Esteban S. Martínez Salinas
Resumen |
Internal Control
and Organizational
Competitiveness |
Introducción
Mediante revisión y análisis bibliográfico y en el enfoque cualitativo, se
efectuaron algunas relaciones de control organizacional y competitividad
desde el contenido de los modelos de control Cadbury y COSO.
El problema identifica que muchas organizaciones enfrentan una creciente
competencia, derivada de la mayor presencia de oferta y mayor conoci-
miento de los demandantes sobre los productos. La competitividad organi-
zacional, parece que ha enfatizado en los productos y en la condiciones de
mercado (factores externos) olvidando que existe una disposición organiza-
cional que puede contribuir a mejorar la competitividad de una empresa en
un mercado determinado (factores internos). El sistema de control interno
en las organizaciones, es la actividad que puede guiar y orientar el logro
de los objetivos organizacionales, en la perspectiva de la administración,
sin olvidar, que su influencia incluye los objetivos y actividades operativas
y de mercadeo (con sus costes).
El objetivo principal de este trabajo, es identificar la contribución del sistema
de control interno para mejorar la competitividad en las organizaciones. El
texto, incluye una descripción de algunos modelos de control, se profundiza
en el tipo de control propuesto por COSO y se efectúa una disertación sobre
el sistema de control interno y la competitividad.
Los resultados, reconocen que el control organizacional, incluye en su ám-
bito, unas respuestas a requerimientos externos, entre ellos, los mercados
y la competencia. La adecuada implementación de un sistema de control
organizacional, contribuye a lograr mejoras de procesos y optimización de
recursos en las organizaciones. Si bien, el sistema de control organizacio-
nal es una responsabilidad de la alta gerencia, dicho sistema, permite la
eficiencia organizacional, pues contribuye a la transformación para la pro-
ductividad y competitividad empresarial. La auditoría interna o la auditoría
externa de gestión, tienen la tarea de dinamizar un adecuado sistema de
control organizacional con el propósito de contribuir con la competitividad
empresarial.
Planteamiento del problema
En la actualidad, muchas organizaciones enfrentan una creciente compe-
tencia, seguramente, derivada de la mayor existencia de oferta y un mayor
conocimiento, de los demandantes, sobre los productos y los oferentes de
los mismos. Algunas empresas, han disminuido su asistencia en el mercado,
por situaciones atribuidas a la presencia de entidades que pueden producir
o prestar servicios a menores costos y, por ende, menores precios. Existe,
de igual forma, un consumidor mejor informado, que requiere y exige mayor atención y calidad sobre los productos y los servicios que consume, con
mayores demandas de beneficios a menor precio.
La competitividad organizacional, parece que ha hecho énfasis en los pro-
ductos y en la condiciones de mercado, olvidando que existe una disposi-
ción organizacional de su propio control, que puede contribuir a mejorar (o
deteriorar) su nivel de competitividad en un mercado determinado.
El sistema de control interno en las organizaciones, se asume como la
actividad que puede guiar y orientar el logro de los objetivos organizacio-
nales en la perspectiva de la administración, destacando, que incluye los
objetivos y las actividades operativas y de mercadeo de las organizaciones,
y sus costos derivados.
Realizar todo el esfuerzo en la calidad de los productos y en las condi-
ciones de mercado, puede guiar a considerar las situaciones externas a
las organizaciones, como las condicionantes únicas de la competitividad,
conllevando al desconocimiento de la capacidad de transformación de la
empresa para mejorar y enfrentar las dinámicas condiciones y exigencias
de los mercados donde participa. Nuestro interrogante es: ¿Cómo con-
tribuye el sistema de control interno al mejoramiento de la competitividad
organizacional?
Justificación, contexto y alcance
El sistema de control interno, en las organizaciones, se deriva de unos
modelos generales y de unas aplicaciones particulares en cada caso. Los
diversos modelos de control existentes se constituyen en referentes que
requieren ser validados en la perspectiva de mejoramiento continuo de las
organizaciones. Tal mejoramiento, debe considerar las condiciones internas
y externas que contribuyen a mantener y mejorar la competitividad de las
organizaciones.
El modelo de control interno más utilizado es COSO (por su sigla en
Inglés), que contiene diferentes aspectos tendientes a direccionar y con-
tribuir al logro de objetivos en las organizaciones. Conviene considerar,
cómo el sistema de control interno puede contribuir al mejoramiento de
la competitividad organizacional (como un enfoque funcional del sistema
de control interno) y ello puede, a su vez, redimensionar la labor de la
administración y de los contadores en el tema del modelo de control
interno a utilizar y evaluar así, la contribución del modelo mismo, al me-
joramiento de los procesos que inciden directamente en la competitividad
de las organizaciones.
Metodología
Diseño de investigación
La investigación se apoyó en la revisión y el análisis bibliográfico y docu-
mental, con un enfoque netamente cualitativo, que ayuda a considerar un
discurso aplicable a un requerimiento organizacional (elemento de contexto)
como es la competitividad.
Fuentes de información
Las fuentes de información corresponden a la revisión bibliográfica de
manera esencial.
Consideraciones éticas
Este documento, contiene las referencias o fuentes de información; se
respetan las normas de propiedad intelectual, y no se afectan derechos o
aspectos sociales, culturales o de otra índole.
Resultados
Introducción: La competitividad organizacional en Colombia
Existe la clasificación internacional de competitividad en donde se incluyen
diversos factores para medir la situación y el avance de diversas economías.
Indudablemente, la preocupación en Colombia se verifica en el seguimiento
a los resultados del modelo de medición y a las políticas de Estado que se
elaboran con miras a mantener y mejorar la posición de nuestra economía
en el ámbito internacional:
Según los resultados reportados en el RGC 2014-2015, la
calificación obtenida por Colombia en el Índice Global de
Competitividad (IGC) mejoró al pasar de 4,19 a 4,23. Con este
resultado, Colombia se ubicó en el puesto 66 entre 144 economías,
mientras que en el año anterior, el país había ocupado la posición
69 entre 148 países (Departamento Nacional de Planeación, 2015,
pág. 5).
La medición permanente del nivel de competitividad de nuestra economía,
a pesar del mejoramiento señalado, presenta una disminución de 7 luga-
res en el índice de competitividad global en dos aspectos fundamentales,
relacionados con la actividad productiva propiamente dicha: Eficiencia del
mercado de bienes y Desarrollo del mercado financiero (Departamento
Nacional de Planeación, 2015, pág. 7).
Los mejores indicadores que presenta Colombia, corresponden a “prepa-
ración tecnológica” que incluye aspectos de utilización tecnológica en el campo productivo y el uso de tecnologías de la información y comunicación
(TIC) (Departamento Nacional de Planeación, 2015, pág. 7).
Seguidamente, presentamos algunos de los énfasis (a título de tendencia)
de la competitividad empresarial y, luego veremos, cómo en el desarrollo
de los modelos de control interno se constituyen en una herramienta para
el mejoramiento de la competitividad organizacional.
3.2. Énfasis de la competitividad empresarial
El desarrollo de la competitividad para el sector empresarial, ha estado
direccionado a situaciones externas conforme lo presentó el diagnóstico
sobre la promoción y protección de la competencia (Consejo Privado de
Competitividad, 2015, pág. 184): “Las empresas, en un mercado competido,
deben luchar constantemente por diferenciarse de las demás, a través de
la inclusión de productos y servicios innovadores, precios competitivos y
la comprensión de las necesidades del mercado”.
Para el caso de las empresas, el nivel de competitividad se vincula
con la protección de los inversionistas minoritarios, aspecto que se
incluye dentro de la estructura de gobierno corporativo de cada or-
ganización, al estilo de administración, definidos y las disposiciones
legales existentes en la materia. La Tabla 1. Indicadores de protección
de los inversionistas minoritarios presenta los indicadores de protección
de los inversionistas minoritarios, su situación en Colombia, América
Latina y el Caribe, y de los países integrantes de la OCDE. Vemos
que, en Colombia, existe un logro en materia de protección de los
inversionistas minoritarios por encima de los indicadores de América
Latina y el Caribe y de los indicadores obtenidos por la OCDE en su
conjunto (Grupo Banco Mundial, 2015).
Destacable, que los indicadores de protección de los inversionistas mino-
ritarios (Grupo Banco Mundial, 2015), incluyan índices relacionados con
la transparencia de la información y la estructura de gobierno corporativo,
entre otros aspectos (verTabla 1. Indicadores de protección de los inver-
sionistas minoritarios).
Por su parte, el Reporte Global de Competitividad (World Economic Fo-
rum, 2014, pág. 7) en su séptimo pilar sobre la eficiencia y la flexibilidad
del mercado, incluye a los trabajadores, sus incentivos y la utilización
de la meritocracia y la equidad de género como forma de garantizar el
desarrollo de la actividad productiva en un ambiente que promueva la
eficiencia empresarial y la movilidad laboral en los mercados. Tales as-
pectos, los podemos relacionar en una estructura de control interno con
el ambiente laboral.
Fuente: Doing Business 2015 (Grupo Banco Mundial, 2015).
La importancia del factor humano (y su relación con la innovación empresa-
rial), son ampliamente tratados por el Índice Global de Innovación (Cornell
University, INSEAD, and WIPO, 2014). Para el proceso de innovación, es
claro, que el factor humano juega un papel preponderante y, para ello, las
organizaciones deberán considerar diversos aspectos relacionados con las
condiciones de trabajo, la competencia (capacidad) de los trabajadores,
la remuneración y la capacitación, ente otros, (aspectos que requieren de
mayor atención en las organizaciones).
La innovación es considerada como un motor de crecimiento económico
y de bienestar en las diferentes economías mundiales (desarrolladas y
emergentes, por igual). El Índice Global de Innovación presentado en 2014
(Cornell University, INSEAD, and WIPO, 2014) se dirigió a escudriñar lo
que está detrás de la innovación y destacan la contribución del talento hu-
mano en el desarrollo de la innovación empresarial; ello, puede explicar la
búsqueda (y movilidad) del talento humano calificado capaz de contribuir
al desarrollo empresarial mediante procesos de innovación, creación y
pensamiento crítico, sin olvidar las condiciones de tecnología y capital de
las organizaciones.
Para el caso colombiano, la preocupación por las condiciones de los tra-
bajadores se incluye en el Informe Nacional de Competitividad 2014, el
cual resaltó la necesidad de usar, de forma óptima, el factor trabajo y las
consecuencias del uso no óptimo del mismo.
El uso óptimo del factor trabajo es fundamental para el crecimiento
económico y el desarrollo social de un país. El desempleo y la
informalidad son reflejos de una ineficiente asignación de este factor,
al tiempo, que son causa y resultado de la baja productividad de un
país (Consejo Privado de Competitividad -CPC, 2014, pág. 74)1.
Indudablemente, las organizaciones empresariales del sector privado
contribuyen a mejorar las condiciones de competitividad de una economía
mediante la vinculación de trabajadores, aspecto que, en consecuencia,
disminuye especialmente el desempleo. Sin embargo, ese es sólo uno de
los elementos relacionados con la competitividad organizacional.
Las dinámicas económicas de una sociedad se expresan a través de las
organizaciones empresariales quienes, por motivaciones, desarrollan sus
actividades en los mercados con impactos directos e inmediatos en la so-
ciedad donde se desenvuelven. La competitividad de las organizaciones,
por lo tanto, se inscribe en unos contextos de globalización económica y
revolución tecnológica.
La competitividad de las empresas es un factor clave del crecimiento
económico de una nación en un entorno mundial cada vez más abierto
y dinámico. El interés por el estudio de los factores determinantes
de la competitividad crece ligado a las dos macrotendencias que
caracterizan el fin del siglo: la globalización de la economía y la
revolución tecnológica (Fernández Sánchez, 1997, pág. 9).
La competencia organizacional es cada vez más global y se fundamenta en
el desarrollo y la aplicación de los avances tecnológicos (Fernández Sán-
chez, 1997, pág. 10) que reducen las distancias entre las organizaciones
para la participación en diversos mercados.
3.3. Tensiones de la competitividad
El significado de la competitividad se orienta a establecer rivalidades entre
las organizaciones por mantener y mejorar su participación en el mercado
y sus ganancias (relación ingreso-costo). La aplicación de la competitivi-
dad (Fernández Sánchez, 1997, pág. 10) “se aplica, en primer lugar, a un
sector productivo o a un país con el significado de que las empresas que
operan en ese sector o con esa nacionalidad alcanzan un alto grado de
competitividad en el contexto internacional”.
La preocupación de la primera aplicación de la competitividad, es la iden-
tificación en un mercado internacional determinado en donde se reconoce
la participación de una organización u organizaciones adscritas a un país.
La segunda aplicación de la competitividad, es la comparación de una
organización respecto de sus similares.
En segundo lugar, la competitividad hace referencia a la posición
competitiva de una empresa en relación con las demás; se pone de
manifiesto por su capacidad para producir bienes y servicios en unas
condiciones de precio-prestaciones equiparables o superiores a las de
sus rivales, que le permitan mantener o ganar cuota en los mercados
nacionales e internacionales (Fernández Sánchez, 1997, pág. 10).
Las organizaciones están abocadas, en este tiempo, a una situación com-
pleja que se relaciona con las situaciones del mercado (aparentemente
externas a las organizaciones), políticas, sociales y culturales por una
parte y, a las situaciones propias de la organización (internas) que afectan
su capacidad de responder a las necesidades de producción de bienes y
servicios en los contextos determinados conforme lo señaló Nelson en 1992,
citado por Fernández (1997, pág. 11) “La competitividad de la empresa es
un fenómeno complejo, en cuya explicación intervienen factores de natu-
raleza diversa que podemos agrupar en dos amplias categorías: factores
externos y factores internos a la empresa”.
Es manifiesto, que los factores externos a las organizaciones son de difícil
control y, por ello, se deberá fortalecer la capacidad de la empresa para
enfrentar los cambios (a veces se expresan como amenazas y otras como
oportunidades). Por su parte, los factores internos que son controlables
en alto grado por la organización misma, se presentan como procesos
y actividades tendientes a garantizar la permanencia y el desarrollo de
la organización en el mercado determinado. Refiriéndose a los factores
externos e internos Fernández señaló los factores y aspectos que inciden
en la competitividad de la empresa.
Dentro de los primeros, se incluyen factores macroeconómicos,
institucionales o de estructura de mercado que condiciona la
competitividad de las empresas que compiten dentro de un mismo
entorno regional o sectorial. Entre los segundos, se incluyen aquellos
aspectos internos y específicos a la empresa que condicionan su
capacidad de creación de valor (Fernández Sánchez, 1997, pág. 11).
Si la organización puede desempeñarse en las dinámicas de mercado, a
partir de una serie de condiciones internas que facilitan enfrentar dichas
dinámicas, es conveniente enfatizar en el mejoramiento de los aspectos
internos que contribuyen a la competitividad (Fernández Sánchez, 1997,
pág. 11): “Las propuestas teóricas más recientes en el campo de la dirección
estratégica hacen hincapié en la primacía de los factores internos y propios
de cada empresa como determinantes de su competitividad”.
Las estrategias para mejorar la competitividad, y que son susceptibles
de control, reconocen que la organización debe esforzarse por lograr un
liderazgo en costos, calidad, flexibilidad (para adaptarse rápidamente a los cambios o para la producción de bienes o servicios alternativos con la misma
capacidad instalada) mediante esquemas de justo a tiempo, automatización
de la producción, servicio (especialmente en la postventa) y las alianzas
(Fernández Sánchez, 1997, págs. 30-50). Todas esas estrategias pueden
insertarse en las disposiciones administrativas y sus estilos de dirección,
al tiempo que deberán incluirse en el sistema de control interno (una vez
que existan las decisiones administrativas para adoptar y desarrollar las
estrategias señaladas) en la evaluación permanente de la organización (en
sus objetivos, estructura y procesos).
La ortodoxia económica pura responde que la empresa es una mera
ficción legal que existe por voluntad de una o varias personas que
la crean y la dotan de recursos para funcionar. Por ello, no debe
hablarse de objetivos o responsabilidades de la empresa, sino sólo de
objetivos y responsabilidades de las personas físicas a las que se les
reconoce la propiedad de la misma. Sin embargo, otras corrientes de
pensamiento reclaman para la empresa una relación responsable con
el entorno que la rodea, asumiendo obligaciones que van más allá de
cumplir las leyes y someterse a la disciplina del mercado, sobre todo,
cuando la ley y el mercado están en clara posición de inferioridad
con respecto al poder que se concentra en la propia empresa (Salas
Fumá, 2007, pág. 13) (énfasis en original).
3.4. Mercado y competitividad: límites de
las empresas y costos derivados
A pesar de que la empresa interactúa en los mercados, ellas (las empresas)
operan de forma distinta a las dinámicas de los mercados aunque afectan y
son afectadas por los mercados. Salas (2007, pág. 18), refriéndose al texto
publicado por Coase en 1937, señaló sobre la relación entre mercado y
empresa que “la constatación de que la empresa funciona con unas reglas
internas claramente diferenciadas de las que imperan en los mercados”.
Ahora bien, la competitividad empresarial no sólo se mide respecto de las
condiciones ideales de un mercado (perfecto al decir de la teoría económica),
sino, precisamente, respecto del conjunto de fisuras que tienen los mercados
(mercados imperfectos) y que obligan a las organizaciones a prepararse
internamente para asumir los retos de la participación en el mercado. Un
ejemplo de los impactos de participar en los mercados imperfectos son los
costos de mercadeo conforme lo reseñó Salas refiriéndose a la obra de Coase.
En su trabajo, Coase pone en duda la hipótesis, ampliamente
aceptada por sus defensores, de que el mercado <<funciona por
sí mismo>>. Coase advierte que las personas incurren en costes
para descubrir los precios y cerrar los acuerdos sobre los términos
del intercambio, costes que denomina genéricamente <<costes de
marketing>>. (Salas Fumá, 2007, pág. 19)
Si bien, el mercado incluye demandantes y oferentes, la competitividad
se comprende del lado de los oferentes por vincularse con mayores y/o
mejores demandantes desde la perspectiva organizacional. Las empresas,
en esta perspectiva, incorporan sus procesos y esquemas de gestión con
unos límites.
Para explicar los límites de la empresa es preciso explicar los límites en
el alcance de la autoridad del empresario, en particular, las limitaciones
para afrontar la complejidad, prever el futuro y no ser infalible a la hora de
cometer errores. En suma, la coordinación a través del empresario da lugar
a <<costes de gestión>> que crecen con la dimensión y la complejidad de
la tarea de coordinación que realiza. Que las actividades se coordinen a
través del mercado o bajo la autoridad del empresario se explica a partir
de la comparación de los costes de marketing y los costes de gestión y la
aplicación del criterio de eficiencia o mínimo coste total (coste de produc-
ción más coste marketing o más coste de gestión). Así, en el equilibrio,
el coste adicional de coordinar una actividad a través del mercado será
el mismo que el de coordinarla con la mediación del empresario. (Salas
Fumá, 2007, pág. 21).
Otros costos a considerar en los límites de la empresa corresponden a los
costos de Transacción. Refiriéndose a la Teoría de los Costes de Tran-
sacción TCT de Williamson (1985), Salas señaló que existen unos tributos
relacionados con la información, los activos y la productividad:
Los atributos relevantes de las transacciones son tres: la situación
de información de las partes, la naturaleza de los activos que están
afectados y la frecuencia con la que se producen. La situación de
información en que se encuentran las partes que participan en
la transacción varía entre dos extremos, información completa y
simétrica e información incompleta y asimétrica. Los activos pueden
ser de carácter general, lo cual significa que su valor, en términos de
capacidad para generar rentas, es relativamente similar en el uso para
el que inicialmente están destinados que para usos alternativos, o de
carácter específico, cuando el valor en el uso inicial es muy superior
al de usos alternativos (Salas Fumá, 2007, págs. 35-6).
En el siglo XX, el estudio académico de la empresa en competencia se ha
realizado bajo dos perspectivas principales, una anclada en la teoría de
los precios y los mercados, y otra anclada a los factores explicativos de los
beneficios empresariales (Salas Fumá, 2007, pág. 84). La primera, se refiere
a la microeconomía y la segunda, a la dirección de empresa o management
(Salas Fumá, 2007, pág. 84): “y, más concretamente, de la dirección estra-
tégica. Su principal interés es explicar la heterogeneidad observada entre
las empresas, incluso, dentro de un mismo mercado empezando por las
diferencias en beneficios y la evolución de esas diferencias en el tiempo”.
El análisis desde la dirección estratégica involucra la combinación entre
recursos y la gestión de los mismos en una dimensión temporal (Salas
Fumá, 2007, pág. 84): “supone que el éxito de las empresas, en forma de
beneficios elevados, es el resultado de una superior dotación de recursos
y de una superior calidad del equipo de gestión que los ha acumulado en
el tiempo”.
El nivel de la estrategia en las organizaciones, atribuido a la alta dirección
en su formulación, es fundamental para la competitividad y, por ello, se
requiere de las directrices estratégicas, su evaluación permanente y la veri-
ficación de cumplimiento (realización), aspectos que pueden ser atribuibles
a la dirección estratégica.
La dirección estratégica estudia el proceso a través del cual la
empresa formula, lleva a la práctica y controla (evalúa y revisa)
la estrategia. La estrategia de la empresa es competencia de la
dirección general porque condiciona la forma de actuar de toda la
organización y porque incluye decisiones sobre los proyectos de
inversión, cuantitativa y cualitativamente más importantes (Salas
Fumá, 2007, pág. 86).
La dirección estratégica se apoya en el sistema de control interno para la
evaluación y el seguimiento permanente de la estrategia. Las dimensiones
en las que se divide la estrategia, corresponden al orden social, corporativo,
de negocio y funcional, dependiendo del tamaño de las empresas.
Sobre todo, en empresas grandes y complejas, la estrategia se
estructura en varios niveles: social, corporativo, de negocio y
funcional. La estrategia social, se refiere a cómo la empresa define
su relación con el entorno en su sentido más amplio (social, político y
macroeconómico); la estrategia corporativa, da sentido y coherencia a
los múltiples negocios en que participa la empresa cuando diversifica
su actividad; la estrategia de negocio, define la forma de competir en
un mercado concreto y da coherencia a las distintas estrategias que se
formulan en el ámbito del área funcional (Salas Fumá, 2007, pág. 87).
Luego un sistema de control interno, deberá involucrarse en la estructura
de las empresas de acuerdo con las complejidades de la misma; de este
modo podrá dar cuenta de los procesos de evaluación y de seguimiento
de la estrategia en las dimensiones que caracterice la organización (social,
corporativa, de negocio y funcional).
3.5. Sistemas de control interno
En los últimos tiempos, se ha renovado una preocupación por la gestión
organizacional con énfasis en la estructura de gobierno corporativo, que
garantice la transparencia de la información y la defensa de los intereses de los accionistas minoritarios que no ejercen control sobre las organiza-
ciones. Podemos observar como antecedente en la intención de control
el documento emitido por el Comité del Instituto de Controles Públicos de
Inglaterra y Gales- Cadbury- conforme lo reseñó la Organización Interna-
cional del Trabajo OIT.
El origen de los códigos voluntarios se remonta al «Código Cadbury»
de 1992, nombre extraoficial del pionero Código de la práctica más
eficaz para el gobierno de las empresas, que se convirtió en el modelo
para la reforma del gobierno empresarial en Europa, los países de la
Commonwealth y en otras partes (Oficina Internacional del Trabajo
OIT, 2005).
El análisis de contexto del código Cadbury, como propuesta de mejora de
las organizaciones, reconoció unas situaciones de las dinámicas empre-
sariales en el Reino Unido que pretendió mejorar las condiciones de las
empresas (especialmente, en lo referente a la seguridad de la inversión)
y que exigió una estructura de gobierno corporativo nueva y el desarrollo
de unas prácticas de control para garantizar la aplicación de los nuevos
derroteros organizacionales.
El Código Cadbury fue una respuesta a una serie de escándalos
y quiebras empresariales entre las compañías inscritas del Reino
Unido, a comienzos de los años noventa del siglo XX. Estaba dirigido
a prevenir escándalos similares y a recuperar la confianza del público
y los inversores, instando a las compañías a mejorar sus prácticas
de gobierno. Los códigos que surgieron casi de inmediato en todo el
mundo incluían metas semejantes (Oficina Internacional del Trabajo
OIT, 2005).
La importancia del informe Cadbury se refleja en el objetivo de la Comisión
que tiene el mismo nombre cuando se propuso contribuir a mejorar (Oficina
Internacional del Trabajo OIT, 2005) “los niveles de eficiencia en el gobierno
de las empresas, y la confianza en los informes y auditorías financieras al
establecer, claramente, las responsabilidades respectivas de las personas
involucradas y lo que se espera de ellas”. Destacamos que la intención de
la Comisión Cadbury involucró 1. Un direccionamiento de las empresas
hacia la eficiencia organizativa, 2. Unas iniciativas relacionadas con mejo-
ras en la información financiera y su control, y 3. Unas responsabilidades
individuales asociadas a objetivos y metas.
Mediante un conjunto de postulados, las directrices de gobierno corporativo
se establecieron para todos los niveles de dirección en las dimensiones
de información y control (Oficina Internacional del Trabajo OIT, 2005): “El
Código Cadbury de las prácticas más eficaces incluía 19 recomendacio-
nes, algo así como directrices relacionadas con la Junta de directores, los directores ejecutivos, los directores no ejecutivos, que también abordaban
la información y el control”.
Desde la definición de gobierno corporativo y su incidencia en las orga-
nizaciones podemos diferenciar que se constituye en un sistema para el
direccionamiento y control organizacional que permite enfrentar los reque-
rimientos de la competitividad en las empresas actuales:
La definición más famosa de gobierno corporativo es, tal vez, la que
formuló en 1992 Sir Adrian Cadbury en el Informe sobre los Aspectos
Financieros del Gobierno Corporativo en el Reino Unido: “El gobierno
corporativo es el sistema mediante el cual se ejerce la dirección y el
control de las empresas”. En este caso, se define, como un conjunto
de mecanismos que regulan las operaciones de las empresas cuando
la propiedad está separada de la administración (Banco Internacional
de Reconstrucción y Fomento, Banco Mundial, 2005).
Las tensiones desde la perspectiva de gobierno corporativo, deberán ser
tenidas en cuenta en el diseño e implementación de un sistema de control
interno; la identificación de objetivos, metas, intereses, responsabilidades,
recursos e información harán parte de dicho sistema.
En su sentido más amplio, el gobierno corporativo consiste en
mantener el equilibrio entre los objetivos económicos y los sociales
y entre los objetivos individuales y los comunitarios. El marco
de gobierno se establece con el fin de promover el uso eficiente
de los recursos y, en igual medida, exigir que se rindan cuentas
por la administración de esos recursos (Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento, Banco Mundial, 2005).
Otros modelos de control interno se desarrollaron en diversos países tales
como COCO (Canadá), COSO (Estados Unidos de Norteamérica), VIENOT
(Francia), PETERS (Países Bajos), Kaizen (Japón) y KING (Sudáfrica,
para empresas que cotizan en bolsa), entre otros. Todos los modelos han
generado adaptaciones o materializaciones en diversos sectores u orga-
nizaciones de acuerdo con sus necesidades e intereses. Seguidamente,
destacamos el uso de COSO como un modelo interesante para mantener
y mejorar la competitividad organizacional.
3.6. El modelo COSO en las organizaciones
El Committee of Sponsoring Organizations of the Tradeway Comission
(COSO) emitió en 1992 un modelo de control interno conocido como COSO
y de amplia difusión y aplicación por la aceptación de organismos como la
Securities and Exchange Commision SEC y el Public Company Accounting
Oversight Board PCAOB (organismo emisor de normas de auditoría de
entidades vinculadas a la SEC). Este modelo señaló, inicialmente, cinco componentes de control organizacional, asociados a la existencia de un
adecuado ambiente de control, evaluación de riesgos, actividades de control,
información y comunicación, y monitoreo.
Con la aparición de COSO+ERM en 2004 se estructuró un marco (Integra-
ted Framework) que incluyó Enterprise Risk Management–ERM en mejora
del modelo inicial de 1992 (Committee of Sponsoring Organizations of the
Treadway Commission, 2004). Esta modificación del Framework incluyó la
siguiente identificación de componentes:
1. Ambiente interno.
2.Establecimiento de objetivos.
3. Identificación de eventos.
4. Evaluación de riesgos.
5.Estrategias frente al riesgo.
6. Actividades de control.
7. Información y comunicación.
8. Supervisión.
La modificación aludida, presenta un direccionamiento del modelo COSO,
basado en la evaluación de riesgos organizacionales. Se prepondera en
este enfoque, que el sistema de control interno participa en la evaluación
de objetivos, eventos, riesgos y toma de decisiones frente a los riesgos de
forma adicional a los componentes previstos en 1992.
La administración de riesgos corporativos (ERM) es definida en el Fra-
mework, como un proceso de toda la estructura de la organización para
establecer una seguridad razonable de consecución de los objetivos es-
tablecidos respecto de sus riesgos y disposición de la organización para
administrarlos.
Es un proceso efectuado por el Directorio, Gerencia y otros
miembros del personal, aplicado en el establecimiento de la
estrategia y a lo largo de la organización, diseñado para identificar
eventos potenciales que pueden afectarla y administrar riesgos
de acuerdo a su apetito de riesgo, de modo de proveer seguridad
razonable en cuanto al logro de los objetivos de la organización
(Kirschenbaum & Manguian, 2004).
Los cuatro objetivos en los que interactúan los componentes del modelo,
son de orden estratégico, de operaciones, de información y cumplimiento.
En la versión de 2013 COSO redefinió el concepto de control interno
(Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, 2013): “Control Interno es un proceso llevado a cabo por el
Consejo de Administración, la Gerencia y otro personal de la Organización,
diseñado para proporcionar una garantía razonable sobre el logro de obje-
tivos relacionados con operaciones, reporte y cumplimiento”.
En la nueva definición de control presentada por COSO, se observan las
dimensiones de los objetivos de la organización en tres aspectos (opera-
ciones, reportes y cumplimiento); la actualización de COSO (Buzo, 2014)
revisó los objetivos relacionados con el ambiente de control y operativo
para mejorar el contexto, los principios de control interno (se presentaron 17
principios) para aclarar los requerimiento que garanticen su efectividad, y los
objetivos de operaciones y de reporte financiero para ampliar su aplicación.
La actualización que dio como resultado el COSO 2013 se basó en
la revisión de los objetivos de control interno, para incorporar los
cambios en el ambiente de negocios y operativo, articular y formalizar
los principios asociados a los componentes de control interno (ya
existentes implícitamente) y ampliar la aplicación del sistema de
control interno (Buzo, 2014).
3.7. Sistema de control interno y competitividad
Señalamos, anteriormente, que la competitividad se establece en dos facto-
res (externo e interno) que son susceptibles de análisis para la preparación
y mejoramiento de las condiciones de las empresas a través de diferentes
iniciativas o estrategias (liderazgo en costos, calidad y flexibilidad) que
deberán incluirse en el diseño y aplicación del sistema de control interno.
Si un sistema de control interno reconoce los objetivos y estrategias de la
organización (derivados del análisis de los factores externos e internos) es
claro, que su implementación contribuirá al mejoramiento de los procesos
de la organización y a la optimización de sus recursos.
Si tomamos el ejemplo del modelo COSO (Buzo, 2014) dentro de los
principios de control interno, destacamos que, en el ambiente de control,
los principios 4 y 5 (demuestran su compromiso de reclutar, capacitar y
retener personas competentes; retiene a personal de confianza y com-
prometido con las responsabilidades de control interno), se orientan al
séptimo pilar sobre la eficiencia y la flexibilidad de los mercados en lo
concerniente al ambiente laboral señalado en el Foro Económico Mundial
(2014) y su vinculación con la innovación empresarial (Cornell University,
INSEAD, and WIPO, 2014).
Otro ejemplo, lo constituye la evaluación de riesgos señalada en el informe
COSO (Buzo, 2014) en los principios 6 y7 (se especifican objetivos claros
para identificar y evaluar riesgos para el logro de los objetivos; Identifica-
ción y análisis de riesgos para determinar cómo se deben mitigar). Los
objetivos de la organización se deberán formular por la alta dirección en consideración a las condiciones establecidas por los factores externos y las
condiciones internas para atender las expectativas (posibles y mesurables)
de los inversionistas y administradores.
Para el análisis (externo e interno) de la organización se pueden realizar
matrices FODA, el modelo de análisis de las cinco fuerzas del mercado de
Porter u otras metodologías (o una combinación) tales como la herramienta
PEST2 (Oficina Internacional del Trabajo OIT, 2005, pág. 48): “El análisis
PEST, utilizado a menudo para completar el modelo de las cinco fuerzas
y el análisis FODA, es un marco utilizado para examinar el macroentorno
estratégico externo en el que trabaja su organización”.
El análisis externo en que se fundamenta la organización, con miras a lograr
un determinado nivel de competitividad, deriva en objetivos organizacio-
nales y el reconocimiento de los riesgos para el logro de dichos objetivos
(principios de control 6 y 7 según COSO) que se incorporan en el sistema
de control interno para tomar decisiones (de mitigación de riesgos) y efec-
tuar actividades de control coherentes. Un sistema de control interno así
estructurado (derivado de análisis con herramientas como PEST) contribuirá
a la creación de valor de la estrategia que la organización determine.
Los factores PEST desempeñan un papel importante en las
oportunidades de creación de valor agregado de una estrategia. No
obstante, suelen ser ajenos al control de la organización y, por tanto,
reciben en general la consideración de amenazas u oportunidades
(Oficina Internacional del Trabajo OIT, 2005, pág. 48).
Ahora bien, si se reconoce (mediante análisis) el conjunto de factores exter-
nos que afectan la competitividad de la organización, el papel del sistema
de control interno también incluye (con mayor preponderancia) aquellos
objetivos de operaciones, informes financieros y de cumplimiento a que
alude COSO (Buzo, 2014) y su relación con los componentes del sistema
de control interno (análisis interno).
La responsabilidad del establecimiento y desarrollo de un sistema de control
interno recae sobre la alta dirección; su enfoque es lograr una transforma-
ción para la productividad y competitividad de la empresa a través de la
eficiencia organizacional. En el diseño, implementación y evaluación del
sistema de control interno conviene la intervención de un profesional de la
contaduría pública quien, por su formación y experticia, deberá ayudar a la
organización mediante el desarrollo de una auditoría interna o la auditoría
externa de gestión con el modelo determinado para una empresa.
Discusiones y conclusiones
Controversias con teorías vigentes.
Un sistema de control interno, incluye la evaluación del ambiente laboral,
lo que contribuye a la eficiencia y a la flexibilidad del mercado en el ámbito
de los trabajadores, sus incentivos y la utilización de la meritocracia y la
equidad de género como forma de garantizar el desarrollo de la actividad
productiva. El sistema de control interno se relaciona directamente con el
management.
La competitividad empresarial, no sólo se mide respecto de las condiciones
ideales de un mercado, sino, precisamente, respecto del conjunto de fisuras
que tienen los mercados, lo que obliga a las organizaciones a prepararse
internamente para asumir los retos de la participación en el mercado. Un
ejemplo de los impactos de participar en los mercados imperfectos son
los costos de mercadeo.
Los costos de gestión, corresponden a la coordinación que realiza el empresario a través de un mercado imperfecto para participar del mismo,
bajo un criterio de eficiencia o mínimo costo total y que son comparados
respecto de los costos de mercadeo.
Aportes al desarrollo del conocimiento.
Los factores externos a las organizaciones son de difícil control y, por ello,
se debe fortalecer la capacidad de la empresa para enfrentar los cambios,
mediante sistemas de control interno que garanticen el reconocimiento, pon-
deración y acción sobre los factores externos e internos de la organización.
Las disposiciones administrativas, su estilo de dirección y el sistema de
control interno, en la evaluación permanente de la organización (en sus
objetivos, estructura y procesos), deben incluir las estrategias para mejorar
la competitividad. La dirección estratégica, se apoya en el sistema de control
interno para la evaluación y el seguimiento permanente de la estrategia.
Un sistema de control interno, debe involucrarse en la estructura de las
empresas de acuerdo con las complejidades de la misma; de esta forma,
podrá dar cuenta de los procesos de evaluación y seguimiento de la estrate-
gia en las dimensiones que caracterice la organización (social, corporativa,
de negocio y funcional).
El análisis externo en que se fundamenta la organización, con miras a lograr
un determinado nivel de competitividad, deriva en objetivos organizacio-
nales y el reconocimiento de los riesgos para el logro de dichos objetivos
que se incorporan en el sistema de control interno, para tomar decisiones y efectuar actividades de control coherentes. Un sistema de control interno
así estructurado contribuye a la creación de valor de la estrategia que la
organización determine.
Conclusiones
El control organizacional incluye, en su ámbito, unas respuestas a requeri-
mientos externos, entre los que se destacan los mercados y la competencia.
El control interno organizacional, permite la planificación, ponderación y
evaluación de objetivos y disposiciones de la organización que se expresan
en la disposición y estructura de gobierno corporativo.
La adecuada implementación de un sistema de control organizacional
contribuye a lograr mejoras de procesos y optimización de recursos en las
organizaciones.
Como respuesta a las exigencias de los entornos, cada vez, más
competitivos el control interno organizacional permite efectuar unos análisis
permanentes y cambios dirigidos a enfrentar tales exigencias.
El gobierno corporativo se constituye en un sistema para el direccionamien-
to y control organizacional que permite enfrentar los requerimientos de la
competitividad en las empresas actuales.
Si bien, el sistema de control organizacional es una responsabilidad de
la alta gerencia, dicho sistema permite la eficiencia organizacional pues
contribuye a la transformación para la productividad y competitividad
empresarial. La auditoría interna o la auditoría externa de gestión, tienen
la tarea de dinamizar un adecuado sistema de control organizacional con
miras a contribuir con la competitividad empresarial.
1 No obstante el Informe Nacional de Competitividad 2014 presenta diversas afirmaciones polé- micas relacionadas con la vinculación y formalización laboral en la perspectiva de la política de flexibilidad laboral que beneficie únicamente a las empresas.
2 PEST es una sigla de los siguientes factores: Políticos, Económicos, Sociales y Tecnológicos den- tro del análisis de los factores externos a la organización (Oficina Internacional del Trabajo OIT, 2005, pág. 48).
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Esteban S. Martínez
Salinas
koperar@gmail.com
Contador público, Magister en Contabilidad y Auditoría de Gestión (USACH),
Especialista en Revisoría Fiscal y Control de Gestión, Especialista en Docencia
Universitaria, estudiante de doctorado en Ciencias Contables de la Universidad de
los Andes de Venezuela, profesor de tiempo completo de la Universidad Autónoma
de Colombia (FUAC), programa de Contaduría Pública.