Óscar Yamith Duque Cruz, Jorge Emiro Pinzón Pinto
Resumen |
To think about curriculum:
in the search of meanings
to the integral formation
of public accountants. Key words: Human development, curriculum, integral education, Public Accountants, breakthroughs. |
Introducción
Los autores del presente escrito, durante el año 2013 desarrollaron este
trabajo investigativo desde el Observatorio Colombiano de Educación Con-
table, OCEC, adscrito a la Facultad de Contaduría Pública de la Universidad
Santo Tomás de Bogotá. El OCEC se define, por sus propósitos, como un
espacio académico que pretende desarrollar acciones de seguimiento,
monitoreo y control sobre el acontecer de la Educación Contable en el
país, con el fin de generar información relevante, producir conocimiento y
constituirse como un importante referente de opinión sobre el tema. Una de
las áreas temáticas que se trabaja en el OCEC es la de Currículo, la cual,
continúa adelantando proyectos de investigación en torno al estudio de las
propuestas curriculares de los programas de formación de contables que
existen en el país y, es en esta idea, donde se enmarca este documento.
El documento tiene su origen, justamente, en la revisión de las diferen-
tes propuestas curriculares de 51 programas de Contaduría Pública, de
los más de 270 que en la actualidad se ofrecen en Colombia (según el
Sistema Nacional de Información de la Educación Superior SNIES), en
instituciones de carácter privado, la mayoría, y otras del sector público o
estatal. Inicialmente, la tarea que se propuso, tuvo que ver con determinar
las características y tendencias de las ofertas de formación de contadores
en estos programas, en consecuencia, y en el desarrollo mismo de la in-
dagación, fueron apareciendo algunas categorías que llamaron la atención
de los autores y que han venido ocupando gran parte de la discusión; una
de ellas, es la que se refiere a la Formación Integral, pues no es solamente
un término que aparece permanentemente en las propuestas curriculares
de casi todos los programas, sino que, además, en estos se hace circular
disímiles discursos en torno a un concepto de por sí complejo.
Entonces, reflexionar acerca de la Formación Integral para los contadores
ha sido uno de los importantes tópicos del presente trabajo, más, si se
establece que todos los programas de Contaduría en el ámbito nacional,
contienen dentro de sus propuestas curriculares el propósito de la Formación
Integral, entre otras razones, porque es de obligatorio cumplimiento en la
normatividad educativa nacional. Pero ¿Qué se entiende por Formación
Integral? ¿Comparten los distintos programas las mismas ideas acerca de
la Formación Integral? ¿Se forma realmente para la integralidad? ¿Cuáles
son los sentidos de la Formación Integral para los contadores públicos?,
son los interrogantes que, a continuación, se intenta indagar.
Para esto, se presentan, inicialmente, elementos de la discusión concep-
tual, intentando relacionar algunos conceptos de lo curricular con lo que se
entiende por Formación Integral, incluyendo lo expresado por lo gremial-
normativo para, seguidamente, mostrar datos de la revisión realizada a los 51 diseños curriculares, discutir sus implicaciones y, finalmente, realizar un
acercamiento a lo que puede constituirse como los sentidos de la Formación
Integral de los contadores públicos.
Como planteamiento central se expone, que mientras las propuestas cu-
rriculares de los programas que forman contadores públicos en el país, se
caractericen por ser una especie de combinación entre lo que se conoce
como la educación contable tradicional y algunos rasgos de innovación,
en donde se continúa privilegiando la tradición, y los componentes de
innovación no trascienden más allá de simples enunciados, sin poder ser
desarrollados de manera adecuada, la Formación Integral real de los con-
tadores públicos seguirá siendo aplazada, trayendo como consecuencia,
que el profesional contable se mantenga en el ámbito de la técnica y su
desempeño siga siendo marginal en las decisiones importantes del acon-
tecer económico y social del país.
Pensar en la Formación Integral de los contadores, no se reduce a simples
enunciados sin contenido, sino a una manera de comprender la Formación
Integral y hacerla posible en los currículos, considerando al contador como
sujeto social-político que está en capacidad de construir discursos conta-
bles desde y para los contextos en que se desenvuelve, no de otra forma,
se puede realizar una mirada integral a los fenómenos de las realidades
económicas y para esto, es claro, que se requiere repensar el currículo.
Repensar el currículo es volver a reflexionar acerca de las preguntas esen-
ciales del educar, esto implica, necesariamente, mirar las instituciones, los
docentes, los espacios académicos y el trabajo pedagógico y didáctico.
No es tarea fácil, puesto que desde la misma academia se encuentran
resistencias a estas transformaciones.
Aspectos conceptuales de la formación integral
Si bien, en esta presentación conceptual aparecen varios autores que re-
sultan importantes para comprender los sentidos de lo curricular: Kemmis,
Stenhouse, o de la Educación: Kant y Hegel de la filosofía clásica alemana
y algunos filósofos contemporáneos F. Savater, Martínez. En relación con
la Formación Integral, se ha querido fijar la atención en dos corrientes de
pensamiento disímiles en sus orígenes y en sus cosmovisiones, distantes
en lo ontológico, lo epistemológico y lo metodológico, pero bastante cer-
canas, conceptualmente, con relación a sus propuestas educativas y de
Formación Integral. Por un lado, la corriente del pensamiento clásico del
Humanismo representada por Santo Tomás de Aquino y el de la Pedagogía
Ignaciana en la voz de un documento escrito por el Padre Leonardo Rincón,
SJ., titulado ¿Qué entendemos por formación integral? De la Universidad
Católica de Córdoba.
Por otro lado, lo que se podría denominar la corriente del pensamiento crí-
tico, con un escrito de la profesora Lourdes Ruíz Lugo, titulado Formación
integral: desarrollo intelectual, emocional, social y ético de los estudiantes,
publicado en la revista de la Universidad de Sonora, México.
Es conocida la existencia de otros pensamientos y discursos que circu-
lan en la actualidad acerca del tema propuesto y, por razones obvias de
identificación con lo planteado, se ha considerado que las ideas de estos
autores, desde sus distintas orillas ideológicas, han permitido ir constru-
yendo este discurso acerca de los sentidos de la Formación Integral para
los contadores públicos:
Al respecto, es importante efectuar un primer acercamiento al concepto de lo
curricular, entendido como espacio que permite el desarrollo de la Formación
Integral. En este sentido, parafraseando a Cardona y Zapata (2005) expresan
que el currículo puede definirse como un conjunto de conocimientos, expe-
riencias, actitudes, habilidades, formales y no, intrínsecas y extrínsecas que
se tienen real o potencialmente para conseguir una Formación Integral. De la
misma forma, citan a Correa (1997) quien lo conceptualiza como un proceso
investigativo y también de desarrollo permanente (I&D), como una acción
intencional que va a constituir sentido. Según este autor, se puede entender
como propósito básico del currículo, el servir de instrumento o medio para el
alcance de las metas y objetivos que la institución busca conseguir.
Así mismo, Kemmis (1998) señala que los únicos modos de un saber
legítimo y aceptado socialmente, no son aquellos que se adquieren en la
academia, sino que hay otros saberes “populares” que aunque están fuera
de la escuela, no se deben desligar del proceso para la consecución de una
integralidad: la comunidad, los movimientos sociales, la cultura.
En este sentido, Kemmis (1998) enuncia tres teorías sobre currículo:
• Teoría técnica sobre el currículum: En esta teoría la sociedad y la cultura
son vistas como una trama externa a la escolarización y, por tanto, el
currículum es un contexto caracterizado por necesidades y objetivos
sociales que lleva a desarrollar programas para alcanzar propósitos y
objetivos de la sociedad hegemónica.
• Teoría práctica del currículum: Aquí, la sociedad y la cultura son vistas
como un sustrato y, por ello, busca el desarrollo de personas educadas
que sean capaces de pensar críticamente. Su fundamento se encuentra
en el punto de vista liberal de la sociedad en donde el sujeto actúa de
acuerdo con su conciencia. Esto lo lleva a presuponer que existe una
sociedad en la que todo el mundo puede elegir cómo actuar mejor.
• Teoría crítica del currículum: Esta teoría establece que las estructuras
sociales no son racionales y justas como comúnmente se piensa, dichas estructuras sociales son creadas por procesos y prácticas deformadas
de la realidad en la que se encuentra inmerso el sujeto. Por ende, su
trabajo es el de analizar los procesos de la sociedad y puntos de vista
que el sujeto ha formado y, por tanto, revelará la distorsión de la vida
social y los puntos de vista.
Stenhouse (1991) señala que el currículo es un medio, un instrumento
potente que permite la transformación de la enseñanza, en el que se hace
públicamente disponible la experiencia consistente en intentar llevar a la
práctica una propuesta educativa. Por tanto, no es sólo el contenido, sino el
método, y tiene en cuenta el problema de su realización en las instituciones.
Con lo expuesto, se entiende que Currículo y Formación Integral establecen
una fuerte relación, en la medida, en que es a partir de la orientación curricular
general que se desprende de una manera de comprender y realizar la integra-
lidad; aquí es claro, que a una teoría del currículo en los términos expuestos
por Kemmis (1998), le subyace una manera de trabajar la Formación Integral.
Bien diferente debe ser asumir el currículo desde una perspectiva técnica
en relación con una visión práctica o más alejada aún desde la perspectiva
técnica; entonces, de similar manera se asumirá la Formación Integral.
Ahora, en lo que se refiere a Formación Integral, se tiene, que entre algu-
nos de los más elaborados pensamientos desarrollados en torno a este
concepto se encuentra el de la antropología tomista. Por ello, lo que hoy
llamamos Formación Integral ya se visualizaba en Tomás, al decir que se
debe educar armónicamente distintas dimensiones del hombre (Ramírez,
2007). No encontramos en sus escritos un procedimiento claro y sistemático
que hable de educación, sino algunas reflexiones dispersas, densas en
algunos de sus escritos que fueron traducidos y entendidos por pensadores
y que ahora se hacen visibles al lenguaje cotidiano.
Martínez (2002), por ejemplo, manifiesta que Santo Tomás en lo que res-
pecta a los fines, siempre que habla de educación, se refiere a una actividad
que tiene que ver con la Formación Integral: todo proceso formativo debe
orientarse a la realización plena del ser, del deber ser, y del poder ser. La
Formación Integral en Santo Tomás, está dada en el equilibrio espíritu-
cuerpo, pues el ser humano es una unidad perfecta. Es ayudarle al niño
o joven para que asuma con seriedad, el hecho de construir su destino y
que logre alcanzar las virtudes intelectuales y morales,
Sin embargo, es importante precisar qué entiende Santo Tomás por
educación, término que el Aquinate utiliza con cierta flexibilidad.
Educatio, en primer lugar, deriva de educare que es criar, cuidar,
nutrir, alimentar, hacer crecer física y moralmente. Esta acción
sigue directamente a la procreación y antecede, propiamente, a la enseñanza o disciplina”. (p.19)
Por lo tanto, cuando el dominico habla de educación, se está refiriendo a la
Formación Integral que pasa por la dimensión corporal del ser humano (los
sentidos) y lo conducen al nivel más elevado al que puede pretender llegar:
el conocimiento de la verdad. Este conocimiento no hace que el hombre se
olvide de su cuerpo sino que, por el contrario, lo obliga a desarrollar una
nueva sensibilidad que es la que permite generar un orden y unos principios
que integran historia, experiencia, visión del hombre, apego a la realidad,
capacidad de asombro, preguntas y respuestas encaminadas a promover
al ser humano hacia la virtud.
Como complemento del desarrollo intelectual Santo Tomás plantea, en la
Formación Integral del hombre, tres virtudes a saber: El entendimiento,
La ciencia y La sabiduría. Es claro que desde el tiempo de Santo Tomás
la inteligencia se desarrolla a partir de las experiencias alimentadas por
los preconceptos, que el hombre como ser integral debe ser educado de
manera holística, en todas sus dimensiones (espiritual, artística, lingüística,
corporal, ecológica, afectiva…) y como ser virtuoso, la sabiduría en la forma
como comprende el mundo y sus transformaciones en la ciencia y la tecno-
logía, formando parte de ella. Para algunos autores, Santo Tomás incluía
en lo concerniente a la Formación Integral: la sensibilidad, la inteligencia,
la razón (prudencia) y la libertad. El hombre que es educado se logrará en
un proyecto ético y de política como lo afirma la Paidea.2
Por otra parte, la Universidad Santo Tomás (2011) en cuanto a la Formación
Integral, indica que en términos Kantianos, el fin del acto educativo, sería
la “mayoría de edad”; pero será Hegel, quien en lo más alto de la idea del
concepto de formación, señala que la tarea educativa es el bildung, en
concordancia con la construcción y la proyección. El planteamiento del
problema de la educación en Hegel se ha de entender en el marco de la
concepción de la pedagogía neo-humanista3 e idealista en Alemania. Se
podría inferir que la Formación Integral en estos términos implica: una dis-
ciplina o socialización (apropiación de las reglas para vivir en comunidad);
educación o culturización (donde se aprenden las costumbres, signos, etc.
de la cultura, en general) y la formación (donde se responde al contexto
del momento con todo lo integrado)4.
Sopo (1990) señala que Gadamer comenta que solamente se puede apren-
der a través de la conversación, un proceso natural guiado por el maestro
dentro del mundo filosófico. Para él, la educación básica del ser humano, se
basa en aprender a hablar, que permitirá el aprender a pensar por sí mismo,
la actitud básica para abrirse camino y llegar a la casa del saber eterno.
Lo que conlleva al cultivo de la propia capacidad de juicio autónomo y de
formación con base en las experiencias decisorias de vital importancia en el
tema central de este escrito.
Algunos supuestos antropológicos señalan la importancia de determinar
el tipo de ser humano que se desea formar, y es así como la educación
busca la transformación de los individuos a través del conocimiento. En
referencia a este tema, Carr (1996) señala como muy importante la bús-
queda de la Formación Integral del sujeto, quien debe formarse para vivir
en sociedad. Los modelos tradicionales que consideraban al ser humano
como un ente pasivo y controlable, van en contravía a las exigencias de
las nuevas condiciones sociales que requieren de una Formación Integral
que logre la autonomía y la libertad del estudiante.
Por su parte, Gadamer (1991 como se citó en Valencia, 2010) afirma:
…que en sentido estricto, no se puede hablar en términos de “objetivo
de la formación”, puesto que la formación como proceso en constante
estado de desarrollo y progresión, no puede ser un verdadero objetivo;
ella no puede ser querida como tal si no es en la temática reflexiva del
educador, (pues) el concepto de la formación va más allá del mero
cultivo de capacidades previas (talentos). (p.58)
En la obra “El valor de educar”, se visibiliza una reflexión dirigida, primordial-
mente, a los actores de la educación; Savater (1991) señala el compromiso
que deberían tener las instituciones educativas, las autoridades, la familia
y el maestro respecto a la enseñanza de libertad con disciplina y la uni-
versalización de la educación; enfatiza en que los maestros son modelos
a seguir y la obligación de estos, es dar a conocer el aprendizaje como un
goce y nunca como una obligación. También señala que las autoridades son
las encargadas de llevar la educación a todos, de esta manera, haciéndola
universal y tener más en la cuenta por el “cómo se enseña” que por cubrir
los contenidos del currículo. Una sociedad pluralista, según Savater, debe
tener una estructura común de valores y de sentidos soportando la cultura.
Esos valores comunes son los que deben inculcarse fundamentalmente.
Luego, cada institución puede tener su propia orientación, en otras palabras,
su propia propuesta curricular en pro de la Formación Integral.
De acuerdo con Rincón (2008), la Formación Integral se puede definir como
un proceso permanente, participativo y continuo que busca desarrollar, de
una manera armónica, las dimensiones de los seres humanos:
…(ética, espiritual, cognitiva, afectiva, comunicativa, estética,
corporal, y socio-política), a fin de lograr su realización plena en
la sociedad. Es decir, vemos el ser humano como uno y, a la vez,
pluridimensional, bien diverso como el cuerpo humano y, a la vez,
plenamente integrado y articulado en una unidad. (p.1)
Lo anterior, hace suponer que las instituciones educativas, busquen formar
integralmente a los estudiantes, pensando principalmente en el ser y no,
de igual manera, en el tener o saber; que requiera de la participación de
todos y cada uno de los miembros o actores de la comunidad académica,
sin aislar, de ninguna manera, las labores administrativas, de gestió, de
bienestar; de este propósito. (Rincón, 2008).
Así mismo, Ruíz (2012) señala, que la Formación Integral es un proceso
que implicaría un aprendizaje que fortalezca la personalidad:
“…responsable, ética, crítica, participativa, creativa, solidaria y
con capacidad de reconocer e interactuar con su entorno para que
construya su identidad cultural. Busca promover el crecimiento humano
a través de un proceso que supone una visión multidimensional de
la persona, y tiende a desarrollar aspectos como la inteligencia
emocional, intelectual, social, material y ética-valoral” (p.11).
Ruíz (2012) sugiere, que la Formación Integral debe desarrollar, mínima-
mente, los siguientes aspectos: ideológicos, epistemológicos, funciones
sustantivas, curriculares, formación docente, didácticos y extensión,
vinculación y difusión. Así mismo, toda Formación Integral requiere que
el estudiante sea agente de cambio en la sociedad, vinculando valores,
actitudes y aspectos comportamentales.
Es así como algunos autores concuerdan en la afirmación de que la For-
mación Integral, es un proceso continuo que genera el desarrollo de todas
las potencialidades del ser humano, que lo llevará a lograr la plenitud en
el aprender, en el convivir, en el emprender y en el hacer: “La formación
integral busca fomentar la responsabilidad y la justicia social, el respeto a
la diversidad, la tolerancia y el desarrollo sustentable” (Ruíz, 2012, p.11).
Acercamiento normativo: legislación
colombiana y lo institucional
El desarrollo de la ciencia y de las nuevas tecnologías académicas y laborales,
requieren de la constante y continua renovación de estrategias, tácticas y téc-
nicas en cuanto a la educación, así como su actualización y perfeccionamien-
to, que genere un servicio de calidad a la sociedad, pero contextualizándolo
en el ámbito local. Los aspectos pedagógicos, didácticos, de lo curricular,
dentro de la educación, tienen una gran relevancia; alimentados en aspectos fundamentales como la investigación, la Formación Integral y la flexibilidad
que, en Colombia, aparece por primera vez, en el Decreto 80 de 1980.
Según lo estipulado en la Ley general de educación 115, en Colombia y de
conformidad con el artículo 67 de la carta magna nacional de 1991, se puede
evidenciar que los fines de la educación, propenden por la formación de
hombres y mujeres comprometidos con unos valores culturales y sociales:el
libre desarrollo de la personalidad, la formación en el derecho a la vida y
a los demás derechos humanos, la formación para facilitar la participación
de todos en las decisiones que los afectan en la vida económica, política…
La Ley 115 de 1994, denomina currículo en su artículo 76, como el “conjunto
de criterios, planes de estudio, programas, metodologías, y procesos que
contribuyen a la Formación Integral y a la construcción de la identidad cul-
tural nacional, regional y local, incluyendo también, los recursos humanos,
académicos y físicos para llevar a la práctica las políticas y llevar a cabo el
proyecto educativo institucional”.
El Decreto 2566 (2003) que establece las condiciones mínimas de calidad y
requisitos para el ofrecimiento y el desarrollo de programas académicos de
educación superior en Colombia, explica, que de acuerdo con el Artículo 3
de la Ley 30 de 1992, el Estado debe velar por la calidad de dichos progra-
mas, por el cumplimiento de los fines propuestos, ejerciendo inspección y
vigilancia, y manteniendo la regulación y el control mediante un proceso de
evaluación. El Artículo 3 de este Decreto enuncia, que cualquier programa
académico garantizará, entre otras, la Formación Integral que asegure al
egresado el poder ejercer su profesión en diferentes contextos y condicio-
nes. El proceso de selección y evaluación de estudiantes, descrito en el
Artículo 8, propone la coherencia que debe existir entre los mecanismos
utilizados y los propósitos de formación, la pedagogía, y las competencias
que se esperan en este proceso.
Así mismo, la Resolución 3459 (2003) que define las características espe-
cíficas de calidad para los programas de formación profesional en pregrado
para Contaduría Pública, en su Artículo 2 (aspectos curriculares) indica que
la propuesta de cada programa deberá enunciar y explicitar los principios y
objetivos que van a orientar la Formación Integral, lo cual permitirá:
Asegurar la transparencia, la utilidad y la confiabilidad de la
información, así como la generación de confianza pública, a través
de procesos relacionados con la medición del desempeño contable
y financiero de las organizaciones, su interpretación y posibles
implicaciones; Comprender el contexto social, empresarial, legal,
económico, político e institucional en el que se inscribe el ejercicio
profesional; Conocer los lenguajes, las técnicas y las prácticas propios
del ejercicio profesional de la contaduría; Usar los sistemas de información como soporte para el ejercicio profesional; Comprender,
analizar y evaluar las teorías relacionadas con la contaduría. (p.2)
Así pues, el programa buscará los mecanismos necesarios que permitan
que el contador público adquiera competencias cognitivas, socio-afectivas y
comunicativas, para identificar, examinar y analizar información que se halle
en diferentes fuentes y que le permita concluir, tomando como referencia la
información financiera y contable, dentro de un comportamiento ético. Con
el fin de lograr la Formación Integral del contador público, esta Resolución
señala que cada institución educativa tendrá la potestad de organizar, al
interior de su currículo, las siguientes áreas y sus componentes, alineadas
con su misión y proyecto institucional.
El Proyecto Educativo Institucional – PEI de la Universidad Santo Tomás
(2000), enuncia que la evaluación acompaña el proceso de enseñanza-
aprendizaje, donde
“…Se valoran los logros de aprendizaje con el objeto de que los
estudiantes se hagan cargo de su propio ascenso en el desarrollo
de competencias, de acuerdo con los estándares, que impone
el currículo, en función de la Formación Integral. La evaluación
proporciona sentido humano a toda la actividad educativa y condiciona
la vida futura de nuestros estudiantes…” (p.125).
Así pues, el desarrollo del currículo de una institución está regido por un
conjunto de principios, normas, propósitos, valores institucionales, que
van incorporados en la misión institucional. En este sentido, el documento
Política Curricular para Programas Académicos de la Universidad Santo
Tomás, tiene por objeto “determinar las orientaciones y directrices que
deben regir el desarrollo y aplicación de los procesos formativos propios
de la Universidad y guiar el ejercicio de la actividad académica de todos
los miembros de la comunidad universitaria” (p.9). La política curricular,
entonces, se caracteriza por articular y dinamizar el currículo.
De acuerdo con lo anterior, el currículo es un instrumento que facilita el
logro de los objetivos, propósitos y necesidades de las instituciones, de la
comunidad de educandos y del contexto. Los principios que fundamentan
el correcto desarrollo del currículo, son la base de su misión y, es así, como
la investigación se convierte en un eje fundamental de este propósito, ya
que constituye un componente transversal del mismo, que promulga el
desarrollo de competencias para la formulación de proyectos claramente
definidos, el diseño de metodologías, el trabajo en equipo y la búsqueda de
alternativas para solucionar problemas. Así mismo, la vinculación de estu-
diantes a los proyectos de investigación interdisciplinarios, permite cumplir
con los objetivos propuestos en esta temática y permite el desarrollo de la
Formación Integral que sugieren las instituciones.
Una indagación inicial: lo que dicen los currículos de
Contaduría Pública con relación a la formación integral
En Colombia funcionan, según el Sistema Nacional de Información de la Edu-
cación Superior SNIES, legalmente, en la actualidad, cerca de 274 programas
de Contaduría Pública, de los cuales, sólo 25 cuentan con el reconocimiento
de alta calidad, acreditación que es otorgada por el estado colombiano.
Seguramente, esta cifra se ubica de manera inequívoca en un escenario
bastante precario, con relación en las calidades e idoneidades de una gran
cantidad de programas. Ahora, al momento de realizar esta indagación, 57 de
estos programas, se encuentran vinculados a la Asociación Colombiana de
Facultades de Contaduría Pública, ASFACOP, entre los cuales, el programa
de la Universidad Santo Tomás forma parte activa de esta Asociación.
Para la realización de esta indagación, se decidió trabajar con los progra-
mas asociados a ASFACOP, dado que resultaba más fácil tener acceso
a la información de las propuestas curriculares, sin embargo, de los 57
programas, sólo se pudo obtener información, más o menos completa, de
51, constituyéndose este número de programas en la muestra para realizar
el trabajo propuesto, que llevó a cabo el siguiente procedimiento:
Revisión general de las propuestas curriculares de cada uno de los programas, determinación de los propósitos de formación y ubicación de lo referente a la Formación Integral. Esta tarea se realizó en equi- po con 2 docentes y 2 estudiantes de la Universidad Santo Tomás vin- culados al OCEC y 4 contadoras públicas de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá durante 2012 y 2013.
- Sistematización de la información encontrada referida a la Formación
Integral. Organización por categorías (enunciación, nivel de generali-
dad, nivel de especificidad, conceptualización, practicidad).
- Realizado esto, se procedió a efectuar análisis-síntesis e interpreta-
ción de la información. Construcción de primeros hallazgos.
- Elaboración de documentos sobre lo realizado y lo encontrado.
Entonces, en la revisión realizada a las propuestas curriculares de 51
programas de Contaduría Pública, afiliados a ASFACOP que funcionan
en la actualidad en Colombia, relacionados con la Formación Integral, se
obtiene lo siguiente:
- Todos los programas se refieren a la Formación Integral, pues, de
alguna manera, expresan la intencionalidad de formar a sus estudian-
tes con una mirada integral o de integralidad.
- Una buena cantidad de estos programas, 32, en sus propuestas curri-
culares no hacen una alusión explícita a lo que entienden por Formación Integral, sencillamente, aparece la expresión, pero no desarro-
llan un planteamiento al respecto.
- 15 de los programas revisados, además de referirse de manera implí-
cita, o, si se quiere tangencial, a la Formación Integral en sus propues-
tas curriculares, remiten esta propuesta formativa a los documentos
institucionales, llámense Proyectos Educativos Institucionales o Pro-
yectos Políticos Educativos o Políticas Educativas Institucionales.
- Se encuentra que sólo en 4 propuestas curriculares se plantea, de
manera explícita, la intencionalidad de la Formación Integral para los
contadores públicos, tres de los cuales, pertenecen a instituciones
públicas (estatales) y uno al ámbito privado.
Al examinar y discutir estos datos, aparentemente sencillos, pero que han
requerido de una paciente revisión de cada una de las 51 propuestas cu-
rriculares, se revelan varias cosas:
- La existencia de un discurso universal que promueve la Formación Integral de los contadores públicos, discurso que se comparte, para el caso de educación colombiana, no sólo en lo atinente a la educación superior, sino en general, para todo proceso educativo formal, en tal sentido, la ley marco que orienta la educación en Colombia expre- sa (Ley 115 de 1994 denomina currículo en su artículo 76) como el “conjunto de criterios, planes de estudio, programas, metodologías, y procesos que contribuyen a la Formación Integral y a la construcción de la identidad cultural nacional, regional y local, incluyendo también los recursos humanos, académicos y físicos para poner en práctica las políticas y llevar a cabo el proyecto educativo institucional”.
Para el caso de lo que se ha revisado, al parecer, este planteamiento obedece más a situaciones meramente formales, que se expresan en las propuestas curriculares como un requisito más, pues, se supone, es lo de ley que debe contener obligadamente un proyecto formativo de contables, sin alcanzar realmente, en la gran mayoría de los programas, mayor trascendencia.
- Circulan expresiones similares en la intencionalidad de la Formación Integral como:
1. Se debe formar desde las distintas dimensiones de los seres humanos.
2. Es importante desarrollar, equilibrada y armónicamente, diversas di-
mensiones del ser que lo lleven a lograr la formación en lo humano, lo
intelectual, lo profesional, lo social, u otras parecidas.
Estas expresiones, aunque compartidas en general por los programas de
Contaduría Pública, hacen sospechar cosas y preguntar, por ejemplo ¿Están
entendiendo lo mismo los programas a pesar de la similitud de expresiones? El hecho de que se mencionen, así, de manera escueta y sin mayor argumentación y en algunos casos, incluso, ni se vuelva a mencionar el
término, como aparece en varias de las propuestas curriculares revisadas,
hace pensar, que no se trascienden lo enunciativo y que, en realidad, este
ítem no resulte lo suficientemente importante como para alcanzar desarrollos
conceptuales mucho más elaborados y contextualizados.
- En consecuencia, al parecer, este discurso de la Formación Integral
carece, al menos para el caso de la formación de contadores, de un
mayor fundamento teórico que pone en aprietos la praxis misma de la
educación y la formación de los profesionales. De hecho, al no ser ex-
plícitos en la gran mayoría de los programas, se infiere, que el requisito
de mencionar la Formación Integral se cumple, pero sin haberse rea-
lizado, de manera juiciosa, el examen de lo que este concepto implica
para la educación y mucho menos cómo realizarlo en la cotidianidad
educativa. Queda claro que esta carencia teórico-conceptual, eviden-
cia vacíos en el desarrollo de las propuestas curriculares, pues así,
resulta imposible construir un discurso coherente en relación con las
preguntas esenciales acerca de la Formación Integral para contadores,
preguntas como: ¿En qué sentido Formación Integral?; ¿En cuáles di-
mensiones centrarse?; ¿Qué tipo de propuesta curricular se requiere?
o ¿Cuál es el papel de los saberes?; ¿Cuál el papel de los docentes?;
¿Y el de los estudiantes? O, sencillamente ¿Cómo hacerlo?.
- Así las cosas, el discurso de la Formación Integral para contables cae
en el vacío y se mantiene allí, como una expresión que puede decir
todo pero, al mismo tiempo, no dice nada. Posiblemente, esta situa-
ción es la que experimentan, si no todos los programas revisados, sí
la gran mayoría; es decir, el planteamiento de la Formación Integral
como una idea estéril más. Aquí vuelve a surgir la pregunta, entonces,
en tales condiciones ¿Se forma realmente para la integralidad?
- Ahora, el esfuerzo por trascender la idea estéril, es posible verlo en
esos cuatro programas, que no mencionamos explícitamente por con-
siderarlo irrelevante para el caso de esta reflexión académica, que
presentan, a su vez, una característica clave en sus propuestas cu-
rriculares que tiene que ver con el planteamiento de una idea clara
en torno a la Educación, a la Pedagogía, la Didáctica y los sentidos
de formación de sus estudiantes. En efecto, estos cuatro programas
explicitan las intenciones de formación del contador en términos de la
constitución de sujetos, de la formación ético-política, de la formación
de ciudadanos comprometidos con su realidad, así como la intencio-
nalidad del trabajo integrado, interdisciplinar y por núcleos problémi-
cos. Por supuesto que los resultados de estas experiencias aún no
arrojan resultados definitivos, pero queda claro, que existe, en cada
una de ellas, una visión educativa y pedagógica que tiende a desarro-
llar una estrategia de Formación Integral.
Quiere decir esto, que pensar la Formación Integral, es cosa que pasa por la reflexión educativa, por pensar el currículo en términos de establecer ¿Cuál es el contador público que se requiere para el actual momento en Colombia?
- En algunos casos, aunque no se explicita en los programas revisados,
se pretende resolver el problema de la Formación Integral mediante
la adición de espacios académicos o asignaturas; en tal sentido, se
piensa que programando cursos, por ejemplo, de Ética o Ética Pro-
fesional, o de contexto como Globalización o Política y Desarrollo, se
forma integralmente. Esta situación, por muy bien intencionada que
sea, evidencia una manera de reforzar la concepción asignaturista y
desagregada del currículo, cosa que muy seguramente, no atiende de
manera seria los propósitos de la Formación Integral.
- Finalmente, y como puerta de entrada a la discusión, se propone dar
respuesta a la pregunta ¿Cuáles son los sentidos de la Formación
Integral para los contadores públicos en el contexto actual?
Elementos para la discusión
- En los procesos educativos de los seres humanos, es ineludible plan- tear la necesidad de la Formación Integral, sencillamente, porque las personas nos desarrollamos integralmente, es decir, crecemos, ma- duramos y nos transformamos física, intelectual, emocional, afectiva y socialmente durante toda nuestra vida.
Dice el padre Rincón (2008) de la Universidad Católica de Córdoba:
Queremos una Formación Integral que busque desarrollar cada una de
las “dimensiones” del ser humano. En este sentido, hemos de entender
por dimensión, el conjunto de potencialidades fundamentales con las
cuales se articula el desarrollo integral de una persona; o también si
se quiere, unidades fundamentales, de carácter abstracto, sobre las
que se articula el desarrollo integral del ser humano. Cuando hablamos
de dimensiones estamos haciendo una abstracción mental para
separar lo que es inseparable en el ser humano, pero lo hacemos para
comprenderlo mejor y de la misma manera estudiarlo; y, así mismo,
para no dejar fuera, nada de lo que le es propio.(p.1)
Aquí, es importante establecer que el sentido de lo integral pasa, necesaria-
mente, por comprender lo que se ha dado en llamar las dimensiones humanas.
En tal sentido, “dimensión” es una construcción mental o un
“constructo” de orden conceptual que tiene en su base, “detrás”, o,
en su trasfondo, una antropología y una noción de desarrollo humano
que es preciso no dejar de lado pues, justamente, en las dimensiones,
en tanto aspectos esenciales del ser humano, queda definido aquello
que le es fundamental y definitivo desarrollar, si se quiere, que alcance
más plenamente lo que implica ser persona. (p.1)
Quiere decir esto, que los seres humanos no escogemos, a nuestro libre
albedrío, si nos desarrollamos y maduramos en una u otra dimensión (in-
telectual o emocional u otra) sino que, querámoslo o no, nuestro desarrollo
se da de manera integrada en todas esas dimensiones que les son propias
de los humanos, cosa distinta es que ese desarrollo se dé de manera más
o menos armónica y adecuada, pues sabemos que los contextos sociales,
culturales y económicos juegan un papel importante para que se produzca
el desarrollo de las personas. Entonces, es de esperarse que la tarea de
la educación consista en brindar las herramientas necesarias para que
el desarrollo humano se oriente hacia la potencialización de todas esas
dimensiones, vale decir, de la integralidad.
Al respecto, continúa diciendo Rincón:
Si hablamos del sustantivo «Formación» es porque se busca
desarrollar y orientar claramente esas diferentes dimensiones o
potencialidades que poseemos. Si a ese sustantivo le añadimos
el adjetivo «Integral» es para decir que ese desarrollo abarca la
totalidad del ser humano…En educación no hay asepsia, no hay
neutralidad; por eso se «forma», se da forma, de cara a una cultura,
a una sociedad, en un determinado contexto. Podríamos formar para
que nuestros estudiantes simplemente se adapten y se amolden al
modelo social predominante, pero el compromiso que asumimos
desde la Pedagogía Ignaciana es el de formar para no re-producir el
«status-quo», sino para ayudar a nuestros estudiantes a ser hombres
y mujeres plenamente auténticos, capaces de mirar la realidad de una
manera lúcida y de comprometerse en su transformación: que piensen
por ellos mismos, que sean críticos, que actúen en coherencia con sus
valores y principios. En otras palabras, queremos formar, ante todo,
personas competentes, capaces de discernir los signos de los tiempos
de una forma reflexiva, crítica y comprometida. (Rincón, 2008. p.1)
- En este sentido, suele suceder, particularmente en los niveles supe- riores de la educación, que el rastro de esa potencialización se des- dibuja y se centra fundamentalmente en los procesos cognitivos en detrimento de las otras dimensiones que se dejan excluidas de las propuestas curriculares. En la educación universitaria, por ejemplo, ha sucedido históricamente, al menos en este contexto actual, que ese acento en los procesos cognitivos se circunscribe casi que exclu- sivamente al aprendizaje de los saberes y las prácticas disciplinares tendientes a desarrollar competencias para la vida laboral, descui- dando de manera intencionada, la formación en lo ético, en lo político, en el pensamiento crítico, que se requiere para la comprensión del quehacer profesional. Y, en efecto, los estudiantes aprenden las ma- temáticas o la economía o la contabilidad pero, difícilmente, aprenden a relacionar su saber disciplinar con lo que sucede en el mundo.
En los procesos formativos superiores, en la educación universitaria, por ejemplo, se espera que, si bien, el individuo se siga desarrollando y formando integralmente, como proceso permanente, su formación profesional-cultural-académica se encamine hacia la apropiación del conocimiento del contexto en que se desenvuelve y aún de otros con- textos y, en consecuencia, la capacidad de actuar adecuadamente sobre éstos. Respecto de esto Lourdes Ruíz expresa que:
…la formación integral implica una perspectiva de aprendizaje
intencionada, tendiente al fortalecimiento de una personalidad
responsable, ética, crítica, participativa, creativa, solidaria y con
capacidad de reconocer e interactuar con su entorno para que
construya su identidad cultural. Busca promover el crecimiento humano
a través de un proceso que supone una visión multidimensional de la
persona, y tiende a desarrollar aspectos como la inteligencia emocional,
intelectual, social, material y ética-valoral. (Ruíz, 2012, p.11)
Ahora, para conocer y apropiar el contexto, se requiere de varias cosas, por
un lado, que el individuo pueda ubicarse en el panorama global contem-
poráneo y logre efectuar distinciones claras entre los diferentes contextos;
esto supone, que su mirada trascienda el marco del saber disciplinar para
relacionarlo con los otros saberes, los reflexione y construya relatos acerca
de las condiciones y características del contexto en donde se desenvuelve;
además, requiere de la comprensión, no sólo lo que sucede, sino, ade-
más, lo que ha sucedido; es claro que para comprender los contextos es
imprescindible conocer e interpretar la historia, pero, también debe estar
en capacidad de tomar distancia de los relatos de otros y otorgarle sentido
crítico a lo que dicen, no de otra manera, se construyen coherentemente
los propios relatos. Es aquí, donde la formación del pensamiento crítico
comienza a jugar un papel determinante en la educación profesional.
En consecuencia, es importante considerar que propiciar la Formación
Integral en el espacio de la educación superior y de los profesionales, tiene
que ver con tareas inaplazables de formar sujetos políticos, con un alto
sentido de responsabilidad social y compromiso ético, lo que no se alcanza,
solamente, con la programación de asignaturas y seminarios, valiosos, sin
duda alguna, pero que resultan ser bastante limitados sino se acompañan
de la voluntad pedagógica y política de una propuesta curricular dispuesta
a realizar rupturas con la tradición y encaminarse hacia el cumplimiento del
encargo social de la universidad de ser motor de transformación cultural.
Con relación en la formación del sujeto político dice Bornand:
La escuela es, sin duda, una institución fundamental en el proceso
de socialización secundaria de los individuos que son parte de una
sociedad determinada. Y, por tanto, las lógicas que ésta propicia en
los estudiantes son fundamentales a la hora de configurar su habitusde socialización, que no sólo condicionará sus formas de concebirse
a sí mismos en sociedad, sino también, sus prácticas en el espacio
social. Con todo, la escuela es una espacio clave en la construcción
de la subjetividad política de los sujetos estudiantes, en la medida
que los procesos educacionales transmiten un conjunto de valores,
disposiciones y actitudes en relación con las formas de acción política
en sociedad, ya sea, para la construcción, estabilidad o rechazo de
un sistema político. Consiguientemente, el sistema educacional tiene
una gran responsabilidad en la constitución y emergencia del individuo
como sujeto político democrático. (2010, p.3)
De acuerdo con lo expresado arriba, formar sujetos políticos, en tanto,
responsabilidad de la escuela, universidad o, si se quiere, programa de
Contaduría Pública, implica emprender la realización de serias tareas en
materia curricular, de pensar el currículo desde y para lo integral, donde la
constitución del sujeto político se ubique como un imperativo, se trata en-
tonces, como ya se ha expresado, de propiciar rupturas significativas en la
visión de la formación profesional, es decir, en las propuestas curriculares.
Rupturas Significativas, que tienen que ver, fundamentalmente, con
la reflexión, con la confrontación y con la transformación de sus
patrones primarios de comprensión del mundo, de relación social y
de acción cultural, algo así como la confrontación de una cosmovisión
orientada desde las pautas iniciales y tradicionales del seno familiar
y del entorno social inmediato, con visiones del mundo diferentes
y alternativas que permiten el movimiento hacia una cosmovisión
mucho más consciente e intencionada, que le posibilita al sujeto,
el cuestionamiento de su vida y encaminarla hacia propósitos más
colectivos, amplios y plurales. Es el encuentro, podríamos decir,
por ejemplo, con el escenario de lo filosófico, de lo político, de lo
ideológico, de las dimensiones religiosas y demás encuentros que
realiza el ser humano a lo largo de su historia. (Pinzón, 2004, p.110)
Por supuesto, que de todo esto, no se excluye la formación de los contado-
res públicos; aquí, la discusión se centra en lo que se entiende y, más aún,
en los sentidos que pueda tener la Formación Integral en las propuestas
curriculares de los programas de Contaduría Pública. Para los autores de
este documento, es evidente que en una propuesta curricular, que acentúa
la formación técnico-instrumental en la formación para la reproducción y
en la formación exclusiva para las exigencias del mercado, su visión en
relación con la Formación Integral, no alcanzará a trascender más allá de
capacitar para la eficacia en el desempeño profesional.
Entonces, es evidente, que dependiendo de la mirada curricular que se
tenga, se desprenden los sentidos de la integralidad. También, que una
propuesta curricular que despoja al contador de pensar en su entorno,
esto es, descontextualizada, es una propuesta que no le apuesta a la
Formación Integral, como es el caso de la gran mayoría de los 51 currí-
culos revisados.
- Formar integralmente al contador público en Colombia, entonces, pasa porque se le brinden las herramientas necesarias para que comprenda el contexto, su contexto, sus problemáticas, su historia, y los pueda relacionar con los otros contextos de la geopolítica mundial, para que comprenda y construya su relato en torno a las condiciones sociales, culturales, políticas y económicas en donde se suceden los fenómenos contables, para que se le posibilite la comprensión de esas realida- des económico-contables que obedecen a relaciones más amplias en donde están en juego las dinámicas del poder, de las hegemonías, de las subordinaciones y aún, de las exclusiones. Formar integralmente al contador público quiere decir, formar un sujeto ético-político.
La realidad social del país se comparte con muchos otros de la periferia, la
pobreza, la inequidad, el atraso, la injusticia, pero, también, es una realidad
particular que se encuentra atravesada por grandes males como son las
décadas de violencia, de exclusión, de corrupción, de narcotráfico, males
que reproducen, y amplían las brechas de la pobreza y el atraso. Es esa la
realidad en donde se desenvuelven los profesionales, los contadores y, en-
tonces, ¿Cuál es la mirada de estos y el papel que juegan ante este contexto?
¿Y, en qué se requiere que se forme integralmente un contador? Pues, segu-
ramente, se requiere del dominio de unos saberes específicos disciplinares
y de otros saberes que se emparentan con lo disciplinar; pero, además,
se requiere si de Formación Integral estamos hablando, de contar con un
profesional que pueda pensar el mundo en el que se desenvuelve, esto
es, en sus realidades y que, además, pueda actuar sobre esas realidades
para contribuir con su transformación, para superar el estado de cosas y
dimensionar realidades mejores. Es por esto que la Formación Integral
del contador, básicamente, pasa por asumirse como sujeto ético-político.
- Ahora, volviendo al concepto, la Formación Integral es entendida, de manera general, como la posibilidad de abarcar todas las dimensiones que son inherentes al ser humano, con el propósito de formar en lo humano y para lo humano, en este sentido, formar en esas dimensio- nes requiere no sólo de propiciar el conocimiento y la reflexión que les sean propios, sino que, además, se requiere de ponerlos en acción en la vida real, no de otra manera, se puede evidenciar la integralidad. Por tal razón, es que para esta discusión se recurre a lo que se podría lla- mar los ámbitos de actuación humana, que no serían otra cosa, que la expresión de la praxis de la Formación Integral actuada en la realidad.
Marcar el acento en los ámbitos de actuación humana, se corresponde
más con los roles que el individuo debe asumir como sujeto en formación en la educación superior y, posteriormente, como profesional. Entonces,
cuando se habla de la formación del contador público, se está haciendo
referencia a la educación de un ser humano como cualquier otro, pero que
va a desempeñar, esto sí, un rol profesional específico, el de contador en
un contexto determinado.
Para efectos de lo que interesa, se fijará la atención, inicialmente y, en
forma específica, en dos de esos ámbitos que son claves para pensar y
dar sentido a la Formación Integral para los contadores, el ámbito de lo
socio-político y el ámbito de lo ético.
- El Ámbito Socio-Político: El Equipo de ACODESI (2003) en el docu- mento titulado La Formación Integral y sus Dimensiones:
Texto didáctico, expresa que la dimensión socio-política tiene que ver
con la capacidad de la persona para vivir «entre» y «con» otros, de
tal manera, que puede transformarse y transformar el entorno en el
que está inmerso. En la Formación de un sujeto político que puede
dar cuenta de lo que ocurre a su alrededor como ciudadano formado
en tres direcciones:
Conciencia histórica: que tenga conocimiento de los momentos
históricos que hicieron parte de la formación social y política de
su entorno y, a través de ésta, explique la actualidad. Formación
en valores cívicos: elementos claves para participar y deliberar de
los interrogantes de una organización política: virtudes cívicas, que
comprende el sentido de lo público, la solidaridad, la justicia, y el
reconocimiento de la diferencia. La formación de un pensamiento
(juicio) y de una acción política, que tienen que ver con la palabra, los
discursos, las razones y las personas. Se relacionan con los demás
y discuten acerca de los asuntos comunes. En la formación de una
idea de justicia que debe tener en cuenta la necesidad de garantizar
libertades individuales y la preocupación de fomentar la igualdad
social. En la formación del sentido de responsabilidad social: con la
que se pretende enfrentar los serios cambios estructurales dentro
de las sociedades. (p.15)
Entonces, el ámbito de actuación humana en lo socio-político, llama a que el
contador público formado en este contexto, se encuentre en plena capacidad
de pensar la realidad en donde se desenvuelve y lograr un ser humano lo
suficientemente sensible como para actuar de manera ecuánime y justa
en relación con los otros. Condiciones como la desigualdad, la exclusión,
y la explotación, deben constituirse en materia de interés profesional y
académico para el contador, de tal manera, que pueda propiciar, desde ese
actuar, elementos de transformación que conlleven una finalidad solidaria y
comprometida con la construcción de sociedades más justas y más iguali-
tarias. Es decir, un ámbito de actuación humana socialmente responsable.
En este sentido, se considera que una formación de contadores, desprovista
de contexto (sin tener en cuenta la realidad) y de pensamiento crítico (sin
la sensibilidad por lo otro y el propósito transformador), es una formación
profesionalizante, a-histórica y sin mayor meta de compromiso social, una
formación que niega, en esencia, la integralidad.
En la coyuntura actual, en Colombia, se está al tanto del mandato que obli-
ga a la convergencia de la normatividad contable nacional con las normas
internacionales de información financiera, cosa que ha puesto a discutir a
la academia y a los gremios de la contaduría acerca de cómo asumirla, de
cómo enseñarla o, si se quiere, de cómo formar contadores para ese nue-
vo escenario. Esta discusión ha servido, también, para llamar la atención
sobre aquellos programas de Contaduría que consideran que formar para
la convergencia es cuestión de adicionar algunos espacios académicos al
esquema curricular de manera descontextualizada y desagregada, pero
también, ha servido para ubicar el tema de la convergencia y la formación
de contables en términos contextuales, es decir, en el ámbito de lo socio-
político, de lo ético, en el terreno de la Formación Integral.
- El Ámbito de lo Ético: Igualmente dice el equipo de ACODESI que la dimensión ética Es la posibilidad que tiene el ser humano de tomar decisiones autónomas a la luz de principios y valores y de llevarlos a la acción, teniendo en cuenta las consecuencias de dichas decisiones para asumirlas con responsabilidad. (2003, p.13).
Pensar en el ámbito de actuación humana en lo ético en la formación de
contables, pasa por el llamado ineludible de asumir una postura y un actuar
desde la honradez. No es un secreto que esa realidad se encuentra en crisis
y uno de los elementos constitutivos fuertes que han propiciado esa crisis,
tiene que ver lo ético, en la medida en que la corrupción ha permeado la
mayor parte de las actividades públicas y, de esto, no se ha escapado el
ejercicio de la administración y el control de las finanzas. Asumirse libre y
poder decidir en consecuencia, a favor siempre de lo colectivo o comunita-
rio, asumiendo las responsabilidades que conlleven esas decisiones, forma
parte del mandato de la Fe Pública encomendada al contador. Es claro,
entonces, que el actuar ético, entendido de esta manera, se emparenta de
manera indisoluble con el actuar social y político y, por consiguiente, con
una postura clara de responsabilidad social.
Para el caso de la convergencia a normas internacionales, por ejemplo, es
imperativo para el contador poder ubicar y comprender las consecuencias
que pueda acarrear la adopción tal cual de esta regulación y, si es nece-
sario, poner en aviso, en tanto compromiso ético y responsabilidad social
para con el país, sobre las medidas contraproducentes que pudiera traer
tal determinación.
Pensar en superar estas condiciones de atraso y barbarie en nuestra so-
ciedad, no es cosa de utopías, es más bien, cuestión de educar integral-
mente a las personas para ganar en autonomía individual y en autogestión
colectiva. Para esto, se requieren seres humanos dispuestos, se requieren
profesionales íntegros, se requieren contadores sensibles y capaces.
A manera de cierre: la formación integral para los
contadores, un asunto problemático y de retos
Como se puede desprender de lo dicho en este documento, pensar la For-
mación Integral para quienes estudian Contaduría Pública, es cosa compleja
pero, del mismo modo, de imponerse retos, pues requiere, inicialmente,
de la sintonía de las instituciones, de sus directivos, de los docentes y, por
supuesto, de los estudiantes para comprender la necesidad de encaminarse
por las rutas de una real y sólida Formación Integral; cosa que, igualmente,
requiere de una amplia y generosa voluntad política. De la misma manera,
requiere enfrentar decididamente las tensiones propias que emerjan en este
intento, tensiones que tienen que ver, fundamentalmente, con el tránsito
que va desde las resistencias hasta las rupturas.
La formación integral entre las
resistencias y las rupturas
Este tránsito no resulta sencillo, por el contrario, la historia de la Educación
Contable dice que las orientaciones tradicionales en la formación de contables
y que tienen que ver, especialmente, con lo técnico-instrumental, se resisten
a dar el paso de la transformación hacia una visión más integrada y compleja,
es decir, hacia la generación de rupturas en el orden de lo disciplinar, de lo
epistemológico, de lo pedagógico y de la docencia misma. Este tránsito, en-
tonces, trae consigo, múltiples problemas pero, también, importantes retos:
Problemas y retos desde lo institucional
¿Las instituciones (léase facultades, departamentos, programas) están
dispuestas a incorporar en sus políticas, el desarrollo de la Formación Inte-
gral para Contadores, entendido en los términos expuestos?La mayoría de
instituciones de educación superior señalan en sus folletos de socialización
de programas, lo concerniente a la calidad de lo ofrecido, en donde, la
Acreditación Institucional, el cuerpo profesoral, la investigación y demás,
son los aspectos relevantes para mostrarse con suficiencia y seriedad
académica, hecho importante, sin lugar a dudas, para los propósitos de
formación profesionalizante y para las exigencias del mercado, que es lo
que en realidad sostiene los programas. Pensar en desarrollar estrategias
claras y rigurosas para la Formación Integral, puede resultar no sólo oneroso, sino que, además, no es parte del repertorio de la formación para el
mercado. De lo anterior, se deduce que, en búsqueda de la calidad, los
programas de Contaduría desarrollan más de lo posible, para lograr esas
calificaciones formales, muy seguramente alejados de pensar en realidad,
en la formación integral de los contadores.
La documentación que se ha ilustrado a nivel nacional, que reglamenta la
educación superior y el programa académico de Contaduría Pública señala
en sus objetivos, el desarrollo de las competencias de los estudiantes y
define las características específicas de calidad, manifiesta que las pro-
puestas de cada programa deberán explicitar los principios que orientarán
la Formación Integral y tendrán en cuenta las competencias que adquiera
y desarrolle el profesional; sin embargo, no es posible visualizar si dichas
instituciones propenden por un avance en estos procesos, o, si se sostie-
nen en continuar con la tradición, problema al que se han visto abocados
dichos programas, al continuar impartiendo, casi que exclusivamente, la
enseñanza-aprendizaje técnico-disciplinar.
El reto aquí, es generar los espacios necesarios para la discusión de
proyectos educativos que formen a los estudiantes en la esfera de lo
ético-político-ciudadano, como lo anota el concepto de la Formación In-
tegral.No existen áreas aisladas en cuanto a la educación, separación
de las instituciones, los docentes, los estudiantes, ya que la Formación
Integral propende porque todos los actores de la Comunidad Académica
sean educadores y, por lo tanto, no se puede desligar lo académico, de lo
administrativo o de la gestión. Las instituciones están llamadas a llevar a
cabo un estilo apropiado de gestión que oriente las propuestas tendientes
a favorecer, a impulsar, a propiciar los instrumentos necesarios para el
desarrollo de discursos propositivos, que permitan a los futuros contadores
aceptar y comprender la necesidad de trascender su labor de una sencilla
clasificación y registro, a una interrelación de saberes con criterios analíti-
cos, críticos y argumentativos.
Desde los directivos
¿Los directivos (léase decanos, directores u otros) están interesados y en ca-
pacidad de generar espacios para el desarrollo de la Formación Integral? Caso
similar y obvio se encuentra en los directivos de los programas, el problema
posiblemente radica en la NO preocupación por generar transformaciones.
En cuanto los directivos continúen privilegiando la tradición y esperando el
cumplimiento de objetivos resultadistas como el de la acreditación, no se
podrá visualizar el desarrollo de un espacio propicio para dicha formación.
Lo anterior requiere de una construcción y redefinición filosófica o episte-
mológica y metodológica que desarrolle proyectos de educación contable fundamentados en políticas curriculares que mitiguen las problemáticas a
las que se enfrenta la nueva universidad y, particularmente, la profesión
contable. Es urgente la generación de un debate sobre los problemas
educativos y pedagógicos, y sobre la Formación Integral para contadres
que hasta ahora se han abordado de manera tangencial. Se entiende
que, en este sentido, los directores de los programas juegan un papel
importante, pues se constituyen en ejes y propiciadores de la discusión
y las decisiones.
Desde lo curricular
Se reitera, entonces, que la Educación Contable, debe preguntarse por la
necesidad y la pertinencia de comenzar a generar transformaciones pro-
fundas en los programas que atienden la formación de contadores públicos,
léase Rupturas. Así mismo, sus condiciones sociales, culturales, políticas y
económicas, más aún, cuando los estudios acerca de la educación superior
tienden a mostrar que es necesario reflexionar sobre las diversas tensiones
que cuestionan la educación, vale decir, la tensión existente entre educación
para ayer o para mañana, la tensión entre educación globalista o localista,
la tensión entre educación mediata o inmediata, educación para el saber o
para la vida o, lo que es lo mismo, educación para informar o para formar
(como ya lo ha expresado Edgar Morin).
En búsqueda de un contador público crítico, reflexivo, calificado que aporte
a la sociedad, esto es, formado integralmente, se debe estructurar un cu-
rrículo planeado estratégicamente, en donde la innovación y su evaluación
permanente se constituyan en la actividad que expresa la efectividad en
las metas de formación, para repensar lo realizado, para reorientar, para
estar dispuestos a los retos de la incertidumbre y al permanente cambio. Se
debe tratar de diseñar políticas, objetivos y estrategias que coadyuven a la
consolidación de una estructura conceptual sobre Formación Integral, que
permitan asumir con claridad los retos que tiene que enfrentar la disciplina
contable contemporánea.
Desde los docentes
¿Los docentes están formados, de manera óptima, para desarrollar una
propuesta curricular que promueva la Formación Integral? ¿El maestro está
en capacidad de desarrollar estas directrices? La Formación Integral no
es proceso que compete única y básicamente a los docentes como se ha
indicado anteriormente. Inicialmente, recae sobre los padres la responsa-
bilidad educativa, pero le sigue la escuela y los maestros, quienes deben
tener la capacidad, eso sí, de influir positivamente en los educandos, para
lograr el desarrollo integral del estudiante.
En concordancia con Duque y Ramírez (2012), aunque se empieza a gene-
ralizar una conciencia sobre la necesidad de la transformación de la escuela,
en general, y de la importancia de incorporar a los procesos educativos una
Formación Integral, que incluya las dimensiones humanas, es probable que
los docentes sigan privilegiando la enseñanza en su disciplina, viéndose como
profesionales de las áreas propias de su disciplina y no como profesionales de
la educación, que contribuyan a la Formación Integral. La labor del educador,
en lo que respecta a la concreción de los fines de la educación específicamente
hablando, debe encaminarse hacia la consecución de un proceso integral que
responda a las exigencias de la nueva sociedad del conocimiento. Ante ello,
Saldarriaga (2004) plantea, que los maestros son aquellos guías capaces de
ayudar a transformar los contextos vitales de sus estudiantes, para que estos,
al tiempo, puedan transformar los propios en el futuro.
Aquí, el reto consiste en ampliar la discusión con los docentes en el campo
de lo pedagógico y lo didáctico, en la reflexión sobre la práctica docente para
poder abrir mayores posibilidades de actuación, trascendiendo el escenario
de las materias asignadas y encaminarse hacia prácticas integradas con
otros docentes, interdisciplinares con el concurso de otros saberes y, por
supuesto, contextualizadas, que estudien y comprendan los problemas de
la realidad de lo que sucede en el mundo.
Desde los estudiantes
¿El estudiante está interesado en formarse integralmente? ,O, ¿ se man-
tiene en el imaginario del contador que realiza las labores y no que piensa
lo que hace? Los estudiantes deben ser formados integralmente, pero no
se puede pensar en ello, si este actor tan importante no tiene actitudes que
permitan percibir su interés por esto. Se podría inferir, que los estudiantes no
conocen el concepto que aparece en el perfil del estudiante de su Facultad,
es decir, desconocen el concepto de Formación Integral, así ellos mismos
la busquen durante su estadía en las aulas y en su vida universitaria.Por
lo anterior, el estudiante debe tener total disponibilidad para recibir y so-
cializar lo sugerido, estar presto a ser un activo participante en la discusión
teórica del concepto, para luego, participar en los procesos pedagógicos
que permitirán su concreción.
Integrar a los estudiantes a estas actividades de reflexión y de repensar el
currículo, es tarea inaplazable, no sólo porque sus visiones deben aportar
y ser un referente, sino porque, además, se constituye en un escenario in-
mejorable de formación en sí mismos. Poder alcanzar niveles de conciencia
en los estudiantes acerca de cómo se están formando como contables es
lo deseable, porque, precisamente, son los estudiantes quienes regulan
y potencializan lo que se hace curricularmente. A un determinado tipo de
estudiante le corresponde un determinado currículo.
Insistimos, formar desde y para la integralidad a los contadores públicos, no
es tarea sencilla, se requiere, asumir compromisos, realizar tareas y, sobre
todo, aunar esfuerzos y voluntades. Tal vez, estemos cerca de encontrar
gratas sorpresas y excelentes realizaciones en el ámbito de la formación de
los contables y a estos acontecimientos no debemos permanecer ajenos.
Conclusiones derivadas
Pensar la Formación Integral para quienes estudian Contaduría Pública
es compleja, pero, también, es un reto, pues requiere de la sintonía de
las instituciones, de sus directivos, de los docentes y, por supuesto, de
los estudiantes para comprender la necesidad de encaminarse por las
rutas de una real y sólida Formación Integral. Esto requiere de una amplia
y generosa voluntad política, así como de enfrentar decididamente las
tensiones propias que emerjan en este intento, tensiones que tienen que
ver, fundamentalmente, con el tránsito que va desde las resistencias hasta
las rupturas.
La Formación Integral requiere del tránsito entre las resistencias y las
rupturas, ya que la historia de la Educación Contable dice que las orien-
taciones tradicionales en la formación de contables y que tienen que ver
con lo técnico-instrumental, se resisten a dar el paso de la transformación
hacia una visión más integrada, es decir, hacia la generación de rupturas
en el orden de lo disciplinar, de lo epistemológico, de lo pedagógico y de la
docencia misma. Este tránsito, entonces, trae consigo múltiples problemas
pero, también, importantes retos en el ámbito institucional, de los directi-
vos, de lo curricular, de los docentes y de los estudiantes, que se podrían
resumir de la siguiente manera:
Desde lo institucional: El reto aquí, es el de generar los espacios necesa-
rios para la discusión de proyectos educativos que formen a los estudiantes
en la esfera de lo ético-político-ciudadano, como lo anota el concepto de
la Formación Integral.
Desde los directivos: Desde aquí, se requiere de una construcción y
redefinición filosófica o epistemológica, y una metodológica que desarrolle
proyectos de educación contable fundamentados en políticas curriculares
que mitiguen las problemáticas a las que se enfrenta la nueva universidad
y, particularmente, la profesión contable.
Desde lo curricular: Se reitera, entonces, que la Educación Contable,
debe preguntarse por la necesidad y la pertinencia de comenzar a generar
transformaciones profundas en los programas que atienden la formación de
contadores públicos, léase Rupturas. En búsqueda de un contador público
crítico, reflexivo, calificado que aporte a la sociedad, esto es, formado integralmente, se debe estructurar un currículo planeado estratégicamente,
en donde la innovación y su evaluación permanente se constituyan en la
actividad que expresa la efectividad en las metas de formación, para re-
pensar lo realizado, para reorientar, para estar dispuestos a los retos de la
incertidumbre y, al permanente cambio.
Desde los docentes: Aquí, el reto consiste en ampliar la discusión con los
docentes en el campo de lo pedagógico y lo didáctico, en la reflexión sobre
la práctica docente para poder abrir mayores posibilidades de actuación,
trascendiendo el escenario de las materias asignadas y encaminarse hacia
prácticas integradas con otros docentes, interdisciplinares con el concurso
de otros saberes y, por supuesto, contextualizadas, que estudien y com-
prendan los problemas de la realidad, de lo que sucede en el mundo.
Desde los estudiantes: El estudiante debe tener total disponibilidad para
recibir y socializar lo sugerido, estar presto a ser un activo participante en
la discusión teórica del concepto, para luego formar parte de los procesos
pedagógicos que permitirán su concreción. Integrar a los estudiantes a estas
actividades de reflexión y de repensar el currículo, es tarea inaplazable.
Se insiste, en que formar desde y para la integralidad a los contadores
públicos, no es tarea sencilla, se requiere asumir compromisos, realizar
tareas y, sobretodo, aunar esfuerzos y voluntades.
1 Artículo de reflexión derivado de la investigación denominada “Competencias de Egreso de los estudiantes de Contaduría Pública”, cofinanciado por la Unidad de Investigación y Posgrados de la Universidad Santo Tomás y Asfacop, 2013. Este documento culminado en febrero de 2014, presentó algunos avances de carácter teórico, en el IX Congreso de Educadores del Área Contable, Punta del Este (Uruguay-2013).
2 Para los griegos, era la base de la educación que daba a los varones un carácter verdaderamente
humano.
3 A mediados del siglo XVIII, el neo-humanismo surge como una corriente cultural que busca el
conocimiento profundo y sistemático de la antigüedad clásica, proponiendo en los centros educa-
tivos la enseñanza de las lenguas y las literaturas clásicas, especialmente la griega, ya que éstas,
constituyen un eficaz instrumento de formación de valores espirituales.
4 En este sentido, se realiza un breve resumen de las lecturas tomadas de: Universidad Santo Tomás.
(2011). Informe Maestro I. Maestría en Educación. Campo de Formación Humanista.
Bibliografía
ACODESI (Asociación de Colegios Jesuitas de Colombia). (01 de 04 de 2003). La
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Oscar Yamith Duque Cruz
oscarduque@usantotomas.edu.co
Administrador de Empresas de la Universidad Antonio Nariño, Magíster en Educación
de la Universidad Santo Tomás. Profesor de tiempo completo de la Universidad Santo
Tomás, miembro del Observatorio Colombiano de Educación Contable OCEC. Así
mismo, ha sido docente de las universidades Cooperativa de Colombia y Antonio
Nariño, de la ciudad de Bogotá. Investigador del Área y del proyecto de Actores de la
Comunidad Académica Contable del OCEC. Correo electrónico:. Móvil: 3103297964
Jorge Emiro Pinzón Pinto:
pinzon.jorge13@gmail.com
Profesor de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana.
Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, Magister en Educación de la
Universidad Pedagógica Nacional, Especialista en Educación Popular, CELATS-
Perú. Docente-investigador.