Germán Guarín Jurado
Pensamiento crítico, confianza y
decolonialidad del poder
Germán Guarín Jurado
“La llamada modernidad no se encuentra en el mejor de sus momentos a principios
del siglo XXI. No se lograron todos sus objetivos de progreso, de bienestar, de igual-
dad. Antes por el contrario el drama de los más pobres, de los más jóvenes, de los
más frágiles está al orden del día. Muchas de las luces ilustradas se fundieron antes
de tiempo y en América latina la situación social y económica no ha permitido con-
cretar las promesas realizadas por las sucesivas experiencias de modernización”.
Alberto Verón. Filosofía y memoria. El regreso de los espectros.
Resumen Recuperar la confianza en el siste-
ma contable, económico y adminis-
trativo de nuestro tiempo, parece un
desafío ético y político del presente,
un desafío económico; pero hay po-
cas muestras que alienten ello. Es
un sistema que sostiene la corrup-
ción, la inequidad, la desigualdad,
la exclusión. |
Critical thinking, Recovering confidence in the Eco-
nomic, Administrative and Account-
ing system of our age, seems an
ethical and political challenge; an
Economic challenge, but there are
few signs to be optimistic. It is a
system that backs up corruption,
inequity, inequality and exclusion. |
Preámbulo
Cuando yo era niño, adolescente y uno de nuestros amigos nos defrau-
daba, le retirábamos la confianza. Le declarábamos a través de un gesto
que le retirábamos la confianza. Era como un juego, pero podía significar
hasta dejarle de hablar a ese amigo por un buen tiempo, por mucho tiempo.
Hasta que un comportamiento distinto ameritara devolverle la confianza. En
la coyuntura global, las ciencias contables, económicas y administrativas,
están en el límite del fraude total. Llamadas a presentar las alternativas para
una economía distinta no encuentran el camino para hacerlo, condenadas
a la lógica del mercado, de la productividad y la eficiencia. Hay una pérdida
de confianza parcial en el modelo contable, económico y administrativo de
esta coyuntura global.
Recuperar la confianza en el sistema contable, económico y administrativo
de nuestro tiempo, parece un desafío ético y político del presente, un desafío
económico; pero hay pocas muestras que alienten ello.Es un sistema que
sostiene la corrupción, la inequidad, la desigualdad, la exclusión. Sé que
no estoy diciendo nada nuevo. En este siglo corto (expresión que acuña
Erick Hobsbawn en el libro La historia del siglo xx), de 1960 hasta hoy, más
que todo un entre-siglos, lo que se ve es un sistema contable, económico y
administrativo en bancarrota ética, política y de sentido. Seguramente, hay
un registro contable del tiempo en la vida moderna; no cualquier registro
pero sí un registro. Y genera pánico. Es el registro de los vencedores de
la guerra económica y total.
Se hará siempre indispensable una lectura social y cultural, política, una
lectura crítica del sistema contable, económico y administrativo; más aún,
cuando hoy, se habla en América latina de decolonialidad del poder, incluso de
post-colonialidad, y se pretende una liberación de los sistemas impuestos en
filosofía, en ciencia, en economía. No alcanzo a pensar un sistema contable,
económico y administrativo decolonial, mis fuerzas creativas, mis conoci-
mientos mismos, mis cosmovisiones, indudablemente, no me lo permiten. Es
probable que sea el caso de muchos científicos y pensadores, contadores,
economistas y administradores en el continente. Todos hemos sido formados
en una racionalidad dura que nos hace difícil pensar otras opciones.
Recobrar la confianza no es un acto de fe, es un logro de la propia econo-
mía, de la propia administración racional de la vida social, del pensamiento
contable crítico; no queda esto en el plano de la moral o de la ética, de la
ideología. Al ser, también, una exigencia política, ha de ayudar a reconfi-
gurar las formas de la vida social y despejar toda sombra de totalitarismo,
de despotismo, de imposición globalizadora. Quizá, un renovado registro
contable del tiempo en la vida moderna ayude a este cometido. Nuestro
tiempo no es el de los relojes, el de las estadísticas, el de la partida doble.
Es otro nuestro tiempo, son otros nuestro tiempo.
En el límite del fraude total
La modernidad, nos dice Boaventura de Sousa Santos en su libro El Milenio
Huérfano, es una promesa incumplida; entre muchas razones, por la crisis
desatada en la vida social y política, por la crisis consecuente en el orden
de las ciencias, en el paradigma de la ciencia moderna. Lo que hace que
no sea la confianza la energía vital del siglo sino la “perplejidad”(2011,9),
incapaces, casi impotentes que nos sentimos para afrontar la crisis y dar
cuenta certera de los signos de nuestro tiempo y de alcanzar auténticas
transformaciones sociales. Nuestro tiempo nos exige refundar las ciencias,
nuestro conocimiento y lectura de la realidad, sobre todo, nuestra colocación
y acción en el mundo, desafío en el que coinciden grandes pensadores de
América Latina.
Aun vivimos de las promesas incumplidas de la modernidad, de ideales
casi imposibles de realizar en la vida social. Esa insistencia nuestra, que
es también un modo de resistir, nos hace criticar mucho, dice Boaventura,
pero dificulta la construcción de teorías críticas. La promesa de la libertad,
de la igualdad, de la solidaridad, de la paz perpetua, todavía es vigente
entre nosotros con sus problemas sin fin. Sobre este escenario, las cien-
cias se alimentan, la razón se enaltece, e igual, la crisis se prolonga sin
solución alguna. La crítica se construye desde el malestar, la indignación, el
inconformismo, entiéndase la desconfianza, que genera el incumplimiento
de las promesas modernas (2011,36).
Los trabajadores del mundo siguen en desventaja dentro del paradigma de
la productividad, sobre todo, en el llamado tercer mundo; el paradigma del
desarrollo mantiene en permanente deuda a los llamados países en vía de
desarrollo y el déficit alimentario como el hambre y la pobreza aumenta,
cada vez, se abre más la brecha entre ricos y pobres. Es evidente, igual, la
violación de los derechos humanos en países que se dicen democráticos y
pacifistas. En la india, 15 millones de niños trabajan en condiciones de escla-
vitud. La violencia generalizada acrecienta, la exclusión social y la coacción
a la libertad son problemas muy visibles de nuestro tiempo. La promesa de
la igualdad y de la libertad tiene, en la vida moderna, una crisis permanente.
En 237 guerras en el siglo XX, registra Boaventura (2011, 37), murieron 99
millones de personas. El final de la guerra fría, la caída del muro de Berlín,
no produjeron la paz, ninguna pretendida guerra final produjo la paz. Otro
dato elocuente: entre los siglos XVIII y XX la población creció 3.6% mien-
tras en las guerras las bajas aumentaron 22.4%. Al tiempo, se destruyó
la naturaleza, se produjo una profunda crisis ecológica (tala de bosques,
sequía, escasez de agua). Otros datos: en 50 años se perdió una tercera
parte de la reserva forestal del planeta, en el siglo XXI una quinta parte de
la humanidad no tendrá agua potable. La promesa de la paz perpetúa y de
la dominación amistosa de la naturaleza, quedan en entredicho también.
No obstante estas cuestiones, la igualdad, la libertad, la fraternidad, el
dominio de la naturaleza, son ideales permanentes, perfectibles en nuestra
semántica del desarrollo; no los resignamos, desde ellos criticamos pero
no elaboramos fácilmente una teoría crítica. Es en el límite del fraude
total, de la crítica a lo que nos angustia y deja perplejos, de la posibilidad
de teorías críticas (cuando el escenario de lo real no es lo que existe sino
lo que podría existir desde nuestra agencia de sujetos como posibilidad
y opción verdadera), que discernimos el significado de nuestra propia
crisis de sentido.
En los umbrales del fraude total de la modernidad, el pasivo social de
la razón aumenta; no se cumplen las promesas de la modernidad ni se
solucionan los problemas cotidianos, las contradicciones del día a día en
la búsqueda de cumplir con ideales tan loables se incrementan con la per-
plejidad misma, la incertidumbre y el déficit de confianza y voluntad. ¿Qué
hacer ante ello? Nuestro futuro, al decir de Giacomo Marramao en el libro
La pasión del presente (2011, 15) no puede seguir siendo colonizado por
las “pasiones tristes” que nos deja el peso de las lógicas necesarias, del
paradigma del progreso y del desarrollo, que nos deja la crisis sustancial del
universalismo moderno. Boaventura de Sousa Santos (2011, 10) nos invita
a ampliar el presente, ampliar el futuro, enriquecer el presente-futuro, con
utopías alternativas y viables que nos permitan trascender el monocultura-
lismo desde nuestro inconformismo y rebeldía; nos invita pensar en otros
conceptos distintos a los eurocéntricos, a devolverle al Estado un lugar en
la lucha política, en la acción social, y no dejárselo sólo al mercado y las
transnacionales del ideario liberal, neoliberal.
El registro contable del tiempo en la vida moderna
Nuestras cuentas del tiempo hacia adelante, hacia atrás, son del modo del
optimismo o del pesimismo activo; así hablamos hoy de fraude total, de
pasivo social de la razón, de bancarrota de sentido que, creo, es la vocación
crítica con la que Marx escribió el libro La miseria de la filosofía (1847) en su
polémica con Proudhon y en general su obra. Nuestras cuentas no cuadran.
La miseria de la filosofía en la obra de Marx es esto: nuestras cuentas no
cuadran, nuestro registro contable del tiempo no cuadra.
Al analizar la metafísica de la economía política, esto es, los grandes idea-
les de la economía política, Marx identifica lo que llama una metafísica del
tiempo. En el espíritu occidental, en la ideología ilustrada, en el idealismo
centroeuropeo, hay una metafísica del tiempo, de la historia-tiempo: al
esclavismo responde el platonismo, al feudalismo responde el tomismo, la
ilustración responde al capitalismo. De ahí, el ánimo de supremas virtudes
y verdades, de supremos bienes materiales e intelectuales, de modo que
la superestructura y la infraestructura coincidan. La historia se escribe, se-
gún Proudhon, dice Marx, por sucesión de ideas en un no tiempo-real sino
en un tiempo ideal. Por lo que ciertas categorías filosóficas y económicas
permanecen inmutables.
Pero “la vida activa y militante de los hombres “discurre distinto; la singu-
laridad historizada de los acontecimientos reales discurre distinto a las
prédicas anticipadas del idealismo filosófico y económico, a las abstrac-
ciones lógicas de la filosofía y la economía política, a las categorías de
verdad, bien,felicidad y bienestar, cuerpo en general, mundo en general,
cantidad pura, moneda global. El caso Grecia con la Comunidad econó-
mica europea es, hoy, el más elocuente. Refleja la bancarrota de ideas
y sentido, la bancarrota material, al orientarnos por supuestos ideales
de éxito, riqueza, progreso, desarrollo, felicidad plenas, desde un patrón
común, lo euro. El inventario, el balance general de nuestros ideales arroja
un saldo en rojo en moneda falsa, utilizando una metáfora de Jacques
Derrida (1995). Como si toda nuestra economía, incluso la economía
política fuese subterránea.
Pensamiento crítico, confianza y
decolonialidad del poder
El colonialismo, nos dice Boaventura de Sousa Santos, es la falta de recono-
cimiento como sujetos, es el no ser tratados como sujetos: “El colonialismo
es la concepción que ve al otro como objeto, no como sujeto” (2011,45).
De ahí, la desconfianza en la lógica capital que nos trata como objeto de
control, como objeto fiscal, como objeto de usura. Una concepción deco-
lonial contra el poder hegemónico que concibe al otro como objeto no es
otra que la del reconocimiento mutuo como sujetos. Esfuerzo grande del
pensamiento crítico latinoamericano que ve, hoy, en la categoría Sujeto la
opción para ser.
Dice Hugo Zemelman de la necesidad de un “sujeto histórico” (2002, 9)
que sea capaz de crear su propio ángulo de mirada, de construcción de
conocimiento; que sea capaz de colocarse ante sus propias circunstancias,
a veces adversas, determinantes, y trascenderlas. Lo que “ implica tener
que romper la tendencia a cosificar la realidad como simple externalidad,
que envuelve a los sujetos de manera inexorable, para concebirla como una
constelación de ámbitos de sentidos posibles” (2002, 9). En esta exigencia
de considerarnos como sujetos y de comprender la realidad como una
construcción colectiva de ámbitos de sentido posible coinciden Zemelman
y Boaventura de Sousa con otros grandes pensadores nuestros como
Dussel, Quijano, entre otros.
Esa nueva teoría de la historia que necesitamos, esas nuevas categorías
que necesitamos, esa nueva democracia que necesitamos en América lati-
na, comienzan desde nuestra voluntad política de ser sujetos y de construir la realidad que necesitamos, allende los parámetros económicos, los para-
digmas científicos, los totalitarismos intelectuales, políticos y sociales. Dice
Zemelman: “ El esfuerzo exige concebir a la historia desde el ser sujeto con
capacidad de construcción de sentidos” ( 2002,9). La confianza propuesta
para descolonizar el poder hegemónico se activa en nuestro reconocimiento
como sujetos, en nuestra voluntad política colectiva de actuar como sujetos.
Lo que nos obliga a pensarnos en los límites y potencialidades; en las
potencialidades y horizontes que nos hagan posible ser lo que somos y
queremos de nosotros mismos. Los sujetos son la fuerza gestante, la fuerza
magmática, sostiene Zemelman, desde la que se consolidan movimientos
sociales como los Sin Tierra en el Brasil, los indignados en Europa y Amé-
rica latina, Podemos en Europa, que contrarrestan el embate de la globa-
lización y la colonización. Los sujetos se identifican con la lucha histórica,
con la rebeldía histórica contra todo aquello que los presenta cosificados,
derrotados, derruidos.
Tiempo-otros
Es este un acontecimiento extraordinario, de frontera, valga decirlo; en el
sentido que es la oportunidad de pensarnos distinto en América latina y el
mundo, de hacerlo en razón de las ciencias económicas, de la racionalidad
económica, indispensable a nuestros tiempos presentes. Todas nuestras
grandes antropologías se han visto en dificultades, a calzas prietas, cuando
se deben traducir en moneda, en ecuación económica. Nuestras mons-
truosidades provienen de ese injerto moderno entre humanismo científico,
tecnológico y economía de capital, una confusión gravísima entre supremas
axiologías de dignidad, autonomía y virtud, de supremos fines de igualdad,
libertad, justicia, fraternidad, orden, seguridad, progreso, desarrollo, y
supremas epistemologías de método y verdad, supremas economías de
riqueza, rentabilidad y eficiencia: debe haber saldo.
Se ha perdido la confianza en el humanismo científico, tecnológico y eco-
nómico, en la razón científica. La pérdida de la confianza en las ciencias
económicas, en la razón científica, en la racionalidad económica, tiene que
ver con la defraudación, con el fraude, no tanto económico, que lo es, sino
humano. La gran mentira, el gran tabú de nuestra época son las disciplinas
económicas, y se han querido presentar como ciencia, ante la pobreza,
ante el analfabetismo, ante la violencia extrema, pero es el problema, en
general, de las ciencias. Asombra tanta pretensión de cientificidad, de mé-
todo y verdad, de riqueza, en medio de las hambrunas, de los genocidios,
de la devastación del planeta, de los exabruptos de la globalización, de la
autodestrucción humana. Nada de lo cual ocurre irracionalmente sino con
sapiente planeación, con cálculo inteligente, con premeditación.
No sólo estamos ante una bancarrota financiera. También hay una ban-
carrota de significado de mundo y sentido de vida, de lenguajes. Nuestro
empobrecimiento es total. En eso consiste la miseria de la filosofía pero,
también, de la religión y la ciencia, del arte. Nos hemos circunscrito a ideales
metafísicos, a credos axiológicos, a ecuaciones formales, a matrices lógicas,
a métodos instrumentales, tenemos un déficit de pensamiento y lenguaje y,
lo más grave, un déficit social que no resuelve ninguna política de ciencia
y tecnología, progreso, seguridad y desarrollo. Entonces ¿Cómo recuperar
la confianza, luego de nuestras profundas depresiones, recesiones, defrau-
daciones, económico-humanistas, económico-políticas?
En materia educativa, hemos de formar sujetos históricos para pensar
nuestras realidades presentes; no nos basta instruir en los contenidos
especializados de una disciplina. No nos basta la experticidad, en sus
límites se ha quedado corta respecto de los grandes problemas humanos.
Es indispensable que las disciplinas amplíen su mirada, enriquezcan su
lenguaje, dialoguen entre sí respecto de acuciantes emergencias humanas.
En materia educativa, la interdisciplinariedad y la conversión de la univer-
sidad contemporánea en un foro público abierto es indispensable.
Para ello, es indispensable una relación pedagógica fiable, menos autori-
taria, menos dogmática, más problémica que lectiva. Es indispensable, en
razón de grandes problemas, presentar cada lección como un conocimiento
provisional respecto del cual, es posible una conversación auténtica abierta.
Las ciencias del presente ponen en duda, problematizan, historizan sus
propias fórmulas y verdades, axiomas y postulados, les dan vida, prueban
su límite. Cabe preguntar, ¿Cuáles son los límites, hoy, de las ciencias,
hasta dónde expenden sus fronteras al momento de pensarse? Permítanme
recordar un antiquísimo principio de fines de la edad media, el principio de la
docta ignorancia, según el cual, por mucho que sepamos sobre el universo,
sobre nuestro mundo, sobre nuestras realidades, en realidad, no sabemos
nada. No tanto por su vastedad, por nuestras precarias facultades huma-
nas, como por su complejidad. ¿Cómo recuperar, entonces, este humilde
sentido de incompletud y completud?
No estamos solos en el planeta, en el cosmos, no somos individuos aislados,
somos sujetos relacionales, somos nosotros; uno de los grandes problemas
de nuestro tiempo es el individualismo en todas sus expresiones y el miedo
al otro. Cada uno, nos hemos inventado nuestros propios confinamientos,
nuestras propias cárceles: el yo, el ego, la disciplina, la profesión, los dis-
cursos, los roles, las funciones, las estructuras, los sistemas, los cubículos,
las oficinas, y no nos atrevemos a diferenciarnos, a salir de ellos. Esto en-
traña un desafío político: aprender de nuevo a nuclearnos colectivamente,
aprender a comunicarnos, a trabajar juntos, a vivir juntos, sin sentimientos de miedos, sin amenazas, con la esperanza política que un mundo distinto
es mejor. Porque, también, nos hemos solazado en el pesimismo intelectual,
existencial, y en el paupérrimo optimismo tecnológico y mercantil.
El sentido político de confianza y esperanza que nos deja el sentimiento de
crisis es la voluntad política que, como sujetos relacionales, nos moviliza
hacia los otros, buscando conjuntamente comprendernos en los signos del
presente y en la diversidad que nos constituye. Es más que la fuerza de
la perplejidad, o de la soledad que nos deja estos tiempos, cuyo sentido
posible es la búsqueda del encuentro con lo otro, con el otro distinto. Para
poder declarar que, como hace dos años ante uds en Armenia, en realidad
no estamos solos, que toda nuestra fuerza es la necesidad del otro (a).
Entonces podemos hablar de solidaridad, de emancipación, como de esas
voluntades que nos impulsan, que nos dan la energía para ser sujetos
relacionales, sujetos-otros, frente al ánimo conjuntista e identitario de la
marcha global.
Bibliografía
De Sousa Santos, Boaventura (2011). El Milenio Huérfano. Ed. Trotta.
Derrida, Jacques (1995). Dar (el) tiempo. La moneda falsa. Barcelona. Paidós.
Hobsbawn, Erick (1995). Historia del siglo XX.. Barcelona. Ediciones Crítica.
Marx, Karl (1999). Miseria de la filosofía. Navarra- España. Ed. Folio.
Marramao, Giacomo (2011). La pasión del presente. Barcelona. Editorial Gedisa.
Stiglitz, Joseph (2002). Pánico en la globalización.. Bogotá. Fundación para la
investigación y la cultura.
Verón, Alberto (2007). Filosofía y Memoria. El regreso de los espectros. Manizales-
Colombia. Hoyos editores.
Zemelman, Hugo (2002). Necesidad de conciencia. Barcelona. Ed. Anthropos.
Germán Guarín Jurado
gerguaju@umanizales.edu.co
Graduado en Filosofía y Letras de la Universidad de Caldas. Magister en Educación Universidad de Manizales, Candidato a Doctor en didáctica-IPECAL, México. Di- rector, Docente e investigador de la Facultad psicología Universidad de Manizales y del Instituto de Pensamiento y cultura latinoamericana-México. Ha participado en eventos académicos en México, Chile, Brasil y Colombia. Ha sido ponente y autor de varios artículos a nivel nacional e internacional, autor del libro “Razones para la Racionalidad en horizonte de complejidad.