pueden encontrarse problemas para controlar y dirigir la atención, dificultades para controlar su comportamiento e inhibir respuestas lo que se traduce en impulsividad, dificultades para adaptar el comportamiento a diferentes contextos, generando así mayor rigidez e inhibición de respuestas automáticas y mayor dificultad en la regulación de los estados emocionales.
En cuanto a los índices de problemas contextuales, se encontró que el 11,84% de los adolescentes presentaba un alto grado de desajuste y desadaptación del contexto, es decir, probablemente el adolescente observaba su contexto familiar y escolar como una fuente de tensión e incomprensión por lo que no evidenciaba un apoyo, sino que veía su entorno mucho más hostil. Por último, se encontró que el 14,47% de los adolescentes presentaba un buen nivel de adaptación personal y social, es decir, manejaba un buen nivel de autoestima, satisfacción consigo mismo y valoración positiva de su vida, logrando relacionarse eficazmente con los demás.
A continuación, se muestra la distribución de frecuencias de las variables de internalización y externalización desde la perspectiva del adolescente. En relación a los problemas internalizantes, la Tabla 5 muestra que la mayoría de la población estaba dentro del rango esperado (40-59) puntaje T, lo que significa que no hay presencia de sintomatología patológica, que altere el comportamiento del individuo y sus esferas del funcionamiento.
Tabla 5
Distribución de frecuencias de nivel de internalización autoinforme
Internalización |
||||||||||||
Puntaje T |
Dep |
% |
Ans |
% |
Asc |
% |
Som |
% |
Pst |
% |
Obs |
% |
Rango |
Frecuencia |
|||||||||||
39 |
8 |
10,53 |
16 |
21,05 |
10 |
13,16 |
10 |
13,16 |
3 |
3,95 |
2 |
2,63 |
40-59 |
48 |
63,16 |
41 |
53,95 |
55 |
72,37 |
48 |
63,16 |
48 |
63,16 |
48 |
63,16 |
60-69 |
15 |
19,74 |
13 |
17,11 |
6 |
7,89 |
7 |
9,21 |
14 |
18,42 |
20 |
26,32 |
70-79 |
2 |
2,63 |
6 |
7,89 |
3 |
3,95 |
5 |
6,58 |
9 |
11,84 |
1 |
1,32 |
80-110 |
3 |
3,95 |
0 |
0 |
2 |
2,63 |
6 |
7,89 |
2 |
2,63 |
5 |
6,58 |
Total |
76 |
76 |
76 |
76 |
76 |
76 |
||||||
Fuente: elboración propia. |
Por otro lado, en cuanto a los valores superiores a 59 puntaciones T, en este caso (60-110) se encontró que los adolescentes podrían estar presentando problemas sintomatológicos cercanos a una patología, en cuanto a la escala de Depresión (DEP) se obtuvo un porcentaje del 26,32%, esta escala indica la presencia de manifestaciones de tipo depresivo expresadas mediante un estado de tristeza, o irritabilidad, la falta de placer o disfrute de actividades cotidianas, sentimientos de inutilidad, culpa o desesperanza y en los casos más graves presencia de pensamientos relacionados con la muerte y el suicidio e incluso trastornos psicóticos. Para la escala de Ansiedad (ANS) se encontró un porcentaje del 25% lo que indica posibles manifestaciones de tipo ansioso, preocupaciones recurrentes y manifestaciones fisiológicas severas en los adolescentes con posibles dolores musculares, dificultades para dormir y descansar, sudoración excesiva, sensación de ahogo e incluso molestias intestinales; para la escala de Ansiedad social (ASC) se encontró que el 14,47% de los evaluados presentaba manifestaciones ansiosas ligadas a situaciones sociales e interpersonales expresadas en incomodidad, nerviosismo, inseguridad, tensión e incluso activación fisiológica, generando que el adolescente se exponga o interaccione con el otro.
Otro factor importante en cuanto a los problemas internalizantes es la escala de Quejas somáticas (SOM), donde se evidenció que el 26,68% se encontraban presentando molestias o síntomas físicos como posibles dolores de cabeza, mareos o cansancio, relacionado con posibles alteraciones emocionales; en relación a la sintomatología postraumática se encontró un porcentaje del 32,89% de la población evaluada, lo que indica posible presencia de altos índices de estrés, percepción de peligro, estado de alerta e incluso síntomas disociativos desrealización y despersonalización. Por último, dentro de los problemas internalizantes se encontró la escala de obsesión- compulsión; en relación a esta se pudo establecer que el 34,22% presentaba un riesgo elevado para la presencia de un trastorno obsesivo compulsivo.
En cuanto a las escalas de problemas exteriorizados (Tabla 6), se evidenció que la mayoría de los adolescentes evaluados estaban dentro de un rango, pero existe un pequeño porcentaje de la población que se encontró en condiciones de riesgo, por lo tanto, se hace un mayor énfasis en la descripción estadística; para el caso se tiene que en la escala de Problemas de atención (ATE) el 11,84% de los evaluados presentaron dificultades para mantener, regular y dirigir su atención; en la escala de Hiperactividad-impulsividad), el 18,42% de los adolescentes presentaron posibles problemas de actividad motriz excesiva, problemas en la inhibición de la conducta y de adaptación al contexto. En cuanto a los Problemas de control de ira (IRA) el 21,04% de los adolescentes, en algún momento de su vida, pudo experimentar frecuentes explosiones de ira manifiestas en gritos, enfados, golpes y bajo control emocional; componente que se encuentra acompañado de la escala de Agresión, donde el 19,74% de la población manifestó presencia de posibles conductas de agresión grave a otras personas, problemas de baja empatía y crueldad hacia los demás. Finalmente, se encontró que en relación a las escalas de Conducta desafiante y Conducta antisocial se obtuvo un porcentaje de 3,95% y 13,15% respectivamente, lo que se traduce en problemas que indican posible presencia de comportamiento desafiante y desobediente con padres, profesores o adultos, que va en contra de la norma y que puede terminar en actos vandálicos y delictivos e incluso en autoagresión, dado que no inhiben comportamientos ni miden riesgos.
Tabla 6
Distribución de frecuencias de nivel de externalización autoinforme
Externalización |
||||||||||||
Puntaje T |
Ate |
% |
Hip |
% |
Ira |
% |
Agr |
% |
Des |
% |
Ant |
% |
Rango |
Frecuencia |
|||||||||||
39 |
9 |
11,84 |
2 |
2,63 |
8 |
10,53 |
0 |
0 |
4 |
5,26 |
0 |
0 |
40-59 |
58 |
76,32 |
60 |
78,95 |
52 |
68,42 |
61 |
80,26 |
69 |
90,79 |
66 |
86,84 |
60-69 |
7 |
9,21 |
12 |
15,79 |
6 |
7,89 |
10 |
13,16 |
2 |
2,63 |
4 |
5,26 |
70-79 |
2 |
2,63 |
2 |
2,63 |
6 |
7,89 |
5 |
6,58 |
1 |
1,32 |
4 |
5,26 |
80-110 |
0 |
0 |
0 |
0 |
4 |
5,26 |
0 |
0 |
0 |
0 |
2 |
2,63 |
Total |
76 |
76 |
76 |
76 |
76 |
76 |
||||||
Fuente: elaboración propia. |
En cuanto a la aplicación de la prueba SENA, no solo se logró establecer la relación existente entre las variables de internalización y externalización, sino que también se logró observar algunos factores de riesgo a los que posiblemente se veían expuestos los adolescentes y, que muchas veces no eran visibles para el núcleo social que los rodeaba; si bien es cierto, la gran mayoría de los resultados se encontraron dentro de la media, no deja de ser menos importante ahondar en aquellos que no superaron la media establecida o, que por el contrario, sobrepasaron el rango esperado. En la Tabla 7 se logró evidenciar desde la percepción del adolescente los riesgos a los que este se veía expuesto. De acuerdo a los ítems críticos arrojados por el autoinforme se encuentra que existe un alto porcentaje en relación a sensación de peligro y alerta (28,88%), alteraciones del pensamiento y la percepción (28,88%) y falta de apoyo social (22,04%), seguido de indicadores inespecíficos de problemas (15,2%) y riesgos relacionados con la imagen corporal y la conducta alimentaria (12,92%), factores de riesgo que se contrastan con las posibles conductas internalizantes y externalizantes experimentada por los adolescentes.
Tabla 7
Ítems críticos identificados en auto informe
No. |
Ítems críticos identificados en auto informe |
Frecuencia |
Porcentaje |
1 |
Riesgo de autolesión |
20 |
15,2 |
2 |
Estresores traumáticos |
17 |
12,92 |
3 |
Sensación de peligro y alerta |
38 |
28,88 |
4 |
Petición de ayuda |
14 |
10,64 |
5 |
Riesgo de agresión o daño a otros |
9 |
6,84 |
6 |
Riesgo de conducta antisocial |
22 |
16,72 |
7 |
Abuso de sustancias |
13 |
9,88 |
8 |
Alteraciones del pensamiento o la percepción |
38 |
28,88 |
9 |
Sensación de pérdida de control |
15 |
11,4 |
10 |
Riesgo en el entorno familiar |
20 |
15,2 |
11 |
Riesgo de acoso escolar |
10 |
7,6 |
12 |
Falta de apoyo social |
29 |
22,04 |
13 |
Riesgos relacionados con la imagen corporal y la conducta alimentaria |
17 |
12,92 |
14 |
Indicadores inespecíficos de problemas |
20 |
15,2 |
15 |
Sentimientos de culpa |
10 |
7,6 |
16 |
Sin alerta |
16 |
12,16 |
Fuente: elaboración propia. |
Con relación a la escuela, se observó dentro de los ítems críticos que el 29,64% corresponde a falta de apoyo, el 16,72% corresponde a riesgo de conducta antisocial, factor externalizante que en la mayoría de los casos es percibido por el exterior y no por el mismo individuo, información que se evidencia en la Tabla 8.
Tabla 8
Ítems críticos identificados por la escuela
No. |
Factores de riesgo identificados en escuela |
Frecuencia |
Porcentaje |
1 |
Comportamiento inusual |
10 |
7,6 |
2 |
Falta de apoyo social |
39 |
29,64 |
3 |
Riesgo de autolesión |
10 |
7,6 |
4 |
Riesgo de agresión o daño a otros |
12 |
9,12 |
5 |
Indicadores inespecíficos de problemas |
4 |
3,04 |
6 |
Riesgo de conducta antisocial |
22 |
16,72 |
7 |
Riesgo de acoso escolar |
7 |
5,32 |
16 |
Sin alerta |
23 |
17,48 |
Fuente: elaboración propia. |
Adicionalmente, en la Tabla 9 se encuentran los ítems críticos evidenciados por los cuidadores del adolescente; en este caso se evidencia que el 36,48% equivale a falta de apoyo, el 19% riesgo de conducta antisocial, seguido del 15,2% riesgo de autolesión y 14,44% riesgo de agresión o daño a otros, cabe resaltar que al igual que el docente, la familia observa con mucha más frecuencia aquellas conductas de carácter externalizante.
Tabla 9
Ítems críticos identificados por la familia
No. |
Factores de riesgo identificados en familia |
Frecuencia |
Porcentaje |
1 |
Acoso escolar |
13 |
9,88 |
2 |
Abuso de sustancias |
15 |
11,4 |
3 |
Falta de apoyo social |
48 |
36,48 |
4 |
Comportamiento inusual |
11 |
8,36 |
5 |
Riesgo de agresión o daño a otros |
19 |
14,44 |
6 |
Indicadores inespecíficos de problemas |
7 |
5,32 |
7 |
Riesgo de conducta antisocial |
25 |
19 |
8 |
Riesgo de autolesión |
20 |
15,2 |
9 |
Riesgos relacionados con la imagen corporal y la conducta alimentaria |
9 |
6,84 |
10 |
Sin alerta |
10 |
7,6 |
Fuente: elaboración propia. |
Igualmente, de acuerdo a los índices globales y las variables de internalización y externalización en relación con la escuela y la familia se logró establecer la existencia de un efecto altamente significativo entre lo que ve el docente, el padre de familia y el adolescente. En cuanto a los índices globales se encontró un efecto altamente significativo en relación a los recursos personales, con un valor P (0,0051**) lo que se traduce en una alta apreciación de la escuela frente a los recursos que posee el adolescente para enfrentar situaciones adversas, la escuela sí observa el actuar del individuo y qué tanta capacidad tiene para generar estrategias, a diferencia de la familia y el adolescente que no perciben dicha capacidad, por lo tanto son significativamente iguales.
En relación a las variables de externalización se observa un efecto significativo entre las escalas de conducta desafiante (0,0130*) y conducta antisocial (0.0205*) lo que significa que el adolescente no se percibe como una persona agresiva, con un comportamiento de desafío y oposición a la norma frente a las figuras de autoridad, pero los docentes y su familia si logran identificar el actuar del evaluado, información que se contrasta con los resultados arrojados de los ítems críticos. Estos datos se resumen en la Tabla 10.
Tabla 10
Efecto estadísticamente significativo, en relación a escuela y familia.
Variable |
Valor p |
índices globales |
|
Emoción |
0.7091 |
Conducta |
0.1090 |
Funciones ejecutivas |
0.9234 |
Recursos personales |
0.0051** |
Variable Internalización |
|
Depresión |
0.2139 |
Ansiedad |
0.1624 |
Ansiedad social |
0.2550 |
Quejas somáticas |
0.9792 |
Variable Externalización |
|
Atención |
0.3130 |
Hiperactividad |
0.2996 |
Ira |
0.7312 |
Agresión |
0.3129 |
Conducta desafiante |
0.0130* |
Conducta Antisocial |
0.0205* |
Fuente: elaboración propia. |
*Efecto significativo **Efecto altamente significativo
Desde la correlación de los dos instrumentos, y de acuerdo con los datos obtenidos, se observa en la Tabla 11 que la desesperanza, si bien es cierto no presenta un valor de correlación alto, presenta un valor (p) que indica que hay presencia de una relación entre variables, bajo una confiabilidad del 95%. En relación a las variables de internalización se encuentra que existe una correlación positiva; en relación a la escala de depresión se encuentra una correlación del 0.4314**, lo que indica que a mayor número de problemas emocionales, mayores índices de desesperanza; en relación a la variable de Ansiedad y Quejas somáticas se encontró una correlación del 0.4536**, por lo tanto, se logra evidenciar que al presentar una puntuación elevada a nivel de problemas emocionales, problemas de ansiedad y somatización se traduce en altos grados negativos, y hace vulnerable al adolescente, lo que implica que su desesperanza va a aumentar y va a generar más conductas de riesgo. Así mismo, se encuentra que cuando se tienen puntuaciones elevadas en las funciones ejecutivas se generan dificultades para controlar su comportamiento e inhibir respuestas inadecuadas o ineficaces, lo cual genera un incremento en la desesperanza; a su vez, se genera en el individuo insatisfacción frente a la vida, por lo que es posible que no logre inhibir intentos frente a conductas autolesivas, ni planificar soluciones a eventos estresores. Es decir, que de acuerdo a cómo sienta, piense y actúe el adolescente se puede generar un aumento o un incremento de la desesperanza.
Tabla 11
Correlación desesperanza- internalización
DEP |
ANS |
ASC |
SOM |
||
Desesperanza |
Correlación |
0,4314** |
0,4536** |
0,2138 |
0,2448* |
Sujetos |
76 |
76 |
76 |
76 |
|
Valor P |
0,0002 |
0,0001 |
0,0001 |
0,0641 |
|
Confianza |
95% |
95% |
95% |
95% |
|
Fuente: elaboración propia. |
*Efecto significativo **Efecto altamente significativo
De acuerdo con los datos obtenidos en la Tabla 12, se evidencia que hay una correlación entre las características externalizantes y la desesperanza, se encuentra una relación existente entre las escalas de hiperactividad (HIP) y problemas de atención (ATE), lo que significa que, a mayores niveles de desesperanza, mayores problemas de concentración y atención.
Tabla 12
Correlación desesperanza- internalización
Ate |
Hip |
Ira |
Agr |
Des |
Ant |
||
Desesperanza |
Correlación |
0,3667** |
0,2718* |
0,1058 |
0,1220** |
0.1556 |
0.2111 |
Sujetos |
76 |
76 |
76 |
76 |
76 |
76 |
|
Valor P |
0,0015 |
0,0186 |
0,3594 |
0,2906 |
0.1776 |
0.0675 |
|
Confianza |
95% |
95% |
95% |
95% |
95% |
95% |
Fuente: elaboración propia.
*Efecto significativo **Efecto altamente significativa
Discusión
Esta investigación buscaba, en un primer momento, identificar las características de internalización, externalización y desesperanza de los adolescentes de 17 y 18 años de la ciudad de Armenia y, en segundo momento, determinar si existía correlación entre las mismas variables. De acuerdo con esto, se identificó que, desde la variable de internalización, existen unas escalas que determinan el comportamiento intrínseco del individuo y que en gran parte del tiempo se encuentran directamente relacionadas con componentes cognitivos, ideas y creencias irracionales, generando así que sean menos evidentes dichas conductas ya que en la mayoría de los casos no se evidencian síntomas. En cuanto a los adolescentes evaluados en la ciudad de Armenia se logró establecer que, si bien es cierto existe un porcentaje de la población que se encuentra dentro de lo normativo, existen adolescentes fuera de la media y que presentan altos niveles de depresión, ansiedad, quejas somáticas, problemas con el contexto y bajo manejo de los recursos personales.
Dentro de los adolescentes evaluados se logró establecer que el 26,32% de adolescentes presentaba problemas de tipo emocional los cuales se ven reflejados en conductas ansiosas y síntomas somáticos; según las muestras obtenidas la gran mayoría de problemas se desprenden de eventos traumáticos vivenciados, ya sea durante la infancia o la propia adolescencia. Según el estudio de Bordin et al. (2009), los factores causantes de estrés familiar, agresiones, ausencia del padre, depresión o ansiedad de la madre, pueden ser precipitantes para desarrollar conductas patológicas, de tipo internalizante.
Dentro del análisis de los resultados también se logró evidenciar que los padres desconocen de los síntomas y las dificultades que enfrentan sus hijos en el diario vivir, de acuerdo a la tabla de ítems críticos, los padres y docentes evidencian en los adolescentes conductas de agresión, de autolesión y falta de apoyo social, pero lo que no identifican es la falta de recursos personales de los que carece el adolescente y la percepción que tiene él mismo de su contexto, la necesidad de apoyo y la falta de comprensión, lo que se puede traducir en falta de comunicación familiar, regulación y control del comportamiento, apoyo afectivo e involucramiento parental de los padres con sus hijos. Según Siabato et al. (2017) cuando no se establecen vínculos parentales, los problemas de salud mental pueden aumentar generando síntomas de conductas internalizantes o externalizantes, dado que se generan problemas a nivel atencional, aumentan las conductas disruptivas, no se establecen vínculos emocionales, disminuyen los estados del ánimo y se acrecientan las conductas desadaptativas.
En este sentido, Méndez et al. (2014) estableció que la mayoría de los adolescentes presentan relaciones familiares disfuncionales, las cuales interfieren en el bajo rendimiento académico, problemas emocionales y conductuales de los adolescentes, generando conductas internalizadas como depresión, ansiedad y quejas somáticas; en relación con la investigación se estableció que en cuanto a problemas contextuales, los adolescentes no sienten el acompañamiento de sus progenitores, perciben su contexto familiar y escolar como una fuente de tensión e incomprensión donde no se le brinda el apoyo que necesitan.
En cuanto al contexto social, Bronfenbrenner (1987) plantea que el contexto de un individuo se encuentra permeado por las influencias externas, dado que siempre está en función de la socialización con el otro, su primer contacto siempre va ser con su círculo familiar, desde donde se establecen las relaciones de apego y de allí depende qué tan positivas o negativas van a ser sus relaciones a futuro.
De acuerdo a la investigación realizada por Andrade y Gonzales (2017), la influencia de los adultos juega un papel importante en la vida del adolescente, dado que las formas en que los estilos de socialización son interiorizados, determinan los diversos modos de interacción y relación de autoridad del adolescente con el ambiente exterior; la integración positiva del adolescente con el otro depende en gran medida de los estilos de crianza impartidos por los padres, la comunidad y los educadores, pues durante este estadio el adolescente se enfrenta a varios retos como lo es la conformación de su estructura de personalidad, el afianzamiento de su identidad y proyecto de vida, el desarrollo de sus habilidades y recursos para enfrentar las crisis personales y los peligros externos y la ruptura gradual de sus vínculos paternos de manera que, si hay presencia de estilos de crianza disfuncionales, es posible que se desaten conductas desadaptativas en el adolescente (Andrade y Gonzales, 2017).
Si bien es cierto, no toda la población evaluada presentó problemas de conducta, un 14,47% de la población presentó problemas a nivel conductual, lo cual se evidencia en los altos puntajes que arroja la variable de agresión, conducta desafiante, conducta antisocial. De acuerdo con Lacasa et al. (2015) la activación de emociones y sentimientos negativos productos de un apego ambivalente presentan mayor miedo al rechazo, se vuelven mucho más distantes y carecen de una visión positiva del otro, por lo tanto, suelen desatar síntomas externalizantes que se reflejan en comportamientos hostiles, desafiantes e incluso autodestructivos, buscando atraer la atención del padre y al mismo tiempo expresar ansiedad y resistencia frente a la falta de atención de sus cuidadores.
En cuanto a la variable de desesperanza se evidenció presencia de riesgo moderado con un porcentaje del 1,32%, esto significa que una parte mínima de la población ha experimentado problemas de embotamiento emocional y un autoconcepto negativo, generando fallas en la integración de las experiencias exitosas; según Quintanilla et al. (2003) cuando se tienen altos niveles de desesperanza, existe mayor probabilidad de experimentar riesgos de conductas autolesiva; estos autores plantean que los factores de tipo cognitivo, emocional y conductual son predisponentes de pensamientos y actos suicidas, información que se contrasta con la obtenida en la presente investigación; a mayor presencia de factores internalizantes y externalizantes mayor presencia de desesperanza y posible riesgo de conductas y pensamientos autolesivos. De acuerdo con lo mencionado por Beck et al. (1974), el individuo distorsiona y malinterpreta sus expectativas de modo negativo, sin una base objetiva, lo que se debe a un esquema cognitivo y unas creencias inapropiadas de su realidad; por lo tanto, los índices de desesperanza aumentan debido a la evaluación negativa que hace el individuo de sí mismo, en su estado de desesperación.
Se encontró también que la percepción que tenían los adolescentes frente a los acontecimientos de su vida, condicionaban, de una u otra forma, su conducta frente a su quehacer cotidiano, pues experimentaban sensaciones negativas que los llevaban a no encontrar alternativas de solución frente a una situación determinada, carecían de expectativas frente a su futuro y solían experimentar sentimientos de minusvalía, falta de apoyo social, altos niveles de irritabilidad; lo cual se convertía en agresiones y daños a sí mismos y a otros. Igualmente, se evidenció baja autoestima y autoeficacia e incluso alteraciones en el pensamiento y su percepción. Esta información se logró evidenciar en los ítems críticos arrojados por la prueba SENA (alto índice en los ítems de falta de apoyo, aspecto percibido por el adolescente y por sus cuidadores y maestros, problemas de autolesión). Esta información se contrasta con la obtenida en la investigación de Cortina et al. (2007) quienes expusieron que un estado de ánimo inestable, la agresividad y la impulsividad eran rasgos de personalidad que podían aumentar el riesgo suicida y la desesperanza, dado que la impulsividad era característica de conductas de alto riesgo y desinhibía el comportamiento. Estas conductas se encontraban acompañadas de agresividad, inmadurez, inestabilidad emocional, depresión, expectativas negativas del futuro y una visión desfavorable de sí mismo.
El grado de desesperanza y los altos índices en las variables internalizantes y externalizantes ya sea emocionales, conductuales o cognitivas son indicadores de posibles riesgos suicidas, según muestran diferentes investigaciones, los factores de carácter patológico son predisponentes de conductas auto lesivas. En la investigación realizada por Bahamón et a. (2019) se encontró que el riesgo suicida estaba permeado por una serie de manifestaciones derivadas en gran parte de trastornos de conducta y del estado de ánimo relacionados con las dinámicas familiares y factores de riesgo que generaban gran afectación a nivel personal, familiar y social del individuo, desatando una sensación de pérdida, angustia constante y desesperanza; dichos hallazgos se lograron contrastar con lo obtenido en esta investigación y los resultados recogidos en los instrumentos aplicados, donde se logró observar que los adolescentes con mayor riesgo presentaban, en su mayoría, problemas emocionales, de conducta y cognitivos.
Conflicto de intereses
En esta investigación no existen conflictos de intereses entre los involucrados y así mismo se debe hacer mención que fue financiada por la Corporación Universitaria Empresarial Alexander von Humboldt por medio del semillero Psicología de la salud y la actividad física.
Conclusiones
A partir de la descripción realizada de los resultados se concluyen que, si bien es cierto la mayoría de los evaluados se encuentran dentro de los rangos esperados, existe un porcentaje significativo en la población que requiere de atención; los altos puntajes adquiridos por los evaluados determina que en la población es necesario establecer medidas de prevención y promoción de manera que se puedan identificar aquellas conductas de carácter interiorizado que en la mayoría de los casos no muestran sintomatología.
Los resultados mostraron que existe una relación entre las conductas externalizantes e internalizantes en relación con la desesperanza, a mayores índices de desesperanza mayor presencia de pensamientos y conductas negativas; teniendo en cuenta que la evaluación se hizo desde una mirada multifuente y se contó con la perspectiva de los padres y los docentes también se logró establecer que, si bien es cierto los cuidadores conocen a sus hijos, en muchas ocasiones no se percatan de los problemas que este acarrea, pues se encuentran relaciones de apoyo bajas que el adolescente percibe como escaso apoyo emocional, ausencia paterna y falta de comprensión.
Finalmente, se concluye un alto índice en cuanto a las conductas auto lesivas, manifiestas por el adolescente, las cuales están acompañadas de problemas exteriorizados que se reflejan en conductas agresivas y desafiantes, como de problemas interiorizados evidenciados en problemas altamente emocionales, provenientes de eventos postraumáticos y de pensamientos negativos constantes.
Referencias
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Durante la etapa preescolar los niños comparten con otros niños de su misma edad y el juego se convierte el centro de sus interacciones. Cuando el niño experimenta el juego, ya no individual, sino, grupal, comienza también a enfrentarse a diferentes retos y situaciones que le exigen ciertas habilidades directamente relacionadas con reglas sobre habilidades sociales (Bras, 2005) como el respeto del turno, el control de los movimientos, la concentración, la atención y por supuesto la autorregulación (Gonzales-Mena y Widmeyer, 2011); además, comienzan a poner en prueba sus comportamientos, la expresión de sus emociones y sus habilidades físicas (Bras, 2005). así, el entorno le demanda al niño autocontrol y autorregulación para ser hábil socialmente, al tiempo que avanza en la comprensión y expresión del lenguaje, y en regular sus emociones hablándose a sí mismo, entender las emociones ajenas o modificar sus objetivos (Abarca, 2003). Todo esto resulta fundamental para desarrollar la personalidad y el crecimiento psicológico de los infantes y para identificar aspectos importantes relacionados con déficit en la comprensión de las propias emociones y, por ende, en la vivencia y expresión de emociones negativas.
Los niños con escasa capacidad de regulación emocional, negativa o cambiante “son menos aceptados por sus pares que los niños con habilidades sociales adaptativas” (Abarca, 2003, p. 18). Por su parte, los niños que exhiben menos manifestaciones negativas, presentan mayor capacidad atencional y capacidad de afrontamiento, conductas consideradas como las más apropiadas socialmente y de amplia aceptación por sus pares.
Este estudio se propone analizar las manifestaciones de la autorregulación emocional en actividades de juego de niños y niñas de 4 a 5 años, de una institución de educación preescolar del municipio de Armenia, Quindío, Colombia. Identificar estos comportamientos autorregulatorios en los niños bajo observación permitirá emprender acciones pedagógicas orientadas a mejorar su entorno y enriquecer sus habilidades, tanto cognitivas como sociales y emocionales, que les permitan afrontar de manera acertada las situaciones cotidianas
Metodología
Es un enfoque cualitativo con un alcance descriptivo, por cuanto se orientó a analizar las manifestaciones de la regulación emocional en actividades de juego en niños y niñas, de 4 a 5, años de una institución de educación inicial. En los estudios descriptivos “se busca especificar las propiedades, las características y los perfiles de personas, grupos, comunidades, procesos, objetos o cualquier otro fenómeno que se someta a un análisis” (Hernández et al., 2014, p. 92). Participaron ocho estudiantes (4 niñas y 4 niños), con edades comprendidas entre 4 y 5 años que asisten a una institución de educación preescolar de carácter privado. Los criterios para la selección de los estudiantes fueron: la edad: 4-5 años, la pertenencia a un mismo grupo (jardín A), en igual jornada escolar. Los padres autorizaron su participación en el estudio y firmaron el consentimiento informado.
La información se recogió a través de la observación permitiendo registrar las “impresiones” del investigador en diarios de campo o fichas creadas para tal fin, con contenidos y parámetros específicos. Con este propósito se diseñó una ficha de observación, a partir de la categoría de regulación emocional y tres de las competencias emocionales, en este caso subcategorías, propuestas por Bisquerra y Pérez (2007), relacionadas con la expresión emocional, las habilidades de afrontamiento y la competencia para autogenerar emociones positivas, así como los indicadores respectivos para valorar los comportamientos de los niños y las niñas, como se puede apreciar en la siguiente tabla.
Tabla 1.
Dimensiones de la regulación emocional
Competencia |
Definición |
Indicadores |
Expresión Emocional |
Capacidad de expresar emociones de manera asertiva, es decir que sus emociones y su forma de reaccionar ante ellas no dependan de factores externos, sino de su propia capacidad para poder afrontarlas. |
Logra expresar sus emociones de manera adecuada Reconoce el efecto de sus expresiones emocionales en los demás Utiliza maneras adecuadas de expresar sus emociones, teniendo en cuenta la consecuencia en otros |
Habilidades de afrontamiento |
Habilidad para enfrentar cada uno de los retos, problemas o conflictos que se le presentan en sus contextos sociales. |
Demuestra capacidad de afrontamiento ante las equivocaciones o fracasos Es persistente en lo que se propone Se esmera por alcanzar recompensas inmediatas Es persistente en alcanzar metas que le permitan recompensas a largo plazo Toma decisiones que favorecen su bienestar integral y el de los demás (empatía) |
Autogenerar emociones positivas |
Capacidad para autogenerar de manera consciente emociones como la alegría, el amor y el humor, es decir, emociones positivas. |
Expresa de manera espontánea emociones positivas con los demás. Utiliza estrategias propuestas por él mismo, para disfrutar espacios y diferentes momentos de interacción Reconoce cuando se presentan emociones negativas, y logra regularlas. |
Fuente: elaboración propia
Las fichas de observación se estructuraron con base en el objetivo, instrucción, tiempo de duración, lugar en donde se realiza la actividad, fecha y nombre del observador.
Los comportamientos se valoraron a través de la siguiente escala: No se presenta (N), Algunas veces (AV), Siempre (S).
Para estudiar las dimensiones de la autorregulación, se diseñaron tres situaciones de juego: 1) Teatro de emociones, propuesta con el objetivo de desarrollar la expresividad emocional y la creatividad narrativa de los niños; igualmente pretendía identificar la expresión emocional. 2) Gallina ciega y lazarillo, propuesta con el objetivo de desarrollar la expresividad emocional y el fortalecimiento del trabajo en equipo, pretendió identificar el comportamiento de los niños en habilidades de afrontamiento. 3) Besos y abrazos, se llevó a cabo con el fin de desarrollar la automotivación y la actitud positiva, así como identificar la competencia para autogenerar emociones positivas.
Se realizaron grabaciones de cada una de las cuatro situaciones de juego realizadas con los niños y se analizó de la informacióndos fases: en la primera fase se sistematizó en Excel la información referida a la expresión de las emociones y las reacciones observadas en los niños y en las niñas en actividades de juego, en momentos que implicaban trabajo en equipo e interacción entre pares. En una segunda fase se analizaron los comportamientos autorregulatorios de los niños y de las niñas, observados en las diferentes actividades de juego y en las grabaciones correspondientes, relacionados con la expresión emocional, las habilidades de afrontamiento y la autogeneración de respuestas positivas. Para dar cuenta detallada de cada uno se elaboró una matriz de análisis de datos cualitativos.
Resultados
La expresión de la regulación emocional en situaciones de juego
La regulación emocional es la habilidad que desarrollan las personas para afrontar las reacciones emocionales de manera adecuada; no se pretende con la regulación que repriman sentimientos de ira o miedo, sino aprender sobre el control de dichas emociones. En unas situaciones se pretendió observar el comportamiento de los niños de manera individual frente a las reacciones emocionales, mientras que, en otras, el propósito fue analizar reacciones emocionales con relación a otros o al grupo.
La expresión emocional de las niñas y los niños
La expresión emocional hace referencia a la capacidad del niño para emitir emociones de manera adecuada (Bisquerra, 2009). Para identificar dicha expresión, se llevó a cabo el juego Teatro de Emociones. En la siguiente figura, se pueden observar los resultados generales:
Figura 1.
Situación de juego 2. Teatro de las emociones
Figura 1.
Situación de juego 2. Teatro de las emociones
Fuente: elaboración propia
La figura muestra que el 75 % de los niños y las niñas expresan sus emociones de manera adecuada y reconocen el efecto de sus expresiones emocionales en los demás, y el 25 % lo hace algunas veces. Por otra parte, el 57 % expresa sus emociones teniendo en cuenta las consecuencias en otros; mientras que el 43% lo realiza algunas veces.
La observación de la expresión emocional de manera individual, permite señalar que el participante 1 demuestra un uso adecuado de la expresión de sus emociones, teniendo en cuenta los sentimientos y sus consecuencias en los demás. El niño expresó: “cuando me pongo triste respiro y duermo”, lo que le permite contar con estrategias que regulen sus acciones y comportamientos, sin afectar sus sentimientos ni los de los demás.
El participante 2 se muestra inseguro en el momento de preguntarle sobre sus emociones, lo cual no le permite expresar con mayor fluidez sus ideas. Se le dificulta interiorizar las emociones básicas, ya que algunas respuestas no tenían relación con las imágenes elegidas. Según Bisquerra (2009) la inseguridad en los niños les impide expresar lo que sienten, a la vez afirma que “la forma en que los niños expresan sus emociones viene determinada por lo que ven en los adultos que les rodean, particularmente con los que mantienen una relación más afectiva, como los padres y familiares cercanos” (p. 60).
El participante 3 expresa emociones positivas y cuenta con los recursos para identificar sus propias emociones (positivas y negativas), además de reconocer las consecuencias que pueden tener en los demás.
Varios estudios (Asher y Rose, 1997; Denham, 1999; Ortiz, 1999; Rice, 1997; Saarni, 1999, 2000; Salovey y Sluyter, 1997; Shaffer, 2004, citados en Bisquerra y Pérez, 2007) concluyen que la adquisición de competencias emocionales genera consecuencias positivas en el comportamiento de infantes y jóvenes. Por su parte, Saarni (2000), destaca que “las consecuencias positivas de la competencia emocional en la regulación de la impulsividad, en el bienestar subjetivo y en la resiliencia.” (p. 152).
El participante 4 posee una excelente capacidad de expresión emocional, salvo la dificultad para manejar emociones de ira. La regulación emocional incluye, entre otros aspectos, la regulación de la impulsividad (ira, violencia, comportamientos de riesgo) y la tolerancia a la frustración para prevenir estados emocionales negativos (ira, estrés, ansiedad, depresión. (Bisquerra y Pérez, 2007).
La participante 5 logra expresar emociones, pero no lo realiza de manera espontánea; es decir, es necesario buscar estrategias y propiciar un diálogo que le permita expresar ideas y emociones frente a la imagen elegida. No se muestra segura en el momento de emitir reacciones emocionales.
Esto demuestra la importancia que los padres o cuidadores cumplan un trabajo constante y adecuado desde la infancia, que permita a los niños fortalecer sus vínculos emocionales y, en consecuencia, alcanzar una mayor capacidad para expresar sus emociones. Al respecto, Armus et al. (2012) afirman que: “el sostén emocional se da en el marco de un vínculo estable, un vínculo de apego, con los cuidadores primarios. La estabilidad y la previsibilidad en el vínculo con sus cuidadores le permiten al niño construir una relación de apego seguro” (p. 12).
La participante 6 demostró seguridad para emitir respuestas y comentarios, señalando las imágenes elegidas desde el inicio de la actividad. Se evidencia gran capacidad en su expresión emocional, quedando demostrado en su detallada forma de narrar acontecimientos familiares, en los cuales hace referencia a diferentes emociones según las situaciones que ha experimentado.
La participante 7 inició la actividad muy motivada, se mostró siempre cómoda al expresar sus ideas y experiencias, partiendo de las imágenes que elegía. Se caracteriza por su fluidez verbal y una muy buena relación entre la historia narrada y la imagen de la emoción elegida. En igual sentido, se mostró dispuesta a manifestar lo que sentía, identificando el sentimiento de miedo o tristeza que le genera. Reconoce el efecto que tienen las emociones del otro, en ella y en los que la rodean, al manifestar: “mis papás pelean un poquito y eso me pone triste”. Reconoce que el comportamiento de otras personas puede generar en ella malestar.
En este caso es posible reconocer la gestión emocional, puesto que logra identificar y describir experiencias propias, manteniéndose atenta a las indicaciones. Esto implica que se ha logrado regulación emocional, lo que traerá además crecimiento personal e intelectual (Bisquerra y Pérez, 2007).
La participante 8. manifiesta dificultad para expresar sus ideas acerca de lo que observa en las imágenes; es necesario indagar y motivar para que la niña adquiera seguridad. No obstante la motivación, a la niña se le dificulta expresar sus ideas y emociones de forma natural.
Las competencias emocionales son competencias básicas para la vida y, por tanto, deberían estar presentes en la práctica educativa. Pero no de forma ocasional, como a veces se da el caso, sino de manera intencional, planificada, sistemática y efectiva (Bisquerra, 2009).
Habilidades de afrontamiento
Las habilidades de afrontamiento les permiten los capacitan para asumir momentos pocos agradables o que requieren de esfuerzo para alcanzar los logros trazados. Con el fin de identificar las habilidades de afrontamiento en los niños y en las niñas se propuso el juego: Gallina Ciega y Lazarillo. En la siguiente figura se muestran los resultados generales:
Figura 2.
Situación de juego 3. Gallina ciega y lazarillo
Fuente: elaboración propia
Se observa que el 57 % de los niños y las niñas demuestran capacidad de afrontamiento ante las equivocaciones o fracasos, mientras que el 43 % algunas veces lo hacen. Por otra parte, el 43% persiste en las actividades y objetivos, mientras que el 57 % algunas veces lo hacen. Por otra parte, las actitudes de esmero por alcanzar recompensas inmediatas, se observó en el 75 % y algunas veces en el 25 %. La persistencia en las metas a largo plazo fue observada en el 25 %, mientras que el 75 %, lo hace algunas veces.
El análisis de los videos demuestra que la mayoría de los niños años logran adecuadas habilidades de afrontamiento, debido a que buscaron estrategias que les permitieran cumplir con los obstáculos para llegar a la meta y alcanzar el estímulo. Sin embargo, se pudo evidenciar que, a pesar de que la mayoría muestran dichas habilidades, a algunos de ellos se les dificulta tomar decisiones que conlleven al bienestar de los demás. Es claro entonces que en el rango de edades en el que se encuentran los niños participantes (4-5 años), el control de conductas vinculadas a la regulación de emociones no corresponde a la realización de trabajo en equipo que permita un beneficio grupal, puesto que resulta más relevante el beneficio propio.
El análisis individual de las respuestas y actuaciones de los participantes indica que al participante l. le costó cumplir con las reglas propuestas durante el juego de la gallina ciega y el lazarillo. Es un niño muy activo al que se le dificulta regularse, evidenciado en el momento de realizar el recorrido, ya que mostró que su objetivo era obtener beneficio propio, sin tener en cuenta el bienestar de los demás.
El participante 2. no respondió a las actividades que implicaban encontrar soluciones para alcanzar el objetivo. El participante 3. demostró su capacidad de liderazgo positivo, realizando adecuadas explicaciones durante el recorrido, lo cual le permitió llegar a la meta sin ningún inconveniente. Sin embargo, se evidencia que, a pesar de desenvolverse de una manera adecuada en la guía de su compañera, se orientó al interés personal.
A nivel general, los niños buscan satisfacer sus necesidades individuales más que las colectivas, aspectos propios de la edad y cuyo desarrollo se relaciona directamente con la inteligencia emocional, las habilidades de afrontamiento y el beneficio grupal.
El participante 4. demostró adecuadas habilidades de afrontamiento, a pesar de no recibir ayuda por parte de su compañera para finalizar el reto propuesto. De igual manera, buscó la manera de finalizar la actividad siguiendo las instrucciones. Se mostró persistente en la búsqueda de opciones que permitieran encontrar la recompensa y se esmeró sin perder el control de sus emociones.
La participante 5. realizó el papel de gallina ciega, mostrándose insegura al ser guiada por su compañero, lo cual no le permitió alcanzar la meta propuesta; no fue persistente y optó por tratar de separarse de su compañero mostrando dificultad para buscar estrategias que le permitiera alcanzar las metas, pero sin romper las reglas del juego.
El niño necesita sentirse valorado, querido, aceptado por estas personas, que confíen en sus posibilidades, se interesen por las cosas que le pasan, le estimulen, le valoren los logros, le hagan cumplir los acuerdos y las normas establecidas a partir del razonamiento, dictadas con firmeza, pero también con cierta flexibilidad, adecuadas a sus posibilidades, claras, coherentes y accesibles (Bisquerra et al., 2005, p. 12).
La búsqueda del beneficio personal fue la característica de la participante 6. quien se mostró persistente y se esmeró por alcanzar sus propias metas; no demostró capacidad para la toma de decisiones que buscaran un bienestar integral.
El participante 7. demostró buenas capacidades de afrontamiento, realizando con calma la actividad propuesta, brindando confianza a su compañera que hacía las veces de gallina ciega; fue persistente y se esmeró de manera adecuada por alcanzar la meta. A pesar de mostrar habilidades de afrontamiento adecuadas, durante la reflexión posterior a la actividad realizada, reconoció al final no haber estado muy atenta a su compañera, lo que demuestra una vez más la necesidad de proponer actividades que estimule en los niños el trabajo grupal.
La participante 8. logró finalizar la actividad sin tener mayores inconvenientes durante el recorrido; demostró tolerancia al ser guiada por su compañero, quien le brindó confianza al realizar el recorrido con tranquilidad. Es evidente, que la niña presenta adecuadas habilidades de afrontamiento, mostrándose persistente y esmerándose por alcanzar recompensas.
La participación de los padres o cuidadores de los niños juega un papel determinante en la construcción de su seguridad y su autoestima; les transmiten mayor confianza, condición necesaria para el logro de metas o afrontamiento del fracaso, al sentir que no se obtuvo lo esperado. Al respecto, la sobreprotección es un factor negativo para el incremento de la autoestima y la seguridad pues no permite que los niños solucionen por su propia cuenta los retos que le presenta la vida, como lo es también exigirles con rigurosidad, que la sienten como un obstáculo para identificar y valorar sus logros de acuerdo con sus capacidades.
Competencia para autogenerar emociones positivas
La competencia para autogenerar emociones positivas, se refiere a la capacidad para reconocer emociones negativas y lograr regularlas. La situación de juego: Besos y Abrazos, se llevó a cabo con el fin de desarrollar la automotivación y la actitud positiva, así como identificar la competencia para autogenerar emociones positivas.
La figura siguiente muestra los resultados generales de la actividad realizada:
Figura 3.
Situación de juego 4. Besos y abrazos
Fuente: elaboración propia
Se puede apreciar que el 37 % de los niños y las niñas expresa de manera espontánea emociones positivas ante los demás y el 63 %, lo hace algunas veces. El 87 % utiliza estrategias propuestas por ellos mismos, para disfrutar espacios y diferentes momentos de interacción, lo cual puede ser un indicador que refleja la característica propia de su edad: egocentrismo; solo el 13 % algunas veces lo hace. El 62 % demuestra reconocer cuando se presentan emociones negativas, y logra regularlas, mientras que 38 % lo demuestra algunas veces.
En esta actividad se pudo evidenciar que la mayoría de los niños participantes cuentan con la capacidad para autogenerar emociones positivas, expresando y propiciando acercamientos y expresiones de afecto a sus compañeros. Resulta oportuno agregar que dichas manifestaciones de afecto fueron más espontáneas por parte de las niñas, porque cuando se les motivó a cumplir la instrucción de dar un beso o un abrazo, los niños fueron muy tímidos, mientras que a las niñas se les notó espontaneidad en la expresión de sentimientos.
El participante 1. se mostró muy motivado durante el juego de besos y abrazos, disfrutó la compañía de sus compañeros en la ejecución de la actividad planteada, utilizó estrategias que le permitieron disfrutar del juego. Este comportamiento demuestra una adecuada competencia para autogenerar emociones positivas. No obstante, le costó dificultad expresar demostraciones de afecto hacia sus compañeros, en especial con las niñas; se sentía incómodo al tener que dar un beso o un abrazo.
La educación en el ámbito emocional incrementa la habilidad para que el niño reconozca no solo sus propias emociones, sino las de los demás, favoreciendo su interacción social, permitiéndoles disfrutar de espacios que conllevan a desarrollar apropiadas habilidades que generan emociones positivas en ellos mismos y en los demás.
El participante 2. se mostró muy solitario. A pesar de ello, participó del baile disfrutando de la música. El niño utilizó estrategias para disfrutar del momento, mostrando capacidad para autogenerar emociones positivas, pero no mostró mucha fluidez en la expresión emocional, al interactuar mientras bailaba.
El participante 3. ha mostrado grandes habilidades sociales, caracterizándose por ser un niño solidario, dinámico y con gran capacidad de liderazgo frente al grupo. En la actividad de besos y abrazos expresó de manera espontánea sentimientos y emociones, utilizando diferentes estrategias para generar un acercamiento a sus compañeros.
Por otra parte, propició demostraciones de afecto, lo que permitió que los demás compañeros comenzaran a sentir agrado por la actividad planteada. La alegría y el buen humor son cualidades que lo caracterizan, siendo de gran ayuda al momento de la interacción con sus pares, ya que contagia a sus compañeros, propiciando momentos divertidos entre ellos. De acuerdo a lo expresado por Shapiro (2006), “diferentes investigaciones han descubierto que incluso los niños entre cuatro y cinco años con una competencia social considerada elevada iniciaron con mayor frecuencia interacciones humorísticas con otros niños” (p. 105).
El participante 4. logró expresar de manera espontánea emociones positivas con los demás, se destacó por la capacidad de interactuar con todo el grupo, algo poco común con el resto de los compañeros, puesto que la mayoría realizaron la actividad con quienes tenían mayor afinidad.
Con relación a lo anterior, Ibarrola (2014) expresa que:
Los vínculos afectivos estables y contenedores reducen el malestar emocional y potencian los sentimientos positivos en el niño. La expectativa del el niño sobre lo que se puede esperar de los demás se crea a partir de experiencias tempranas concretas de interacciones positivas y repetidas en el tiempo. (p. 9)
La participante 5. se mostró a gusto, siguiendo el ritmo de la música, sin lograr cumplir con el objetivo; todo el tiempo permaneció sola, sin propiciar encuentros con sus compañeros que le permitieran cumplir con lo solicitado. Al parecer, carece de la habilidad para afrontar situaciones donde debe reconocer dichas emociones; todo el tiempo optó por evadir las instrucciones, para no verse enfrentada en la búsqueda de afecto, ni cumplir con retos que causaran cierto tipo de dificultad.
La participante 6. interactuó con dinamismo y alegría; fue espontanea en la expresión de emociones, utilizando diferentes recursos de interacción y liderando la iniciativa para hacer demostraciones de afecto. Cabe agregar que, permaneció todo el tiempo con la misma compañera, por lo tanto, su interacción no fue colectiva.
Resulta oportuno señalar que la educación emocional se debe realizar de forma continua, participando casa-colegio. Cuando se logra dicha integración, de manera permanente, los niños pueden alcanzar una interacción social asertiva que conduzca a unas bases sólidas para el deseado bienestar social.
La participante 7. demostró su capacidad para autogenerar emociones positivas. A pesar de que parte del tiempo permaneció con una de sus compañeras, logró realizar demostraciones de afecto con todos los compañeros del grupo. Se observaron en la niña capacidades para la interacción con sus pares, lo que favorece el adecuado desarrollo de competencias emocionales, siendo el medio que conduce a la prevención de dificultades de interacción, reduciendo así los riegos a los que se deben enfrentar los niños cuando inician nuevos ciclos escolares.
La expresión espontánea de emociones positivas y la búsqueda de estrategias que le permitieran disfrutar momentos de interacción no fue fácil para la participante 8. Durante el desarrollo de la actividad, la niña optó por estar apartada del resto de compañeros, tratando de evadir las instrucciones dadas. Conviene promover dinámicas que introduzcan la niña en espacios constantes de interacción, como la manera adecuada para fortalecer sus competencias emocionales: “Con ayuda del adulto, el niño irá interpretando el lenguaje verbal y no verbal de las emociones, ampliando su vocabulario emocional. Además, el reconocimiento y la comprensión de las emociones ajenas permitirá, en un futuro, desarrollar el sentimiento de empatía.” (Bisquerra et al., 2005, p. 3).
Resumiendo, la etapa de educación infantil es fundamental para que se generen los pilares que sustentarán la inteligencia emocional, que se dan opciones y experiencias que permitirán adquirir no solo la capacidad de reconocer emociones, sino también de expresarlas y regularlas. La interacción o convivencia con los otros niños permite que los más pequeños comprendan que la emotividad es un mecanismo de expresión y hace parte de su personalidad, y que puede ser moldeado.
Discusión
La competencia emocional está estrechamente determinada por la capacidad de expresar y regular eficazmente fenómenos emocionales a lo largo de la vida, por tanto, la regulación emocional es uno de los elementos que integran la competencia. (Bisquerra y Pérez, 2007). Desde esta perspectiva, el desarrollo de competencias emocionales conlleva a la regulación, lo que resulta determinante durante el proceso evolutivo de los niños, así como se constituye en una característica necesaria que les permite a los infantes adaptarse al contexto, a la cultura y a los diversos espectros sociales en los cuales debe desenvolverse a lo largo de su vida.
Las actividades aplicadas permitieron reconocer el impacto que los juegos de roles generan en la habilidad para la creación de personajes, diálogos o formas de representar su entorno; además, resultan significativas en cuanto al desarrollo afectivo puesto que la representación fortalece estrategias para la resolución de conflictos, la interacción entre pares, la expresión emocional, convirtiéndose en el medio por excelencia para desarrollar de forma positiva las futuras y necesarias habilidades sociales.
Resulta acertado propiciar juegos y actividades en los cuales los niños interactúan entre sí, como la manera más eficaz para compartir opiniones, asumir diferentes posturas que enriquezcan su habilidad social y emocional. De acuerdo con Solovieva y Quintanar (2012), el juego es una actividad que permite que los niños avancen en el desarrollo de experiencias culturales, al utilizar formas, objetos, imágenes, lenguaje. El desarrollo psicológico de los niños depende de la adquisición e interiorización de la experiencia cultural durante su participación en el juego (González-Moreno y Solovieva, 2016).
Si bien es cierto que el juego es una actividad empleada para la diversión y el disfrute de quienes participan en él, en edades tempranas funciona como una herramienta educativa permanente. A través de las reglas establecidas se dinamizan mecánicas sociales para la interacción, que permiten a los niños y niñas la expresión y control primario de sus emociones, evidenciado en la propia manera de desenvolverse, logrando la regulación del impulso que los motiva a jugar. También contribuye a la regulación emocional, ya que los niños y niñas participantes dieron razón de sus emociones, a través de las respuestas y conductas, a su vez que demostraron cómo aprenden a afrontar las consecuencias de sus acciones; algunos de ellos asumiendo e internalizando normas propuestas, otros aún movilizados únicamente por sus propios intereses.
Resulta trascendente promover acciones dentro del ámbito educativo que favorezcan su perfeccionamiento, para mejorar habilidades de regulación, a través del juego y entrenamiento con actividades de representación y roles.
Conclusiones
Se constatan manifestaciones de autorregulación emocional y control de comportamientos y de emociones en niños y niñas de educación inicial a través de actividades de juego, además de crear mecanismos y estrategias para interactuar socialmente, resolver retos y cumplir normas.
A los niños y niñas con mayor capacidad de liderazgo e interacción se les facilitó la expresión de emociones; las niñas lograron mayor espontaneidad que los niños al momento de realizar manifestaciones de expresión emocional con sus pares demostrando así mayor destreza en su interacción social; al tener la capacidad de expresar sentimientos y emociones de una forma más fluida pudieron entablar con sus pares vínculos más asertivos. De ahí la importancia de que reciban desde temprana edad educación emocional, para aprender a interiorizar y a la vez expresar sus sentimientos y emociones.
La mayoría de los participantes lograron adecuadas habilidades de afrontamiento; sin embargo, se identificó en algunos niños dificultad para buscar estrategias que conlleven al bienestar grupal, siendo para ellos en el rango de edad en el que se encuentran, más relevante el bienestar individual. Se observó en las actividades de juego realizadas, que la toma de decisiones a nivel grupal les cuesta, pensando satisfacer las necesidades personales. Cabe agregar que ello conlleva a la necesidad de crear ambientes en los cuales a los niños y a las niñas se les brinde confianza, amor y respeto para incrementar su seguridad.
El desarrollo de competencias emocionales presenta una estrecha relación con el nivel de socialización del niño y una adecuada regulación de las emociones. Por consiguiente, aprender a regular sus conductas incrementa sus estrategias para afrontar las emociones negativas, como factor determinante para la prevención de posibles comportamientos disruptivos.
No obstante, si bien el juego facilita la identificación de las manifestaciones de regulación emocional observadas en el estudio, es necesario reconocer que algunos niños requieren incrementar sus habilidades sociales mediante otros mecanismos y actividades.
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El análisis de los videos demuestra que la mayoría de los niños años logran adecuadas habilidades de afrontamiento, debido a que buscaron estrategias que les permitieran cumplir con los obstáculos para llegar a la meta y alcanzar el estímulo. Sin embargo, se pudo evidenciar que, a pesar de que la mayoría muestran dichas habilidades, a algunos de ellos se les dificulta tomar decisiones que conlleven al bienestar de los demás. Es claro entonces que en el rango de edades en el que se encuentran los niños participantes (4-5 años), el control de conductas vinculadas a la regulación de emociones no corresponde a la realización de trabajo en equipo que permita un beneficio grupal, puesto que resulta más relevante el beneficio propio.
El análisis individual de las respuestas y actuaciones de los participantes indica que al participante l. le costó cumplir con las reglas propuestas durante el juego de la gallina ciega y el lazarillo. Es un niño muy activo al que se le dificulta regularse, evidenciado en el momento de realizar el recorrido, ya que mostró que su objetivo era obtener beneficio propio, sin tener en cuenta el bienestar de los demás.
El participante 2. no respondió a las actividades que implicaban encontrar soluciones para alcanzar el objetivo. El participante 3. demostró su capacidad de liderazgo positivo, realizando adecuadas explicaciones durante el recorrido, lo cual le permitió llegar a la meta sin ningún inconveniente. Sin embargo, se evidencia que, a pesar de desenvolverse de una manera adecuada en la guía de su compañera, se orientó al interés personal.
A nivel general, los niños buscan satisfacer sus necesidades individuales más que las colectivas, aspectos propios de la edad y cuyo desarrollo se relaciona directamente con la inteligencia emocional, las habilidades de afrontamiento y el beneficio grupal.
El participante 4. demostró adecuadas habilidades de afrontamiento, a pesar de no recibir ayuda por parte de su compañera para finalizar el reto propuesto. De igual manera, buscó la manera de finalizar la actividad siguiendo las instrucciones. Se mostró persistente en la búsqueda de opciones que permitieran encontrar la recompensa y se esmeró sin perder el control de sus emociones.
La participante 5. realizó el papel de gallina ciega, mostrándose insegura al ser guiada por su compañero, lo cual no le permitió alcanzar la meta propuesta; no fue persistente y optó por tratar de separarse de su compañero mostrando dificultad para buscar estrategias que le permitiera alcanzar las metas, pero sin romper las reglas del juego.
El niño necesita sentirse valorado, querido, aceptado por estas personas, que confíen en sus posibilidades, se interesen por las cosas que le pasan, le estimulen, le valoren los logros, le hagan cumplir los acuerdos y las normas establecidas a partir del razonamiento, dictadas con firmeza, pero también con cierta flexibilidad, adecuadas a sus posibilidades, claras, coherentes y accesibles (Bisquerra et al., 2005, p. 12).
La búsqueda del beneficio personal fue la característica de la participante 6. quien se mostró persistente y se esmeró por alcanzar sus propias metas; no demostró capacidad para la toma de decisiones que buscaran un bienestar integral.
El participante 7. demostró buenas capacidades de afrontamiento, realizando con calma la actividad propuesta, brindando confianza a su compañera que hacía las veces de gallina ciega; fue persistente y se esmeró de manera adecuada por alcanzar la meta. A pesar de mostrar habilidades de afrontamiento adecuadas, durante la reflexión posterior a la actividad realizada, reconoció al final no haber estado muy atenta a su compañera, lo que demuestra una vez más la necesidad de proponer actividades que estimule en los niños el trabajo grupal.
La participante 8. logró finalizar la actividad sin tener mayores inconvenientes durante el recorrido; demostró tolerancia al ser guiada por su compañero, quien le brindó confianza al realizar el recorrido con tranquilidad. Es evidente, que la niña presenta adecuadas habilidades de afrontamiento, mostrándose persistente y esmerándose por alcanzar recompensas.
La participación de los padres o cuidadores de los niños juega un papel determinante en la construcción de su seguridad y su autoestima; les transmiten mayor confianza, condición necesaria para el logro de metas o afrontamiento del fracaso, al sentir que no se obtuvo lo esperado. Al respecto, la sobreprotección es un factor negativo para el incremento de la autoestima y la seguridad pues no permite que los niños solucionen por su propia cuenta los retos que le presenta la vida, como lo es también exigirles con rigurosidad, que la sienten como un obstáculo para identificar y valorar sus logros de acuerdo con sus capacidades.
Competencia para autogenerar emociones positivas
La competencia para autogenerar emociones positivas, se refiere a la capacidad para reconocer emociones negativas y lograr regularlas. La situación de juego: Besos y Abrazos, se llevó a cabo con el fin de desarrollar la automotivación y la actitud positiva, así como identificar la competencia para autogenerar emociones positivas.
La figura siguiente muestra los resultados generales de la actividad realizada:
Figura 3.
Situación de juego 4. Besos y abrazos
Fuente: elaboración propia
Se puede apreciar que el 37 % de los niños y las niñas expresa de manera espontánea emociones positivas ante los demás y el 63 %, lo hace algunas veces. El 87 % utiliza estrategias propuestas por ellos mismos, para disfrutar espacios y diferentes momentos de interacción, lo cual puede ser un indicador que refleja la característica propia de su edad: egocentrismo; solo el 13 % algunas veces lo hace. El 62 % demuestra reconocer cuando se presentan emociones negativas, y logra regularlas, mientras que 38 % lo demuestra algunas veces.
En esta actividad se pudo evidenciar que la mayoría de los niños participantes cuentan con la capacidad para autogenerar emociones positivas, expresando y propiciando acercamientos y expresiones de afecto a sus compañeros. Resulta oportuno agregar que dichas manifestaciones de afecto fueron más espontáneas por parte de las niñas, porque cuando se les motivó a cumplir la instrucción de dar un beso o un abrazo, los niños fueron muy tímidos, mientras que a las niñas se les notó espontaneidad en la expresión de sentimientos.
El participante 1. se mostró muy motivado durante el juego de besos y abrazos, disfrutó la compañía de sus compañeros en la ejecución de la actividad planteada, utilizó estrategias que le permitieron disfrutar del juego. Este comportamiento demuestra una adecuada competencia para autogenerar emociones positivas. No obstante, le costó dificultad expresar demostraciones de afecto hacia sus compañeros, en especial con las niñas; se sentía incómodo al tener que dar un beso o un abrazo.
La educación en el ámbito emocional incrementa la habilidad para que el niño reconozca no solo sus propias emociones, sino las de los demás, favoreciendo su interacción social, permitiéndoles disfrutar de espacios que conllevan a desarrollar apropiadas habilidades que generan emociones positivas en ellos mismos y en los demás.
El participante 2. se mostró muy solitario. A pesar de ello, participó del baile disfrutando de la música. El niño utilizó estrategias para disfrutar del momento, mostrando capacidad para autogenerar emociones positivas, pero no mostró mucha fluidez en la expresión emocional, al interactuar mientras bailaba.
El participante 3. ha mostrado grandes habilidades sociales, caracterizándose por ser un niño solidario, dinámico y con gran capacidad de liderazgo frente al grupo. En la actividad de besos y abrazos expresó de manera espontánea sentimientos y emociones, utilizando diferentes estrategias para generar un acercamiento a sus compañeros.
Por otra parte, propició demostraciones de afecto, lo que permitió que los demás compañeros comenzaran a sentir agrado por la actividad planteada. La alegría y el buen humor son cualidades que lo caracterizan, siendo de gran ayuda al momento de la interacción con sus pares, ya que contagia a sus compañeros, propiciando momentos divertidos entre ellos. De acuerdo a lo expresado por Shapiro (2006), “diferentes investigaciones han descubierto que incluso los niños entre cuatro y cinco años con una competencia social considerada elevada iniciaron con mayor frecuencia interacciones humorísticas con otros niños” (p. 105).
El participante 4. logró expresar de manera espontánea emociones positivas con los demás, se destacó por la capacidad de interactuar con todo el grupo, algo poco común con el resto de los compañeros, puesto que la mayoría realizaron la actividad con quienes tenían mayor afinidad.
Con relación a lo anterior, Ibarrola (2014) expresa que:
Los vínculos afectivos estables y contenedores reducen el malestar emocional y potencian los sentimientos positivos en el niño. La expectativa del el niño sobre lo que se puede esperar de los demás se crea a partir de experiencias tempranas concretas de interacciones positivas y repetidas en el tiempo. (p. 9)
La participante 5. se mostró a gusto, siguiendo el ritmo de la música, sin lograr cumplir con el objetivo; todo el tiempo permaneció sola, sin propiciar encuentros con sus compañeros que le permitieran cumplir con lo solicitado. Al parecer, carece de la habilidad para afrontar situaciones donde debe reconocer dichas emociones; todo el tiempo optó por evadir las instrucciones, para no verse enfrentada en la búsqueda de afecto, ni cumplir con retos que causaran cierto tipo de dificultad.
La participante 6. interactuó con dinamismo y alegría; fue espontanea en la expresión de emociones, utilizando diferentes recursos de interacción y liderando la iniciativa para hacer demostraciones de afecto. Cabe agregar que, permaneció todo el tiempo con la misma compañera, por lo tanto, su interacción no fue colectiva.
Resulta oportuno señalar que la educación emocional se debe realizar de forma continua, participando casa-colegio. Cuando se logra dicha integración, de manera permanente, los niños pueden alcanzar una interacción social asertiva que conduzca a unas bases sólidas para el deseado bienestar social.
La participante 7. demostró su capacidad para autogenerar emociones positivas. A pesar de que parte del tiempo permaneció con una de sus compañeras, logró realizar demostraciones de afecto con todos los compañeros del grupo. Se observaron en la niña capacidades para la interacción con sus pares, lo que favorece el adecuado desarrollo de competencias emocionales, siendo el medio que conduce a la prevención de dificultades de interacción, reduciendo así los riegos a los que se deben enfrentar los niños cuando inician nuevos ciclos escolares.
La expresión espontánea de emociones positivas y la búsqueda de estrategias que le permitieran disfrutar momentos de interacción no fue fácil para la participante 8. Durante el desarrollo de la actividad, la niña optó por estar apartada del resto de compañeros, tratando de evadir las instrucciones dadas. Conviene promover dinámicas que introduzcan la niña en espacios constantes de interacción, como la manera adecuada para fortalecer sus competencias emocionales: “Con ayuda del adulto, el niño irá interpretando el lenguaje verbal y no verbal de las emociones, ampliando su vocabulario emocional. Además, el reconocimiento y la comprensión de las emociones ajenas permitirá, en un futuro, desarrollar el sentimiento de empatía.” (Bisquerra et al., 2005, p. 3).
Resumiendo, la etapa de educación infantil es fundamental para que se generen los pilares que sustentarán la inteligencia emocional, que se dan opciones y experiencias que permitirán adquirir no solo la capacidad de reconocer emociones, sino también de expresarlas y regularlas. La interacción o convivencia con los otros niños permite que los más pequeños comprendan que la emotividad es un mecanismo de expresión y hace parte de su personalidad, y que puede ser moldeado.
Discusión
La competencia emocional está estrechamente determinada por la capacidad de expresar y regular eficazmente fenómenos emocionales a lo largo de la vida, por tanto, la regulación emocional es uno de los elementos que integran la competencia. (Bisquerra y Pérez, 2007). Desde esta perspectiva, el desarrollo de competencias emocionales conlleva a la regulación, lo que resulta determinante durante el proceso evolutivo de los niños, así como se constituye en una característica necesaria que les permite a los infantes adaptarse al contexto, a la cultura y a los diversos espectros sociales en los cuales debe desenvolverse a lo largo de su vida.
Las actividades aplicadas permitieron reconocer el impacto que los juegos de roles generan en la habilidad para la creación de personajes, diálogos o formas de representar su entorno; además, resultan significativas en cuanto al desarrollo afectivo puesto que la representación fortalece estrategias para la resolución de conflictos, la interacción entre pares, la expresión emocional, convirtiéndose en el medio por excelencia para desarrollar de forma positiva las futuras y necesarias habilidades sociales.
Resulta acertado propiciar juegos y actividades en los cuales los niños interactúan entre sí, como la manera más eficaz para compartir opiniones, asumir diferentes posturas que enriquezcan su habilidad social y emocional. De acuerdo con Solovieva y Quintanar (2012), el juego es una actividad que permite que los niños avancen en el desarrollo de experiencias culturales, al utilizar formas, objetos, imágenes, lenguaje. El desarrollo psicológico de los niños depende de la adquisición e interiorización de la experiencia cultural durante su participación en el juego (González-Moreno y Solovieva, 2016).
Si bien es cierto que el juego es una actividad empleada para la diversión y el disfrute de quienes participan en él, en edades tempranas funciona como una herramienta educativa permanente. A través de las reglas establecidas se dinamizan mecánicas sociales para la interacción, que permiten a los niños y niñas la expresión y control primario de sus emociones, evidenciado en la propia manera de desenvolverse, logrando la regulación del impulso que los motiva a jugar. También contribuye a la regulación emocional, ya que los niños y niñas participantes dieron razón de sus emociones, a través de las respuestas y conductas, a su vez que demostraron cómo aprenden a afrontar las consecuencias de sus acciones; algunos de ellos asumiendo e internalizando normas propuestas, otros aún movilizados únicamente por sus propios intereses.
Resulta trascendente promover acciones dentro del ámbito educativo que favorezcan su perfeccionamiento, para mejorar habilidades de regulación, a través del juego y entrenamiento con actividades de representación y roles.
Conclusiones
Se constatan manifestaciones de autorregulación emocional y control de comportamientos y de emociones en niños y niñas de educación inicial a través de actividades de juego, además de crear mecanismos y estrategias para interactuar socialmente, resolver retos y cumplir normas.
A los niños y niñas con mayor capacidad de liderazgo e interacción se les facilitó la expresión de emociones; las niñas lograron mayor espontaneidad que los niños al momento de realizar manifestaciones de expresión emocional con sus pares demostrando así mayor destreza en su interacción social; al tener la capacidad de expresar sentimientos y emociones de una forma más fluida pudieron entablar con sus pares vínculos más asertivos. De ahí la importancia de que reciban desde temprana edad educación emocional, para aprender a interiorizar y a la vez expresar sus sentimientos y emociones.
La mayoría de los participantes lograron adecuadas habilidades de afrontamiento; sin embargo, se identificó en algunos niños dificultad para buscar estrategias que conlleven al bienestar grupal, siendo para ellos en el rango de edad en el que se encuentran, más relevante el bienestar individual. Se observó en las actividades de juego realizadas, que la toma de decisiones a nivel grupal les cuesta, pensando satisfacer las necesidades personales. Cabe agregar que ello conlleva a la necesidad de crear ambientes en los cuales a los niños y a las niñas se les brinde confianza, amor y respeto para incrementar su seguridad.
El desarrollo de competencias emocionales presenta una estrecha relación con el nivel de socialización del niño y una adecuada regulación de las emociones. Por consiguiente, aprender a regular sus conductas incrementa sus estrategias para afrontar las emociones negativas, como factor determinante para la prevención de posibles comportamientos disruptivos.
No obstante, si bien el juego facilita la identificación de las manifestaciones de regulación emocional observadas en el estudio, es necesario reconocer que algunos niños requieren incrementar sus habilidades sociales mediante otros mecanismos y actividades.
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Whitebread y Basilio. (2012). Emergencia y desarrollo temprano de la autorregulación en niños pre
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Abstract
Objective: To understand the perception of students from two schools in Colombia on the use of humor in the educational context. Methodology: Qualitative case study, with descriptive scope. Instrument: Ad hoc matrix on "routes of school coexistence" focused on a situation of humor at school. Participants: n = 44 middle and early adolescence students. Results: From the students' perspective, bullying is used as a synonym for teasing. This suggests that episodes of aggression are accompanied by a hostile use of humor. In addition, the use of hostile humor at school is related to reaffirmation of hierarchies, discrimination, and exclusion. Conclusions: It is important to continue delving into the relationship of hostile humor with bullying for more contextualized school intervention programs and, that, use humor to identify potential problems for intervention preventing more subtle expressions of school violence from becoming normalized.
Keywords: adolescent psychology, peaceful coexistence, educational psychology, violence.
Tempus Psicológico
1 Universidad del Rosario. Correo: mariam.villota@urosario.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6451-4364
2 Universidad de los Andes. Correo: p.ferroni@uniandes.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7386-764X
3 Universidad Nacional. Correo: cyurbanom@unal.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5094-7898
4 Universidad del Rosario. Correo: luisa.ramirez@urosario.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5094-7898
Nota: El artículo se escribe como parte del proyecto de investigación: Herramientas para la construcción de paz y convivencia escolar; financiado por Minciencias 808 y la Universidad del Rosario. Gracias.
¿Es solo un chiste? Los usos del humor hostil en la escuela y su relación con el bullying
Para citar este artículo
Villota-Benítez, M. M., Ferroni, P., Urbano, C. y Ramirez, L. (2023). ¿Es solo un chiste? Los usos del humor hostil en la escuela y su relación con el bullying. Tempus Psicológico, 6(2), 46-65. https:/doi.org/10.30554/tempuspsi.6.1.3837.2023
María Margarita Villota Benítez1
Paolo Ferroni Urrea2
Cristian Urbano Mejia3
Luisa Ramirez Rueda4
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Tabla 2.
Reporte de número de casos por género y grado
Género/ Grado |
Masculino |
Femenino |
Mixto |
Total de casos por grado |
7° |
1 |
0 |
1 |
2 (8) |
8° |
2 |
0 |
0 |
2 (8) |
9° |
0 |
1 |
0 |
1 (4) |
Total de casos por género |
3 |
1 |
1 |
5 (20) |
Los números reportados entre paréntesis se refieren al número de participantes, que en promedio fueron 4 por cada grupo.
Fuente: elaboración propia.
Instrumento
El instrumento fue diseñado para obtener un reporte narrativo que caracteriza las reacciones de los estudiantes ante situaciones de convivencia escolar. Para diseñarlo, primero un grupo de tres psicólogas se reunieron para proponer representaciones animadas de las situaciones de convivencia, las cuales se pasaron a un diseñador gráfico, quien creó las imágenes y recibió retroalimentación por estas. Luego se realizó un pilotaje con dos docentes y cinco estudiantes quienes interpretaron las imágenes e hicieron comentarios sobre su validez. Finalmente, se seleccionaron las imágenes que mejores resultados tuvieron para representar situaciones de convivencia, entre esas, el dibujo de burla. Las imágenes fueron creadas con personajes humanoides con características neutras de género. En el caso de la burla, tres personajes con hojas como cabello se ríen y señalan a otro con un champiñón de cabello que se encuentra llorando (ver Figura 1).
La imagen hace parte del instrumento “Rutas de convivencia escolar”. Este instrumento ad-hoc constaba de seis apartados con las siguientes preguntas para identificar la interpretación de la situación y cómo reaccionan los estudiantes si observan una situación similar: (1) ¿Qué actores se encuentran en esa situación? (2) ¿Qué está pasando? (3) ¿Cuál es el problema? (4) Cuando se presenta este tipo de problemas en el Colegio ¿Qué pasa? ¿Quiénes intervienen? (5) ¿Qué creen que debería pasar cuando se presentan estos problemas en el colegio? (6) ¿Quiénes consideran deberían intervenir en la situación?
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ó
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Perception of teaching role and online education in the pandemic covid-19 context in university students
Percepción del rol docente y clases en línea en el contexto de la pandemia por Covid-19 en estudiantes universitarios
J. Isaac Uribe Alvarado
Ximena Zacarías Salinas
Mónica Elizabeth Lozano Valenzuela
Karla Noemí Álvarez García
Artículo de investigación
Recibido: 20/09/2022– Aprobado:11/04/2023 - Publicado: 30/06/20223
ISSN - 2619-6336
DOI: https:/doi.org/10.30554/tempuspsi.6.2.4691.2023
Volumen 6-2 2023
Tempus Psicológico
Resumen
La pandemia por COVID-19 generó una serie de cambios y adaptaciones en las actividades cotidianas en todos los ámbitos sociales; en el contexto educativo el impacto ha sido considerable, pues los y las estudiantes debieron continuar su formación académica de forma virtual o en línea por varios meses, lo que modificó la percepción que se tiene de las actividades educativas al ser trasladadas a plataformas virtuales. Uno de los componentes más importantes en el proceso educativo en línea ha sido el rol docente, adicionalmente de las condiciones de acceso a la red por parte de los y las estudiantes. El propósito de este estudio fue determinar en qué medida el rol docente y las condiciones de acceso a las clases en línea influyeron en la percepción que los estudiantes tienen de ellas. Participaron estudiantes de nivel licenciatura de universidades públicas. Se diseñó un cuestionario para tal efecto el cual fue respondido mediante la plataforma de Google forms. Para el análisis de resultados, se realizaron pruebas de correlación para muestras no paramétricas y de regresión lineal múltiple. Los resultados indican que existe una percepción negativa de las clases en línea, y que el rol docente empático y flexible predice la percepción que los estudiantes tienen de la experiencia educativa.
Palabras claves: Discapacidad cognitiva, neuropsicología, atención temprana.
Abstract
The COVID-19 pandemic generated a series of changes and adaptations in daily activities in all social spheres. In the educational context, the impact has been considerable, since the students had to continue their academic training virtually or online, which modified the perception of educational activities when they were transferred to virtual platforms. One of the most important components of the online educational process has been the teaching role, in addition to the conditions of access to the network by students. The purpose of this study was to determine to what extent the teaching role and the conditions of access to online classes determine the perception that students have of them. Undergraduate students at public universities participated. A questionnaire was designed for this purpose, which was answered through the Google forms platform. For the analysis of results, correlation tests were performed for non-parametric samples and multiple linear regression. The results indicate that there is a negative perception of online classes, and that the empathic and flexible teaching role predicts the perception that students have of the whole experience.
Keywords: COVID-19, pandemic, online education, teaching role, university students.
Percepción del rol docente
Tempus Psicológico
1 Universidad de Colima. Correo: iuribe@ucol.mx. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0372-8067
2 Universidad de Colima. Correo: ximena_zacarias@ucol.mx ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2944-1398
3 Universidad de Colima. Correo: mlozano2@ucol.mx ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2215-0136
4 Universidad de Colima. Correo: kalvarez1@ucol.mx ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8302-5585
Percepción del rol docente y clases en línea en el contexto de la pandemia por Covid-19 en estudiantes universitarios
Para citar este artículo
Uribe, J. I., Zacarías, X., Lozano, M. E y Álvarez, K. N. (2023). Percepción del rol docente y clases en línea en el contexto de la pandemia por Covid-19 en estudiantes universitarios. Tempus psicológico, 6(2), 66-81. https:/doi.org/10.30554/tempuspsi.6.2.4691.2023
J. Isaac Uribe Alvarado1
Ximena Zacarías Salinas2
Mónica Elizabeth Lozano Valenzuela3
Karla Noemí Álvarez García4
Tempus Psicológico
Introducción
En los últimos dos años y como consecuencia de la pandemia por COVID-19, en México como en muchos países del mundo se modificaron sustancialmente las formas de interacción social, con el fin de reducir al mínimo la cadena de contagios del virus que genera la enfermedad. En el ámbito universitario, lo anterior fue la causa del cambio en las dinámicas de enseñanza aprendizaje, lo que dio lugar a la reestructuración de contenidos y formas de interacción, y las instituciones educativas se vieron obligadas a migrar de manera súbita al modelo de clases en línea.
De acuerdo con Muñoz (1999) hay dos elementos sustanciales dentro de la educación formal, estos son, las dinámicas escolares y la calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje; en ese sentido, las clases en línea o clases virtuales incluyen esos elementos con las singularidades de realizarlas vía remota o mediante plataformas educativas digitales. Además de lo anterior, un elemento importante respecto a las dinámicas educativas presenciales o no, es el rol que profesoras y profesores asumen en este proceso; se espera que, cuando el rol docente es sensible a las características y necesidades de las y los estudiantes, la adaptación a los cambios, circunstancias o condiciones de los contextos educativos tiende a ser favorable.
Ahora, con relación a la percepción de fenómenos, tema central del presente estudio, se entiende que esta es un proceso integrado por aspectos bio-culturales, pues la percepción depende de estímulos físicos y sensaciones, además de la selección y organización de dichos estímulos que son organizados, clasificados y categorizados con base en referentes socioculturales (Vargas, 1994). Por lo tanto, la percepción no es un proceso lineal simple, ya que las personas y el contexto social está en constante interacción, lo que deriva en la formación de percepciones particulares relacionado con un grupo social de referencia. La percepción tiene entonces un referente social, ya que las inferencias o valoraciones que hacen las personas respecto a una situación o fenómeno van de acuerdo con los estándares de la sociedad en la que se desarrollan, por lo que se vincula a los procesos de adaptación y orientación psicológica con respecto a eventos contextuales.
Según Heider (1958, citado en Arias, 2006) la percepción social tiene sus bases en la teoría de la atribución, la cual está orientada a analizar la forma en que se explica la conducta de las personas, o situaciones específicas, y que busca dar sentido al mundo social; además, para el proceso de percepción de un evento, se toma en cuenta la interacción social.
En el contexto mundial actual y como consecuencia de la pandemia de COVID-19, los procesos educativos en todos los niveles requirieron adecuaciones para su instrumentación virtual o a distancia y se recurrió al uso de diferentes plataformas digitales, lo que generó en los y las estudiantes y en el personal docente, diversas percepciones, favorables o no, con respecto a la calidad de los procesos educativos facilitados por la vía virtual. Así, a tres años de inicio de la pandemia, los procesos educativos en línea han impactado las formas de interpretar las clases por parte de los y las estudiantes.
De acuerdo con algunos estudios referentes a las clases en línea previo a la pandemia, Godos et al. (2009) indicaron que los estudiantes mostraron mejores resultados ante un curso en línea comparado con un curso presencial. Los participantes mencionaron sentir satisfacción con la modalidad en línea y mostraban interés por completar más cursos educativos en esta modalidad, puesto que les favorecía por el horario y podían aprovechar mejor el tiempo para otras materias.
Desde el punto de vista de Corona et al. (2009) la educación a distancia genera diversas emociones, las cuales según sea el caso, ocasionan mayor rendimiento o deserción en dicha modalidad. Adicionalmente, algunos estudiantes han mencionado aspectos positivos, tales como el intercambio cultural, o el trabajo colaborativo, es decir la socialización. También se presentan aspectos negativos como la nula o limitada retroalimentación, por parte del docente, el tiempo limitado de entrega de tareas, y el estrés causado por actividades y exámenes de forma virtual. En este sentido, los docentes reconocen aspectos positivos emocionales como el trabajo participativo entre estudiantes y, algunas dificultades de adaptación al modelo de enseñanza virtual.
Así mismo, Peñalosa y Castañeda (2010) reportaron la importancia de diseñar situaciones que promuevan el aprendizaje online pues, para los participantes de dicho estudio la experiencia fue relevante, ya que les permitió comentar sobre los aportes de otros, construir en conjunto la solución de casos, discutir conceptos y debatir.
En ese sentido, respecto a la motivación de los estudiantes en los procesos de aprendizaje virtual, Carvalho y Oliveira (2015) destacan que un gran número de los estudiantes que participaron en su estudio, se percibían motivados intrínsecamente ante el involucramiento en el aprendizaje en un entorno virtual y altos niveles de identificación con la motivación extrínseca a través de la regulación integrada. A juicio de Mora et al. (2017) en su estudio con estudiantes universitarios que recibieron asesoría en línea, la forma más común en las asesorías es la presencial, y esta se asocia a la necesidad de las y los participantes por recibir las explicaciones cara a cara; sin embargo, con respecto al asesoramiento a distancia, reportaron interés particular en el uso de herramientas de mediación y comunicación.
Clases en línea y contexto postpandemia
Dentro del cambio en las dinámicas educativas a partir de la pandemia de COVID-19, un factor que se asoció a las dinámicas de clases en línea fue la desigualdad de acceso a las tecnologías digitales (Expósito y Marsollier, 2020). Estas limitaciones también se asociaron a la falta de recursos económicos, lo que complica el acceso a la red, así como el contar con dispositivos con suficiente capacidad para las clases y actividades educativas en línea (Rodríguez et al., 2014). Respecto a lo anterior, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía-INEGI (2021) reportó que a raíz de la pandemia por COVID-19, de los más de treinta millones de personas jóvenes que estuvieron inscritas en el ciclo escolar 2019- 2020, unos 740 mil no concluyeron el ciclo escolar, más de la mitad, el 58.9% por alguna razón asociada a la COVID-19 y 8.9% por falta de dinero o recursos. De igual manera se destacó que un porcentaje de la población tuvo que pedir prestado o pagar por el uso del dispositivo o aparato que utilizó para sus clases o tareas escolares.
De acuerdo con Aguilar (2020) durante la pandemia por la COVID-19, los procesos educativos formales se vieron alterados y el uso de las tecnologías de comunicación e información se volvieron indispensables; sin embargo, la educación virtual resultó ser un reto para los y las docentes y estudiantes, ya que mediante el uso de plataformas virtuales se limitó en cierta forma la socialización y la expresión directa de emociones y sentimientos. La pandemia obligó a las personas a reducir la movilidad, y a las instituciones de educación superior a desarrollar estrategias virtuales para llevar a cabo sus funciones, la percepción de las clases virtuales cambió de manera sustancial. Según Aguilar (2020) las actividades educativas en línea presentaron áreas de oportunidad para la mejora en las mismas, tanto en el diseño de actividades como en los tiempos de respuesta para su evaluación, la cantidad de actividades diseñadas y el grado de complejidad que manejan.
De acuerdo con lo reportado por Hurtado y Frank (2020) la pandemia por la COVID-19 provocó desafíos en la educación, y uno de los principales fue y ha sido disminuir los problemas de aprendizaje y la inserción de herramientas y estrategias que favorezcan el proceso de enseñanza-aprendizaje de estudiantes en la modalidad virtual, así como el uso eficiente de las tecnologías de información y comunicación.
Sin embargo, hay que señalar que han existido dificultades en la implementación y desarrollo de las clases en línea, tal como lo plantearon Gómez y Escobar (2021), en el sentido que la educación en la modalidad virtual ha provocado y hecho notar desigualdades en la educación y en el acceso a los servicios digitales. Los elementos que ocasionan dicha desigualdad son de conectividad a internet, acceso a las tecnologías de información, ubicación geográfica, administración por parte de las instituciones, entre otros. Por lo tanto, la pandemia ha mostrado las desigualdades sociales con relación a la calidad educativa, ya que estudiantes con desventajas o en situaciones de vulnerabilidad deben enfrentarse a las dificultades de acceso a las tecnologías y por ende a actividades educativas en la modalidad de aprendizaje virtual.
Aunque no todo es desfavorable y a pesar de las dificultades que muchos estudiantes enfrentan, según Varguillas y Bravo (2020), en muchos casos el aprendizaje virtual ha sido una herramienta educativa que ha favorecido la participación, motivación, comunicación e interacción efectiva y estable entre estudiantes y docentes. Es decir, la educación virtual ha sido eficaz y activa, con un sistema de evaluación óptimo y flexible en beneficio del estudiantado. Barreto (2020) señaló que el aprendizaje virtual ocasionó cambios en tres categorías: cambios conductuales ante la educación virtual, motivaciones, es decir, la valoración del autoaprendizaje, enfocado en el desarrollo y mejora, y las metodologías, refiriéndose al uso de las tecnologías de información y la actualización educativa. Por lo tanto, dicha modalidad virtual ha permitido que los procesos de enseñanza y aprendizaje sean innovadores y dinámicos en el logro de los objetivos a pesar de las dificultades educativas en tiempos de pandemia.
Por otro lado, Sousa y Sousa (2020) indicaron que, en algunos casos los alumnos y alumnas aún con acceso a la tecnología no lograban aprender; en otros, el aprendizaje no resultó significativo pese al esfuerzo realizado por ellas y ellos debido a la falta de una estructura básica para el estudio a distancia; además, de acuerdo con Pérez et al. (2021), los y las estudiantes de familias con un bajo nivel formativo tuvieron menores oportunidades de utilizar las tecnologías digitales y las y los estudiantes manifestaron que los docentes no se preocupan por conocer las circunstancias personales y académicas de ellas y ellos, además de mostrar poca adaptación a la enseñanza virtual, sobrecargarles de tareas y en ocasiones, dejando poca claridad sobre cómo se iba a impartir su materia; expresaron además una valoración negativa de acuerdo al modelo educativo online, ya que no distinguían una relación entre el esfuerzo invertido y el rendimiento académico obtenido, a pesar de que la carga de trabajo que percibieron fue mayor y sugerían que la universidad tiene que dirigirse hacia modelos más colaborativos y centrados en el estudiante.
Según Sandoval (2020), durante el aislamiento ocasionado por la pandemia, el papel más destacado del docente fue el de reforzar el uso de las tecnologías de información y comunicación durante las clases virtuales, generando experiencias educativas dinámicas que potencialicen el aprendizaje. La pandemia generó una interrupción de la presencialidad educativa, por ello, las instituciones escolares han tenido, además, la función de ofrecer estrategias de aprendizaje adaptable al modelo de educación virtual, con el fin de hacer frente al nuevo contexto después del COVID-19. Citando a Paredes (2020), los docentes consideran que la calidad de educación en línea no ha dificultado la transferencia de conocimientos y motivación hacia los estudiantes y se valoran positivamente la interacción entre docentes, estudiantes y los recursos digitales, sin embargo, existen juicios contradictorios, ya que se presenta mayor preferencia por la modalidad de enseñanza presencial.
Respecto a las necesidades de comunicación de los estudiantes en el contexto de la pandemia, Roig et al. (2021), reportaron que el alumnado muestra dificultad para adaptarse y señalan que el proceso de virtualidad no se ha producido en las mejores condiciones. Los y las alumnas comentaron que sintieron sobrecarga de actividades, no hubo una adecuada planificación y gestión; presentaron además complicaciones técnicas y dificultad para comunicarse con sus compañeros y profesores, reconocieron que las clases en plataformas virtuales les han resultado aburridas y de escaso interés, además de no ofrecerles mayores oportunidades para estar en contacto con sus compañeros(as) y su profesorado. Según Canese et al. (2021) durante la estrategia de educación virtual, padres y madres de familia y estudiantes han atravesado diversas dificultades, mayormente relacionadas con la comprensión de tareas y con la conexión a las clases virtuales. Así mismo, reportan una disminución de motivación por parte del estudiante, el apoyo reducido por parte de docentes y el acceso limitado a internet. Sin embargo y tal como lo señalan Toledo, et al. (2020) el modelo educativo con modalidad virtual sigue siendo un modelo que se mantiene en mejoramiento con fines de brindar educación con mayor calidad a los estudiantes.
Es notorio que la pandemia por COVID-19 ha generado desafíos importantes en la ejecución de programas incluyendo los de postgrado en modalidad virtual, tales como la adaptación a las nuevas gestiones educativas y herramientas tecnológicas. Tal como Laurente et al. (2020) lo exponen, el ambiente de educación virtual es uno de los grandes retos para la educación, sin embargo, propicia innovación en la interacción y enseñanza educativa; mediante este modelo de enseñanza se implementa el trabajo colaborativo entre estudiantes y profesores, el aprendizaje autónomo y el desarrollo de competencias digitales en el estudiante; por otra parte, mencionan como fundamental que el docente durante la enseñanza virtual disponga de conocimiento y habilidades en cuanto al uso de las tecnologías de información para desarrollar sus clases en línea de manera eficaz.
Desde el punto de vista de Lovón y Cisneros (2020) durante las clases virtuales los docentes de educación superior presentaron problemas para adaptarse al nuevo método de enseñanza, lo que ocasionó repercusiones en la salud mental de los y las estudiantes y que grupos de estudiantes con recursos suficientes presentaran estrés debido a la sobrecarga de trabajos; y en el caso de quienes tienen escasos recursos tecnológicos resultaron mayormente afectados y con desventajas debido a que mostraron frustración, estrés y deserción escolar a causa de la carga académica y los problemas de conectividad en sus clases virtuales.
Teniendo en cuenta el análisis de Acevedo-Duque et al. (2020) sobre las competencias docentes en el campo digital ante la contingencia, se resalta la adaptación al cambio, lo que guarda relación con las competencias digitales de los catedráticos y, además, transfieren esas competencias docentes a los entornos virtuales.
Abreu (2020) mencionó que las primeras experiencias de los usuarios en sus clases en línea han tenido un impacto significativo en la adopción final de esta modalidad, por lo cual se considera necesario que los usuarios se lleven una grata experiencia de esta. Lo anterior indica que, aunque ya existían escuelas que implementaban la modalidad de educación en línea es preciso decir que esta aún se encuentra en etapa inicial, lo cual justifica que los y las alumnas mostraran insatisfacción y consideraran que las clases en línea no cumplen con los propósitos de la misma forma que las clases presenciales.
Una de las principales competencias digitales es la actitud positiva hacia las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Sandoval (2020) señaló que los docentes requirieron adoptar un nuevo rol mediado por las TIC ante el aislamiento, lo que fortaleció el uso de estas en el contexto virtual e impulsó al proceso formativo por medio de nuevas experiencias significativas.
Según Cifuentes-Faura (2020), como resultado de las clases en línea, el volumen de la carga de trabajo aumentó por lo cual los y las alumnas han tenido un mayor número de tareas y actividades que realizar y, por otro lado, los y las profesoras han optado por utilizar videoconferencias para impartir clases, a lo que estudiantes afirman que algunas de estas suelen ser monótonas y no captan su atención.
Las clases en línea también generaron efectos no deseados en el estudiantado, de acuerdo con Ortega et al. (2021), un porcentaje importante de estudiantes de educación superior que recibieron clases en línea durante la pandemia, requirieron de tutorías, ya sea para resolver dudas o para sentirse acompañado y apoyado en la contención emocional a consecuencia de los cambios en su vida cotidiana provocados por la pandemia. Mientras que, para García (2021) la llegada de la pandemia y el confinamiento sacó de su zona de confort a quienes no convivían con la modalidad de la educación a distancia o digital; y Delgado et al. (2021) reportaron que el apoyo de los espacios virtuales de aprendizaje que los profesores gestionaron durante la pandemia tuvo correlaciones positivas con la retroalimentación a los estudiantes y estos espacios fueron oportunos y eficientes por parte de las instituciones de educación superior, ante el COVID-19. Sin embargo, Chávez Reinoso et al. (2021) citan que no se lograron buenos resultados en cuanto al proceso de formación educativa y el nivel de enseñanza de los docentes y el aprendizaje de los estudiantes disminuyó comparando las etapas antes y durante la pandemia.
Así mismo, Chanto et al. (2022) mencionan que, a pesar del distanciamiento físico durante la pandemia el uso de plataformas digitales fortaleció los aprendizajes a pesar de las restricciones, ya que se experimentó aburrimiento y cansancio por parte de estudiantes. Finalmente, según Rivera et al. (2022) durante el periodo de pandemia, las clases virtuales despersonalizaron la comunicación y modificaron la sensibilidad de los estudiantes, así como la concepción del mundo, la noción de tiempo y espacio y, sobre todo, la interrelación con los otros.
Tomando en cuenta lo expuesto previamente, se plantearon las siguientes preguntas de investigación ¿Cuál es la percepción que estudiantes de nivel superior tienen de las clases en línea? ¿En qué medida el rol docente y las condiciones de acceso y las circunstancias desfavorables (trabajo y emociones) se relacionan entre sí y predicen la percepción de las clases en línea en un grupo de estudiantes universitarios?
Para responder a las preguntas anteriores, el objetivo del presente estudio fue: determinar en qué medida el rol docente y las condiciones de acceso a las clases en línea y circunstancias desfavorables se relacionan con la percepción que los estudiantes tienen de ellas.
Método
En esta investigación se utilizó un enfoque cuantitativo con un diseño transversal, descriptivo de alcance explicativo, que, de acuerdo con Hernández et al. (2014)
Los estudios explicativos van más allá de la descripción de conceptos o fenómenos o del establecimiento de relaciones entre conceptos; es decir, están dirigidos a responder por las causas de los eventos y fenómenos físicos o sociales. Como su nombre lo indica, su interés se centra en explicar por qué ocurre un fenómeno y en qué condiciones se manifiesta o por qué se relacionan dos o más variables. (p. 95)
Participantes
Se seleccionaron a 233 estudiantes universitarios inscritos en dos universidades públicas del Estado de Colima, zona occidente de México. Participaron 149 mujeres y 84 hombres inscritas(os) quienes cursaban de primero a décimo semestre de licenciatura en psicología. La totalidad de los participantes reportaron haber cursado clases de manera virtual durante el periodo y el contexto de pandemia. La participación en el estudio fue voluntaria y con consentimiento informado.
Instrumento
En la plataforma de Google Forms, se elaboró un cuestionario con 43 reactivos, 3 de frecuencia y 40 con una escala ordinal tipo Likert, con cinco opciones de respuesta con los siguientes valores: 1= totalmente en desacuerdo, 2= en desacuerdo, 3= ni en desacuerdo ni de acuerdo 4= de acuerdo y 5 totalmente de acuerdo. Se midió la percepción de aprendizaje sobre el modelo educativo virtual en el confinamiento, durante la pandemia por SARS-Cov-2; se incluyeron dimensiones respecto a las circunstancias desfavorables del alumno/a (trabajo, estado de ánimo) para el trabajo en línea, rol docente favorable, así como las dificultades de acceso a clases en línea que los estudiantes pudieran experimentar. El cuestionario fue validado mediante la prueba de análisis factorial de componentes principales, se obtuvo de ello cuatro factores; posteriormente se obtuvieron los siguientes índices de confiabilidad de cada factor o dimensión.
Para el factor percepción negativa de las clases en línea se obtuvo un valor alfa de cronbach .85 con 12 reactivos; algunos ejemplos de reactivos son: “Tengo menos energía en clases virtuales que en las clases presenciales; En el contexto de la pandemia, las clases en línea han sido aburridas; En el modelo educativo en línea, la reflexión de los contenidos es nula”. El siguiente factor fue denominado rol docente flexible, el alfa de cronbach es de .82, está integrado por 6 reactivos; algunos ejemplos son: “Las profesoras(es) muestran flexibilidad en cuanto a la asistencia de los(as) estudiantes a las clases virtuales”, “En las clases virtuales, los(as) profesores(as) muestran flexibilidad con relación a la fecha de entrega de tareas. En las clases en línea, los(as) profesores(as) atienden todas mis dudas”. En el factor circunstancias desfavorables (falta de tiempo, desmotivación, trabajo) para las clases en línea, el valor alfa resultó de .76 e incluye 5 reactivos; algunos ejemplos son: “Me he visto en la necesidad de trabajar debido a las circunstancias provocadas por la pandemia. Se me dificulta tener motivación en las clases en línea cuando estoy pasando por un mal momento”. Y, por último, el factor dificultades de acceso y conectividad a internet, el alfa de que se obtuvo fue de .69 y tiene 4 reactivos. A continuación, algunos ejemplos de reactivos: “El dispositivo que utilizo para realizar mis tareas y tomar clases en línea es compartido por varias personas. He tenido que perder clases en línea debido a que no cuento con un equipo propio”.
Procedimiento
El cuestionario elaborado fue contestado mediante un formulario en línea; la invitación para responderlo se hizo mediante correo electrónico y redes sociales, entre el 6 de agosto y el 9 de septiembre de 2021. En el formulario se solicitó el consentimiento informado, además se aseguró el uso confidencial de los datos y las respuestas de quienes participaron.
Análisis de datos
Para el estudio se obtuvieron frecuencias y porcentajes para los datos de identificación; para determinar la validez del cuestionario se llevó a cabo un análisis factorial exploratorio con el fin de determinar la agrupación de factores y obtener el valor KMO además de la validez de contenido.
Se realizaron pruebas estadísticas descriptivas y medidas de tendencia central para conocer las características generales de la muestra. Se realizaron análisis de comparación entre grupos, pruebas de correlación entre variables y análisis de regresión logística múltiple para cumplir con los objetivos del estudio.
Consideraciones éticas
La participación de las personas fue voluntaria, previo consentimiento informado, el cual se anexó en la parte superior del cuestionario en línea. Se respetó la voluntad de participar o no participar. No fue puesta en riesgo la integridad física y moral de las personas. La información recabada fue confidencial y solamente se utilizó con fines académicos y de investigación. Se informó, además, que podrían tener acceso a los resultados de la investigación en caso de requerirlos.
Resultados
A continuación, se muestran resultados, iniciando por la descripción de participantes. Del total de la muestra, el 63.7% corresponde a mujeres, el 35.9% a hombres y el 0.4% corresponde otro género, las edades para el total de la muestra con rango entre 16 y 34 años, promedio de edad para mujeres de 20.3 y promedio para hombres de 20.6; una mediana de 20 años en mujeres y 21 años en hombres.
Con relación a las variables analizadas, el grupo de mujeres reportó promedios mayores en la percepción negativa de las clases en línea (p = .020), en las circunstancias desfavorables (p =.014) y en la de dificultad de acceso a internet (p= .005), a diferencia de los hombres. En este análisis, los hombres presentan promedios mayores que las mujeres en la percepción del rol docente flexible y empático p= .005 (Ver Tabla 1).
Tabla 1
Prueba t de Student para comparar promedios entre mujeres N= 149 y hombres N= 84 con respecto a la percepción de clases en línea.
Fuente: elaboración propia.
Para determinar la correlación entre las diversas variables del estudio, se realizaron pruebas r de Pearson con el total de la muestra. Los resultados muestran asociaciones de bajas a moderadas entre las variables estudiadas (ver Tabla 2).
Tabla 2.
Relación entre la percepción y las circunstancias, rol y dificultades ante las clases en línea.
|
Percepción negativa de las clases en línea |
Circunstancias desfavorables (falta de tiempo, desmotivación, trabajo ) para las clases en línea |
0.329** |
Rol docente flexible y empático |
-0.369** |
Dificultad de conectividad y acceso a clases en línea |
0.158* |
Nota: n= 233
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
*. La correlación es significante al nivel 0,05 (bilateral).
Fuente: elaboración propia.
De acuerdo con los datos de la Tabla 2, las circunstancias desfavorables (trabajo, emociones) para el trabajo en línea presentan una correlación positiva moderada con la percepción negativa hacia las clases en línea (r= 0.329). Además, el rol docente flexible y empático se correlaciona negativamente con la percepción negativa de las clases en línea, es decir, mientras mejor sea la función del rol docente flexible y empático, menor percepción negativa de las clases en línea (r= -0.369). Así mismo, en los resultados se puede analizar que mientras más dificultad de acceso a las clases en línea, se incrementa la percepción negativa de las clases en línea (r=0. 158).
Una vez que las correlaciones entre las variables resultaron moderadas y significativas, se realizó un análisis de regresión logística múltiple con el propósito de determinar las variables independientes que predicen la percepción negativa de las clases en línea como variable dependiente. Las variables predictoras que se establecen con el Coeficiente de Determinación (R2) pueden verse en la siguiente tabla que incluye además los valores F o coeficiente de dos varianzas, los grados de libertad y el valor p. que indica la fiabilidad del estudio.
Tabla 3
Análisis de variables predictoras de percepción de dinámica negativa de la clase en línea.
|
Variables independientes |
R2 |
F |
gl |
p |
|
|
Modelo 1 |
Rol docente flexible y empático. |
.136 |
36.361 |
1 |
.000 |
|
|
Modelo 2 |
Rol docente flexible y empático. Circunstancias desfavorables (trabajo y emociones) para clases virtuales |
.225 |
33.427 |
1 |
.000 |
|
Fuente: elaboración propia.
En el presente análisis se obtuvieron dos modelos significativos, el primero que corresponde al rol docente flexible empático, que predice la percepción de la dinámica negativa de las clases en línea con porcentaje mayor al diez por ciento de la varianza (F(1,233)= 36.361, p< .001). El segundo modelo que incluyó el rol docente con las circunstancias desfavorables (trabajo y emociones) para clases virtuales presentó mayor valor predictivo de la percepción negativa de las clases en línea con un porcentaje superior al veinte por ciento de la varianza (F(1,233) = 33.427, p< .001.).
Discusión y Conclusiones
La percepción que tienen las y los estudiantes universitarios de las clases en modalidad virtual que se implementaron durante las primeras etapas de pandemia por COVID 19, se relaciona con el tipo de rol docente además que con las circunstancias desfavorables para las clases en línea.
Los resultados descritos en el presente estudio permiten concluir que el rol docente flexible y empático influye en los estudiantes, particularmente en la percepción favorable o al menos no negativa hacia las clases en línea. En ese sentido, respecto a la importancia del rol docente, según Corona, et al. (2009) señalaron que la nula o limitada retroalimentación por parte del docente y el tiempo restringido de entrega de tareas ha llegado a ocasionar deserción en la modalidad virtual, ya que el rol del docente flexible y receptivo resulta indispensable para los alumnos, puesto que como mencionan Varguillas y Bravo (2020), el aprendizaje virtual es una herramienta educativa que favorece la participación, motivación y la comunicación entre estudiantes y docentes, además de que favorece cambios importantes en diversos aspectos, entre ellos la motivación de estudiantes y docentes y la mejora de enseñanza y aprendizaje para el logro de objetivos educativos en tiempos de pandemia.
La efectividad de las clases virtuales se incrementa cuando los docentes cuentan con una buena capacitación sobre los recursos tecnológicos y su uso, así como una percepción mayormente positiva cuando se da la interacción y comunicación entre docentes y estudiantes (Hurtado y Frank, 2020).
Con respecto a los resultados de las circunstancias desfavorables referentes al tener que trabajar y al manejo de las emociones para las clases en línea, los resultados se orientan a asociarlas con la percepción negativa de las clases virtuales, lo que coincide con lo reportado por Esteche-Cabaña y Gerhard-Wasmuth (2020) que señalaron que al momento de cursar los estudios en modalidad en línea, uno de los factores con mayor peso es el referente al nivel socioeconómico, pues para los jóvenes que han tenido que trabajar para solventar sus estudios, el reto ha sido mayor.
De ahí que se afirme que esta transición a lo virtual en los procesos educativos no hizo más que develar la gran desigualdad que existe en cuanto a acceso a la red y a dispositivos eficientes para tal fin (Gutiérrez-Pallares, 2020; Expósito y Marsollier, 2020; Gómez y Escobar, 2021). Esto pudiera explicar porqué se percibe de manera más negativa la experiencia de aprendizaje en entornos virtuales derivada de las diferentes condiciones entre los y las alumnas, que en ocasiones suelen ser desiguales (Gómez y Escobar, 2021).
La información recabada y analizada confirma que la pandemia no solamente afectó las dinámicas educativas, también afectó el contexto de interacción, las formas de vida, así como los ingresos económicos por familia; por lo tanto, un porcentaje importante de estudiantes tuvieron que comenzar a trabajar incluso ante el riesgo del contagio. Así mismo, se percibe que las condiciones sociales derivadas de la pandemia han afectado el estado emocional de las y los participantes en este estudio. En ese sentido Aguilar (2020) afirma que la educación virtual resultó un reto para los docentes y estudiantes, ya que la socialización quedó limitada.
Al tomar como referencia la experiencia vivida durante casi dos años en la modalidad virtual, se puede suponer que los procesos de enseñanza- aprendizaje han logrado cumplir con la continuidad educativa; sin embargo, es necesario reconocer que durante este tiempo, la alta exposición a dispositivos digitales tanto de estudiantes como de docentes también pudo generar efectos que requieren ser estudiados, particularmente en el ámbito de la calidad las competencias desarrolladas, la habilitación docente para el manejo simultáneo de las plataformas digitales a la par de los contenidos disciplinares, la escasa interacción entre pares, entre otras.
Los resultados del estudio aquí presentado abonan a la comprensión de la experiencia educativa como un proceso interrelacionado entre las condiciones del contexto, el rol docente y la percepción de los estudiantes. Particularmente abona en la explicación de lo central del trabajo docente ante situaciones emergentes como la pandemia por COVID 19.
Respecto a las limitaciones del estudio, la primera se refiere al número de participantes que resultó menor al que se estimó inicialmente, por lo que se recomienda replicar con muestras representativas; y la segunda, a la dificultad que se tuvo de ampliar la revisión de literatura sobre el tema debido a lo escaso de la misma.
Resulta importante ampliar la investigación sobre la experiencia docente durante este periodo, además de desarrollar información confiable sobre el peso que tiene la capacitación y el trabajo colegiado entre profesores en la calidad de su desempeño, esto particularmente en la modalidad educativa virtual. Así mismo, que se profundice más el estudio de los efectos de las circunstancias desfavorables (trabajo y emociones) en los estudiantes universitarios a causa de la pandemia por COVID-19.
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La discapacidad cognitiva (DC) consiste en un déficit del funcionamiento de los dominios conceptual, social y funcional, produciendo en las personas que la padecen limitaciones que varían en mayor o menor grado para adaptarse a los contextos que lo rodean (Morley, 2018). Su etiología es heterogénea, los síntomas se manifestan en la infancia perdurando a lo largo del ciclo vital (Echavarría y Tirapu, 2021; Perkins y Small, 2006), la cual impacta al 6.9% de la población colombiana (Correa y Castro, 2016).
La discapacidad cognitiva se aborda de manera interdisciplinar; en su caracterización se identifican cuatro grados de discapacidad cognitiva, que varían de leve a profundo (Morley, 2018). El grado leve representa aproximadamente al 85% de la población (Ministerio de Salud y la Protección Social, 2020), que se caracteriza principalmente por retraso sensoriomotor, afecta el desarrollo de habilidades académicas de lectura, escritura y cálculo, leves fallos cognitivos en memoria, y funciones ejecutivas, así como algunas dificultades para detectar señales de ajuste social, regulación emocional y comportamental (Morrison, 2015). No obstante, estas personas pueden permanecer en el sistema educativo y ejercer una actividad profesional (Echavarría y Tirapu, 2021). En este sentido, Torti et al. (2019) destacan un pronóstico favorable en estos pacientes que pueden lograr autonomía personal, siempre y cuando exista una adecuada estimulación ambiental.
El grado moderado representa aproximadamente el 10% de la población (Ministerio de Salud y la Protección Social, 2020). Se caracteriza por mayor retraso a nivel sensoriomotor y lingüístico, afecta significativamente el proceso de aprendizaje y las habilidades sociales (American Psychiatric Association [APA], 2013). A nivel neuropsicológico, esta población presenta principalmente fallos en procesos atencionales de velocidad de procesamiento, atención dividida y alternante, memoria visual, control inhibitorio, memoria de trabajo y planeación (Castañeda et al., 2017). Por consiguiente, requieren de un mayor apoyo para actividades básicas, instrumentales y avanzadas; no obstante, estas personas son capaces de establecer relaciones con el entorno y hacer vínculos con otras personas, a partir de niveles concretos de relación (Morrison, 2015). Por su parte Torti et al. (2019) resaltan que estos pacientes pueden ser capaces de trabajar con ayuda de supervisores y colaboradores en empleos no muy demandantes.
El grado grave, representa aproximadamente el 5% de la población (Ministerio de Salud y la Protección Social, 2020). Se evidencia un desarrollo muy bajo de las habilidades sensoriomotoras y lingüísticas, siendo estas últimas las de mayor afectación, ya que su lenguaje suele ser muy precario, tanto a nivel expresivo como comprensivo, lo que afecta significativamente la interacción social (Echavarría y Tirapu, 2021). De igual forma, la APA (2013) reporta que se debe desarrollar su aprendizaje escolar en centros especializados, orientados en la adquisición de habilidades asociadas, autocuidado, autonomía y comunicación, ya que necesitan ayuda de por vida debido a sus limitaciones en las actividades básicas, instrumentales y avanzadas.
Por último, el grado profundo, representa entre el 1% y el 2% de la población con este diagnóstico (Ministerio de Salud y la Protección Social, 2020). Suele derivarse de un trastorno neurológico grave y representa un deterioro importante respecto a las características sensoriomotoras y comunicativas de la persona que la padece, generando un compromiso significativo en actividades básicas, instrumentales y avanzadas, por lo que depende completamente de otra persona para cumplir con sus necesidades (APA, 2013). En este sentido, Echavarría y Tirapu (2021) resaltan que las personas con esta discapacidad tienen bastantes dificultades a la hora de comprender el lenguaje simbólico, por lo cual recurren al uso de gestos de comunicación, y a la comunicación no verbal, siendo esta una de sus mayores fortalezas al momento de la interacción social, junto con la gesticulación (APA, 2013).
Por consiguiente, es importante reconocer las principales características de los diferentes grados de la DC, ya que ellas permiten identificar causas, pronósticos, potencialidades y dificultades en las personas que la padecen, por lo cual se requieren implementar protocolos de valoración integral que incluyan, pruebas genéticas, sensoriales, psicológicas, cognitivas, sociales y ocupacionales (Yáñez, 2016).
La importancia de estos protocolos integrales radica en que, las pruebas genéticas han mostrado un porcentaje de efectividad que oscila entre el 30% y el 95% para la detección de DC en enfermedades como Síndrome de Down o Síndrome de X frágil (Bass y Skuse, 2018) De igual manera, las pruebas electrofisiológicas de optometría y audiometría han permitido detectar entre el 8% y el 10% de falsos positivos de personas con limitaciones sensoriales que se confunden con casos de DC (Torrents y Ruf , 2008; Mattsson et al., 2019). Al mismo tiempo Barquín et al. (2018) señalan que los pacientes con DC suelen presentar síntomas de estrés 10% a 45%, ansiedad 4% a 8% y depresión 1% a 6%., que influyen directamente en el curso, pronóstico y tratamiento de la DC (Medina y Gil, 2017).
En cuanto a la estimación de las características cognitivas, diferentes investigaciones resaltan las afectaciones sensoriomotrices y lingüísticas que están presentes desde la infancia y que se mantienen a lo largo del ciclo vital, afectando el desarrollo de procesos cognitivos básicos, superiores y funciones ejecutivas (Yáñez, 2016). En este sentido, García y Medina (2017) señalan que las personas con DC que presentan fallos principalmente lingüísticos en los grados grave y profundo compensan sus dificultades con el desarrollo de habilidades no verbales para fortalecer procesos de atención, memoria y aprendizaje. Por lo cual, Grau y Fortes (2012) afirman que estas capacidades no verbales deben ser direccionadas para fortalecer el aprendizaje simbólico del lenguaje, las que no son diferenciales sino complementarias.
Así mismo, Verdugo y Rodríguez (2012) resaltan como las dificultades en los procesos sensoriomotores afectan las destrezas manipulativas, que en algunos casos producen balances repetitivos, movimientos excesivos y dificultades con el equilibrio, que pueden asociarse con comportamientos agresivos o conductas de retraimiento. De igual forma, Rodríguez et al. (2011) han encontrado que las personas con DC presentan mayores fallos en las tareas de Funciones Ejecutivas FFEE, particularmente en la Memoria de Trabajo y control de impulsos, lo cual podría explicar el por qué requieren tanto acompañamiento y supervisión externa para el desarrollo de tareas cotidianas o de alta demanda cognitiva.
En síntesis, la DC es una condición de etiología múltiple, que puede clasificarse en grados de severidad y que impactan no solo al sujeto que la padece, sino también a la familia, entorno social, cultura e instituciones, por lo cual es una condición compleja que debe abordarse de manera integral, entendiendo que la discapacidad no es solo un problema biológico, sino también social (Morley, 2018; Silva, 2012). Es por esto por lo que, la presente investigación tiene como objetivo identificar el grado de discapacidad cognitiva y características neuropsicológicas de una paciente procedente del departamento del Meta (Colombia), con el fin de aportar al conocimiento a la comunidad científica en esta región.
Método
Estudio descriptivo de caso único, el cual busca describir y comprender las particularidades de la paciente que participó en esta investigación (Hernández y Mendoza, 2018).
Descripción del caso
Paciente femenino de 43 años, procedente del departamento del Meta (Colombia), dependiente económicamente de sus cuidadores, con diagnóstico de DC desde los 32 años; el diagnóstico se realizó con base en los resultados de la Escala Wechsler de Inteligencia para Adultos WAIS III, que arrojó un Coeficiente Intelectual Total CIT = 47 deficiencia moderada, CI Verbal = 56 deficiente moderada y CI Manipulativo = 54 Deficiente moderada.
Durante la entrevista, la cuidadora reporta antecedentes familiares de síndrome de Down (primo materno). A nivel de desarrollo, la cuidadora reporta que la paciente nació en su casa, requirió maniobras de resucitación por hipoxia, tuvo atraso en el desarrollo psicomotor y lingüístico, ya que caminó a los 3 años y habló a partir de los 5 años, terminó el bachillerato a los 22 años y realizó cursos ocupacionales de producción de lácteos, arreglos navideños y repostería. No obstante, debido a dificultades en el seguimiento instruccional no los pudo ejercer.
Desde los 32 años, la paciente cuenta con una declaración juramentada de dependencia económica, validada por medicina laboral, por pérdida de la capacidad laboral del 52%. Desde esa misma edad, recibe tratamiento farmacológico con fluoxetina y risperidona, para controlar brotes de esquizofrenia paranoide.
La cuidadora reporta que la paciente es una persona activa, que demuestra intención al momento de relacionarse con otras personas, sin embargo, la describe como una “nerviosa, olvidadiza y testaruda”, lo que genera conflictos al interior de la dinámica familiar y ocupacional.
Instrumentos
Se realizó un protocolo de evaluación de las funciones cognitivas y ejecutivas, se implementaron pruebas específicas de inteligencia, funciones ejecutivas, estado de ánimo y funcionalidad, que se registran a continuación.
Tabla 1.
Protocolo de evaluación implementado.
Dominio |
Prueba |
|
Escala Wechsler de Inteligencia para Adultos WAIS III. (Wechsler, 1999). |
|
Batería Neuropsicológica de Funciones Ejecutivas y Lóbulos Frontales BANFE (Flores et al., 2012). |
|
Escala de Depresión, Ansiedad y Estrés DASS-21 (Lovibond y Lovibond, 1995). |
|
Escala de Lawton y Brody traducida al español en 1993, evalua Actividades Instrumentales de la Vida Diaria AIVD (Centro Geriátrico de Filadelfia, 1993). |
|
Índice de Barthel, evalúa Actividades Básicas Diarias AVD (Granger, 1979). |
Fuente: Elaboración propia.
Procedimiento
El presente estudio de caso incluyó cuatro fases: Fase 1. Acceso y selección del estudio de caso; recolección de información por medio de entrevista semiestructurada, documentos aportados por la paciente y firma del consentimiento informado. Fase 2. Aplicación del protocolo de valoración descrito anteriormente, que se llevó a cabo en 3 sesiones, de aproximadamente 1 hora de duración. Fase 3. Análisis de datos, que incluyó calificación de las pruebas y conversión de las puntuaciones directas en puntuaciones normalizadas según lo indicado en los manuales. Fase 4. Análisis y comparación de los resultados con base en la teoría encontrada y elaboración del artículo.
Resultados
La presentación de los resultados se realizará a partir de dos figuras y dos tablas. La primera figura contiene información de la prueba de inteligencia evaluada con el WAIS III; la segunda describe su desempeño en las tareas defunción ejecutiva dorsolateral, anterior y orbitomedial las cuales fueron evaluadas con la BANFE. En cuanto a las tablas, la primera corresponde a la valoración del estado de ánimo, realizada con el DASS-21 y la otra a la funcionalidad en AIVD y AVD evaluadas con el índice de Barthel y la escala de Lawton y Brody, respectivamente.
El perfil cognitivo que evaluó la prueba WAIS III, mostró un Coeficiente Intelectual Total bajo, (CIT = 60, Déficit leve), destacando mayor desempeño en los procesos donde requirió entender información verbal, razonar y expresar sus pensamientos por medios de palabra (CV = 80 promedio bajo), en comparación con las tareas donde debió resolver problemas no verbales y trabajar rápida y efectivamente con información no verbal (OP = 69 Déficit leve) y baja velocidad para procesar la información (VP = 62, Déficit leve). Sin embargo, este coeficiente intelectual mostró altos niveles de discrepancia entre sus componentes, porque su confiabilidad es baja ya que puede estar influenciado por variables como el estado del ánimo y el grado de dificultad de la prueba. Por esta razón, los procesos de atención, lenguaje y razonamiento perceptual deben ser analizados de forma independiente.
Al evaluar el desarrollo de los procesos atencionales, se evidenció en la paciente un adecuado nivel para inhibir información irrelevante seleccionar el foco atencional y permanecer en la ejecución de una tarea. No obstante, para que estos procesos fueran adecuados ella debió estar constantemente activando su sistema de supervisión atencional para que la velocidad de procesamiento fuera baja.
En cuanto al lenguaje, se evidenciaron los siguientes elementos: 1) A nivel de lenguaje expresivo, la paciente cuenta con un bajo almacén léxico, porque su vocabulario es escaso, generando así un bajo nivel de producción y longitud narrativa; 2) En el nivel comprensivo, se evidenció un bajo nivel de desempeño para seguir instrucciones semicomplejas y complejas, junto a dificultades para abstraer información, debido a su nivel de pensamiento concreto; 3) En cuanto a los aspectos pragmáticos del lenguaje, se evidenció un adecuado uso del lenguaje para interactuar con su entorno, coherencia semántica y completitud narrativa.
Por último, el razonamiento perceptivo, se caracterizó por un bajo desempeño generalizado al momento de manipular información visual, resolver problemas, seguir patrones lógicos y acceder a su repertorio léxico, que sugiere inmadurez en el desarrollo de las funciones visoperceptuales.
Figura 1. Resultados prueba de inteligencia.
V = Vocabulario; S = Semejanzas, I = Información, C = Comprensión CIV = Coeficiente Intelectual Verbal, Coeficiente Intelectual Ejecución
A = Aritmética, & RD = Retención de dígitos ICV = Índice de Comprensión Verbal; IOP = Índice de Organización
Perceptual; IMT = Índice de Memoria de Trabajo E Índice de
Velocidad de Procesamiento.
Fuente. Elaboración propia.
Para evaluar las funciones ejecutivas, se tuvo como referente la clasificación sugerida por Flores et al. (2012) quienes plantean que las funciones ejecutivas se dividen en: dorsolateral, anterior y orbitomedial. El componente dorsolateral incluye procesos relacionados con memoria de trabajo, planeación, flexibilidad cognitiva y fluidez; la porción anterior, incluye el pensamiento abstracto; y el área orbitomedial, el control inhibitorio.
En cuanto a los procesos dorsolaterales se pudo evidenciar en la paciente dificultades en la memoria de trabajo, afectando la capacidad para para retener y manipular la información mentalmente, así como para resolver problemas de forma activa, sirviéndose de los componentes fonológico, visoespacial y ejecutivos. En cuanto a planeación, se evidenció, por un lado, que invirtió más tiempo del esperado y, por otro lado, dificultades para generar e implementar estrategias lo que resultó en conductas desorganizadas las cuales se manifestaron con una respuesta de ansiedad y estrés. En cuanto a la flexibilidad cognitiva, se evidenció un desempeño adecuado, no obstante, en ocasiones le costó aprender de sus errores; sin embargo, logró superar esos inconvenientes e identificar estrategias para ajustarse a los cambios. Y en fluidez verbal, se evidenció un bajo desempeño, lo cual podría estar relacionado con el bajo nivel de vocabulario reportado a nivel de lenguaje.
Al evaluar las funciones de la porción anterior, relacionadas con el pensamiento abstracto, se evidenció en la paciente, predominio del pensamiento concreto, por lo que su nivel de abstracción fue bajo, requirió constante ayuda para generar procesos categoriales y supramodales; esto afecta la forma en la que ella procesa la información, generando actitudes inflexibles y distorsionando la intención de lo que se le quiere trasmitir.
Por último, en el control inhibitorio relacionado con el área orbitomedial, se evidenció un nivel de desempeño muy bajo, por lo que automatismos cognitivos, comportamentales y emocionales se manifestaron fácilmente sin ser procesados conscientemente, generando conductas impulsivas, con una fuerte carga emocional o irracional.
Figura 2. Resultados prueba de funciones ejecutivas dorsolateral.
Fuente: elaboración propia
Estado del ánimo
Al evaluar este indicador, se evidenció la presencia de síntomas de ansiedad, depresión y estrés, que se caracterizaron por: Ansiedad, la paciente reporta tener síntomas fisiológicos ante situaciones cotidianas como: resequedad en la boca, temblores en la mano y taquicardia, junto con síntomas cognitivos como no creer contar con los suficientes recursos para afrontar las tareas cotidianas. Depresión: reporta no experimentar sentimientos placenteros, pérdida de la ilusión, sentimientos de tristeza y baja autoestima. Estrés, por dificultades al momento de descargar tensión, invertir más energía de la necesaria para la solución de actividades cotidianas, dificultad para relajarse y frustración constante que le generan emoción de enfado.
Tabla 2.
Resultados prueba de estado de ánimo.
Escala |
Puntaje |
Interpretación |
Depresión |
11 / 6 |
Depresión severa |
Ansiedad |
15 / 4 |
Ansiedad extremadamente severa |
Estrés |
14 / 9 |
Estrés severo |
Fuente. Elaboración propia.
Funcionalidad. En este componente se evidenció que, a nivel instrumental la paciente no logra manipular con facilidad elementos básicos como el móvil, hacer compras, preparar alimentos, hacer tareas del hogar, manejar el dinero o transportarse, ya que requiere de un tercero para realizar estas actividades cotidianas. En cuanto a sus funciones básicas también se evidencia que depende levemente de sus cuidadores para realizar actividades como comer, vestirse, ir al baño y trasladarse.
Tabla 3.
Resultados prueba de funcionalidad.
Escala |
Puntaje |
Interpretación |
Escala de Lawton y Brody de AIVD. |
4/8 |
Alterado significativamente |
Índice de Barthel de ABC |
60/100 |
Levemente alterado |
Fuente. Elaboración propia.
Discusión
El presente estudio evaluó el caso de una paciente, bachiller, de 43 años con diagnóstico de discapacidad cognitiva desde los 32 años, que además tiene antecedentes de hipoxia, retraso en el desarrollo psicomotor y psicolingüístico y con pérdida de la capacidad laboral del 52%. La valoración se realizó con el objetivo de identificar el grado de la DC y describir sus características neuropsicológicas.
El proceso de valoración incluyó la entrevista, revisión de antecedentes clínicos y aplicación de instrumentos estandarizados, los cuales arrojaron información relevante sobre la paciente. Dentro de esa información se pudo identificar la presencia de un evento hipóxico que podría explicar el atraso en el desarrollo de las habilidades psicomotoras y lingüística de la paciente en los primeros 5 años de su vida, que son indicadores iniciales de DC (Echavarría y Tirapu, 2021). Estas características estuvieron presentes desde muy temprano en el desarrollo y afectaron los dominios conceptual, social y funcional de la paciente, siendo estos componentes importantes para el diagnóstico de la DC (Morley, 2018).
Al analizar el dominio conceptual, que para Morley (2018) está estrechamente relacionado con los procesos cognitivos, se pudo evidenciar que la paciente contaba con una valoración de CI de hace 11 años, que sirvió como referente para el diagnóstico de DC, al comparar esa valoración con el protocolo aplicado en este estudio, se evidenció que en la actualidad las puntuaciones globales aumentaron, pasando de CIT = 47 a CIT = 60. De igual forma los componentes verbal y manipulativo aumentaron en su desempeño, pasando de CIV =56 CIV = 66 y CIM = 54 a CIM = 77, lo que permite inferir que, aunque ha habido mejoría en los procesos verbales, cuenta con un menor desarrollo en comparación con los procesos motrices o manipulativos, lo que afecta funciones básicas como el vocabulario, la expresión y la comprensión. En comparación con el desarrollo de habilidades operativas, que han servido como forma de compensación para su adaptación, guardando estrecha relación con el grado moderado de la DC (APA, 2013).
De igual forma, en este dominio conceptual se encontró que la paciente tiene dificultades en procesos de velocidad de procesamiento, control inhibitorio, memoria de trabajo y planeación, los cuales comprometen la capacidad de la paciente para inhibir sus respuestas automáticas, dimensionar el riesgo, tomar decisiones, resolver problemas de manera dinámica y generar estrategias, lo que a su vez produce comportamientos desorganizados y erráticos. Estos hallazgos tienen relación con los aportes realizados por Rodríguez et al. (2011) quienes afirman que estos procesos están involucrados de manera prioritaria en la afectación de los pacientes con DC moderada, razón por la cual requieren mayor apoyo para el desarrollo de las actividades instrumentales y básicas de la vida diaria.
Estos fallos en el dominio conceptual pueden influir directamente en el dominio social, ya que como lo menciono Torti et al. (2019) estos pacientes requieren de mayor supervisión y acompañamiento para desenvolverse en los contextos laboral y educativo, apoyos con los que contó la paciente, y le permitió terminar su bachillerato y realizar cursos de formación ocupacional. No obstante, estos procesos no fueron siempre permanentes, debido a múltiples variables como lo mencionó la cuidadora: ella es muy nerviosa, es muy olvidadiza, le disgusta que le digan lo que tiene que hacer etc., variables que pudieron influir en el desarrollo de su ajuste social.
Los reportes de la cuidadora tienen estrecha relación con los síntomas de ansiedad, estrés y depresión que reportó la paciente, que según Castañeda et al. (2017) están presentes en más del 50% de la población con DC repercutiendo en el curso y pronóstico de la enfermedad. Para el caso de la paciente estas alteraciones en el estado de ánimo sumadas a su perfil cognitivo, favorecieron la aparición de distorsiones cognitivas, ideas perseverativas, episodios de paranoia y despersonalización que durante los últimos 11 años han sido tratadas con antipsicóticos y antidepresivos.
De esta forma, el proceso de valoración neuropsicológico, permitió concluir que el perfil cognitivo de la paciente concuerda con DC moderada, la cual podría tener su causa con el evento hipóxico perinatal, que manifiesta síntomas desde la primera infancia con retraso en el desarrollo psicomotor y psicolingüístico, que al ser aprestamientos importantes para el desarrollo de las funciones cognitivas, y a la vez incluyen las funciones ejecutivas, la regulación emocional y comportamental, afectan el ajuste de la paciente en sus diferentes contextos.
Sin embargo, al comparar la valoración inicial con la valoración actual, se evidenció una mejoría en el resultado de las pruebas cognitivas, lo que fue confirmado por la cuidadora de la paciente y podría estar relacionado con el tratamiento farmacológico recibido.
Conclusión
Tras el proceso de valoración neuropsicológico se pudo evidenciar la presencia de una Discapacidad Cognitiva Moderada, la cual inicio en la infancia, manifestada por un atraso en el desarrollo de la función psicomotora y psicolingüística, la cual afectó el ajuste de la paciente en su contexto educativo, social y laboral.
De igual forma se evidencia que la DC se trató tardíamente lo cual pudo favorecer el desarrollo de síntomas asociados como estrés, ansiedad, depresión y alteraciones comportamentales. No obstante, desde el diagnóstico y hasta la fecha esas manifestaciones sintomáticas han sido tratadas farmacológicamente, generando un efecto positivo en la paciente.
Limitaciones
La presencia de DC es una problemática que afecta a más del 6% de la población colombiana (Correa y Castro, 2016). Y aunque es una condición que permanece a lo largo del ciclo vital, no siempre se diagnostica ni se trata a tiempo, como fue el caso de esta paciente, quien recibió diagnóstico y tratamiento a la edad de 32 años; por consiguiente, esa se considera una de las principales limitaciones de este estudio, ya que desde que recibió el diagnóstico junto con el tratamiento sus procesos cognitivos, emocionales y comportamentales, empezaron a mejorar, como se evidenció en las pruebas y en el reporte de la cuidadora.
Esta falta de atención temprana podría explicarse por diferentes variables como pertenecer a una zona vulnerable, falta de educación en materia de salud mental y no contar con acceso a los recursos de salud oportuno; características propias de la paciente, quien procedía de una vereda ubicada en la región del Meta.
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Dentro de los factores de riesgo se incluyen problemas de identidad de género y estados depresivos; tanto las minorías sexuales (LGTB) como las mayorías heterosexuales muestran episodios de depresión y autolesión (Irish et al., 2019). Los adolescentes que se identificaban con la población LGTB presentaban cuatro veces mayor riesgo de autoagresión y depresión que los heterosexuales. Así que pertenecer a estas minorías puede asociarse fácilmente con el riesgo de presentar comportamiento autolesivo.
Además, los factores de riesgo, asociados a la conducta autolesiva no suicida, parten de la interacción que tiene el individuo con los compañeros y en especial desde la construcción de personalidad e identidad de género. Lo anterior puede incidir en la forma de relacionarse con las personas de su ambiente y a partir de ello se pueden generar episodios de rechazo o discriminación. Es el impacto del escenario social en sobre la autolesión, en la medida en que se puede instaurar un rechazo o discriminación, por una particularidad conductual como lo es la orientación sexual.
Astrup et al. (2017) asocian la separación paternal durante la infancia como un factor de riesgo para la conducta autolesiva no suicida en la adolescencia, añadiendo como factores la edad de los padres y el tiempo transcurrido desde la separación y la percepción de la pérdida de cohesión familiar. De esta manera se genera una ruptura subjetiva en el individuo sobre la cohesión familiar, lo cual puede asociarse con la depresión o la angustia; el niño podría culparse por tal separación y provocarse autolesión en edades futuras.
Varios autores (Martínez y Stattinb, 2019; Duarte et al., 2020; Fliege et al., 2009; Webb et al., 2017) enfatizan la importancia de las experiencias vivenciadas por el individuo, en edades tempranas, relacionadas con la interacción con los padres y los estilos y métodos de crianza. En este sentido se entiende que los factores de riesgo están ligados a prácticas intrafamiliares a las cuales se ve expuesto el niño durante sus primeros años de vida. Aquí se pueden mencionar elementos tales como la comunicación, la identificación y sentimiento de comprensión, por parte de los padres o cuidadores, inclusive los historiales de abuso y maltrato. Se expone entonces que estos factores pueden ser predictores de futuras apariciones de conductas autolesivas en la medida en que tengan una repercusión significativa en el niño.
Adicionalmente se incluyen los trabajos realizados por otros autores (Agüera et al., 2018; Spires et al., 2020; Cassels et al., 2019; Mahtani et al., 2019; Cassels et al., 2018) quienes abordan temas relacionados con las dinámicas familiares, ya no desde la etapa de la infancia sino desde la adolescencia. Se reconoce en los estudios, mencionados en el apartado anterior, que la violencia intrafamiliar, los historiales de abuso y maltrato al igual que las relaciones disfuncionales de pareja pueden dejar una huella mnémica en el individuo, que a futuro podrá devenir en estados depresivos y de angustia que pueden asociarse al comportamiento autolesivo. Se indica que en la adolescencia es cuando los factores de riesgo, ya mencionados hasta aquí, se pueden relacionar con los aspectos subjetivos del individuo generando así sentimientos de desaprobación, vergüenza, culpabilidad, relaciones de apego inseguro y dificultad para establecer relaciones afectivas, lo que conllevará a una dificultad en el individuo para poder comunicar o manifestar estados de ánimo negativos.
Martínez y Stattinb (2019) señalan que la autolesión puede tener un trasfondo social dado que se asocia, en algunos casos, con prácticas sociales, cuyos desencadenantes se encuentran presentes en el contexto o en la relación con pares. Específicamente en este estudio se evalúan tres subculturas: punk, gótico y rock, las cuales presentan un alto grado de conductas autolesivas entre sus miembros. Sin embargo, estas autolesiones buscan manifestar estados emocionales negativos como estrategia comunicativa para vincular a los otros en el afrontamiento de sus problemas y conflictos emocionales.
La conducta autolesiva no suicida puede responder a cuatro tipos de reforzamiento: reforzamiento automático positivo o negativo y reforzamiento social positivo o negativo. Los primeros dos hacen alusión a la creación o eliminación de estados afectivos o emocionales, mientras que los otros hacen referencia a la vinculación o evitación de terceros en sus estados afectivos o emocionales. Este proceso de reforzamiento en la autolesión es descrito igualmente por Nock (2010).
Por otra parte, Schwartz-Mette y Lawrence (2019) aportan a lo social como factor de riesgo ya que identifican grupos de jóvenes que se encuentran inmersos en binas o diadas que suelen tener como práctica la autolesión conjunta. Lo anterior complementa la función de los reforzadores sociales en la medida en que se pueden vincular terceros a sus estados afectivos o emocionales actuales, por medio del acto simbólico de infligir daño, generando de este modo una sensación de pertenencia, empatía, entendimiento o identificación con pares; o, visto desde otro ángulo, es una forma conjunta de liberar o desahogar sentimientos negativos por medio de la autolesión, lo cual de cierta manera resulta siendo una fuente de regulación o control emocional. Es de destacar que, en diferentes ocasiones, estas prácticas no son aprendidas adrede o a priori, sino que son modeladas por terceros.
Hasta este punto se puede evidenciar, entonces, que la autolesión no solo es el resultado de un estado de depresión, cuyo objetivo es ponerle fin a la propia existencia, sino que adquiere tres connotaciones adicionales: la primera, entendida como un mecanismo de respuesta aprendida del contexto por medio de la cual se quiere mitigar estados emocionales negativos y es en la autolesión donde el individuo encuentra una forma de desahogar estos afectos; la segunda, un mecanismo de comunicación por medio del cual el individuo pretende vincular afectivamente a otras personas a sus estados emocionales en una suerte de llamado de atención, para poder sobrellevar sus problemas; y la tercera como una práctica social de identificación con un grupo con quien se comparten ideales y pensamientos similares.
Otros autores que han indagado sobre los factores de riesgo y etológicos de la autolesión, en escenarios contextuales diferentes de los sociales o subculturas, son: Kidger et al. (2015); Lereya et al. (2013); Emerson et al. (2019); Agüera et al. (2018); Pokieser et al. (2019); y Xavier et al. (2016) quienes investigan la autolesión desde la interacción con pares, docentes, el sexo opuesto y exponen cómo estos pueden ser un factor de riesgo en la medida en que inciden en estados de ansiedad, depresión y angustia, por medio de prácticas como el bullying o acoso escolar, y el rechazo, en especial por medio de la interacción con el sexo opuesto. Claro está que los factores etiológicos tienen participación en estos criterios transdiagnósticos, en la medida en que hay una construcción desadaptativa de la autoimagen, las estrategias de afrontamiento y/o resolución de problemas; inclusive pueden llegar a hacer presencia características propias de la reactividad como impulsividad y agresividad, que posteriormente serán predictores de la autolesión.
McHugh et al. (2019) quienes asocian la impulsividad con la autolesión y el comportamiento suicida, planteando los factores de riesgo de la emergencia de estas conductas debido a ciertos sesgos neurocognitivos, específicamente aquellos de las funciones ejecutivas, déficit en la toma de decisión y resolución de problemas, sesgos en la memoria y atención negativa de los problemas. Lo anterior conlleva a que el adolescente, en primera instancia, tenga una percepción negativa sobregeneralizada de los problemas, y adicionalmente se sienta sin las competencias para hacerles frente; en segunda instancia, que no cuente con el control inhibitorio suficiente, lo que conlleva a la manifestación de estas conductas.
Este estudio revela, igualmente, que la impulsividad aparece en la adolescencia como un sistema de reforzamiento más rápido, en el cual operan dos mecanismos: descuento por demora y descuento probabilístico. El primero hace alusión a la aparición de la recompensa de forma más frecuente, así la recompensa sea menor; en este caso se podría hablar de la autolesión como forma de eliminar los sentimientos negativos de manera inmediata. Y el descuento probabilístico hace referencia al retorno de la inversión. Es decir, que estos sentimientos de desahogo alivian un poco la carga emocional de la persona. Es de esta manera como la autolesión, independientemente de sus variaciones, pueda reforzar los sentimientos de tranquilidad. Sin embargo, se demuestra en el estudio que los sentimientos de culpa y arrepentimiento afloran después de este tipo de comportamientos, teniendo incluso una mayor repercusión en los estados depresivos de la persona.
Metodología
En el presente estudio se empleó un diseño cuantitativo no experimental, de tipo descriptivo-relacional (Hernández et al., 2014), ya que su objetivo fue analizar los factores de riesgo que anteceden la conducta autolesiva no suicida en los estudiantes de los grados décimo y undécimo de El Bordo (Cauca). Se escoge este diseño ya que no se realizarán estudios con grupo control o se manipularán las situaciones para identificar el comportamiento ante dicha conducta.
Muestra
Este estudio contó con la participación de 150 estudiantes de los grados décimo y undécimo de los colegios de la cabecera municipal de Patía-El Bordo (Cauca), con una media de 16.09 años y un rango de edad de 15 a 19 años, de los cuales 59 eran hombres y 91 mujeres. Como criterio de exclusión se tuvo en cuenta que los estudiantes se negaran participar o que los padres o cuidadores no autorizaran su participación por medio del consentimiento informado.
Procedimiento
Para la consecución de la muestra se estableció contacto con los rectores de las instituciones educativas de El Bordo (Cauca), a quienes se les presentó la investigación para que permitieran la participación. Luego se reunió a los estudiantes de los grados décimo y undécimo, por institución educativa, a través de la plataforma de Google Meet, se realiza la socialización del estudio y se obtiene la autorización de los padres. La aplicación de los instrumentos a los adolescentes tuvo una duración promedio 30 minutos y se llevó a cabo a través de la plataforma de formularios de Google, con el apoyo de los docentes directores de grupo, los cuales enviaban los enlaces de las pruebas a través de WhatsApp. La socialización y aplicación de instrumentos se realiza de manera virtual debido a la pandemia que se vive por el virus COVID-19.
Luego de la aplicación de las dos pruebas a los 150 estudiantes, se procede a realizar la elaboración del directorio de datos en Excel y así poder efectuar la respectiva interpretación, finalizando con el proceso de normalización. Por consiguiente, se realiza una interpretación referida a las normas para cada una de las pruebas. Para el inventario de declaraciones sobre autolesiones se procede a categorizar la prueba en sus dos factores: el factor de riesgo interpersonal y el factor de riesgo intrapersonal, para lo cual se trabaja con las puntuaciones naturales de cada sujeto. Para el inventario de síntomas, SCL-90-R, se procede a categorizar la prueba en las nueve dimensiones primarias y sus tres índices globales; para esta prueba se trabajan las puntuaciones promedio de cada sujeto.
Para el proceso de normalización se utilizan las transformaciones no lineales, por lo que es importante conocer la puntuación, la frecuencia, la frecuencia acumulada antes del intervalo, la frecuencia acumulada en el punto medio, la proporción y el percentil. Luego de conocer la proporción se calculan las Z-normalizadas y finalmente se obtiene el puntaje T-normalizado (T=50+10Z). Como resultado se obtuvo una tabla de baremos para cada una de las pruebas aplicadas (Martínez-Arias et al., 2014).
Instrumentos
Para evaluar la variable de autolesión no suicida en adolescentes se utilizó la adaptación a la población Colombiana del Inventario de declaraciones sobre autolesiones (ISAS; Inventroy of Statements About Self-Injury; Ávila y Roldán, 2019). Este inventario de autoinforme evalúa la presencia de conductas autolesivas de forma deliberada y sin intención suicida, así como las funciones que tienen estos comportamientos en adolescentes (Klonsky y Glenn, 2009). El instrumento está compuesto por dos apartados: el primero, llamado comportamientos, contiene 7 preguntas acerca de la presencia, tipo, frecuencia e intensidad de la autolesión; el segundo, llamado funciones, evalúa los factores de riesgo interpersonales e intrapersonales; consta de 30 afirmaciones que se responden en una escala de tres puntos (0 = no relevante, 1= algo relevante, 2 = muy relevante). El puntaje total para el factor de riesgo intrapersonal puede variar de 0 a 24 puntos, y para el factor de riesgo interpersonal, de 0 a 36 puntos y permiten identificar el factor de riesgo que antecede a la conducta autolesiva no suicida. El ISAS, cuenta con unas propiedades psicométricas significativas en sus dos factores, intrapersonal (α=.80) e interpersonal (α= .87), lo que garantiza que la prueba tiene las propiedades necesarias para el desarrollo de esta investigación.
Para la variable de salud mental se utiliza el inventario de síntomas SCL-90-R (Gempp y Avendaño, 2008). Está diseñado para evaluar nueve dimensiones primarias: somatizaciones, obsesiones y compulsiones, sensitividad interpersonal, depresión, ansiedad, hostilidad, ansiedad fóbica, ideación paranoide y psicoticismo; y tres índices globales de malestar psicológico: índice global de severidad, índice positivo de malestar y el total de síntomas positivos. El inventario está compuesto por 90 ítems de los cuales 83 responden a las dimensiones primarias y 7 ítems son adicionales. Su diseño está basado en una escala tipo Likert con cinco opciones de respuesta: nada, muy poco, poco, bastante y mucho, y se puntúa en un rango de 0 a 4. La prueba se puede aplicar a población de 13 años en adelante, la cual la convierte en una herramienta práctica para evaluar la variable de salud mental de esta investigación.
Análisis de datos
Teniendo los resultados de las pruebas aplicadas se procede a elegir el programa para realizar el análisis de los datos, el Statistical Package for the Social Sciences (IBM® SPSS). Se elige este programa debido a su facilidad de manejo y porque permite trabajar en una interfaz que admite ejecutar estadística descriptiva, regresión, estadísticas avanzadas y más; además, elaborar gráficos y tablas que facilitan análisis adicionales e interpretación de las variables y la comprobación de las hipótesis (Hernández et al., 2014).
Aspectos éticos de la investigación
Esta investigación es vigilada por el Comité de Ética de la Facultad, con el fin de verificar las consideraciones éticas del Código Deontológico y Bioético del Psicólogo. Para su cumplimiento se utilizan dos formatos de consentimiento informado: uno en el cual el representante legal de las instituciones da su aval para poder desarrollar el trabajo en su institución; el otro donde los participantes y acudientes dan su respectiva autorización para participar de la investigación. Los datos recolectados se tendrán bajo custodia y solo se utilizarán con fines investigativos, por lo cual serán presentados de forma global.
Resultados
Se contó con la participación de 150 estudiantes, de los cuales el 42,7% son del grado décimo y el 57,3% del grado undécimo de la cabecera municipal de Patía, de los cuales el 39,3% son hombres y el 60,7% mujeres. Se encuentran en un rango de edad de 15 a 17 años, que corresponde a la etapa de la adolescencia media y tardía.
De los estudiantes que participaron de la investigación el 70% manifiesta practicar la conducta autolesiva no suicida. Dentro de las conductas autolesivas más utilizadas por los adolescentes son: rasguñarse, cortarse, quemarse, golpearse, incrustarse objetos filosos en la piel, evitar que las heridas se curen o cicatricen, morderse hasta cortar la piel, grabar símbolos o dibujos en la piel, grabar palabras en la piel, golpearse la cabeza contra algo, quemarse con un cigarrillo (ver Tabla 1).
Tabla 1
Conductas autolesivas presentes en la población
Conducta autolesiva |
Porcentaje |
Rasguñarse Cortarse Quemarse Golpearse Incrustarse objetos filosos en la piel Evitar que las heridas se curen o cicatricen, Morderse hasta cortar la piel Grabar símbolos o dibujos en la piel Grabar palabras en la piel Golpearse la cabeza contra algo Quemarse con un cigarrillo |
14 13 13 12 12 11 7 6 6 4 2 |
Fuente: elaboración propia
Entre los factores de riesgo se encuentra que en relación con lo interpersonal el 54% de la población no está en riesgo, el 28% presenta riesgo leve, el 15,3% riesgo medio y el 2,7% riesgo alto. En el factor intrapersonal, el 54% no presenta riesgo, el 28% presenta riesgo leve, el 14% está en riesgo medio y el 4% presenta riesgo alto (ver Figura 1).
Figura 1
Riesgo de los adolescentes en los factores inter e intrapersonal
Fuente: elaboración propia
En lo relacionado con la salud mental de los adolescentes estudiados, en un alto porcentaje (mayor al 82,7%) no reportaron ningún trastorno. Los trastornos con riesgo leve con mayor porcentaje, aunque bajo, fueron: hostilidad, ideación paranoide y sensitividad personal. En cuanto al riesgo moderado, estuvo por debajo del 2,7%, especialmente para somatizaciones, sensitividad personal, ansiedad y psicoticismo. En consecuencia, se puede afirmar que la mayoría de los adolescentes goza de buena salud mental (ver Tabla 2).
Tabla 2
Riesgo relacionado con la salud mental
|
Normal |
Riesgo leve |
Riesgo moderado |
82,7 % |
14,7 % |
2,7 % |
|
Obsesiones y compulsiones |
84,7 % |
13,3 % |
2,0 % |
Sensitividad interpersonal |
82,0 % |
15,3 % |
2,7 % |
Depresión |
84,0 % |
14,7 % |
1,3 % |
Ansiedad |
82,7 % |
14,7 % |
2,7 % |
Ansiedad fóbica |
83,3 % |
14,7 % |
2,0 % |
Hostilidad |
82,0 % |
16,0 % |
2,0 % |
Ideación paranoide |
82,7 % |
15,3 % |
2,0 % |
Psicoticismo |
82,7 % |
14,7 % |
2,7 % |
Fuente: elaboración propia
De los 150 estudiantes, el 69,5% de los hombres y el 70,3% de las mujeres manifiestan haber practicado por lo menos una conducta autolesiva no suicida, encontrando que el sexo no está relacionado estadísticamente.
Dentro del factor de riesgo interpersonal, el 35,6% de hombres y el 23,1% de mujeres se encuentran en riesgo leve; el 20,3% de hombres y el 12,1% de mujeres riesgo medio; y el 1,7% de hombres y el 3,3% de mujeres riesgo alto. El ser hombre es un determinante estadísticamente significativo en el factor interpersonal.
Se halla que 45 estudiantes no han practicado conductas autolesivas de los cuales el 60% no se encuentra en riesgo en el factor interpersonal, el 20% se encuentra en riesgo leve, el 13,3% en riesgo medio y el 6,7% en riesgo alto. Además se encuentra que 105 estudiantes presentan conductas autolesivas no suicidas de los cuales el 51,4% no se encuentra en riesgo, el 31,4 está en riesgo leve, el 16,2% en riesgo medio y el 1% en riesgo alto en el factor interpersonal. La mayor prevalencia del factor se encuentra en los estudiantes que presentan NSSI, pero no está estadísticamente relacionado con el factor de riesgo interpersonal.
En el factor intrapersonal se encuentra que de 59 estudiantes hombres el 66,1% no se encuentra en riesgo, el 23,7% están en riesgo leve, el 6,8% en riesgo medio y el 3,4% en riesgo alto. También se identifica que de las 91 estudiantes mujeres el 46,2% no presenta riesgo, el 30,8% presenta riesgo leve, el 18,7% se halla en riesgo medio y el 4,4% en riesgo alto. El sexo esta estadísticamente relacionado con el factor de riesgo intrapersonal, donde la mayor prevalencia se encuentra en las mujeres.
De los 105 estudiantes que afirman realizar NSSI, se encuentra que el 44,8% no está en riesgo, el 33,3% presenta riesgo leve, el 16,2 riesgo medio y el 5,7% están en riesgo alto en el factor intrapersonal, con relación estadísticamente significativa con NSSI.
En la esfera de salud mental se presentan a continuación los resultaos correspondientes a los estudiantes que afirmaron realizar prácticas autolesivas no suicidas. Se encuentra que el 76,2% está en el rango normal, el 20% en el rango leve y el 3,8% en el rango moderado de la dimensión. La dimensión de somatizaciones presentó relación estadísticamente significativa con la práctica de NSSI.
En la dimensión de obsesiones y compulsiones se encuentra el 81% de los estudiantes en rango normal, 16,2% en el rango leve y 2,9% en el rango moderado. La dimensión de obsesiones y compulsiones no está ligada a las prácticas autolesivas no suicidas.
En la dimensión de sensitividad interpersonal se encuentra que el 79% está en el rango normal, el 18,1% en el rango leve y el 2,9% en el rango moderado. Luego de realizar la prueba de independencia de variables Chi cuadrado se identifica que tanto la dimensión de sensitividad interpersonal como las autolesiones son variables independientes.
En la dimensión de depresión se encuentra que el 79% está en el rango normal, el 20% en el rango leve y el 1% en el rango moderado. Luego de realizar la prueba de independencia de variables se identifica que la depresión y las autolesiones son variables estadísticamente dependientes
En la dimensión de ansiedad el 78,1% está en el rango normal, el 19% en el rango leve y el 2,9% en el rango moderado. La ansiedad y las autolesiones son variables dependientes estadísticamente.
En cuanto a la hostilidad se halla que el 79% está en el rango normal, el 19% en el rango leve y el 1,9% en el rango moderado. La dimensión de hostilidad y las autolesiones son variables estadísticamente independientes.
En la dimensión de ansiedad fóbica se encuentra que el 81,9% están en el rango normal, el 16,2% en el rango leve y el 1,9% en el rango moderado de esta dimensión. La ansiedad fóbica no está relacionada estadísticamente con la práctica de NSSI.
En la dimensión de ideación paranoide el 80% están en el rango normal, el 18,1% en el rango leve y el 1,9% en el rango moderado. Luego de realizar la prueba de independencia de variables se encuentra que la ideación paranoide y NSSI son estadísticamente independientes.
En la dimensión de psicoticismo se encuentra que el 78,1% está en el rango normal, el 18,1% en el rango leve y el 3,8% en el rango moderado. Luego de realizar la prueba de independencia de variables se determina que la dimensión de psicoticismo esta estadísticamente correlacionada con NSSI.
Discusión
La conducta autolesiva no suicida representa una problemática evidente en los estudiantes de los grados décimo y undécimo de El Bordo Cauca, encontrando que un 70% de la población afirma practicar o haber practicado conductas autolesivas no suicidas, lo cual representa un porcentaje bastante alto en la muestra, mucho más alto que lo encontrado por García-Mijarez et al. (2015) quienes afirman que el promedio de los adolescentes que se autolesionan en México oscila entre el 5,6% y el 17,1% en población no clínica.
Los adolescentes utilizan diferentes métodos de autolesión, de los cuales las conductas más utilizadas son rasguñarse, cortarse, quemarse y golpearse, lo que es similar a lo encontrado por Obando et al. (2018) quienes realizaron una investigación con estudiantes del norte de Bogotá y encontraron que los métodos utilizados por los estudiantes eran los pellizcos, mordiscos, cortes, golpes, rasguños, arrancarse el pelo, chuzarse, quemarse, raspones en superficies y escarbarse la piel. En las dos investigaciones se encuentra que los estudiantes no se autolesionan con un solo método, sino que utilizan dos o más formas de autolesionarse.
Respecto al factor de riesgo intrapersonal se halla que el 46% de la muestra presenta riesgo en este factor (leve, medio y alto), lo que se asemeja en los hallazgos de Leiva y Concha (2019) quienes encuentran una relación entre los estilos de apego de la línea ambivalente (33,3%) y desorganizado (42,8%) en relación con las NSSI.
Asimismo, en el estudio realizado por Albores-Gallo et al. (2014) describen las precipitantes psicológicas de las autolesiones más comunes en los adolescentes, encontrando sentimientos o ideas de coraje previos (N=108; 20.3%), sentimientos negativos previos (N=96; 18.0%) y sentimientos o ideas depresivas previos (N=94; 17.6%). También evidenciaron cómo las NSSI reducen los estados afectivos y cogniciones negativas como la liberación de sentimientos negativos (N=77; 14.4%), liberación de dificultades personales (N=61; 11.4%), y disminución de la tensión durante la autolesión y después de esta (ambos con N=47; 8.8%). El factor de riesgo intrapersonal es predictor de la conducta autolesiva no suicida en los adolescentes.
En cuanto al factor interpersonal el 54% de los estudiantes no se encuentra en riesgo y el 46% presenta riesgo (leve, medio y alto), lo que se asemeja con lo expuesto por Hawton et al. (2012) quienes manifiestan que:
Las dificultades interpersonales durante la adolescencia (incluida la dificultad para hacer nuevos amigos, las discusiones frecuentes con adultos en autoridad y compañeros, la crueldad frecuente hacia los compañeros, la soledad y el aislamiento interpersonal) son elementos que predisponen la aparición de ideación suicida. (p. 2375)
Cuando se relacionan la salud mental y la conducta autolesiva no suicida, se encuentra que hay una relación positiva y leve con los índices de somatizaciones, depresión, ansiedad y psicoticismo, lo que se asemeja con el estudio realizado por Castro (2014) quien clasifica la conducta autolesiva teniendo en cuenta algunos trastornos psiquiátricos relacionados. En el tipo de autolesión mayor se pueden identificar los trastornos por intoxicación por drogas o alcohol, trastorno de identidad de la integración corporal; en la estereotipada, trastornos como el autismo, S. de Giles de la Tourette, S. de Lesch-Nyan, neuropatías hereditarias, retardo mental; en la compulsiva, trastornos como la tricotilomanía, parasitosis delirante; y en el tipo impulsiva se encuentran trastorno por ansiedad (generalizada, estrés agudo, estrés postraumático, obsesivo compulsivo, inducido por sustancias), trastornos de personalidad borderline, histriónico y antisocial, trastornos somatomorfos y facticios, trastornos de identidad y despersonalización, anorexia y bulimia nervosa, trastornos depresivos, trastorno bipolar, esquizofrenia, trastornos por abuso de alcohol, cleptomanía. Dentro de los hallazgos encontrados en esta investigación existe una relación con el tipo de autolesión impulsiva.
Asimismo, Sourander et al. (2006) encontraron que entre los 12 y 15 años se presenta un aumento significativo de autolesiones deliberadas especialmente en las mujeres (3% al 13%), presentándose en ellas problemas de salud mental como la somatización, y en los hombres agresividad, las cuales conllevan a la ejecución de la conducta autolesiva.
Conclusiones
Al no existir una serie de normas para esta población se logra elaborar unos baremos importantes los cuales pueden ser utilizados por otras poblaciones nacionales y latinoamericanas.
El factor de riesgo intrapersonal está relacionado con la conducta autolesiva y se presenta con mayor prevalencia en las mujeres, mientras que el factor de riesgo interpersonal está mayormente relacionado con la ideación suicida y no con las conductas autolesivas no suicidas.
Al ser la adolescencia uno de los ciclos vitales en los cuales se presentan cambios importantes a nivel físico y mental, esta población se encuentra vulnerable a problemas de salud mental que pueden conllevar a la práctica de autolesiones no suicidas.
Presentar problemas de salud mental como trastornos de somatizaciones, depresivos, ansiedad y/o psicoticismo pueden ser detonante de la conducta autolesiva no suicida en la adolescencia.
Recomendaciones
Apropiar del tema de autolesiones no suicidas al personal de salud mental, ya que estos están enfocados a las autolesiones de tipo suicida.
Realizar una derivación de la línea de investigación sobre autolesiones no suicidas y salud mental para la Escuela de Psicología.
Para futuras investigaciones se tenga en cuenta una muestra mayor la cual pueda ser representativa y poder generar mayores aportes a la ciencia.
Ampliar el estudio a todos los estudiantes de secundaria de la cabecera municipal de Patía con el fin de conocer la edad de inicio de NSSI e identificar la prevalencia de la conducta por edades.
Elaborar de planes de atención, promoción y prevención en salud mental y la conducta autolesiva no suicida en la población adolescente.
Referencias
Gracias al talento literario y al proceso analítico de la paciente, tenemos ante nosotros este pasaje en el que podemos ver la fuerza incontenible de la pulsión de destrucción en una pequeña niña. Es apenas comprensible que ella misma se horrorizara de esa fuerza que emergía dentro de ella y que ese horror, reforzado con las reprimendas de sus mayores y cuidadores la moviera a extrañarse de esas reacciones airadas que en su medio social estaban vedadas para las niñas.
Al ver esta escena la madre le propina varias bofetadas, logrando que Marie se excite más y empiece a llorar y a patear a su madre y a la niñera, que deciden meterla a la ducha para calmarla. Intenta defenderse gritando y pateando con más fuerza, pero es inútil frente a la fuerza de su madre, la niñera y su hermano.
El chorro de agua fría me da en plena cara, me corta la respiración. Mi madre me sujeta la cabeza. La tata me sujeta hacia adelante, mientras sujeta mis brazos hacia atrás, a mi espalda; mi hermano lo contempla todo, a un lado de la bañera. Considero esta situación como algo inadmisible. Hay que pararla comprendo que los tres son muy fuertes para mí y que solo me queda una cosa por hacer para que cese el agua que me entra en la boca, en la nariz, en el cuello, y es estar quieta y calmarme (Cardinal, 1975, p. 221)
Es en ese momento donde la violencia reprimida y encadenada empieza una lucha constante por expresarse, pero al no poder defenderse frente al mundo exterior se convierte durante años en el alimento de la cosa.
Para acabar con la cólera que se esparce por todos los poros de mi piel, por mis cabellos por mis dedos, por todo mi ser, llevo a cabo un esfuerzo enorme. De mi interior sube un poder colosal que contrae mi rabia: la voluntad; y otro poder acude a auxiliarme: el disimulo. Se han movilizado todas mis fuerzas para agarrar mi violencia, encerrarla, enterrarla lo más lejos posible. Para conseguirlo debo concentrarme hasta tal punto que es algo que me hace sufrir. Me duele todo, la garganta particularmente, que es por donde nada debe salir.(Cardinal, 1975, p. 221)
La madre le propicia el castigo necesario para hacer de su violencia algo vergonzoso, algo que no puede ni debe salir. Ahora debe ocultarla para siempre; y oculta para siempre, solo puede ante la injusticia responder con silencio o llanto.
Marie lograba reprimir su violencia ante los otros, pero la necesidad pulsional estaba allí; convirtiendo un juego infantil en el recurso para satisfacer su pulsión de destrucción.
A partir de entonces llevaba a cabo mis operaciones con lápices de colores a guisa de instrumentos quirúrgicos. Desnudaba a mis hijas (sus muñecas) diciéndoles palabras tranquilizadoras, mientras sabía que les haría daño. Para operar era necesario que me encontrara sola, absolutamente sola. Empezaba a trazar una línea en el cuerpo de mis hijas, grandes costurones coloreados que salían del cuello, pasaban por entre las piernas y acaban en la espalda, encima de las nalgas. Hacía mucho con diferentes colores. Imaginaba que los cuerpos estaban abiertos, desgarrados, palpitantes, sacrificados. Seguidamente, con el lápiz negro me encarnizaba en un punto, garrapateaba dando vueltas muy rápido y apoyándome con mucha fuerza. Me decía que había fracasado en mi operación y que ahora era preciso matar a mis hijas. Esto me excitaba mucho, sudaba. (Cardinal, 1975, p. 121)
En su adolescencia, en algunas ocasiones, la violencia logra reaparecer; pero, al tenerla reprimida durante tanto tiempo, no logra reconocerla como violencia y es confundida por Marie con un ataque de nervios que debía ocultar a los otros para no sentir vergüenza.
Entonces me encerraba en un lugar y, sola, vergonzosamente, me desgarraba los vestidos o rompía un objeto. En una sola ocasión mi madre me había sorprendido lanzando contra la pared un jarrón de plata. Se rio y luego me dijo: cuando te cases le daré el jarrón a tu futuro marido, para que vea el magnífico carácter de su mujer (Cardinal, 1975, p. 223)
En lo que tiene que ver con las expresiones de la pulsión de destrucción, en el transcurso del análisis, podemos decir que algunas de las más importantes están asociadas a la transferencia. La primera de ellas se puede observar claramente en los primeros momentos del proceso, cuando el psicoanalista decide no interesarse por su sangrado y le pide que le hable de otra cosa:
Doctor, me siento exangüe. – Son problemas psicosomáticos, no me interesan. Hábleme de otra cosa. Allí estaba en el diván que yo no deseaba utilizar. Quería seguir de pie y luchar. Las palabras que aquel hombre acababa de pronunciar me habían abofeteado en plena cara, jamás había encajado algo tan violento. (Cardinal, 1975, p. 41)
En diferentes momentos la pulsión destructiva se asocia con la transferencia y se hace notoria en el proceso analítico, bajo la forma de una profunda molestia ante lo que Marie consideraba arbitrariedades de ese “hombre minúsculo”. El analista le había advertido que no debería seguir tomando medicamento, le había quitado lo único que alejaba la cosa; muchas veces durante la sesión la interrumpía a mitad del discurso logrando trastornarla y dejándola al borde de una crisis de locura; esto lo convertía en un ser despreciable.
Me encontraba de nuevo en el callejón, sola, ahogada de angustia, presa de la cosa. Pensaba que el médico era un malvado, que me empujaba al suicidio, al homicidio. Me arrastraba a lo largo de la pared habitada por una pasión demente: Matarme, matarlo, matar a alguien. Lanzarme bajo las ruedas de un coche ¡que mi materia salga a chorro por el asfalto! Volver a su casa y partirle el cráneo en dos, ¡que su asqueroso cerebro gotee sobre su bello disfraz minúsculo y grotesco! (Cardinal, 1975, p. 109)
Gracias a la elocuencia y la capacidad literaria de la autora, podemos notar la fuerza destructiva de las fantasías que se dirigían hacia ella misma y hacia su analista, en momentos que el trabajo analítico no mostraba resultados halagüeños. En ese momento ya había parado el síntoma conversivo del sangrado y permitía que esas representaciones destructivas tuvieran lugar en su fantasía, porque sabía que poco a poco había logrado el gobierno de sus pulsiones agresivas y ya podía decidir qué hacer con ellas sin necesidad de ignorarlas.
Los castigos que había recibido frente a la expresión de su agresividad la habían convertido en una mujer sumisa frente a los otros. “El yo-sujeto es pasivo hacia los estímulos exteriores, y activo por sus pulsiones propias” (Freud S. 1914-1916) Freud propone la polaridad activo/pasivo en la que el sujeto es pasivo frente a los estímulos exteriores y estos, al no ser exteriorizados, vuelven hacia la propia persona y se manifiestan, como en el caso de Marie, en un ataque de lágrimas frente un agente de tránsito que pone una multa.
Hacía muy poco, al guardia, frente a mi coche, le hubiera partido la cara de buena gana y, cuando comprendí que en cualquier caso iba a multarme, mi garganta se contrajo y luego se endureció en una bola dolorosa. Empezaron a brotar las lágrimas para que el dolor me resultara soportable, había aplastado mi rabia cuando, en realidad, no sabía, ni siquiera que formaba parte de mi persona. (Cardinal, 1975, p. 222)
Marie inhibe la manifestación de su pulsión agresiva hacia el mundo exterior logrando seguir en el papel de mujer sumisa, que no grita, no araña, no muerde, mujer que obedece órdenes y calla, mujer que no mata a otros, pero se mata a sí misma. Al no ser exteriorizada la pulsión de agresión se vuelve contra ella misma bajo la forma de una fuerza que la lastima y la estrangula.
Conclusiones
Pulsión de destrucción no me abandones
La pulsión de muerte puede tener expresiones negativas como la enfermedad, el conflicto patológico, la destructividad, las agresiones hostiles que dañan a las personas y los vínculos; pero también tiene expresiones acordes con la vida y su afirmación como la agresividad que usamos para defendernos, para luchar por los derechos y la dignidad y para afirmarnos en el mundo, sin que ello implique buscar generar daño a los otros. Necesitamos la agresividad que es una aplicación de la pulsión de destrucción al servicio de la afirmación de la vida. Reprimir la pulsión de destrucción como único recurso para evitar conflictos con los otros se vuelve insano para la persona, produciendo en ella un efecto patógeno.
Las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte nunca se presentan en un sentido puro, a lo largo de la vida se da una mezcla y desmezcla pulsional, conectándose entre sí y muchas veces ayudando una pulsión a satisfacer las necesidades de la otra. La agresividad al servicio de la autoconservación y de la afirmación de la vida es una expresión de la pulsión de destrucción con una mezcla apropiada de la pulsión de vida, para generar cambios radicales en la propia vida y acabar con el tedio sin sentido de una vida manejada por otros, la agresividad bien entendida y ejercida en los momentos y dosis apropiadas, no deja que seamos pisoteados, nos permite defendernos frente al jefe tirano, el padre abusador, nos ayuda a imponer límites, en muchos al destruir una relación sentimental, laboral o familiar nos está salvando.
Ahora la violencia me llegaba como un regalo esplendido y peligroso, un arma terrible, incrustada de oro y nácar, que debería manipular con la mayor precaución. Me impacientaba por ponerla a prueba. Sabía que sólo quería servirme de ella para construir, no para destruir. Con la conciencia de mi violencia llegó, al mismo tiempo, la conciencia de mi vitalidad, de mi alegría y de mi generosidad. Casi estaba construida. (Cardinal, 1975, p. 224)
Marie se reencontró con su violencia, entendiendo que era parte de ella; en aquel diván entendió que su violencia tenía efecto cuando era preciso y que debía conducirla y dominarla correctamente. Esto permitió la expresión hacia el mundo exterior de su pulsión agresiva, sintiendo alivio de que la pulsión destructiva ya no esté más vuelta contra sí misma, ahorrándole grandes dosis de sufrimiento, malestar y displacer; a la vez que libera unas cantidades generosas de energía que puede aplicar en la realización de sus proyectos, su trabajo, su esposo y sus hijas; ahora es libre y puede disfrutar de la vida.
Referencias
Freud, S. (1920-1922). Más álla del principio de placer Psicología de las masas y análisis del yo y otras obras. Amarrortu editores.
Laplanche, J. (1967). Vocabulario de psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.
Evans, D. (1996). Diccionario introductorio de psicoanálisis lacaniano. Buenos Aires: Paidós.
Freud, S. (1914-1916). Obras completas Sigmund Freud Tomo XIV. Amarrortu editores.
Cardinal, M. (1975). Las palabras para decirlo.
Freud, S. (1976). Introducción del Narcisismo. Buenos Aires: Amorrortu.
Percepción del rol docente
Tempus Psicológico
Uribe, J. I. Zacarias, X. Lozano, M. E y Álvarez, K. N.
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Percepción del rol docente
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Uribe, J. I. Zacarias, X. Lozano, M. E y Álvarez, K. N.
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Systematic review on authoritarianism and religion in Argentina from a psychological point of view
Revisión Sistemática sobre autoritarismo y religión en Argentina desde una mirada psicológica
Marcelo Agustín Roca
Melina Sol Ignarski
Iván Daniel González
Carolina Expósito
Luis Carlos Jaume
Artículo de investigación
Recibido: 20/11/2022– Aprobado: 07/05/2023 - Publicado: 30/06/2023
ISSN - 2619-6336
DOI: https:/doi.org/10.30554/tempuspsi.6.2.4740.2023
Volumen 6-2 2023
Resumen
El presente artículo tiene como fin realizar una revisión sistemática de las investigaciones existentes sobre el autoritarismo y las diferentes expresiones de la religiosidad en Argentina, entre los años 2010 y 2021; ya que, aunque existen estudios sobre la relación entre los constructos en el contexto argentino, no hay un trabajo que reúna las distintas investigaciones. Se realizó una búsqueda sistemática, siguiendo la guía PRISMA, en las bases de datos: Lilacs, Redib, SciELO y en Google Scholar. Se han incluido siete estudios cuantitativos de los cuales se presenta un resumen sintetizando datos sobre: las muestras, los métodos, objetivos y resultados de cada uno. Por este motivo, la presente revisión sistemática es útil para comprender cómo se manifiesta la relación de estos constructos dentro del contexto argentino en la actualidad.
Palabras clave: autoritarismo, politíca, revisión, Argentina.
Abstract
The objective of this article is to carry out a systematic review of the existing research on authoritarianism and the different expressions of religiosity in Argentina, between the years 2010 and 2021; although there are studies on the relationship between the constructs in the Argentine context, there is no work that brings together the different investigations. A systematic search was carried out according to the PRISMA guide in the following databases: Lilacs, Redib, SciELO and Google Scholar. We included a summary from seven quantitative studies summarizing data on: the samples obtained, the methods, the objectives and results. For this reason, this systematic review is a helpful tool for understanding how the relationship between these constructs manifest in the Argentinean context at present.
Keywords: authoritarianism, politics, religion, revision, Argentina.
Tempus Psicológico
1 Universidad de Buenos Aires Correo: marcelo87roca@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8539-2901
2 Universidad de Flores. Correo: melinaignarski@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7141-2852
3 Universidad de Flores. Correo: ivandanielgonzalez1995@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4473-4172
4 Universidad de Buenos Aires. Correo: caroexposito@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6892-8954
5 Universidad de Buenos Aires. Correo: luiscarlosjaume@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3700-5812
Revisión Sistemática sobre autoritarismo y religión en Argentina desde una mirada psicológica
Para citar este artículo
Roca, M. A., Ignarski, M. S., González, I. D., Expósito, C., & Jaume, L. C. (2023). Revisión Sistemática sobre autoritarismo y religión en Argentina desde una mirada psicológica. Tempus Psicológico, 6(2), 82-101. https:/doi.org/10.30554/ tempuspsi.6.2.4740.2023
Marcelo Agustín Roca1
Melina Sol Ignarski2
Iván Daniel González3
Carolina Expósito4
Luis CarlosJaume5
Tempus Psicológico
Introducción
Desde la disciplina de la psicología de la religión, se estudia la aplicación de diversas teorías y métodos para comprender dicho constructo (Main, 2021). Este término, según Frank et al. (2010) puede pensarse como un sistema de creencias organizadas en base a la adoración de una o varias figuras divinas, en donde están presentes actos rituales con la participación de grupos alrededor de una o varias deidades.
Un credo religioso conforma la perspectiva del mundo de una persona y define de qué modo se incorporarán sus concepciones religiosas a su vida cotidiana (Etchezahar y Brussino, 2015). Tal es así que, además de los diversos credos religiosos (catolicismo, judaismo, islamismo, etc.) y sus manifiestos (Biblia, Torá, Corán, etc.), el núcleo de la creencia forja la idea de que esa religión/creencia es la única válida y, por consiguiente, esta ha de subordinar todas las esferas de la actividad humana (Cersósimo, 2014).
En relación con el párrafo anterior, se ha demostrado que la creencia religiosa ejerce una influencia significativa tanto en la cognición como en los afectos, la motivación y el comportamiento (Orozco-Parra y Domínguez-Espinosa, 2014). De este modo, la práctica religiosa que posea el sujeto, determinará entonces las diversas actitudes, emociones, capacidades de resolución y afrontamiento de problemas, viéndose afectadas la manera de mantener relaciones interpersonales (Roccas, 2005; Saroglou y Muñoz-García, 2008).
El concepto de fundamentalismo religioso se caracteriza por ser un intento de recuperar el sentido profundo, en un entorno contextual complicado, siendo una reconstrucción del mundo en términos de replanteamiento axiológico de los fundamentos de la sociedad en la cual se vive (Pandele, 2022). En relación con esto, se puede agregar que las enseñanzas religiosas comparten similitud con las bases y pretensiones de corte autoritarista, tomando como ejemplo el mutuo interés por la preservación de los valores clásicos y su sumo interés en que estos sean inculcados en las generaciones más jóvenes mediante propaganda o representando a los adultos mayores como los estándares del conocimiento (González, 2014).
El estudio psicológico de las relaciones existentes entre los conceptos de autoritarismo y las distintas expresiones de la religiosidad comenzó en los albores del siglo pasado y se extiende hasta nuestros días (Etchezahar y Brussino, 2015). La finalidad principal para poder analizar el vínculo entre estos constructos reside en que las personas autoritarias pretenden formar parte de marcos sociales establecidos que administren el comportamiento (Etchezahar y Brussino, 2015).
En este marco, Altemeyer (1998) originó la teoría con relación al autoritarismo que posee mayor aceptación en la actualidad (Duckitt y Fisher, 2003) comprendiendo el concepto del autoritarismo como una dimensión de la personalidad (Altemeyer, 1998). De este modo, dicho constructo estaría compuesto para Altemeyer (1981) por tres características relevantes, denominadas conglomerados actitudinales. En cuanto a la primera característica, la sumisión autoritaria, hace mención a la tendencia a dejarse subyugar por las autoridades percibidas como legítimas en dicha sociedad. El siguiente conglomerado, el de la agresión autoritaria, da cuenta de la predisposición a ser agresivo hacia individuos o grupos percibidos con diferentes normativas a las establecidas. Por último, el tercer conglomerado, el de convencionalismo, refiere a la adherencia a ciertas convenciones que son avaladas socialmente por las autoridades (Jaume et al., 2019).
La relación entre autoritarismo y religiosidad no es una cuestión concreta de ningún tipo de religión o cultura (Federico et al., 2021). Numerosos estudios sugieren que el autoritarismo es un predictor de distintos tipos de religiosidad: cristianos, hindúes, musulmanes y judíos (e.g., Canetti-Nisim, 2004; Duriez y Van Hiel, 2002). Asimismo, la relación entre el autoritarismo y la religiosidad también ha sido observada en diversos países como Argentina (Benoliel et al., 2020), Bélgica (Duriez y Van Hiel, 2002), Estados Unidos (Watson et al., 2003), Polonia (Blogowska y Saroglou, 2011), e Israel (Canetti-Nisim, 2004), entre otros.
Otro dato a destacar es que según un estudio realizado por Weller et al. (1975), las personas con características autoritarias se volvían más religiosas con el tiempo, independientemente de si su lugar de crianza era laico o religioso, demostrando que la variación disposicional en el autoritarismo es en parte anterior a la de la religiosidad (Federico et al., 2021).
Diversos investigadores como Jost et al. (2014) y Norenzayan (2013), sugieren que la religión resulta más seductora para algunas personas que desean seguridad y certeza. Esto se debe a que la motivación por reducir las incertidumbres provoca una identificación con ciertos grupos que manejen de una forma eficaz dicha situación, ya que como se dijo anteriormente, los grupos religiosos proveen a los individuos de una narrativa clara sobre la naturaleza y la existencia humana (Hogg et al., 2010). Sin embargo, hay que destacar que la apertura se asoció con dos expresiones diferentes de religiosidad: una mayor apertura se asoció con formas espirituales y místicas de religiosidad, mientras que una menor apertura se asoció con formas de religiosidad tradicionalistas o fundamentalistas (Saroglou, 2010). El autoritarismo está fuertemente asociado a la religiosidad tradicional, pero no está relacionado con la espiritualidad subjetiva (Lee et al., 2018).
Conforme a lo expuesto, se evidencia que existe una gran cantidad de investigaciones que remiten a la relación que existe entre la religiosidad y el autoritarismo. En Argentina, este hecho no es menor, sin embargo, no existe al día de la fecha una revisión pormenorizada que dé cuenta de la relación entre estos dos constructos en el contexto argentino.
Las revisiones sistemáticas sintetizan el estado del conocimiento de un área en particular, lo cual contribuye a identificar futuros temas en la agenda de investigación (Page et al., 2021). Además representan el nivel más alto de evidencia, siempre y cuando se efectúen los recaudos necesarios para disminuir el sesgo de realización (Letelier et al., 2005). Una forma de que los autores puedan organizar y unificar criterios al momento de publicar artículos es siguiendo las directrices de la guía PRISMA. Según Page et al. (2021) la guía PRISMA contribuye a la transparencia, completud y precisión de las revisiones sistemáticas lo cual favorece el proceso de toma de decisiones basados en la evidencia.
El objetivo que tiene el presente estudio es realizar una revisión sistemática de las investigaciones existentes sobre el autoritarismo y las diferentes expresiones de la religiosidad en Argentina desde una perspectiva psicológica, tomando como referencia la guía PRISMA. Es por este motivo que se buscó sintetizar en un trabajo los resultados de los estudios cuantitativos realizados en el área, con el fin de que sea de utilidad para comprender como se relacionan estos constructos y así contribuir a futuros desarrollos teóricos. Asimismo, se han tenido en cuenta las investigaciones efectuadas en el período de los años comprendidos entre principios de 2010 y fines de 2021, de modo que la revisión refleje los últimos avances producidos en el país en este campo de estudio. Por último, en cuanto al tipo de datos, se han rastreado los estudios cuantitativos, dado que permiten identificar relaciones entre las variables cuantificadas y brindan un enfoque objetivo de los resultados a presentar. La visión cuantitativa intenta formular principios generales que permite generar un escenario que se aplique al mayor número de casos pudiendo ser altamente replicable a diferencia del paradigma cualitativo que tiene una visión particularista (Arellano, 2013). De este modo, se va a buscar comprender los fenómenos mediante un tipo de relación diferente del enfoque cualitativo lo cual no es en menoscabo de la misma sino que es otro modo de producción del conocimiento (Rey, 2000).
Método
Se realizó una búsqueda sistemática basada en las guías propuestas por la metodología PRISMA (Celestino y Bucher-Maluchke, 2018), donde se revisaron artículos que describen la relación entre religión y autoritarismo en Argentina.
Fuentes de información
Se desarrolló una búsqueda sistemática de estudios publicados desde el 2010 hasta el año 2021. La misma se realizó en las siguientes bases de datos electrónicas: Lilacs, Redib y SciELO. Asimismo, se llevó a cabo una búsqueda secundaria en Google Scholar, a fin de rastrear artículos que no fuesen detectados por las bases de datos. La búsqueda se realizó entre julio de 2021 y marzo de 2022.
Búsqueda
Se realizó un esquema de búsqueda en inglés y otro en español a fin de poder hallar la mayor cantidad de artículos científicos disponibles. El esquema utilizado para la búsqueda en inglés fue el siguiente: (Religio* OR Judai* OR Jew* OR Buddism OR Islam* OR Musli* OR Christian OR atheis* OR Catholic* OR Evangeli* OR Theolog*) AND (Authorita* OR Absolutis* OR despoti* OR totalitarian* OR autocra*) AND (Argentin*). Por otro lado, el esquema utilizado para la búsqueda en español fue: (Religio* OR Judai* OR Budis* OR Islam* OR Musulman* OR Cristia* OR Ate* OR Catolic* OR Evange* OR Teolog*) AND (Autoritari* OR Absolutis* OR despot* OR totalit* OR autocra*) AND (Argentin*).
Criterios de inclusión
Se tomó en cuenta la lectura del título, el resumen y las palabras claves. Además, estos artículos debían ser cuantitativos, hacer referencia a la relación entre religión y autoritarismo en Argentina y haber sido publicados desde el 2010 hasta el año 2021. En caso de que hubiese dudas en cuanto a la inclusión de algún artículo, se procedió a la lectura del texto completo examinando si finalmente cumplía con el objetivo de la revisión.
Criterios de exclusión
Se excluyeron los artículos que no eran de carácter cuantitativo, que no cumplían con el período de años seleccionado y que no se referían específicamente a la relación entre religión y autoritarismo en Argentina.
Proceso de extracción de datos
La búsqueda y análisis de los textos completos se realizó de manera independiente por dos investigadores, en caso de que hubiese desacuerdo se recurrió a un tercer investigador. Se elaboró una matriz de datos como instrumento para realizar la extracción de estos (Figura 1).
Figura 1.
Diagrama de flujo PRISMA en tres nivel
Fuente: elaboración propia.
Resultados
La investigación inicial dio como resultado el hallazgo de 67 artículos de los cuales: seis fueron encontrados en LILACS, 44 en Redib y 17 en Scielo. Se utilizó Google Scholar para comprobar que no hayan quedado excluidos artículos que podrían ser incluidos en la revisión, encontrando cinco resultados que fueron añadidos a la investigación. A continuación, se eliminaron 16 artículos que estaban duplicados. Luego, se procedió a la lectura del título, resumen y palabras claves y se eliminaron 35 artículos por no estar relacionados con el tema de estudio. Posteriormente, se evaluaron los 21 artículos a texto completo y se procedió a eliminar: uno de ellos por no corresponder con la muestra en contexto argentino, y 13 dado que no eran artículos cuantitativos. Finalmente, fueron incluidos siete artículos en este trabajo.
En la tabla 1 se sintetizan los rasgos de los estudios incluidos en la revisión. Dicha tabla presenta en la primera columna el nombre de los autores y año de publicación del trabajo; en la segunda columna, la muestra y el país de procedencia; en la tercera columna, se expone el método de evaluación, mientras que, en la cuarta, se señalan los objetivos. Finalmente, se mencionan en la quinta columna los resultados.
Tabla 1.
Características de los estudios.
Autor |
Muestra/ país |
Método de evaluación |
Objetivos |
Resultados |
Benoliel et al., 2020 |
La muestra estuvo compuesta por 426 personas judías ortodoxas, con un rango etario de 18 a 69 años, residentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. |
Se utilizaron las siguientes escalas: Fundamentalismo religioso: adaptación y validación de la escala original de fundamentalismo religioso (Altemeyer y Hunsberger, 1992). elaborado ad hoc. |
Revisar diferentes variables psicosociales en relación con el fundamentalismo religioso y proponer un modelo teórico que las vincule. |
Confirman las relaciones positivas entre el fundamentalismo religioso y la necesidad de cierre cognitivo, así como también RWA, la ideología de roles de género y la SDO. |
Etchezahar, 2012 |
La muestra estuvo compuesta por 449 estudiantes universitarios cuyo rango etario fue de 18 a 42 años. |
RWA: se testearon 46 ítems, de los cuales 30 fueron extraídos de la versión original de la escala (Altemeyer, 1996) y 16 pertenecen a trabajos que testearon la dimensionalidad del constructo. Actitudes hacia la homosexualidad masculina (En adelante ATG): se evaluó mediante una versión basada en la escala original (Herek, 1988), adaptada y validada en la Argentina. SDO: Se implementó una versión adaptada y validada en argentina (Prado-Gascó et al., 2011). Escala de autoposicionamiento ideológico-político (En adelante Escala PI): Se inmplementó una versión adpatada de la escala realizada por Rodríguez et al. (1993). Centralidad de la religión: se utilizó a partir de los estudios efectuados por el CIS, una pregunta en relación a la centralidad de la religión. Variables socio-demográficas: se implementó un cuestionario ad-hoc. |
Examinar, en el contexto argentino, la dimensionalidad de la escala RWA. |
Evidencian propiedades psicométricas adecuadas para una escala bidimensional. Además, no se evidenciaron diferencias en lo que respecta a la intensidad de asociación entre RWA y SDO o ATG. No obstante, el autoposicionamiento ideológico demostró tener una fuerza de asociación mayor Setanto con la Agresión como la Sumisión autoritaria. Por último, se halló mayor asociación entre centralidad de la religión y el factor Convencionalismo. |
Etchezahar et al., 2011 |
La muestra estuvo compuesta por 1.273 estudiantes universitarios en contexto argentino, con un rango etario entre 18 y 42 años. |
Se utilizaron las siguientes escalas: RWA: versión traducida al contexto argentino de la escala reducida RWA (Zakrisson, 2005). SDO: Se implementó una versión adaptada y validada en la Argentina (Prado-Gascó et al., 2011). Escala PI: Se utilizó una versión adaptada de la escala de Rodríguez et al. (1993). Centralidad de la religión: Se añadieron dos preguntas de estudios realizados por el CIS. Participación e interés político: Se implementaron, en base a estudios efectuados por el CIS, una serie de preguntas. Inventario de los cinco grandes (BFI): Se utilizó una versión validada al contexto argentino del Modelo de los cinco factores (McCrae y John, 1992; John y Srivastava, 1999). Variables socio-demográficas: Se creó un cuestionario ad-hoc. |
Adaptar y validar la versión abreviada de la escala RWA (Zakrisson, 2005) al contexto argentino. |
Indican que la versión reducida de la escala RWA es un instrumento confiable y válido para medir el autoritarismo del ala de derechas en el contexto argentino. Además, refieren que el sentido de la asociación de la escala de RWA es positivo con relación a la centralidad de la religión. |
Etchezahar y Simkin, 2013 |
La muestra estuvo compuesta por 359 estudiantes universitarios en contexto argentino. |
Instrumento de evaluación de índole autoadministrable donde se indagaron variables sociodemográficas y la autoidentificación Religioso–Espiritual–Escéptico. RWA: Se utilizó una versión reducida de la escala, adaptada y validada para ser utilizada en el contexto argentino (Etchezahar, 2012). |
Describir las autoidentificaciones que realizan los sujetos evaluados religiosos, espirituales y escépticos. Observar si existen diferencias entre estos grupos y el autoritarismo. |
Indican que los sujetos que se autoidentifican como religiosos están incluidos en el agrupamiento en el que se observa la media más alta de autoritarismo (x = 21.47). Quienes se autoidentifican como espirituales obtienen una media de autoritarismo menor (x = 18.22), mientras que quienes no se identifican como religiosos o espirituales obtuvieron los puntajes más bajos en autoritarismo. |
Etchezahar y Brussino, 2015 |
La muestra estuvo compuesta por 431 estudiantes universitarios, con edades comprendidas entre los 20 y 35 años, residentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. |
RWA: se utilizó una versión reducida de la escala RWA (Altemeyer, 2002). Escala de Orientación Religiosa: Se utilizó la escala Age Universal I-E-12, la cual fue adaptada y validada en argentina (Simkin y Etchezahar, 2013). Centralidad de la religión (CR). Se incluyó una pregunta extraída de estudios realizados por el CIS. Variables sociodemográficas: Se desarrolló un cuestionario ad-hoc. |
Analizar las relaciones entre las dimensiones del autoritarismo, la centralidad de la religión y las orientaciones religiosas. |
Muestran que las dos dimensiones de RWA se relacionan de forma positiva con la centralidad de la religión, indicando que a mayores niveles de Sumisión autoritaria/Agresión y Convencionalismo, se evidencia una mayor centralidad de la religión en la vida de los participantes. |
La muestra estuvo compuesta por 8307 personas pertenecientes a los siguientes países latinoamericanos que participaron de la Encuesta Mundial de Valores (WVS) durante la quinta ola (2005-2009): Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay. El promedio de edad de los encuestados fue de 40 años. |
Quinta ola de la Encuesta Mundial de Valores (WVS). |
Comprender el impacto de los atributos propios de los individuos en su autoposicionamiento declarado sobre la inclinación política. |
Se halló que las divisiones políticas dependen de factores demográficos, económicos y opiniones individuales. El aumento de la edad, asistir al servicio religioso y la satisfacción con la vida financiera aumentan la tendencia de los individuos a posicionarse a la derecha del espectro político. La posesión de un título universitario y la residencia en una gran ciudad aumenta la probabilidad de que las personas se identifiquen con una posición política de izquierda. |
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Paez et al., 2018 |
La muestra estuvo compuesta por 410 residentes de la Ciudad de Córdoba entre 18 y 65 años. |
Actitudes hacia personas trans: Se utilizó la Escala de Actitudes Negativas hacia personas Trans (EANT; Paez et al., 2015). Sexismo: Se utilizó una versión de 22 ítems, adaptada por Echezahar (2012) al contexto local. Prejuicio sexual dirigido a gays y lesbianas: Se utilizaron tres ítems de las escalas de Actitudes hacia Hombres Gays y de la escala de Actitudes hacia Lesbianas de Herek (1994, 1998). Intensidad del sentimiento religioso: Se utilizó la escala validada para el contexto local por Lista (1996). RWA: se utilizó una adaptación al contexto local desarrollada por Imhoff y Brussino (2013). SDO: se utilizó una versión adaptada por Jaume et al. (2011) al contexto local. Se recabaron datos sociodemográficos. |
Analizar factores explicativos de las actitudes negativas en ciudadanos cordobeses de la República Argentina dirigidas a personas trans. |
Las personas con mayor intensidad del sentimiento religioso, manifiestan mayor prejuicio hacia personas trans, niveles más altos de sexismo tanto benevolente como hostil así como también mayor prejuicio sexual con las personas que presentan un mayor nivel de autoritarismo. |
Fuente: Elaboración propia a partir de la revisión de los estudios incluidos.
En cuanto a los estudios incluidos en esta revisión, seis son de autores de procedencia argentina (Benoliel et al., 2020; Etchezahar, 2012; Etchezahar y Brussino, 2015; Etchezahar et al., 2011; Etchezahar y Simkin, 2013; Paez et al., 2018), mientras que uno es de origen internacional (Madalozzo y Chebib, 2017). Este último utiliza muestras no solo de población argentina, sino también de otros países latinoamericanos. Por lo cual el 85.71% de los estudios incluidos han sido producidos en Argentina, siendo significativamente menor la cantidad de trabajos producidos en el extranjero que estudian estas variables en el contexto argentino.
Respecto de las muestras, el 57.14 % de los trabajos no especifican la región de procedencia dentro del contexto argentino (Etchezahar, 2012; Etchezahar et al., 2011; Etchezahar y Simkin, 2013; Madalozzo y Chebib, 2017), el 14.28 % corresponde a residentes de la Ciudad de Córdoba (Paez et al., 2018) y el 28.57% a residentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Benoliel et al., 2020; Etchezahar y Brussino, 2015). Otro dato a tener en cuenta es que el 57.14 % de los estudios cuantitativos utilizan muestras conformadas por estudiantes universitarios (Etchezahar, 2012; Etchezahar y Brussino, 2015; Etchezahar et al., 2011; Etchezahar y Simkin, 2013).
En lo que respecta al constructo religión se ha evaluado mediante distintas escalas y cuestionarios. El 57.14% de los estudios incluidos en la revisión utilizaron alguna pregunta extraída de los estudios realizados por el CIS para evaluar centralidad de la religión (Benoliel et al., 2020; Etchezahar, 2012; Etchezahar y Brussino, 2015; Etchezahar et al., 2011). También se evaluaron mediante preguntas la identidad judía (Benoliel et al., 2020) y la autoidentificación Religioso–Espiritual–Escéptico (Etchezahar y Simkin, 2013). Por otra parte, la Quinta ola de la Encuesta Mundial de Valores (WVS) indagó acerca de la frecuencia con que se practicaba el culto religioso (Madalozzo y Chebib, 2017). Asimismo, se han utilizado escalas para evaluar el fundamentalismo religioso (Altemeyer y Hunsberger, 1992), la orientación religiosa (Simkin y Etchezahar, 2013) y la intensidad del sentimiento religioso (Lista, 1996).
Por otro lado, el constructo autoritarismo se evaluó en los estudios incluidos mediante versiones reducidas de la escala de RWA (Altemeyer, 1996, 1998, 2002), adaptadas al contexto argentino (Etchezahar et al., 2011; Imhoff y Brussino, 2013).
Por último, se observa una adaptación y validación al contexto argentino (Etchezahar et al., 2011) de